Religión Digital
Benedicto XVI quiso apartarse del mundo, y lo hizo. No quiso interferir -hubiera podido hacerlo- en la elección de su sucesor, y jamás quiso intervenir en los complots organizados por sectores ultraconservadores, que en el fondo consideraban que la renuncia de Ratzinger era inváida y él, y solo él, seguía siendo el Papa, mientras que Bergoglio no era más que un usurpador
Una renuncia inédita en la historia moderna de la Iglesia católica (el último en hacerlo fue Celestino V, el Papa ermitaño, en 1296), y que marcó un antes y un después en el futuro de los papas. Hoy, nadie duda de que Francisco, llegado el momento, dimitirá. De hecho, sus problemas en la rodilla han desatado multitud de rumores
Ratzinger, que gobernó con mano de hierro, durante décadas, la todopoderosa Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), condenando a teólogos progresistas y señalando que, fuera de la Iglesia católica, no había salvación, no supo ejercer el mando de una institución cuando llegó a dirigirla como Papa. Quienes le conocen, asumen que lo hizo porque no le quedaba otro remedio, tras la muerte de Karol Wojtyla… Leer más (Jesús Bastante)