AÑO NUEVO (B) Fray Marco

(Nm 6,22-27) El Señor te bendiga y te proteja, se fije en ti y te conceda la paz

(Gal 4,4-7) Al cumplirse el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido bajo la Ley…

(Lc 2,16-21) A los ocho días tocaba circuncidar al niño, y le pusieron Jesús. 

Vive en el tiempo la eternidad. Ese es el secreto de toda espiritualidad.

El texto de Lucas que acabos de leer, aunque es solo un relato, está en línea con lo que venimos diciendo estos días: total inserción de Jesús en este mundo y en las tradiciones judías. Al decirnos que María rumiaba todo esto, está haciéndonos ver la importancia de lo que estaba pasando dentro de ella y de los demás protagonistas. Importante el nombre: Jesús=Dios salva, lo dice todo. Desvelado el misterio.

El tema de María Madre merecería más aclaración de la que permite este pequeño comentario. ¡Claro que la maternidad de María es un dogma! Pero no se discutió en el concilio como un tema mariológico, sino cristológico. Fue definido en Éfeso en el 431. Inmediatamente fue mal entendido (hay que tener en cuenta que, en aquella ciudad, se veneraba a la «Magna Mater», diosa virgen Artemisa o Diana) y tuvo que ser aclarado veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) matizando lo formulado en Éfeso, concretando que María era madre de Dios «en cuento a su humanidad».

Debemos tener en cuenta el contexto en que fue formulado este dogma. Se definió como un intento de confirmar, contra la herejía nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús, que el fruto del parto de María fue una única persona. No olvidemos que el concilio de Éfeso lo promovió Nestóreo para condenar como hereje a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo; y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Dios. A Nestóreo le salió el tiro por la culata, pero faltó el canto de un duro para que se condenara como herejía lo que se definió como dogma.

En efecto, en una primera sesión, sin la asistencia de Nestóreo, que no quería que se celebrara antes de que llegara su amigo el patriarca de Antioquia, se definió el dogma condenando a Nestóreo. Cuando a los pocos días llegó su amigo Juan de Antioquia, se celebró una sesión paralela y definieron lo contrario, condenando como hereje a Cirilo. Visto lo cual, el Emperador Teodosio depone a los dos, (Cirilo y Nestóreo) y los encarcela. Unos días más tarde, cuando llegan los delegados del Papa, convencen al emperador para que acepte lo definido en la primera sesión y libere a Cirilo. A Nestóreo le obligó a retirarse a un monasterio. Teodosio decidió qué era dogma y qué era herejía

Este dogma es el mejor ejemplo de cómo conservando las palabras, tergiversamos el sentido. Cuando se definió el dogma, se tenía una idea completamente distinta de la maternidad. Se creía entonces que la madre era solo el recipiente donde el varón depositaba la semilla del nuevo ser, en el que la madre no tenía mas misión que la de acogerle y alimentarle. De hecho, la traducción correcta del termino griego «theotokos», sería «la que pare a Dios». Solo desde esa concepción de la maternidad, se pudieron desarrollar las mitologías sobre seres humanos que se consideraron hijos de Dios.

Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios alumbrando a Jesús. S. Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. El evangelio deja claro lo que es importante en María. Cuando le dicen a Jesús, que su Madre y sus hermanos están fuera, contesta: ¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Seguimos empeñados en tergiversar el evangelio

Año Nuevo.- Estamos en el tiempo para darme cuenta de mi verdadero ser y descubrir que estoy ya en la eternidad, que mi verdadero ser no está en el chronos sino en el kairos. Seré cada año más joven si soy cada día más libre. Mi verdadero ser lo constituye lo que de divino hay en mí, y eso es eterno. No tengo que esperar nada. Soy ya la plenitud y estoy en la eternidad. Mi singularidad e individualidad es apariencia. No debemos empeñarnos en meter a Dios en el tiempo, sino en salir nosotros de él. Soy la ola que aun no se ha dado cuenta de que es océano. El océano aun no se ha reflejado en mí. Tengo que darme cuenta de que soy océano y entonces el océano me dirá que él es ola. Cuando Jesús dice: “Yo y el padre somos uno», no lo dice desde el falso yo, sino desde su verdadero ser. Es lo que hay en mí de Dios quien dice: Yo y Dios somos uno.

El tiempo en el que se desarrolla nuestra existencia tiene mucha importancia, pero solo como medio para conseguir esa toma de conciencia que me hará trascender. Nuestra reflexión de hoy tiene que estar encaminada a descubrir qué estoy haciendo yo con mi tiempo. Puedo estar malgastando o perdiendo lo que se me ha dado para que lo aproveche. Van pasando mis años y con ellos las oportunidades de dar verdadero sentido a mi vida. Esta tiene que ser mi preocupación cuando estamos pasando de un año a otro.

Día de la paz.- Creo que merece la pena hacer una denuncia de las circunstancias en las que nos encontramos y tratar de poner un poco de luz en la maraña de informaciones e intereses que nos envuelven. En nombre de la libertad, no se puede defender todo.  En nombre de la libertad religiosa no se puede propugnar ideas que vayan contra los más elementales derechos de las personas ni siquiera de una sola persona. En nombre de la libertad política no se pueden defender ideas que no respeten los derechos fundamentales de los demás. Tengo la obligación de defender mis derechos; pero mis derechos terminan donde empiezan los derechos del otro, que se convierte en obligaciones para mí.

Debemos desenmascarar el fariseísmo de nuestro mundo occidental, que se atreve a celebrar un día mundial de la paz, mientras está sosteniendo, por acción o por omisión, situaciones de injusticia que claman al cielo. Nos hemos arrogado el derecho de decidir quién es el bueno y quien es el malo. Nos hemos colocado en estadios éticos anteriores a la ley del talión. En ella se decía que, si te rompen un diente, tienes derecho a romperle un diente al agresor, no toda la dentadura. Hoy estamos oyendo todos los días, que hay que romperle todos los dientes al otro, porque si no, el día de mañana me puede morder.

No es deseable la paz a cualquier precio. A nade le interesa la paz de los cementerios. Tampoco debía interesarnos la paz sobre la que se fundaron todos los imperios, desde el egipcio hasta el que padecemos hoy. La paz que se basa en la fuerza no es verdadera paz. No se trata solo de la fuerza física; también la fuerza de una legalidad que hemos construido los poderosos basados en la ley del embudo. La norma debe ser la verdadera justicia. Hemos pasado milenios predicando la guerra justa. No he encontrado esa idea en ninguna parte del evangelio. Toda violencia es inhumana.

La paz no se puede conseguir directamente. Es un fruto y, como tal, si quiero recogerlo, tengo que plantar primero el árbol y cuidarlo. El mínimo indispensable para que surja la paz es la justicia. La paz para el que tiene el poder, es que nadie se mueva. Para el que está sometido a la injusticia será algo muy distinto. Si nos interesa la paz, debemos luchar cada día por abandonar toda opresión (el pecado del mundo) y entrar en la dinámica del amor. Si de verdad queremos la paz, tendremos que dar voz a los que sufren la violencia injustificada. Ellos nos indicarían como alcanzar la verdadera justicia.

Meditación

María no entiende nada de lo que está pasando,

pero hace un esfuerzo de penetración del misterio.

Tanto las cosas como los acontecimientos tienen varias lecturas.

Podemos quedarnos en una comprensión superficial,

o podemos profundizar en el mensaje que toda realidad

aporta, más allá de si misma.