Von Freyberg podría dimitir la próxima semana como presidente del Banco del Vaticano

El presidente del banco del Vaticano, Ernst von Freyberg, dimitirá la próxima semana como parte de la reestructuración de la institución que ha sido un bochorno para la Iglesia Católica por décadas, dijeron el martes fuentes de la Santa Sede.

Sin embargo, las fuentes -que hablaron bajo condición de anonimato- discreparon respecto a si Ernst von Freyberg se iba del banco en forma voluntaria o si estaba siendo despedido por diferencias dentro del Vaticano sobre el ritmo de las reformas.

Freyberg fue designado para encabezar el banco en febrero del 2013, en una de las últimas decisiones del ex Papa Benedicto XVI antes de que renunciara a su cargo a fines de ese mes.

 

RELIGIÓN UNIVERSAL, RELIGIÓN PARTICULAR

Toda religión aspira a ser universal, a expresar un mensaje liberador que transciende la etnia y la lengua, el tiempo y la cultura. La religión supera fronteras. Pero toda religión está limitada por una cultura particular y, quiera que no, con sus creencias, ritos y normas traza fronteras: ortodoxos y herejes, creyentes e increyentes. Supera fronteras y traza fronteras. Es la paradoja del ser humano cada vez que expresa el Infinito en lo finito. Leer más

¿PUSO JESÚS A PEDRO COMO PRIMER PAPA DE LA IGLESIA?

Fe Adulta, 25 de Junio de 2014

Un sondeo de opinión

Muchos católicos creen que Pedro fue el primer papa que tuvo la Iglesia y que el papado fue creado por el mismo Jesús el día que le dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). El Evangelio de Mateo es el único que cuenta esa escena. Este episodio es uno de los más discutidos por la exégesis bíblica y desde hace siglos los estudiosos se preguntan qué significado tiene. Según la interpretación tradicional, aquí Jesús habría creado el papado y habría puesto a Pedro al frente de la Iglesia. Sin embargo, serios argumentos impiden hoy seguir defendiendo esta interpretación. Leer más

JESUSEK BAKARRIK ERAIKITZEN DU ELIZA – SOLO JESÚS EDIFICA LA IGLESIA. José A Pagola

JESUSEK BAKARRIK ERAIKITZEN DU ELIZA Mateo 16, 13-19

José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Pasadizoa Filiporen Zesareako lurralde paganoan gertatu da. Jesusek jakin nahi du berari buruz jendeak zer esaten duen. Herrian diren iritzi desberdinen berri jakin ondoren, bere ikasleei galdetu die zuzenean: «Eta zuek, nor naizela diozue?»

Jesusek ez die galdetu zer iritzi duten mendiko hitzaldiaz edota Galileako herrietan ari duen jarduera sendatzaileaz. Jesusen ikasle izateko, Jesusi berari atxikitzea da gauza erabakitzailea. Horregatik, beragan zer atzeman edo ikusi duten jakin nahi du.

Simon Pedrok hartu du hitza eta guztien izenean erantzun dio, era solemnean: «Mesias zara zu, Jainko biziaren Semea». Jesus ez da profeten artean beste bat gehiago. Jainkoak bere herri hautatura igorri duen azken Bidalia da. Are gehiago, Jainko biziaren Semea. Orduan, Jesusek, Aitagandik bakarrik etor dakiokeen aitorpen hartaz zorionak eman ondoren, esaten dio: «Eta, orain, nik diotsut: Pedro zara zu eta harri honen gainean eraikiko dut neure Eliza».

Oso zehatzak dira hitzak. Eliza ez da Pedrorena, baizik Jesusena. Eliza eraiki, ez du Pedrok eraikitzen, baizik Jesusek. Pedro, soil-soilik, «harria» da, zeinen gainean kokatzen baita Jesus eraikitzen ari den «etxea». Irudiak hau iradokitzen du: Pedroren zeregina Elizari egonkortasuna eta sendotasuna ematea dela: arduratzea, alegia, Jesusi eraikitzeko aukera emateko, jarraitzaileek desbideratzerik edota murrizketarik ezar ez dezaten.

Frantzisko aita santuak ondo daki, bere egitekoa ez duela «Kristoren lekua hartzea», baizik arduratzea, gaur egungo kristauek Kristorekin topo egin dezaten. Horixe du bere kezka handia. Pedroren ondorengoaren zerbitzua hartzean berean esan zuen: «Elizak Jesusengana eraman behar du jendea. Jesus da Elizaren erdigunea. Noizbait gertatu balitz Elizak ez duela Jesusengana eramaten, Eliza hila izango litzateke».

Horregatik, etapa ebanjelizatzaile berri baten egitaraua publiko egitean, bi xede proposatu ditu. Lehenik eta behin, Jesusekin topo egitea; izan ere, hark eraberritu ditzake, bere berritasunarekin, gure bizitza eta gure elkarteak… Jesu Kristok eten ditzake, orobat, bera hesitzeko erabili nahi izango genituzkeen eskema aspergarriak».

Bigarren, erabakitzailetzat jotzen du Frantziskok «iturburura jo eta Ebanjelioaren jatorrizko freskotasuna berreskuratzea»; izan ere, saiatzen garen bakoitzean, bide berriak sortzen dira, metodo berriak, seinale esanguratsuagoak, esanahi berriz hornitutako hitzak, gaur egungo munduarentzat». Tamalgarria izango litzateke, Eliza eraberritzeko Aita Santuak egin digu gonbita gure kristau-elkarteetara ez iristea.

 

SOLO JESÚS EDIFICA LA IGLESIA      S. Pedro y S. Pablo (A) Mateo 16, 13-19

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 25/06/14.- El episodio tiene lugar en la región pagana de Cesarea de Filipo. Jesús se interesa por saber qué se dice entre la gente sobre su persona. Después de conocer las diversas opiniones que hay en el pueblo, se dirige directamente a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.

Jesús no les pregunta qué es lo que piensan sobre el sermón de la montaña o sobre su actuación curadora en los pueblos de Galilea. Para seguir a Jesús, lo decisivo es la adhesión a su persona. Por eso, quiere saber qué es lo que captan en él.

Simón toma la palabra en nombre de todos y responde de manera solemne: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús no es un profeta más entre otros. Es el último Enviado de Dios a su pueblo elegido. Más aún, es el Hijo del Dios vivo. Entonces Jesús, después de felicitarle porque esta confesión sólo puede provenir del Padre, le dice: “Ahora yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Las palabras son muy precisas. La Iglesia no es de Pedro sino de Jesús. Quien edifica la Iglesia no es Pedro, sino Jesús. Pedro es sencillamente “la piedra” sobre la cual se asienta “la casa” que está construyendo Jesús. La imagen sugiere que la tarea de Pedro es dar estabilidad y consistencia a la Iglesia: cuidar que Jesús la pueda construir, sin que sus seguidores introduzcan desviaciones o reduccionismos.

El Papa Francisco sabe muy bien que su tarea no es “hacer las veces de Cristo”, sino cuidar que los cristianos de hoy se encuentren con Cristo. Esta es su mayor preocupación. Ya desde el comienzo de su servicio de sucesor de Pedro decía así: “La Iglesia ha de llevar a Jesús. Este es el centro de la Iglesia. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta”.

Por eso, al hacer público su programa de una nueva etapa evangelizadora, Francisco propone dos grandes objetivos. En primer lugar, encontrarnos con Jesús, pues “él puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestras comunidades… Jesucristo puede también romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo”.

En segundo lugar, considera decisivo “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio” pues, siempre que lo intentamos, brotan nuevos caminos, métodos creativos, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual”. Sería lamentable que la invitación del Papa a impulsar la renovación de la Iglesia no llegara hasta los cristianos de nuestras comunidades.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

 

SAN PEDRO Y SAN PABLO. Fray Marcos

(Hch 12,1-12) El Señor ha enviado su ángel para librarme de Herodes.

(2 Tim 4, 6-18) He combatido bien, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.

(Mt 16,13-19)… Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Columnas que sostienen el templo porque están separadas. Precisamente porque somos distintos, podemos formar una comunidad de iguales.

Hay constancia de que ya en el siglo IV se celebraba una fiesta en honor de S. Pedro y S. Pablo. No es fácil descubrir las razones que llevaron a aquellos primeros cristianos a unir en una misma celebración litúrgica dos figuras tan distintas. Lo más probable es que fuese por haber sido martirizados los dos en Roma en la persecución de Nerón y casi al mismo tiempo. También pudo deberse a que sus sepulturas estuvieron juntas durante mucho tiempo. Es También probable que muy pronto se descubriera la complementariedad de las dos figuras. De todas formas son un claro ejemplo de que caracteres tan dispares, que incluso discutieron duramente aspectos importantes de la primitiva fe, pudieran ser los dos seguidores auténticos de Jesús.

A Pedro y Pablo se les ha considerado, desde siempre, como las columnas de la Iglesia. En el caso de Pablo es tan evidente que algunos exegetas han llegado a decir que no debíamos llamar a nuestra religión “cristianismo” sino “paulinismo”. Pedro es la figura más destacada en todo el NT. Su nombre aparece 182 veces. Aún así sabemos muy poco de su vida. Por el contrario, Pablo es la persona mejor documentada. Es el único apóstol del que podemos hacer una biografía casi completa. Aunque se presenta como hecho fundamental de su vida la misteriosa caída del caballo, la realidad seguramente fue mucho más prosaica. Después de estar muchos años “dando coces contra el aguijón”, un buen día “cayó del burro”. Su conversión no consistió en ningún cambio de su actitud; Simplemente pasó de ser un fanático fariseo a ser un fanático seguidor de Cristo.

Lo primero que nos enseñan estos dos personajes es que no es nada fácil aceptar el mensaje de Jesús. Precisamente los dos fueron los más reacios, cada uno a su manera, a la hora de dar el paso y aceptar el verdadero Jesús. Pedro, con toda espontaneidad, no pierde ocasión de manifestar su oposición a lo que decía el Maestro. Por ejemplo: se niega a aceptar la idea de un Jesús que tiene que ir a la muerte, lo cual le merecen las palabras más duras que Jesús dirige a una persona en todo el evangelio; «Retírate de mi vista Satanás, que me haces tropezar”. En la Cena se significa también por su oposición a que su “jefe” le lave los pies. Un poco más tarde, en el momento más difícil para Jesús, le niega tres veces, que quiere decir que le niega absolutamente, sin paliativos.

Pablo fue un fanático de la defensa de su religión. Por defender el judaísmo se convirtió en perseguidor de todos aquellos que seguían la mayor herejía surgida del judaísmo. También su formación personal fue completamente diferente. Pedro era simplemente un pescador, sin ninguna preparación, pero testarudo y sincero. Pablo era un intelectual. Había pasado por la universidad, que entonces era el estudio de la Ley. Uno con su sencillez y espontaneidad y el otro con su agudeza intelectual construyen la única Iglesia, como nos dice el prefacio de la liturgia de hoy.

Esa dificultad que tuvieron Pedro y Pablo para seguir a Jesús puede ser de mucha ayuda para nosotros hoy. Pedro, antes de la experiencia pascual, siguió a un Jesús acomodado a sus ideales e intereses de buen judío. Pablo, antes de la caída del caballo, servía al Dios del AT que estaba a años luz del Dios de Jesús. La dificultad para aceptar la figura de Jesús hace más creíble la sincera adhesión a su persona. No sirve de nada seguir a Jesús sin haberle conocido bien. Solo después de haber superado la prueba de nuestros prejuicios estaremos preparados para orientar a los demás en el mismo seguimiento que nos salva a nosotros

Todavía se puede adivinar en los evangelios los obstáculos que tuvieron que superar para pasar del conocimiento de Jesús a la vivencia personal de todo lo que predicó. Sería muy interesante descubrir que solo desde la vivencia personal se puede uno lanzar a la tarea de comunicar una fe. Esto explica el por qué un puñado de personas fueron capaces de trasformar el mundo conocido en muy pocas generaciones, y sin embargo nosotros, siendo dos mil millones, convencemos cada vez menos y estamos en franca recesión.

Querer enseñar la religión como se enseñan las Matemáticas es un desvarío. Por más información que reciba sobre Cristo y la Iglesia; por más normas morales y ritos que aprenda y practique, si nadie me invita con su vida a vivir lo aprendido todo se quedará en una programación que en nada me enriquece. Religión significa relación con Dios; pero esa relación solo se puede conseguir a través de la  experiencia interior. Dios solo llega a mí a  través de lo hondo de mi ser. Si viene a mí por otro camino, ese Dios es falso. La misma idea de una clase de religión es una contradicción en los términos. La información sobre una religión no tiene nada que ver con el ser religioso.

Los ritos y ceremonias que practico por obligación o por rutina no cambian nada de mi ser, porque son simples programaciones externas. Lo mismo las normas morales que cumplo, aunque sea estrictamente, no me enriquecen porque no son más que respuestas automáticas a un disquete que me han colocado. Las normas las cumplían los fariseos del tiempo de Jesús mil veces mejor que nosotros. Los ritos y las ceremonias las realizaban los sacerdotes de su tiempo mucho mejor que nosotros. Sin embargo, a ellos les dijo Jesús: “Las prostitutas y los pecadores os llevan la delantera en el reino de Dios”. ¿Por qué?

Todos tenemos que pasar por el doloroso proceso de maduración por el que pasaron Pedro y Pablo. En su caso la dificultad se agravó porque los dos tuvieron que dar el salto desde una religión legalista a una religiosidad de experiencia interior, lo que no es en ningún caso algo cómodo. Del aprendizaje de una doctrina a la vivencia hay un gran trecho que todo cristiano debe haber recorrido.

Sin ese paso la fe se convierte en pura teoría que ni nos salva ni nos permite ayudar a los demás a salvarse. Tal vez esté aquí la causa de nuestro fracaso a la hora de trasmitir lo que llamamos nuestra religión.

El paso de la creencia a la vivencia es una tarea que dura toda la vida. Nunca terminamos de dar el paso, porque nos encontramos más a gusto con las seguridades que nos da nuestro Dios fabricado a medida que la total confianza en el Dios de Jesús, que es cosa muy distinta. Tanto Pedro como Pablo eran personas muy religiosas que se encontraban tan a gusto dentro de su judaísmo. El contacto con Jesús desbarató esa seguridad y les hizo entrar en la dinámica de una auténtica relación con ese Dios que es amor.

Celebrar hoy la fiesta del papado tiene sus dificultades de encaje. El texto que hemos leído del evangelio de Mt es de los más difíciles de interpretar y se ha entendido mal durante muchos siglos. Hoy sabemos que esas palabras nunca los pudo pronunciar Jesús. Jesús nunca pudo pensar en una Iglesia como la que hoy contemplamos. Tampoco el texto quiere decir lo que hemos interpretado después. No se trata de construir algo inquebrantable sobre una roca sino de construir un edificio con piedras vivas de las cuales la primera sería Pedro, pero que todas conforman el único edificio.

Cuando pronunciamos u oímos la palabra Iglesia, todos pensamos en el Papa y la jerarquía. Aún no ha calado en la mayoría de los cristianos el vuelco copernicano que dio a este respecto el Vaticano II. En él se habla ciento treinta y tantas veces de “pueblo de Dios”, que es una expresión más adecuada al concepto que debíamos comprender cuando decimos Iglesia. Jesús no pudo pensar en una jerarquía (poder sagrado) porque siempre estuvo en contra de todo poder. Recordemos como muestra: “no llaméis a nadie Padre, no llaméis a nadie maestro, no llaméis a nadie señor”. “El que quiera ser grande que sea el servidor y el que quiera ser primero, que sea el último de todos.

 

Meditación-contemplación

 

Pedro y Pablo nos enseñan que la fe es un largo proceso.

Todos debemos pasar de la creencia a la fe.

Es un paso sutil, que se da a través de la vivencia.

Sin ese paso no hay religiosidad, sino solo programación.

…………….

 

No basta con aceptar unas doctrinas.

No es suficiente el cumplimiento de unas normas.

No puede salvar la celebración de unos ritos.

Todo eso tendrá sentido cuando lo convierta en vida.

…………….

 

Es imprescindible una formación religiosa.

Si no aprendo a vivir lo que me han enseñado,

esos conocimientos no me llevarán a la plenitud.

Sólo la vivencia interior transformará mi ser.

 

EL ALMACÉN Y LA LUNA. Envejecer con la vida religiosa

Fe Adulta 17 de Junio de 2014

La Vida Religiosa en Europa ha experimentado un notable descenso a partir del post-concilio y afronta hoy la situación de un acusado envejecimiento de sus miembros. A partir de algunas de las recomendaciones que se hacen hoy a los adultos mayores para envejecer saludablemente se busca, más allá de su referencia a lo físico, el sentido que pueden tener a la hora de envejecer de una manera espiritualmente fecunda. Leer más

El problema no es el papa ni el papado

Fe Adulta 18 de Junio de 2014

Hace tiempo que no paro de darle vueltas a este asunto. Más de una vez he dicho que el problema no es el papa, sino el papado. Ahora caigo en la cuenta, después de estar unos días en Roma, de que estamos ante un problema mucho más grave. Un problema que – a mi modesto entender – muchísima gente no imagina. Lo digo ya. Y lo digo claramente. El problema no es ni el papa ni el papado. El problema es la religión, que el papa y el papado representan. Leer más

¿Quién sigue a este Papa?


GABRIEL Mª OTALORA  Eclesalia, 19 de Junio de 2014

Pero la pregunta sigue en pie: ¿quién sigue a este papa? Porque una cosa es aplaudir sus manifestaciones y su coherencia y otra bien diferente subirse a ese carro incómodo de la coherencia y denuncia profética que implica necesariamente cambios reales en nuestras actitudes y relaciones humanas. Parece como si quisiéramos que Francisco fuese capaz de cambiar las cosas y hasta las conductas humanas, pero de manera que no nos salpique mucho. Una especie de admiración, la nuestra, que se rinde a su capacidad de comunicador que nos transmite lo que Cristo quiere ahora de nosotros, pero deseando encarecidamente que sea él y solo él quien lleve a cabo la colosal tarea de lograr un mundo mejor. Lo que nos gustaría en realidad es que sea capaz de cambiar lo que haga falta pero sin que ello implique nuestra conversión e implicación real en dicha tarea.

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PLANTO EGINIK – ESTANCADOS (Corpus). José A Pagola

PLANTO EGINIK Juan 6, 51-58

Frantzisko aita santua errepikatu eta errepikatu ari da, beldurra, duda-muda, ausardia-falta… eragozpen gerta daitezkeela gaurko egungo Elizak beharrezkoa duen berrikuntza eragiteko. «Ebanjelioaren poza» delako bere Erreguan hau esatera iritsi da: beldurrak jota geratzen bagara, «Elizak agor eta antzu nola planto egiten duen begira» gelditzeko arriskua bizi dukegula.

Hitz horiek zer pentsa ematen dute. Zer hauteman dezakegu geure artean? Mugitzen al gara geure kristau-elkarteetan fedea biziberritu dadin ala Frantziskok aipatzen duen «agor eta antzu planto egite» horri begira gelditurik jarraitzen dugu? Non aurki genezake indarrik erreakzionatzeko?

Kontzilioaren ekarpen handietako bat izan zen mezaren inguruan aldaketa hau eragitea: «meza» agindu sakratu bat betetzeko agindu indibidualtzat hartzeari utzi, eta elkarte osoaren ospakizun pozgarri bezala bizitzearen «eukaristiatzat» hartzea, fedea elikatzeko, anai-arreba artekotasunean haziz joan eta Kristoganako esperantza biziberritzeko.

Dudarik gabe, azken urte hauetan, urrats oso garrantzizkoak egin ditugu. Oso urrun gelditu dira latinez ospatutako meza haiek, zeinetan apaizak «esan» egiten baitzuen meza eta kristau-herriak «entzun» egiten baitzuen meza edota «egon» egiten baitzen ospakizunean. Baina ez ote dugu jarraitzen geure eukaristia ohikeriaz eta era aspergarrian ospatzen?

Hor dago ukaezineko gertaera bat. Jendea urrunduz doa, modu geldiezinean, igandekoa bizitzetik; hain juxtu, gure ospakizunetan aurkitzen ez duelako ez girorik, ez hitz argirik, ez erritu adierazlerik, ez onarpen kitzikatzailerik, bere fede ahul eta duda-mudazkoa elikatzeko behar duena.

Inondik ere, guztiok, artzain eta fededun, behar dugu galdera egin: zer ari gara egiten, eukaristia izan dadin, Kontzilioak nahi duen bezala, «kristau-elkartearen bizitza osoaren erdigune eta gailur?» Alabaina, aski ote da parrokien borondate ona edota bakar batzuen sormen bakana, eraberritzeko beste irizpiderik gabe?

Jaunaren Afaria gauza inportantegia da, «galtzen» jarrai dezan uzteko, nolatan «agor eta antzu planto egiten duen» begira geldituz. Ez ote da eukaristia kristau-bizitzaren erdigunea? Nolatan gelditu da hierarkia hain isil, hain mugigaitz? Nolatan ez dugu agertzen fededunok geure kezka eta geure mina indar handiagoz?

Larria da arazoa. «Planto eginik» jarraitu behar ote dugu eukaristia modu honetan ospatuz, gaur egungo gizon-emakumeak hain eskas erakartzen dituen modu honetan? Mendez mende errepikatzen ari garen liturgia-modu hau ote da hobekien laguntzen ahal diguna, Jesusen afari gogoangarri hura eguneratzeko, zeinetan biltzen baita era miresgarrian gure fedearen muina?

 

Cuerpo y Sangre de Cristo. Juan 6, 51-58
ESTANCADOS
JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 17/06/14.- El Papa Francisco está repitiendo que los miedos, las dudas, la falta de audacia… pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.

Sus palabras hacen pensar. ¿Qué podemos percibir entre nosotros? ¿Nos estamos movilizando para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas o seguimos instalados en ese “estancamiento infecundo” del que habla Francisco? ¿Dónde podemos encontrar fuerzas para reaccionar?

Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir un precepto sagrado, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.

Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la eucaristía de manera rutinaria y aburrida?

Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.

Sin duda, todos, pastores y creyentes, nos hemos de preguntar qué estamos haciendo para que la eucaristía sea, como quiere el Concilio, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. Pero, ¿basta la buena voluntad de las parroquias o la creatividad aislada de algunos, sin más criterios de renovación?

La Cena del Señor es demasiado importante para que dejemos que se siga “perdiendo”, como “espectadores de un estancamiento infecundo”. ¿No es la eucaristía el centro de la vida cristiana? ¿Cómo permanece tan callada e inmóvil la jerarquía? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación y nuestro dolor con más fuerza?

El problema es grave. ¿Hemos de seguir “estancados” en un modo de celebración eucarística, tan poco atractivo para los hombres y mujeres de hoy? ¿Es esta liturgia que venimos repitiendo desde hace siglos la que mejor puede ayudarnos a actualizar aquella cena memorable de Jesús donde se concentra de modo admirable el núcleo de nuestra fe?

 

LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO (SIGNO) INAGOTABLE. Fray Marcos

CORPUS  (A)

(Dt 8,2-3.14-16) para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de…

(1 cor 10,16-17) El pan que partimos, ¿no nos une en el cuerpo de Cristo?

(Jn 6,51-59) El que come de este pan vivirá para siempre.

La eucaristía, sacramento (signo) inagotable. Reducirlo a la comunión o a la adoración del pan consagrado es devaluarlo absolutamente.

La eucaristía es una realidad muy profunda y compleja que forma parte de la más antigua tradición. Tal vez sea la realidad cristiana más compleja y difícil de comprender y de explicar. Podíamos considerarla como Acción de gracias (eucaristía), Sacrificio, Presencia, Recuerdo (anamnesis), alimento, fiesta, unidad.

Tiene tantos aspectos que es imposible abarcarlos todos en una homilía. Podemos quedarnos en la superficialidad del rito y perder así su verdadera riqueza. Lo que vamos a hacer es intentar  superar muchas visiones raquíticas o erróneas sobre este sacramento.

1º.- La eucaristía no es magia. Claro que ningún cristiano aceptaría que al celebrar una eucaristía estamos haciendo magia. Pero si leemos la definición de magia de cualquier diccionario descubriremos que le viene  como anillo al dedo a lo que la inmensa mayoría de los cristianos pensamos de la eucaristía: Una persona revestida con ropajes especiales e investida de poderes divinos, realizando unos gestos y pronunciando unas palabras “mágicas”, obliga a Dios a producir un cambio sustancial en una realidad material como es el pan y el vino. Cuando se piensa y se dice que en la consagración se produce un milagro, estamos hablando de magia.

2º.- No debemos confundir la eucaristía con la comunión. La comunión es solo la última parte del rito y tiene que estar siempre referida a la celebración de una eucaristía. Tanto la eucaristía sin comunión como la comunión sin referencia a la eucaristía dejan al sacramento incompleto. Ir a misa y dejar de comulgar es sencillamente un absurdo. Ir a misa con el único fin de comulgar, sin ninguna referencia a lo que significa el sacramento sino buscando una religiosidad intimista, es un autoengaño. Esta distinción entre eucaristía y comunión explica la diferencia de lenguaje entre los sinópticos en la cena y Jn en el discurso del pan de vida que hemos leído. Jn  hace referencia al alimento pero, fíjate bien, alimentarse lo identifica con el que cree en mí, el que viene a mí.

3º.- En las palabras de la consagración, “cuerpo” no significa cuerpo; “sangre” no significa sangre. No se trata del sacramento de la carne y de la sangre físicas de Cristo. En la antropología judía el hombre es una unidad indivisible, pero podemos descubrir en él cuatro aspectos: Hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu. Hombre-cuerpo era el ser humano en cuanto sujeto de relaciones. Cuando Jesús dice: “esto es mi cuerpo”, está diciendo: esto soy yo, esto es mi persona, estoy aquí para dejarme comer. Para los judíos la sangre era la vida. No era símbolo de la vida, como lo es para nosotros. No, era la vida misma. Cuando Jesús dice: “esto es mi sangre, que se derrama”, está diciendo que toda su vida, no solo su muerte, está entregada a los demás.

4º.- La eucaristía no la celebra el sacerdote, sino la comunidad. El cura puede decir misa. Solo la comunidad puede hacer presente el don de sí mismo que Jesús significó en la última cena y que es lo que significa el sacramento. Es el sacramento del amor. No puede haber signo de amor en ausencia del otro. Por eso dice Mt: “donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. El clericalismo que otorga a los sacerdotes un poder divino para hacer un milagro, no tiene ningún apoyo en la Escritura.

5º.- La comunión no es un premio para los buenos “que están en gracia”, sino un remedio para los desgraciados que necesitamos descubrir el amor gratuito de Dios. Solo si me siento pecador estoy necesitado de celebrar el sacramento. Cuando más necesitamos el signo del amor de Dios es cuando nos sentimos separados de Él. Hemos llegado al absurdo de dejar de comulgar cuando más lo necesitábamos.

6º.- La realidad significada en el pan y el vino no es Jesús en sí mismo, sino Jesús como don. El don de sí mismo que ha manifestado durante toda su vida y que le ha llevado a su plenitud, identificándole con el Padre. Ése es el verdadero significado que yo tengo que hacer mío. Queda claro que la eucaristía no es un producto más de consumo que me proporciona seguridades a cambio de nada. Podemos oír misa sin que eso nos obligue a nada, pero no se puede celebrar la eucaristía impunemente. No se puede salir de misa lo mismo que se entró, es decir, como si no hubiera pasado nada. Si la celebración no cambia mi vida en nada, es que la he reducido a simple rito folclórico.

7º.-Haced esto, no se refiere a que perpetuemos un acto de culto. Jesús no dio importancia al culto. Jesús quiso decir que recordáramos el significado de lo que acababa de hacer. Esto soy yo que me parto y me reparto, que me dejo comer. Haced también vosotros esto. Entregad la propia vida a los demás como he hecho yo.

8ª.- Los signos de la eucaristía no son el pan y el vino sino el pan partido y el vino derramado. Durante siglos se llamó a la eucaristía “la fracción del pan”. No se trata del pan como cosa, sino del gesto de partir y comer. Al partirse y dejarse comer Jesús está haciendo presente a Dios, porque Dios es don infinito, entrega total a todos y siempre. Esto tenéis que ser vosotros. Si queréis ser cristianos tenéis que partiros, repartiros, dejaros comer, triturar, asimilar, desapare­cer en beneficio de los demás. Una comunión sin este compromi­so es una farsa, un garabato, como todo signo que no signifique nada.

Todavía es más tajante el signo del vino. Cuando Jesús dice: esto es mi sangre, está diciendo esto es mi vida que se está derramando, consumiendo, en beneficio de todos. Eso que los judíos tenían por la cosa más horrorosa, apropiarse de la vida (la sangre) de otro, eso es lo que pretende Jesús. Tenéis que hacer vuestra mi propia vida. Tenéis que vivir la misma vida que yo vivo. Nuestra vida sólo será cristiana si se derrama, si se consume, en beneficio de los demás.

Celebrar la Eucaristía es confesar que ser cristiano es ser para los demás. Todas las estructu­ras que están basadas en el interés personal o de grupo no son cristianas. Una celebración de la Eucaristía compatible con nuestros egoísmos, con nuestro desprecio por los demás, con nuestros odios y rivalidades, con nuestros complejos de superioridad, sean personales o grupales, no tiene nada que ver con lo que Jesús quiso expresar en la última cena. Celebrar la eucaristía es comprometerse a ser fermento de unidad, de amor, de paz.

La eucaristía es un sacramento. Y los sacramentos ni son milagros ni son magia. El concilio de Trento dice: “Es común a la santísima Eucaristía con los demás Sacramentos ser símbolo o significación de una cosa sagrada”. Se produce un sacramento cuando el signo (una realidad que entra por los sentidos) está conectado con una realidad trascendente que no podemos ver ni oír ni tocar. Esa realidad significada es lo que nos debe interesar. La hacemos presente por medio del signo. No se puede hacer presente de otra manera. Pero las realidades trascendentes ni se crean ni se destruyen; ni se traen ni se llevan; ni se ponen ni se quitan. Están siempre ahí. Son inmutables y eternas.

La eucaristía concentra todo el mensaje de Jesús. El ser humano no tiene que liberar o salvar su «ego» a partir de ejercicios de piedad sino liberarse del «ego» que es precisamente lo contrario. Solo cuando hayamos descubierto nuestro verdadero ser descubriremos la falsedad de nuestro yo individual y egoísta que se cree independiente del resto de la creación. Estamos hablando del sacramento del amor, del sacramento de la unidad. Si la celebración de la eucaristía no nos lleva a esa unidad, es falsa.

 

 

 

 

Meditación-contemplación

 

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

No se trata sólo de comer, sino de asimilar lo comido.

Si como sin asimilar, se producirá indigestión.

Si comulgo y no me identifico con lo que ES Cristo, me engaño.

……………….

 

Si no llego a lo significado, no hay sacramento que valga.

Si me quedo en el signo, no hay contenido espiritual.

Realizado el signo, que entra por los sentidos,

queda por hacer lo importante: descubrir y vivir lo significado.

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Jesús dijo con toda claridad: “El que viene a mí, no pasará hambre,

el que me presta su adhesión nunca pasará sed”.

La verdadera comunión no está en el signo

sino en vivir la unidad con Dios y con los demás, como hizo él.

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