Enrique de Castro ha iniciado su viaje a la otra orilla del río de la vida a las 7 de esta mañana. Brindemos por su VIDA. Gracias a la Vida.

ATRIO

Bertolt Brecht de haber conocido a Enrique de Castro le hubiese dedicado estas palabras: “Hay hombres que luchan un día, y son buenos; hay otros que luchan un año, y son mejores; hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos, pero hay los que luchan toda una vida… ésos son los imprescindibles”.
Enrique de Castro, conocido como el cura de la parroquia de Entrevías, o por algunos titulares mediáticos como el cura rojo de Vallecas, fue uno de esos incansables luchadores por las personas más empobrecidas y excluidas de los últimos 50 años. Ordenado sacerdote en 1972 y destinado a Vallecas, cambió repentinamente su vida al darse de bruces con la realidad social en la que miles de personas tenían que vivir a diario situaciones de extrema pobreza, exclusión, explotación, carencias afectivas, rupturas por la droga y por la cárcel, desesperación, etc.
Proveniente de una familia de clase acomodada, Enrique fue educado para ser una buena persona, conservadora, al servicio de la estructura eclesial y del poder establecido. Muchos de los valores, las ideas y las normas morales más básicas que él adquirió se desplomaron como una torre de naipes. Los principios tradicionales sucumbieron para él. Fiel a su experiencia vital, con sonrisa cómplice, siempre se despedía de las personas que quería con un: “Que no seas bueno…”… Leer más (Miguel Santiago en nombre de las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía)