SOLO EXISTE LA VIDA, Enrique Martínez Lozano

SOLO EXISTE LA VIDA

Escrito por  Enrique Martínez Lozano
FE ADULTA

Jn 20, 1-9

El simbolismo de este texto, de una riqueza extraordinaria, empieza jugando con contrastes. Para quien ha vivido la experiencia, se trata del «primer día de la semana»; para María Magdalena, sin embargo, todavía es de noche: «está oscuro».

Sabemos que para el autor del cuarto evangelio, la noche es sinónimo de oscuridad, confusión, ignorancia; el «primer día», por el contrario, alude a la «nueva creación». A la oscuridad de quienes aún no lo han experimentado, los testigos proclaman: Jesús ha resucitado y su resurrección constituye una «nueva creación» del mundo, sobre cimientos de vida y certeza definitivas.

Un contraste similar es el que muestra a María marchando al sepulcro –el «sepulcro» es el lugar de la muerte y de la desesperanza-, cuando la realidad es que «la losa estaba quitada», es decir, la muerte había sido vencida. Imagen que, entre líneas, nos sugiere algo profundamente sabio: debajo de cada «losa» que parezca aplastarnos, hay vida que quiere resucitar.

Más profundamente aún, no hay ninguna «losa»: nada es capaz de aplastar la vida. Cualquier «losa» que nuestra mente pueda imaginar ha sido ya «quitada»: lo que somos, se halla siempre a salvo; la vida no puede ser derrotada.

Pero María sigue sin «ver» –no ve más allá del Jesús difunto- y recurre a una explicación «racional»: «Se lo han llevado». Con todo, no deja de buscar; echa a correr… y contagia a los discípulos en su misma búsqueda, aunque también estos no piensan más que en el «sepulcro», es decir, en la muerte como final.

Continúa el simbolismo: lo que ven no es al Resucitado, sino «vendas» y «sudario». Pero tanto las vendas como el sudario no son elementos que «produzcan» por sí mismos la fe en la resurrección: es lo que le ocurre a Pedro. Se requiere una forma de «ver» que vaya más allá de la materialidad, o mejor, que sepa descubrir en lo material la Presencia inmaterial que todo lo ocupa y alienta.

Quien sabe «ver» de ese modo es «el otro discípulo, a quien quería Jesús». Se trata del «discípulo amado» que, en el cuarto evangelio, es imagen del verdadero discípulo.

En el plano simbólico, es indudable que el amor –que «corre» más deprisa que la autoridad- capacita para ver. Vienen a la memoria palabras como las de Pascal: «El corazón tiene razones que la razón no conoce»; o las de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry: «Lo esencial es invisible a los ojos; solo se ve bien con el corazón». Y es que el amor, por su propia estructura integradora y unificadora, nos hace descubrir la dimensión más profunda de lo real que, de otro modo, se nos escapa.

El relato, pues, es una catequesis: toda una invitación a saber mirar con el corazón para poder descubrir, en las «vendas» que nos rodean, al Resucitado, la Presencia de Lo Que Es.

«Vendas» son todo deseo de superación; las ganas que sentimos de ser mejores; el anhelo de vivir; el amor a los demás y la capacidad de perdón; el anhelo de plenitud; la belleza de lo que nos rodea; la vivencia del gozo; la esperanza mantenida, en medio del sufrimiento; el silencio; la vivencia del Presente; la oración; el encuentro personal; la experiencia de ser transformados; la Eucaristía compartida…

Lo que ocurre es que la mente dual no sabe qué hacer con esas «vendas». Las ve únicamente como «objetos» separados, realidades aisladas, debido a su propia incapacidad de percibir la Unidad de todo.

Necesitamos acallar la mente, para poder ver «más allá» (más acá) y acceder así a aquella experiencia transpersonal que los discípulos vivieron y nos comunicaron, con las categorías propias de su «idioma» cultural. Experiencia que puede resumirse en una afirmación: la vida no es «algo» que tenemos y podemos perder; somos vida y el engaño radical consiste en creernos separados o desgajados de ella. No somos un yo particular que tiene vida; somos la Vida que se expresa temporalmente en la forma de este yo particular.

 

Enrique Martínez Lozano

www.enriquemartinezlozano.com

 

VIGILIA PASCUAL, Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos
FE ADULTA

Mc 16, 1-7

El centro de esta vigilia no es un cuerpo, ni muerto ni vivo, sino el fuego y el agua. Ya tenemos la primera clave para entender lo que estamos celebrando en la liturgia más importante de todo el año. Fuego y agua son los dos elementos indispensables para la vida biológica. Del fuego surgen dos cualidades sin las cuales no puede haber vida: luz y calor. El agua es el elemento fundamental para formar un ser vivo. El 80% de cualquier ser vivo, incluido el hombre, es agua. El recordar nuestro bautismo es la clave para descubrir de qué Vida estamos hablando. Hoy, fuego y agua simbolizan a Jesús porque le recordamos VIVO y comunicando Vida. Este es el centro de la experiencia pascual.

La vida que esta noche nos interesa, no es la física, ni la psíquica, sino la trascendente. Por no tener en cuenta la diferencia entre estas vidas, nos hemos armado un buen lío con la resurrección de Jesús. La vida biológica no tiene ninguna importancia para la realidad que estamos tratando. «El que cree en mí aunque haya muerto vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre». La psíquica tiene importancia, porque es la que nos capacita para alcanzar la espiritual. Solo el ser humano, que es capaz de conocer y de amar, puede acceder a la Vida divina. Si nuestra preocupación se limita a lo biológico, estamos perdidos.

Lo que estamos celebrando esta noche, es la llegada de Jesús a esa meta. Jesús, como hombre, alcanzó la plenitud de Vida. Posee la Vida definitiva, que es la Vida de Dios. Esa vida ya no puede perderse porque es plena y eterna. Podemos seguir empleando el término «resurrección», pero creo que no es hoy el más adecuado para expresar esa realidad divina. Inconscientemente lo aplicamos a la vida biológica y psicológica, porque es lo que nosotros podemos sentir, es decir descubrir por los sentidos.  Pero lo que hay de Dios en Jesús no se puede descubrir mirando, oyendo o palpando.

Ni vivo ni muerto ni resucitado, nadie puede descubrir su divinidad. Tampoco puede ser el resultado de alguna demostración lógica. Lo divino no cae dentro del objeto de nuestra razón. A la convicción de que Jesús está vivo, no se puede llegar por razonamientos. Lo divino que hay en Jesús, y por lo tanto su resurrección, solo puede ser objeto de fe. Para los apóstoles como para nosotros se trata de una experiencia interior. A través del convencimiento de que Jesús les está dando VIDA, descubren que él tiene que estar VIVO.

Creer en la resurrección exige haber pasado de la muerte a la Vida. Por eso tiene en esta vigilia tanta importancia el recuerdo de nuestro bautismo. Cristiano es el que está constantemente muriendo y resucitan­do. Muriendo a lo terreno y caduco, al egoísmo, y naciendo a la verdadera Vida, la divina. Tenemos del bautismo una concepción estática que nos impide vivirlo. Creemos que hemos sido bautizados un día a una hora determinada y que allí se realizó un milagro que permanece por sí mismo. Para descubrir el error, hay que tomar conciencia de lo que es un sacramento.

Todos los sacramentos están constituidos por dos elementos: un signo y una realidad significada. El signo es lo que podemos ver oír, tocar. La realidad significada ni se ve ni se oye ni se palpa, pero está ahí siempre porque depende de Dios que está fuera del tiempo. En el bautismo, la realidad significada es esa Vida divina que significamos para hacerla presente y vivirla. Un día han hecho el signo sobre mí, pero vivir lo significado es tarea de toda la vida. Todos los días tengo que estar haciendo mía esa Vida. Y el único camino para hacer mía la Vida de Dios que es AMOR, es superando el ego-ísmo, es decir, amando.

 

Fray Marcos

JUEVES SANTO: DÍA DEL SERVICIO A LOS DEMÁS, POR AMOR Y EN HUMILDAD, Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos

FE ADULTA

Jn 13, 1-15

El tema central del Triduo Pascual es el AMOR. El Jueves se manifiesta en los gestos y palabras que lleva a cabo Jesús en la entrañable cena. El Viernes queda patente el grado supremo de amor al dar la vida por no renunciar al bien del hombre. El Sábado, celebramos la Vida que surge de ese Amor incondicional. En la liturgia de estos días intentamos manifestar de manera plástica, la realidad del amor supremo que se manifestó en Jesús. Lo importante no son los ritos, sino el significado que éstos encierran.

La liturgia del Jueves Santo está estructurada como recuerdo de la última cena. La lectura del evangelio de Jn nos debe hacer pensar; se aparta tanto de los sinópticos que nos llama la atención que no mencione la fracción del pan, pero en su lugar, nos narra una curiosa actuación de Jesús que nos deja desconcertados. Si el gesto sobre el pan y el vino, tuvo tanta importancia para la primera comunidad, ¿por qué lo omite Juan? Y si realmente Jesús realizó el lavatorio de los pies, ¿por qué no lo mencionan los tres sinópticos?

No es fácil resolver estas cuestiones, pero tampoco debemos ignorarlas o pasarlas por alto a la ligera. Seguiremos haciendo sugerencias, mientras los exegetas no lleguen a conclusiones más o menos definitivas. Sabemos que fue una cena entrañable, pero el carácter de despedida, se lo dieron después los primeros cristianos. Seguramente en ella sucedieron muchas cosas que después se revelaron como muy importantes para la primera comunidad. El gesto de partir el pan y de repartir la copa de vino, era un gesto normal que el cabeza de familia realizaba en toda cena pascual. Lo que pudo añadir Jesús, o los primeros cristianos, es el carácter de símbolo, de lo que en realidad fue la propia vida de Jesús.

El gesto de lavar los pies era una tarea exclusiva de esclavos. A nadie se le hubiera ocurrido que Jesús la hiciera si no hubiera acontecido algo similar. Es una acción más original y de mayor calado que el partir el pan. Seguramente, en las primeras comunidades se potenció la fracción del pan, por ser más sencilla. Poco a poco se le iría llenando de contenido sacramental hasta llegar a significar la entrega total de Jesús. Pero esa misma sublimación llevaba consigo un peligro: convertirla en un rito estereotipado que a nada compromete. Aquí veo yo la razón por la que Jn se olvida de la fracción del pan. La explicación que da de la acción, lleva directamente al compromiso con los demás y no es fácil escamotearla.

Parece demostrado que, para los sinópticos, la Última Cena es una comida pascual. Para Jn no tiene ese carácter. Jesús muere cuando se degollaba el cordero pascual, es decir el día de la preparación. La cena se tuvo que celebrar la noche anterior. Esta perspectiva no es inocente, porque Jn insiste, siempre que tiene ocasión, en que la de Jesús es otra Pascua. Identifica a Jesús con el cordero pascual, que no tenía carácter sacrificial, sino que era el signo de la liberación. Jesús el nuevo cordero, es signo de la nueva liberación.

Los amó hasta el extremo. Se omite toda referencia de lugar y a los preparativos de la cena. Va directamente a lo esencial. Lo esencial es la demostración del amor. «Hasta el extremo» (eis telos) = en el más alto grado, hasta alcanzar el objetivo final. Manifestó su amor durante toda su vida, ahora va a manifestarse de una manera total y absoluta. «Había amado… y demostró su amor hasta el final», dos aspectos del amor de Dios manifestado en Jesús: amor y lealtad, (1,14) amor que no se desmiente ni se escatima.

Dejó el manto y tomando un paño, se lo ató a la cintura. No se trata en Jn de la cena ritual pascual, sino de una cena ordinaria. Jesús no celebra el rito establecido, porque había roto con las instituciones de la Antigua Alianza. Dejar el manto significa dar la vida. El paño (delantal, toalla) es símbolo del servicio. Manifiesta cual debe ser la actitud del que le siga: Prestar servicio al hombre hasta dar la vida como Él. Jn pinta un cuadro que queda grabado para siempre en la mente de los discípulos. Esa última acción de Jesús, tiene que convertirse en norma para la comunidad. El amor es servicio concreto y singular a cada persona.

Se puso a lavarles los pies y a secárselos con la toalla. El lavar los pies era un signo de acogida o deferencia. Solo lo realizaban los esclavos o las mujeres. Lavar los pies en relación con una comida, siempre se hace antes, no durante la misma. Esto muestra que lo que Jesús hace no es un servicio cualquiera. Al ponerse a los pies de sus discípulos, echa por tierra la idea de Dios creada por la religión. El Dios de Jesús no actúa como Soberano, sino como servidor. El verdadero amor hace libres. Jesús se opone a toda opresión. En la nueva comunidad todos deben estar al servicio de todos, imitando a Jesús. La única grandeza del ser humano es ser como el Padre, don total y gratuito para los demás.

¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Esta explicación que el evangelista pone en boca de Jesús, nos indica hasta qué punto es original esa actitud. Retomó el manto pero no se quita el delantal. Se recostó de nuevo, símbolo de hombre libre. El servicio no anula la condición de hombre libre, al contrario, da la verdadera libertad y señorío. La pregunta quiere evitar cualquier malentendido. Tiene un carácter imperativo. Comprended bien lo que he hecho con vosotros, porque estas serán las señas de identidad de la nueva comunidad.

Vosotros me llamáis «Maestro» y «Señor» y decís bien porque lo soy. Jn es muy consciente de la diferencia entre Jesús y ellos. Lo que quiere señalar es que esa diferencia no crea rango de ninguna clase. Las dotes o funciones de cada uno no justifican superioridad alguna. Los hace iguales y deben tratarse como iguales. La única diferencia es la del mayor o menor amor manifestado en el servicio. Esta diferencia nunca eclipsará la relación personal de hermanos, todo lo contrario, a más amor más igualdad, más servicio.

Pues si yo os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Reconoce los títulos, pero les da un significado completamente nuevo. Es «Señor», no porque se imponga, sino porque manifiesta el amor, amando como el Padre. Su señorío no suprime la libertad, sino que la potencia. El amor ayuda al ser humano, a expresar plenamente la vida que posee. Llamarle Señor es identificarse con él, llamarle Maestro es aprender de él pero no doctrinas sino su actitud vital. Sienten la experiencia de ser amados, y así amarán con un amor que responde al suyo.

Os dejo un ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Los sinópticos dicen, después de la fracción de pan: «Haced esto para acordaros de mí». Es exactamente lo mismo, pero en el caso del lavatorio de los pies, queda mucho más claro el compromiso de servir. Lo que acaba de hacer no es un gesto momentáneo, sino una norma de vida. Ellos tienen que imitarle a él como él imita al Padre. Ser cristiano es imitar a Jesús en un amor que tiene que manifestarse siempre en el servicio a todos los hombres.

Es una pena que una vivencia tan profunda se haya reducido a celebrar hoy el día de la «caridad«. Tranquilizamos nuestra conciencia con un donativo de algo externo a nosotros, siempre de lo que me sobra, o por lo menos, que en nada compromete mi nivel de vida. Podemos aceptar que no somos capaces de seguir a Jesús, pero no tiene sentido engañarnos a nosotros mismos con ridículos apaños. Celebrar la eucaristía es comprometerse con el gesto y las palabras de Jesús. Él fue pan partido y preparado para ser comido. Él fue sangre (vida) derramada para que todos los que encontró a su paso la tuviera también. Jesús promete y da Vida definitiva al que es capaz de seguirle por el camino que nos marcó. La misma Vida de Dios, la comunica a todo el que acepta su mensaje. No al que es perfecto, sino al que, con autenticidad, se esfuerza por imitarle en la preocupación por el hombre.

 

Fray Marcos

* ORAR CON EL EVANGELIO. (Mc.14,1-15.47)

  • DOMINGO DE RAMOS. MARZO 29 de 2015

*          No podemos hablar de entrada “triunfal”. La llegada de Jesús a Jerusalén no fue ni quiso ser triunfal. Este rey no llega montado a caballo, sino que viene en un asno. El animal del trabajo y de la vida diaria de la gente sencilla y de los pueblos pobres. Viene humildemente y “en son de Paz”.

* El triunfo vendrá después. El domingo de Ramos es el resumen anticipado  de lo que la liturgia en sus celebraciones irá desgranando en los días siguientes. Este es el sentido de la Pasión en el día de hoy. No hay victoria sin Pasión. Primero hay que entregar la vida.

*          Su Reino no es de este mundo, aunque muchos se confundieron. Su Reino es del servicio, del Amor, de la Bondad, de la Misericordia, de la justicia. La bandera de Jesús no es la de la prepotencia sino de la pobreza y la humillación. Es el que siendo de condición divina se despojó de su gloria y se hizo uno de tantos sometiéndose a la muerte de Cruz. (Fil.2.)

*ORACIÓN

Jesús De la Semana Santa, de la Pasión y Resurrección:
Prepara nuestro corazón a contemplar tu fidelidad hasta la muerte.

Danos tu espíritu de confianza en el Dios de vida para todos.
Ábrenos a la solidaridad con los que más sufren la limitación de la naturaleza.
Ponnos al lado de los que sufren por cualquier causa de injusticia.
Danos tu Luz y tu fuerza:

Para descubrir nuestra vocación en tu Reino.
Para “velar y orar”  ante las dificultades.
Para confesar y comunicar tu Amor  a otros con valentía.

Para aprender de ti y vivirlo: el servicio, la bondad, la misericordia, la justicia, la paz el Amor. AMÉN

 

  • JUEVES  SANTO. (Jn. 13.1.15)   (Abril 2 de 2015)

*     Jesús celebra con sus discípulos una cena en el contexto de las fiestas de Pascua. Era una cena donde se recordaba el paso del Señor por la liberación de Egipto. (Ex.12).
*     El ambiente es de unión. Pero esta cena de Jesús es algo más que un memorial de la Pascua. Es una Cena de DESPEDIDA de los suyos… Jesús sabía que “HABÍA LLEGADO SU HORA” de llegar al Padre. Y por eso, como en toda despedida, la atmósfera se vuelve tensa y solemne y las palabras no bastan. Es necesario hacer gestos, símbolos proféticos, que expresen todo lo que bulle en el corazón del que se va, como resumen y expresión de su vida.:
*    JESÚS LAVA LOS PIES A SUS DISCÍPULOS (Jn. 13). Es un símbolo de lo que ha sido toda su vida: vida al servicio de los demás, de los pobres y pecadores  Los discípulos quedan aturdidos  y desconcertados.
*     “El símbolo del pan y el vino, junto con el símbolo del lavatorio de los pies, son partes indisolubles del mismo y único sacramento”. La eucaristía está unida a la opción de lavar los pies, de amar hasta el final, como  Él  AMA.
*     Y Jesús toma el pan, el vino y les dice, nos dice ESTE SOY YO, haced esto en memoria mía.
La Eucaristía tiene que ver con la vida, con el hambre, con los pobres, con la solidaridad, con el compartir, con la justicia, con la paz. La eucaristía simboliza el banquete del reino que celebramos anticipadamente. Pero esto supone que la Liturgia se vuelve vida, que pasamos del templo a la calle, de la Celebración a la vida de cada día.
*     En el silencio orante, nos podíamos preguntar: ¿Hemos hecho, hacemos de nuestras vidas una Eucaristía de servicio a los demás?
Lo que importa es que las brasas de esta Caridad no se apaguen y sigan siendo fermento de un mundo nuevo en el que reine el amor. Y el amor, tiene que ver con lo cotidiano, como el pan y el vino que llevamos a la mesa del Señor, o el agua sencilla del lavatorio de los pies. La caridad es la savia de la vida cristiana cotidiana: de nuestras relaciones familiares, vecinales, comunitarias, sociales. Que Jesús de Nazaret nos siga dando fuerza para hacer de nuestras vidas una Eucaristía.

  • ORACIÓN
    Tú Cristo, fuente de toda caridad, te hiciste pobre con los pobres de toda pobreza, hermano de todos, y consuelo de los afligidos. 

        • Tú Cristo, fuente de toda caridad, entra en nuestras vidas con todo tu Amor, y haz de nosotros instrumentos humildes de tu Paz para ayudar a quien lo necesite.
          Tú Cristo, fuente de toda caridad, despierta en nosotros un corazón tan grande que sintamos los problemas de los demás como nuestros y que nuestras manos se tiendan para ayudar al que lo necesite, al que se siente solo, al que no tienen fuerza para caminar, al que no te ha descubierto a Ti, Cristo nuestro, como PAN DE VIDA.
        • Cristo Bueno, haz que comprendamos y pongamos en práctica lo que Tú hiciste y nos dejaste como herencia.

Que de nuestro silencio de ADORACIÓN Y GRATITUD brote un deseo cada vez mayor de ser discípulos tuyos más fieles. AMÉN.

* * *  *  * *
* VIERNES SANTO. (Jn. 18.1.19-42) (Abril 3 de 2015)

  • PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS: “MIRAD AL ÁRBOL DE LA CRUZ”
  • Este día, centrado en torno a la muerte de Jesús, volvemos a encontrarnos con el relato de la Pasión.
    Cuando uno se adentra en la narración de Juan, lo que más llama la atención es la presentación que hace de Jesús. Su grandeza, su libertad, su dominio y serenidad ante todo lo que acontece, hacen que el camino hacia la Cruz, no parezca el final de un ajusticiado que ha fracasado, sino la victoria del que ha llevado a término la obra que su Padre le ha confiado.
  • La  Cruz  no es sólo pasión en el sentido de pasividad, contemplación, sino también opción personal y libre de una vida entregada a favor de una salvación para todos. Esto es lo que nos reúne a los cristianos. El Crucificado nos revela la profundidad del mal en el mundo:
    “ESTE ES EL HOMBRE; AQUÍ LO TENÉIS. ÉSTE ES EL HIJO”
  • En este viernes santo, ante nosotros se levanta la Cruz para que la contemplemos, la honremos, la besemos y participemos de su poder redentor. Nos colocamos a los pies de la Cruz como testigos y discípulos, como parte de la familia de Dios, unidos unos a otros en el sufrimiento compartido y en especial de los más solos.
  • Celebramos y vivimos en el Viernes Santo la entrega de Jesús, la muerte de Jesús, en la Cruz.
    Hagamos un pequeño silencio y… pongámonos junto a María su Madre…  Dejemos que ella, nos hable al corazón…
  • Podríamos pensar que todo termina aquí. Pero no es así: en la Cruz está la muerte, pero también está la vida, la victoria y la gloria. La Cruz del viernes Santo no es el final de la vida de Jesús, sino una etapa que nos lleva llenos de Esperanza al
    TRIUNFO DE LA RESURRECCIÓN”.
  • ORACIÓN
  • Jesús de Nazaret, Jesús crucificado, en actitud de silencio y adoración queremos contemplarte clavado en la Cruz y te agradecemos porque quisiste ser probado en todo como nosotros menos en el pecado, y especialmente te damos gracias porque no te echaste atrás cuando el egoísmo humano te clavó en la Cruz.
    Te pedimos nos ayudes a ser como tú en la capacidad de Amar y perdonar y saber vivir a fondo la fe y la entrega.
    Que al besar hoy la Cruz, tu Cruz, aprendamos a llevar las nuestras y a saber ayudar a otros a llevar la suya con la esperanza de saber que un día nos resucitarás en el gozo y la gloria para siempre. AMÉN. ZURIÑE 

     

     

 

 

«PUEDO DESPLEGAR LA MISMA VIDA DE DIOS QUE YA ESTÁ EN MÍ», Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos
FE ADULTA

Jn 12, 20-33

Estamos en el c. 12. Después de la unción en Betania y de la entrada triunfal en Jerusalén, y como respuesta a los griegos que querían verle, Juan pone en boca de Jesús un pequeño discurso que no responde ni a los griegos ni a Felpe y Andrés. Versa, como el domingo pasado sobre la Vida, pero desde otro punto de vista. Aquí la Vida solo puede ser alcanzada después de haber aceptado la muerte. También hoy hace referencia a ser levantado en alto, pero aquí para atraer a todos hacia él. Los «griegos» que quieren ver a Jesús podían ser simplemente extranjeros simpatizantes del judaísmo. El mensaje de Jn en este relato en muy claro: Los «judíos» rechazan a Jesús, y los paganos le buscan.

Ha llegado la hora de que se manifieste la gloria de este Hombre. Todo el evangelio de Jn es como una gran lente que concentrara todos sus rayos en la «hora«. Por tres veces se ha repetido en el texto la palabra «hora»; y otras tres, aparece el adverbio «ahora». Se trata del momento decisivo, manifestado en la cruz. Llegada la «hora», se manifiesta la gloria-amor de Dios y de «este Hombre». Reflejar lo que es Dios en su entrega total, será la mayor honra del Hijo. Todos estamos llamados a esa plenitud humana que se manifiesta en el amor-entrega. Ahora es posible la apertura a todos. El valor fundamental del hombre no depende ni de religión ni de raza ni de cultura. Los que buscaban su salvación en el templo, tienen que descubrirla ahora en «el Hombre».

Si el grano de trigo no muere, permanece él solo; en cambio, si muere, produce muchos frutos. Declaración rotunda y central para Jn. Dar Vida es la misión de Jesús. La Vida solo se comunica aceptando la muerte. La Vida es fruto del amor, pero el egoísmo es la cáscara que impide germinar esa vida, aunque esté dentro de mí. Amar es romper la cáscara y darse. La muerte del falso yo es la condición para que la Vida se libere. La incorporación de todos a la Vida, será la tarea que se impone Jesús; y será posible gracias a su entrega total hasta la muerte. El fruto no dependerá de la comunicación de un mensaje sino de la manifestación del un amor total. El amor es el verdadero mensaje. El fruto-amor solo puede darse en la nueva comunidad. Esta idea es original de Jn.

Hoy sabemos que el grano de trigo no muere más que en apariencia. Solo desaparece lo accidental para ser alimento de lo esencial. En la semilla hay vida, pero está latente, esperando la oportunidad de desplegarse. Esto es muy importante a la hora de interpretar el evangelio de hoy. La vida no se pierde cuando se convierte en alimento de la verdadera Vida. La vida biológica cobra pleno sentido cuando se pone al servicio de la Vida. La vida humana llega a su plenitud cuando trasciende lo puramente natural. Lo biológico no queda anulado por lo espiritual, sino potenciado y «plenificado».

Tener apego a la propia vida es destruirse, despreciar la propia vida en medio del orden este, es conservarse para una Vida definitiva. La traducción del griego es muy difícil. Primero habla de psyche (alma, vida sicológica) y al final, de «zoe» vida, pero al añadir «aionion» perdurable, eterna, en latín «vitam aeternam», nos está hablando de una vida definitiva, trascendente. No es un trabalenguas, está hablando de dos realidades distintas. Hoy podemos entenderlo mejor. Se trata de ganar o perder tu «ego», falso yo, lo que crees ser o de ganar o perder tu verdadero ser, lo que hay en ti de trascendente.

El amor tiene que superar el apego a la vida biológica y sicológica. En contra de lo que parece, entregar la vida no es desperdiciarla, sino llevarla a plenitud. No se trata de entregarla de una vez muriendo, sino de entregarla poco a poco en cada instante, sin miedo a que se termine. El mensaje de Jesús no conlleva un desprecio a la vida, sino todo lo contrario, solo cuando nos atrevemos a vivir a tope, dando pleno sentido a la vida, alcanzaremos la plenitud a la que estamos llamados. La muerte al falso yo, no es el final de la vida biológica, sino su plenitud. Consciente de esto y perdido el temor a la muerte, nadie ni nada te puede esclavizar. El evangelista tiene muy claro cual es el sentido de la muerte de Jesús, que no coincide en absoluto, con el sentido que se le ha dado después.

El que quiera colaborar conmigo, que me siga, y así, allí donde yo estoy, estará también mi colaborador. «Diakonos» significa servir, pero por amor, no  servir como esclavo. Traducir por servir y servidor, no deja claro el sentido del texto. Seguir a Jesús es compartir la misma suerte. Seguir a Jesús es entrar en la esfera de lo divino, es dejarse llevar por el Espíritu. El lugar donde habita Jesús, es el de la plenitud del amor. Lo manifestará cuando llegue su «hora«. Allí entregando su vida, hará presente el Amor total, que es Dios. No se trata de la muerte física; mucho menos en el género de muerte que él sufrió. Se trata de dar la vida, día a día, en la entrega confiada a los demás.

Ahora me siento fuertemente agitado; ¿Qué voy a decir?  «Padre líbrame de esta hora» ¡Pero, si para esto he venido, para esta hora! En esta escena, que los sinópticos colocan en Getsemaní, se manifiesta la auténtica humanidad de Jesús. Nos está diciendo, que ni siquiera para Jesús fue fácil lo que está proponiendo. Se trata del signo supremo de la muerte al «ego». Se deja llevar por el Espíritu, pero eso no suprime su condición de «hombre». Su parte sensitiva protesta vigorosamente. Pero está en el ámbito de la Vida, y eso le permite descubrir que se trata del paso definitivo.

Ahora el jefe de este orden va a ser echado fuera. Cuando sea levantado de la tierra, tiraré de todos hacia mí. Como el domingo pasado, identifica la cruz y la glorificación, idea clave para entender el evangelio de Jn. Todos nos tenemos que sentir, no sólo llamados, sino empujados hacia la misma meta.

Muerte y vida se entremezclan y se confunden en el evangelio de Jn. Para entender este lenguaje, hay que tener muy claro que está hablando de dos clases de muerte y dos clases de vida. Una es la muerte espiritual al falso yo superando todo egoísmo y otra la muerte física, que ni añade ni quita nada al verdadero ser del hombre. La muerte física no es imprescindible para llegar a la Vida. La muerte al falso «yo», sí, porque es el único camino hacia la Vida. La Vida de Dios en nosotros, es una realidad muy difícil de aprehender, pero a la que hay que llegar para alcanzar la plenitud humana. Toda vida espiritual es un proceso, un paso de la muerte a la vida, de la materia al espíritu. Hay que nacer de nuevo.

Mi plenitud humana no puede estar en la satisfacción de los sentidos, de las pasiones, de los apetitos, sino que tiene que estar en lo que tengo de específicamente humano; es decir, en el desarrollo de mi capacidad de conocer y de amar. La meta está en el descubrimiento de que mi verdadero ser existe en la medida que me doy a los demás, que la razón de mi existencia lo encontraré en la entrega y en el servicio. El dolor que causa el renunciar a la satisfacción de la parte inferior de mí ser, la interpreta el evangelio como muerte, y solo a través de esa muerte se puede acceder a la verdadera Vida. Si ponemos todo nuestro ser al servicio de la vida biológica y sicológica, nunca alcanzaremos la espiritual.

Estamos aquí para vivir muriendo. Aceptar la muerte es darse cuenta de nuestra limitación fundamental como criatu­ras, como seres vivos, como animales, y descubrir la posibilidad de ser más en lo que tenemos de específicamente humano. Estoy aquí para llevar la materia hacia el espíritu, para poner Vida donde solo había vida. El gran secreto, revelado en el evangelio, es que el hombre que vive biológicamente, puede acceder a otra realidad que llamamos Vida. Esta es la verdadera meta de un ser humano. El objetivo del hombre es esa Vida, no eliminar la muerte biológica y alcanzar una inmortalidad física. Si enfocamos todas nuestras energías hacia la vida terrena, nunca descubriremos la vida espiritual.

Meditación-contemplación

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere…
Se trata de una condición que no podemos soslayar.
Si queremos dar fruto, es decir, dar sentido a nuestra vida,
Tenemos que gastarnos y consumirnos.
…………………

La vela solo cobra sentido cuando está encendida.
Pero si está encendida, se consume.
La rosa al esparcir su fragancia, entrega algo de sí mismo,
Y así está manifestando su verdadero ser.
——–

La vida es movimiento y por lo tanto, energía desplegada.
Si la consumo en beneficio del ego, la malogro.
Puedo consumirla en beneficio de los demás,
Y entones, consumarla dándole plenitud.

Fray Marcos

 

Erramu Igandea – Domingo de Ramos, B (Markos 14,1–15,47), José A. Pagola

Erramu Igandea – B (Markos 14,1–15,47)

Evangelio del 29/03/2015

por Coordinador Grupos de Jesús

EZAUGARRI GORENA – EL GESTO SUPREMO

Jesusek indarkeriazko azkena barruntatua zuen. Ez zen pertsona gexala. Bazekien zer zetorkiokeen Jainkoaren Erreinuaren egitasmoari atxikirik jarraitzen bazuen. Ezinezkoa zen «pobreentzat» eta «bekatarientzat bizitza duin baten bila» hain errotik jo eta ez eragitea erreakziorik inolako aldaketarik komeni ez zitzaion jendeagan.

Jakina, Jesus ez da suizida bat. Ez dabil gurutzean josi dezaten bila. Ez zuen opa izan sekula ufrimendurik, ez beretzat, ez besteentzat. Horren aurka jardun zuen, hain juxtu, bizitza osoan, arriskuan aurkitzen zuen guztietan: gaixotasunean, zuzengabekerian, bekatuan, etsipenean. Beraz, ez dabil orain heriotzaren bila, baina ez dago atzera egiteko ere bere asmoan.

Bekatariei eta zokoratuei harrera eginez jarraituko du, bere jarduerak tenpluan amorrua eragingo badu ere. Kondenatzen badute, delitugile eta zokoratu bezala hilko da bera ere, baina bere bizitza osoa aietsiko du bere heriotzaz: bere barkazioa inori ukatzen ez dion Jainkoaganako konfiantza osoa baietsiko du.

Azkenak direnei Jainkoak dien maitasuna hots egiten jarraituko du Jesusek, pobreenekin bat eginez eta inperioa gutxietsiz, erromatar gobernariaren inguruan pertsonarik gogaigarriena izango bada ere. Esklaboentzat izan ohi den gurutzean noizbait hiltzen badute, esklabo mespretxagarri bezala hilko da bera ere, baina bere heriotzaz biktimen defendatzaile den Jainkoarekiko fideltasuna zigilatuko du.

Jainkoarekiko maitasunaz beterik, «salbamena» eskaintzen jarraituko du gaitzak eta gaixotasunak jota direnei: «harrera» eskainiko die gizarteak eta erlijioak zokoratu dituztenei; Jainkoaren doako barkazioa erregalatuko die bekatariei eta jende galduari, haren adiskide izatera itzuli ezin direnei. Bere bizitza guztia arnastu duen jarrera salbatzaile hau izango du bere heriotzan ere.

Horregatik gertatzen zaigu gurutzea kristauoi hain erakargarri. Gurutziltzatuari musu ematen diogu, harengana jasotzen ditugu begiak, haren azken hitzak entzuten ditugu…, zeren, Jesus gurutzean ikusirik, batetik, Aitaren egitasmoari hark eskaini dion azken zerbitzua baitugu ikusten eta, bestetik, bere Semea emanez, gizadi osoarekiko maitasunagatik, Aitak agertu digun ezaugarri gorena.

Bilaukeria da aste santua folklore nahiz turismorako apeu edo dei bihurtzea. Jesusen jarraitzaileentzat, Jaunaren nekaldia eta heriotza ospatzea emozioz beteriko esker ona da, Jainkoaren maitasun «ezin sinetsizkoa» pozik adoratzea, Jesus bezala bizitzeko deia gurutzetuekin bat eginez.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Domingo de Ramos – B (Marcos 14,1–15,47)

Evangelio del 29/03/2015

por Coordinador Grupos de Jesús

EL GESTO SUPREMO

Jesús contó con la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo. Sabía a qué se exponía si seguía insistiendo en el proyecto del reino de Dios. Era imposible buscar con tanta radicalidad una vida digna para los «pobres» y los «pecadores», sin provocar la reacción de aquellos a los que no interesaba cambio alguno.

Ciertamente, Jesús no es un suicida. No busca la crucifixión. Nunca quiso el sufrimiento ni para los demás ni para él. Toda su vida se había dedicado a combatirlo allí donde lo encontraba: en la enfermedad, en las injusticias, en el pecado o en la desesperanza. Por eso no corre ahora tras la muerte, pero tampoco se echa atrás.

Seguirá acogiendo a pecadores y excluidos aunque su actuación irrite en el templo. Si terminan condenándolo, morirá también él como un delincuente y excluido, pero su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no excluye a nadie de su perdón.

Seguirá anunciando el amor de Dios a los últimos, identificándose con los más pobres y despreciados del imperio, por mucho que moleste en los ambientes cercanos al gobernador romano. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá también él como un despreciable esclavo, pero su muerte sellará para siempre su fidelidad al Dios defensor de las víctimas.

Lleno del amor de Dios, seguirá ofreciendo «salvación» a quienes sufren el mal y la enfermedad: dará «acogida» a quienes son excluidos por la sociedad y la religión; regalará el «perdón» gratuito de Dios a pecadores y gentes perdidas, incapaces de volver a su amistad. Esta actitud salvadora que inspira su vida entera, inspirará también su muerte.

Por eso a los cristianos nos atrae tanto la cruz. Besamos el rostro del Crucificado, levantamos los ojos hacia él, escuchamos sus últimas palabras… porque en su crucifixión vemos el servicio último de Jesús al proyecto del Padre, y el gesto supremo de Dios entregando a su Hijo por amor a la humanidad entera.

Es indigno convertir la semana santa en folclore o reclamo turístico. Para los seguidores de Jesús celebrar la pasión y muerte del Señor es agradecimiento emocionado, adoración gozosa al amor «increíble» de Dios y llamada a vivir como Jesús solidarizándonos con los crucificados.

José Antonio Pagola

ANGUSTIA Y ORACIÓN, José Luis Sicre

Fe Adulta

La primera lectura, de tono profundamente optimista, anuncia una nueva alianza entre Dios y el pueblo. Todo tendrá lugar de forma fácil, casi milagrosa, sin especial esfuerzo para Dios ni para nosotros. En cambio, las dos lecturas siguientes ofrecen una imagen muy distinta: la nueva alianza entre Dios y el pueblo implicará un duro sacrificio para Jesús. Un sacrificio que le sumerge en la angustia y le mueve a rezar al Padre. Esta trágica experiencia se recuerda hoy en dos versiones distintas: la de Juan, y la de la Carta a los Hebreos, que recoge el famoso relato de la oración del huerto de los olivos contado por los evangelios sinópticos.

Oración en el templo (evangelio)

El cuarto evangelio enfoca el relato de la pasión de manera peculiar, bastante distinta a la de los sinópticos: no acentúa el sufrimiento de Jesús sino el señorío y la autoridad que demuestra en todo momento. Por eso no cuenta la oración del huerto. Pero unos días antes sitúa una experiencia muy parecida de Jesús en la explanada del templo de Jerusalén.

El evangelio comienza y termina en tono de victoria. El triunfo inicial se concreta en el deseo de algunos de conocer a Jesús (es secundario que se trate de «gentiles», paganos, como dice la traducción litúrgica, o de «judíos de lengua griega» residentes en otros países que han venido a celebrar la fiesta de Pascua). Y ese triunfo, reflejado en el interés de unos pocos, alcanza dimensiones universales al final: «atraeré a todos hacia mí».

Pero este marco de triunfo encuadra una escena trágica: Jesús es consciente de que para triunfar tiene que morir, como el grano de trigo, tiene que ser «elevado sobre la tierra», crucificado. Ante esta perspectiva confiesa: «me siento agitado», angustiado. E intenta superar ese estado de ánimo con la reflexión y la oración. Ante todo, procura convencerse a sí mismo de la necesidad de su muerte: igual que el grano de trigo tiene que pudrirse en tierra para producir fruto. Sin embargo, los argumentos racionales no sirven de mucho cuando uno se siente angustiado. Viene entonces el deseo de pedirle a Dios: «Padre, líbrame de esta hora».  Pero se niega a ello, recordando que ha venido precisamente para eso, para morir. En vez de pedir al Padre que lo salve le pide algo muy distinto: «Padre, glorifica tu nombre». Lo importante no es conservar la vida sino la gloria de Dios.

Oración en el huerto (Carta a los Hebreos)

El relato de los evangelios sinópticos es muy conocido: Jesús marcha al huerto de los olivos la noche en que será apresado. Sabe que va a morir, siente profunda angustia, y por tres veces reza al Padre pidiéndole que, si es posible, le evite ese trago amargo. La Carta a los Hebreos no se detiene a contar lo ocurrido. Pero recuerda lo trágico del momento cuando afirma que Jesús rezó «a gritos y con lágrimas», cosa que no menciona ninguno de los evangelios. Y lo que pedía («pase de mí este cáliz») lo sugiere al decir que suplicaba «al que podía salvarlo de la muerte».

Sin embargo, el final de la lectura es optimista: Jesús salva eternamente a quienes le obedecen. En medio de este contraste entre tragedia y triunfo, unas palabras desconcertantes: «en su angustia fue escuchado». Quizá el autor piensa en el relato de Lucas, que habla de un ángel que viene a consolar a Jesús. Pero quien conoce el evangelio advierte la ironía o el misterio que esconden estas palabras: Jesús es escuchado, pero muere.

El templo y el huerto

Es evidente la relación entre las dos lecturas. En ambos casos Jesús se siente agitado (Juan) o angustiado (Hebreos). En ambos casos recurre a la oración. En ambas lecturas, la palabra final no es la muerte, sino la victoria de Jesús y, con él, la de todos nosotros. Pero, dentro de estas semejanzas, hay una gran diferencia con respecto a la oración de Jesús: en el evangelio, se niega a pedir al Padre que lo salve, sólo quiere la gloria de Dios, por mucho que le cueste; en la Carta, Jesús suplica «a gritos y con lágrimas» para ser salvado de la muerte.

La ciencia bíblica actual tiende a considerar estos relatos dos versiones distintas del mismo hecho. Pero durante años y siglos estuvo de moda la tendencia a armonizar los datos del evangelio. En esta postura, los relatos ofrecen dos momentos distintos y sucesivos de la experiencia humana y religiosa de Jesús.

En un primer momento, ante la angustia de la muerte, se refugia en la reflexión racional (he venido para morir como el grano de trigo) y se niega a pedirle al Padre que lo salve. Al cabo de pocos días, cuando la pasión y muerte no son una posibilidad sino una certeza, reza con gritos y lágrimas, sudando sangre (como añade Lucas): «Padre, si es posible, pase de mí este cáliz». Una reacción más humana, pero perfectamente compatible con lo que cuenta Juan.

A las puertas de la Semana Santa, la experiencia y la reacción de Jesús son un ejemplo excelente que nos anima en nuestros momentos de angustia y desánimo, y nos mueve a agradecerle su entrega hasta la muerte.

 

José Luis Sicre

 

Garizumako 5. Igandea – 5º Domingo de Cuaresma, José A. Pagola

B Joan 12, 20 – 33

Evangelio del 22/03/2015
por Coordinador Grupos de Jesús

GURUTZILTZATUAK ERAKARRI – ATRAÍDOS POR EL CRUCIFICADO

«Greko»-talde bat, paganoak seguruenik, Jesusengana hurbildu da, eskari miresgarri hau eginez: «Jesus ikusi nahi genuke». Horren berri eman diotenean, Jesusek solasaldi biziaz erantzun die, bere bizitzaren zentzu sakona laburtuz. Iritsia da ordua. Guztiek, judu eta greko, sumatu ahal izango dute laster haren bizitzak eta haren heriotzak biltzen duten misterioa: «Ni, lurretik jasoko nautenean, guztiak erakarriko ditut neugana».

Jesus gurutzean jaso eta Golgota mendian gurutzean agertuko denean, guztiek ezagutu ahal izango dute Jainkoaren ezin ulertuzko maitasuna, konturako dira ezen maitasuna dela Jainkoa eta maitasuna soilik gizaki ororentzat. Gurutziltzatuak erakarririk sentituko dira. Jainkoaren Misterioa erarik gorenean agerturik ikusiko dute harengan.

Hartarako, jakina, erospenaren doktrinaz hitz egiten entzutea baino zerbait gehiago beharko da. Aste santuko elizkizun erlijioso batera joatea baino zerbait gehiago. Geure barne-begiak Jesusengan behar ditugu jarri eta hunki gaitzan utzi, sumatzen dugularik gurutze hori egunez egun egindako bizitzaren azken keinua dela, mundua guztientzat gizatarrago egiteko. Bere salbazioa Jainkoagan aurkituko duen mundu gizatarragoa.

Baina, seguruenik, orduan hasiko gara Jesus zinez ezagutzen: Aitari egin dion erabateko buru-eskaintzak eta haren seme-alabentzat bizitza zoriontsuagoa eskuratzeko jasan duen nekaldiak erakarririk, Jesusen beraren deia, era ahulean bada ere, entzunen dugunean: «Nire zerbitzari izan nahi duena betor nire ondoren, eta ni nagokeen lekuan, han egonen da nire zerbitzaria ere».

Jesusen «zerbitzari izatean» du den guztiak bere jatorria, haren eginkizunean lankide izatean, soilik haren egitasmorako bizi nahi izatean, haren urratsei jarraitzean, agertzeko, modu askotan eta keinu ia beti pobrez, nola maite gaituen Jainkoak guztiok. Orduan hasiko gara haren jarraitzaile bilakatzen.

Hona zer esan nahi duen haren bizitzan eta haren zorian bat egiteak: «ni nagokeen lekuan, han egonen da nire zerbitzaria ere». Hori da kristau izatea: Jesus zegoen lekuan egotea, hark egiten zuenaz arduratzea, hark zuen helmuga bera ukaitea, hura egon zen bezala gurutzean egotea, hura dagoen bezala egun batean Aitaren eskuinean egotea.

Zer-nolakoa izango ote litzateke Gurutziltzatuak «erakarritako» Eliza, soilik haren zerbitzari» izateko gogoak eragina balitz, hark esku artean zituen gauzez arduratuko balitz? Zer-nolakoa izango ote litzateke Eliza, jendea Jesusengana erakarriko lukeena izango balitz?

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

5 Cuaresma – B (Juan 12,20-33)

Evangelio del 22/03/2015

por Coordinador Grupos de Jesús

ATRAÍDOS POR EL CRUCIFICADO

Un grupo de «griegos», probablemente paganos, se acercan a los discípulos con una petición admirable: «Queremos ver a Jesús». Cuando se lo comunican, Jesús responde con un discurso vibrante en el que resume el sentido profundo de su vida. Ha llegado la hora. Todos, judíos y griegos, podrán captar muy pronto el misterio que se encierra en su vida y en su muerte: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».

Cuando Jesús sea alzado a una cruz y aparezca crucificado sobre el Gólgota, todos podrán conocer el amor insondable de Dios, se darán cuenta de que Dios es amor y solo amor para todo ser humano. Se sentirán atraídos por el Crucificado. En él descubrirán la manifestación suprema del Misterio de Dios.

Para ello se necesita, desde luego, algo más que haber oído hablar de la doctrina de la redención. Algo más que asistir a algún acto religioso de la Semana Santa. Hemos de centrar nuestra mirada interior en Jesús y dejarnos conmover, al descubrir en esa crucifixión el gesto final de una vida entregada día a día por un mundo más humano para todos. Un mundo que encuentre su salvación en Dios.

Pero, probablemente a Jesús empezamos a conocerlo de verdad cuando, atraídos por su entrega total al Padre y su pasión por una vida más feliz para todos sus hijos, escuchamos aunque sea débilmente su llamada: «El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí estará también mi servidor».

Todo arranca de un deseo de «servir» a Jesús, de colaborar en su tarea, de vivir solo para su proyecto, de seguir sus pasos para manifestar, de múltiples maneras y con gestos casi siempre pobres, cómo nos ama Dios a todos. Entonces empezamos a convertirnos en sus seguidores.

Esto significa compartir su vida y su destino: «donde esté yo, allí estará mi servidor». Esto es ser cristiano: estar donde estaba Jesús, ocuparnos de lo que se ocupaba él, tener las metas que él tenía, estar en la cruz como estuvo él, estar un día a la derecha del Padre donde está él.

¿Cómo sería una Iglesia «atraída» por el Crucificado, impulsada por el deseo de «servirle» solo a él y ocupada en las cosas en que se ocupaba él? ¿Cómo sería una Iglesia que atrajera a la gente hacia Jesús?

José Antonio Pagola

 

ORAR CON EL EVANGELIO: (Jn.12.20.33)

  • *DOMINGO 5º CUARESMA –B– MARZO 22 de 2015
  • “HA LLEGADO LA HORASI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE, QUEDA INFECUNDO.

  • Con esta brevísima parábola Jesús nos presenta una vez más la lección fundamental del

Evangelio: “Ha llegado la hora”. La fecundad de su Misión y la de sus discípulos (la nuestra) no depende de la transmisión de unas verdades ni de unas normas morales, sino de la práctica de un AMOR que se entrega sin reservas y sin condiciones hasta dar la propia vida por los demás. El amor es la vida, el mensaje, la verdad, la justicia, el perdón. Por eso la muerte de la que nos habla Jesús, no es un suceso aislado, sino el fin de un proceso de entrega de sí mismo por dar vida, libertad, amor, dignidad.

  • Jesús declara que la “HORA” anunciada desde el principio ha llegado, su Amor fiel hasta entregar totalmente su vida en la Cruz,  por los hombres y mujeres
  • Para Jesús lo más importante, lo central es la persona humana con sus problemas, y esto lo hace desde la contemplación del rostro de su Padre, y para un padre lo más importante son los hijos. Este es el camino que debemos seguir los discípulos de Jesús.

La Misión nuestra como seguidores de Jesús, es, en primer lugar, no ser obstáculo que dificulte el paso de la Luz, sino ser transparentes, y esto no solo con las palabras, sino fundamentalmente por el testimonio de sus vidas de nuestras vidas.

*          A Dios, lo podemos encontrar ya lo hemos dicho, en su Palabra, en la Eucaristía, Oración, y en los sacramentos vivos que son las personas, pero hay lugares teológicos especialmente intensos de esa presencia del Señor. A estos lugares hace referencia cuando Jesús nos dice
“HA LLEGADO LA HORA”.
Es la “hora” más oscura y cruel de toda la historia, en la que aparece el rostro del Hijo Cristo, desfigurado por el dolor y la tortura tanto físico como moral.

*          Por eso hoy la liturgia nos invita a  adentrarnos en ese misterio doloroso de Cristo, en sus hermanos excluidos, marginados, enfermos, y también en esas zonas de nuestra vida, oscuras y dolorosas que no queremos reconocer. Podemos escuchar las ricas experiencias de muchos cristianos que trabajan con marginados aquí o en el Tercer Mundo. Todos expresan una experiencia, cuando se acercan a los lugares deshumanizados, ellos se humanizan… La gloria de Dios, la “hora de Jesús” su Amor, se nos revela con todo su esplendor en los rostros humanos desfigurados, olvidados, rechazados, víctimas de la injusticia. Pero Dios Padre, en Jesús se nos revela ahí con entrañas de Misericordia.

  • Estamos ya, cerca de Semana Santa. Jesús abre el corazón para expresar cómo entiende  y por lo que se entrega a la muerte: Él es el grano de trigo que no teme morir o desvivirse por los demás y producir fruto. Los que le condenan y matan no son vencedores, sino vencidos y derrotados porque, a fin de cuentas, lo único que prevalece es el AMOR. A  Él, también lo machacaron y crucificaron, pero DIOS PADRE LO RESUCITÓ. Esa es nuestra Esperanza.
  • ORACIÓN
    Tu Palabra, Jesús de Nazaret, nos da vida.
    Pasaste treinta años sembrando en el silencio de la familia y tres años sin cansarte entre las personas que tanto amabas. Y…tres días para mostrarnos que:
    “Ha llegado tu hora”.

Y les dices, nos dices: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no puede dar frutos” (Jn.12,24).

Sólo nos gusta triunfar. Pero hoy, mirando un Cristo, grande, como este que preside nuestro altar, queremos decirte:

Que queremos seguirte, queremos renacer a la sencillez, a la escucha atenta, a la entrega a los otros, a que nos duela el dolor de los demás, a mostrarnos pequeños y frágiles, como somos.
A compartir con sencillez nuestras dudas, miedos y fracasos.

Queremos con tu ayuda, buscar el bien y la vida para todos, como Tú lo hiciste.

Ayúdanos, Jesús de Nazaret, a ser grano que muere para dar fruto, a dar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra escucha. En tus manos nos ponemos… que podamos decir contigo:
“Ha llegado nuestra hora de cambiar  y ser cristianos de verdad”

Contigo a nuestro lado, todo lo podemos. Que te sepamos seguir. AMÉN. ZURIÑE

*ORAR CON EL EVANGELIO. (Jn.3.14-21)

  • DOMINGO 4º CUARESMA – B – Marzo 15 de 2015
  • El tiempo de Cuaresma  se nos ofrece a los cristianos para prepararnos ante la Pascua.  Es curioso que la Gran fiesta tenga que tener una preparación de “revisión-conversión” para los que nos decimos, SEGUIDORES DE JESÚS. ¿No podríamos poner más cuidado en nuestro día a día manteniéndonos más fieles en ese seguimiento?… Pero somos así… EL lo sabe y no salva.

En medio de todo es una gracia la Cuaresma para que veamos lo que no hacemos bien.

  • El pasaje evangélico del domingo pasado, “vendedores del templo” y decir cómo tiene que ser la verdadera relación con Dios, se mete en la boca del lobo y las palabras de Jesús van a ser motivo suficiente para ser condenado a muerte.
  • Nicodemo, hombre importante, fariseo, que no quiere perder su puesto,  se ha acercado a Jesús
    “de noche”, para que nadie lo vea. Pero quiere ver a Jesús, porque ve que algo le falta en su vida y en su hacer…
  • Se nos va a hablar una vez más de la LUZ, palabra que a veces nos parece gastada.
    Cuando jesús habla de la LUZ , lo hace de una manera especial, dando a entender que su LUZ es distinta, no es la luz que nos deslumbra o nos exagera los defectos, no. Es la LUZ al final del camino oscuro, la linterna que nos guía en la montaña, la vela amigable, el fuego de la chimenea que acompaña y enriquece la conversación.

  • La LUZ DE DIOS es LUZ DE CONFIANZA, DE GUÍA, DE SEGURIDAD. Es la luz que se nos da cuando saltamos en el vacío y decimos de corazón “CREO”. La que no se puede ocultar cuando se tiene. La que a veces, por pereza, no nos esforzamos en mantener viva y esparcirla a nuestro alrededor. Dios envió a  Jesús al mundo  a salvar, lo que estaba perdido.

  • Tanto amó Dios al mundo… El Amor por delante. El de Dios, grande, ancho, infinito, gratis, para todos. Para que tengamos vida eterna. No lo manda para juzgar sino para que nos salvemos por El. Nos lo tendríamos que repetir muchas veces los cristianos: “POR PURA GRACIA ESTAMOS SALVADOS”. El amor que le debemos a CRISTO no es en pago por su Don, sino amor de gratitud, de respuesta, al que nos AMÓ primero.

  • Nos vendría bien hacernos algunas preguntas:
    ¿ Cuáles son hoy nuestras principales infidelidades como creyentes y cómo Iglesia?.
    ¿ Qué nos falta a la Iglesia y a los cristianos para “dar gratis, lo que gratis hemos recibido”?.
    ¿ Quienes son hoy los crucificados por nuestras faltas de valentía y acción?.

  • Jesús no rechaza a Nicodemo, pero terminará hablándole de acercarse a la LUZ para que se vean las obras de la VERDAD.
    En la CRUZ, Jesús es el hombre completo. Ha entregado con plena libertad su vida para que todos tengamos la posibilidad de “nacer de nuevo” y comenzar a vivir con un sentido plenamente humano, sirviendo a los demás.

  • ORACIÓN

  • Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo para que el mundo se salve por Él”
    “Cristo fue levantado en la Cruz y exaltado en la Resurrección”

*Hoy te contemplamos, a ti, Jesús de la Vida. Los detalles que conocemos, son una luz en la oscuridad: el centro de tu vida fue vivir acogiendo el Reino de Dios y su justicia”.
Soñabas con que la gente trabajara por parecerse más a Dios, actuabas y alentabas a actuar con misericordia, eras  amigo de pecadores y te sentabas a su mesa. Siempre tenías tiempo para los enfermos y marginados, los últimos del mundo eran para Ti, primeros. Dabas la cara por los más débiles.
Tu modo de vida, el Reino de Dios, fue rechazado y Crucificado.
Llénanos de tu Espíritu y valor para dar vida y luz a quienes apenas la tienen; para  proponer ideales de paz, de bien, de esperanza y alegría. Que la imagen de tu CRUZ, no sólo sea un “adorno”, sino un ejemplo de vida entregada.

Que la Iglesia y cada uno de nosotros seamos en el mundo signo de salvación, mostrando el gozo de la fraternidad, la alegría de la fe, la capacidad del perdón.

Que en este camino hacia la PASCUA nuestro vivir se vaya llenando de TU LUZ. AMÉN. ZURIÑE