Caritas in Veritate: la cuestión social como cuestión antropológica.
Por José Antonio Calleja, Sáenz de Navarrete, profesor de Ética en la Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz
– Creo que hay que comenzar leyendo los números 75 y 78. Son fundamentales para situarse en la interpretación teológico-antropológica. Pues de esto se trata, ante todo, de una presentación de la cuestión social como cuestión antropológica. Una antropología integral, y por ende religioso-cristiana, es el quicio del desarrollo personal y social auténtico. Éste es el motivo central de la encíclica, y el hilo conductor que sostiene todos los argumentos y respuestas. Las respuestas son sociales, morales, culturales y espirituales, pero todas ellas, todas, se articulan alrededor de un concepto de persona referido a Dios. Este conocimiento de quién es el ser humano, en su identidad más radical, a la luz de la razón y de la fe, es el único capaz de salvarlo, como individuo y como humanidad, de un desarrollo falso y plagado de abusos. Sólo en referencia a su origen en Dios, el ser humano se descubre como hijo del don y realizado en la donación; sólo en Dios, la conciencia innata que nos hace reconocer la verdad del ser en cada uno, en los otros y en toda la realidad creada, adquiere raíces que la nutren por siempre. Las culturas, los sistemas sociales, las leyes, las asociaciones y las familias, que no atiendan a esta matriz moral, espiritual y religiosa de la condición humana, no pueden conseguir un desarrollo digno del ser humano. Nuestro tiempo, el de al globalización y crisis general, es un ejemplo meridiano de esto. Ésta es la tesis de la encíclica, y a partir de aquí, o con esto en su seno, se va desarrollando todo, como en un remolino, que lo va atrayendo todo a su alrededor.
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