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El reciente informe sobre los abusos y agresiones sexuales del clero, expuesto por el Defensor del Pueblo señor Gabilondo, ha sacado a la luz un grave problema que la Iglesia católica ha tratado de ocultar. Los señores obispos siempre han sido conocedores de la existencia quizá no de todos, pero sí de muchos de ellos. Y deben reconocer que han errado en la estrategia. Optaron por encubrir los casos que iban conociendo pensando que su público abordaje supondría un desprestigio y baldón irreparables para la institución, cuando en realidad es la ocultación ante los tribunales y la sociedad lo que provoca su desautorización en toda regla. Así que procedieron a trasladar de parroquia o diócesis a los implicados y a jubilarlos sin adscripción parroquial alguna cuando por edad correspondía… Leer más (Pedro Miguel Ansó Esarte)