José Arregi (cartas de otros años)
ATRIO
Querida amiga, amigo: ¡Que tengas la paz de Jesús!
Llegó la Pascua, como todos los años, en el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera. "Noche de paso a la vida. Noche de luz y alegría. ¡Alleluya, alleluya! ¡Alleluya, alleluya".
Contemplamos el fuego, encendimos el cirio, cantamos a Jesús "santo y feliz". Hicimos memoria de los antiguos hebreos liberados y de los esclavos liberados de todos los tiempos.
Escuchamos la promesa del Espíritu que revive y consuela, que vuelve el corazón de piedra en corazón de carne. Escuchamos en pie el Evangelio de la Pascua, el alegre saludo del Resucitado a María de Magdala y sus compañeras, llorosamente aferradas al Calvario y al sepulcro: "¡Alegraos, no temáis! Volved a los caminos y las tareas de Galilea. Anunciad el Evangelio a vuestros hermanos, sed evangelistas, y vivid en paz a pesar de todo".
Y dijimos que sí. Derramamos el agua y toda su bendición sobre nuestras manos pequeñas y vacías, ungimos con aceite perfumado nuestras almas necesitadas. Y desde el fondo vacilante de nuestro ser prometimos: "Quiero ser como Jesús, bueno y feliz".
Leer más