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Puede que la Navidad de las calles iluminadas, la propaganda consumista, los villancicos rayados, las reuniones desganadas, los regalos obligados… nos guste más o menos o que incluso nos disguste. Sin embargo, si acertáramos a liberarla de su explotación comercial, de nuestras ambiciones engañosas, también de nuestras liturgias insulsas, palabrería vacía y dogmas trasnochados, si abriéramos los ojos y la miráramos en su hondura universal, la Navidad podría tocarnos el corazón, encender en él una llama de paz creadora, volverlo más humano para nuestro bien y el bien común de la Tierra.
Me refiero no solo a la Navidad cristiana, sino también a la Navidad universal, la del sol en los solsticios de cada año y en el milagro del amanecer de cada día, la Navidad de las azaleas en flor, la Navidad de cada nacimiento deseado y esperado en cualquiera de sus formas, la Navidad del renacimiento del bien y de la esperanza en el mundo a pesar de todo. ¡Bendita sea la Navidad universal de la Vida en todas sus formas!… Leer más (José Arregi)