5º DOMINGO T.O.,10-02-2013, Lc 5, 1-11

Escrito por José Enrique Galarreta

Lc 5, 1-11

Seguimos haciendo una lectura del evangelio de Lucas, aunque saltando algunos pasajes. El domingo pasado veíamos a Jesús al principio de su predicación, en Nazaret. Lucas lo lleva después a Cafarnaúm donde empieza su predicación y sus curaciones. Su fama se extiende, de manera que todo el mundo acude a escucharle.

El tema de fondo es la vocación de los primeros discípulos, dos parejas de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan. La vocación de los discípulos se refiere en los cuatro evangelios: Juan 1:35-51, Mateo 1:16-22, Marcos 1:16-20.

• Mateo y Marcos dan una versión semejante: Jesús pasa por la orilla del mar y llama, sin más, a las dos parejas de hermanos. Ellos dejan las redes y le siguen.
• Lucas lo presenta más dramático, como consecuencia del asombro por la pesca milagrosa.
• Juan no hace referencia alguna ni al mar ni a la pesca: habla solamente de llamamientos personales, directos; el orden del llamamiento es distinto, y el número de los llamados es mayor.

Esto nos indica por una parte la diversidad de fuentes utilizadas por los evangelistas, aparentemente tres. Por otra parte, el escaso interés de los evangelistas por el género estrictamente histórico. Importa, mucho más que los sucesos exactos, el significado de esos sucesos. Incluso lo que sucedió puede ser modificado si esto es conveniente para dejar más claro el significado, el mensaje. En este evangelio, por ejemplo, la abundancia de la pesca es sobre todo simbólica, y se repite en varios pasajes: indica la abundancia del Reino, contrapuesta a la pobreza de la vida sin Dios.

Lucas nos muestra el reclutamiento de los primeros discípulos en el contexto de la admiración del pecador ante el poder de Dios. Es por tanto una línea paralela a la de la vocación de Isaías. Atraídos por la santidad de Dios, a pesar del pecado, enviados por Dios. Pero esta vez no se trata de clamar anunciando los castigos futuros. Esa imagen de Dios intolerante con el pecado es ampliamente superada por Jesús. Se trata de «pescar», es decir, salvar de las aguas del pecado. No son elegidos sólo para profetas sino para salvadores, libertadores como Jesús, que es Dios-con-nosotros-Salvador.

Es claro que los tres textos por tanto dan tres «versiones» diferentes del mismo tema, la vocación del apóstol, insistiendo en los mismos aspectos: la desproporción de la misión con la pequeñez del elegido; la posibilidad de realizarlo por la fuerza de Dios.

Es claro también que los elegidos no lo son por sus méritos. Ni siquiera por sus aptitudes, por sus cualidades. Es un tema habitual en toda la Escritura. Moisés es elegido a pesar de que no sabe hablar correctamente. David es elegido siendo el pequeño, el menos importante de sus hermanos… y muchos otros casos más. El ejemplo mayor sin embargo es el mismo pueblo de Israel, el más insignificante de los pueblos, y, además, pueblo rebelde ante Dios. Todo esto se interpreta siempre así: para que veáis que no son vuestras fuerzas sino el poder de Dios que está con vosotros.

Esto podría interpretarse en el Antiguo testamento como un alarde de Yahvé. Las victorias sobre los enemigos son victorias de Dios; Israel es sólo un instrumento, patéticamente desproporcionado. Esta es sin duda una lectura adecuada del famoso Paso del Mar, en el Libro del Éxodo.

Pero esta línea es aún imperfecta y sólo llega a su madurez en el Nuevo testamento. Los discípulos no son elegidos para hacer proezas militares luchando contra otros hombres u otros pueblos. Su único enemigo es el pecado y lo es porque es el enemigo del ser humano: esa es la única batalla de Dios. Los pecadores no son enemigos, sino enfermos, víctimas del pecado.

La imagen de «pescar» tiene mucho más significado que el que nosotros percibimos desde nuestra cultura. El mar es para nosotros un elemento de la naturaleza, más bien bello aunque inmenso. Para Israel el mar y todas las aguas caudalosas siempre son imagen del caos, de la oposición a Dios, del pecado. Poner las aguas en su sitio es lo primero que hace Dios al crear, inmediatamente después de hacer la luz. Noé el justo es salvado por Dios de las aguas del diluvio, provocadas por el pecado. Moisés y el Pueblo son salvados de las aguas, del Nilo y del Mar. La última oposición a la entrada en La Tierra es el difícil (¿?) paso del Jordán, milagrosamente resuelto por el poder de Dios.

Aunque en el contexto del desierto el agua es la vida, esto se reduce a los pozos y a los manantiales. Las grandes masas de agua son el caos, el poder de lo incontrolable, el pecado del que triunfa sólo el poder de Dios.

Dios se presenta como «El que salva del Caos», en el Génesis de modo muy genérico; en el Éxodo como salvador político del pueblo y más tarde, por medio de La Ley, en la Teofanía del Sinaí. El pecado es el Caos: la palabra de Dios, los Diez Preceptos, vienen a poner orden en ese caos. Es una simbología paralela a la de la luz. El pecado es caos y oscuridad: Dios trae el orden y la luz.

En esta misma línea, cuando los evangelistas presentan a Jesús caminando sobre las aguas, calmando la tempestad, salvando a Pedro de las aguas, provocando pescas milagrosas, enlazan con toda la línea del Antiguo Testamento que acabamos de exponer y nos muestran, de manera gráfica, con imágenes más que con palabras, que ahí está el Espíritu del Señor, el mismo que puso orden en el caos primigenio, el mismo que salvó a Noé y a Moisés y al Pueblo.

Por tanto, y una vez más, lo que Jesús está anunciando es cómo es Dios; y el Dios de Jesús es otra cosa completamente distinta de lo que se había entendido. No es Dios el que castiga y condena; es el pecado el que nos castiga y nos condena. Dios no amenaza; es el pecado el que amenaza. Dios salva, Dios es el Creador, el que hace existir y vivir; el pecado es el que hace morir.

La dramática imagen de la condenación es una constatación existencial del ser humano: el ser humano puede echarse a perder, destruirse. Es el precio de la libertad. Pero Dios no es el árbitro indiferente, el notario final que certifica que se ha destruido, ni mucho menos el que condena. Dios es el que ayuda a que no pase nada de eso, el que engendra y trabaja por sacar adelante a su hijo. Ése es el Dios de Jesús.

Finalmente, existe entre muchos cristianos la idea de que los llamados al apostolado son «los apóstoles», los sacerdotes, los religiosos… Es un grave error. Todos los que siguen a Jesús son llamados por Dios para que sean creadores de humanidad como él. Esta no es una vocación especial de algunos, sino la vocación básica de todo cristiano: encendidos en la luz de Jesús para que en el mundo brille la luz de Jesús.

Esto es una invitación a ver nuestra vida cristiana de una manera «cotidiana», no «extraordinaria». No se trata de hacer cosas diferentes para ser «apóstol», ni de dedicar horas extras al apostolado, ni de pertenecer a asociaciones, meterse en actividades… que puede ser muy bueno e incluso necesario, pero sólo además. Además de la vida cotidiana, que es nuestro servicio, nuestro trabajo querido por Dios, lo que tiene valor profético. La misión de todos los cristianos es hacer visible el reino, vivir como hijos de Dios: así se anuncia la Buena Noticia.

Hay en la iglesia vocaciones de consagración exclusiva. Como los profetas, o los Apóstoles. Los sacerdotes, los religiosos… que tienen un carisma propio, una función específica en la Iglesia. Sirven para la Iglesia, para alimentar a la Iglesia, al Pueblo de Dios. Pero no son ellos «los» apóstoles, «los» profetas. La vocación de anunciar el Evangelio es de la Iglesia entera.

Lo que anuncia el Evangelio es la vida cotidiana de los cristianos. Así hemos de entender la oración, los sacramentos, la Eucaristía… como medios que nos ayudan a vivir para que nuestra vida sea apostólica, profética. Ser padre, madre, esposo, esposa, médico, albañil, maestro, estudiante…. ese es nuestro trabajo querido por Dios, y eso es nuestro apostolado. Para que lo sea, necesitamos de la Palabra de Dios, de la Oración, de la Eucaristía…. Pero estarán vacías si no sirven para que la vida cotidiana anuncie el Reino.

Aquí podemos hacer una seria consideración sobre el sentido de ser cristiano, tan común. «Ser cristiano es conocer la ley de Dios y obedecerla, y poder recibir el perdón cuando se falla, y así poder salvarse». ¡Qué empequeñecimiento del mensaje! Ser cristiano es comprometerse con Dios en la Creación y en la Salvación del ser humano.

Y otra reflexión sobre la frase tan usada: «Sacerdos, alter Christus», el sacerdote, otro Cristo. Debería decir: «El cristiano, otro Cristo». Anunciar el Reino, ser Palabra de Dios en el mundo no es trabajo de los sacerdotes, sino de los cristianos.

José Enrique Galarreta

5. IGANDEA URTEAN ZEHAR, EBANJELIOEN INDARRA-LA FUERZA DEL EVANGELIO

EBANJELIOAREN INDARRA

(C) Lukas 5, 1-11
2013ko otsailaren 10a

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Lukas ebanjelariak Galileako aintziran gertatu den arrantzu harrigarri eta ustekabekoaren pasadizoa idatzi du, Elizari arnasa emateko, konturatu baita bere mezua aditzera emateko egin dituen ahalegin guztiek huts egin dutela. Oso argi dago esan diguna: ebanjelioaren indarrean eta erakargarritasunean ipini behar dugu geure esperantza.

Ezohiko eszena batez hasi du kontakizuna. Jesus zutik dago aintziraren ertzean, eta «jendea haren inguruan pilatzen ari da Jainkoaren Hitza entzuteko». Ez doa jendea ikusminez. Ez da hurbildu gauza miresgarriak ikusteko. Soilik, Jainkoaren Hitza entzun nahi du Jesusen ahotik.

Ez da larunbata. Jendea ez da bildu Kafarnaumeko hurbileko sinagogan, urtean barna herriari irakurri ohi zaizkion irakurgaiak entzuteko. Ez da igo Jerusalemera Tenpluko apaizei entzuteko. Jendea hartaraino erakartzen duena Jesus Profetaren Ebanjelioa da, Nazareteko herritarrek ukatua.

Ezohikoa da arrantzuaren eszena ere. Gauez, arrantzurako garairik egokienean, Pedrok eta lagunek, beren kontura lan egin dutenean, ez dute lortu inolako emaitzarik. Aldiz, egunez, haien lana norabidetzen duen Jesusen Hitzari kasu eginez sareak bota dituztenean, arrantzu ugaria lortu dute, uste zutenaren kontra.

Kristautasunak gure artean bizi duen krisialdia gero eta argiagoa bihurtzen duten datuen hondo-hondoan, bada ukaezineko gertaera bat: Eliza modu ezin gerarazian ari da galtzen duela urte batzuk zuen erakarmen- eta sinesgarritasun-ahala.

Kristauok esperimentatzen ari gara ezen gero eta txikiagoa dela belaunaldi berriei geure fedea eskualdatzeko geure ahalmena. Ez da falta izan ahaleginik eta ekimenik. Baina kontua ez datza, itxuraz, estrategia berriak asmatzean, ezta nagusiki ere.

Iritsia da unea gogoratzeko ezen Jesusen Ebanjelioak baduela guk geuk ez dugun erakartzeko indar bat. Horrenbestez, hau da galderarik funtsezkoena: erakarmena eta sinesgarritasuna galtzen ari den Elizatik «gauzak egiten» jarraitu behar al dugu ala geure indar guztia Ebanjelioa berreskuratzen ipini behar dugu, gaur egungo gizon-emakumeengan fedea sortzeko indarra hark bakarrik duela pentsatuz?

Ez ote dugu Ebanjelioa lehen mailan jarri behar? Gauzarik inportanteenak une kritiko hauetan ez dira mendeen joan-etorrian landu diren doktrinak, baizik Jesus bera eta haren bizitza. Garrantzizkoena ez da jendea gure gauzetan parte hartzera etortzea, baizik Jesusekin harremanetan jartzea. Kristau fedea esnatu, jendeak Jesusen sua aurkituko duenean bakarrik esnatuko da.

5 Tiempo ordinario (C) Lucas 5, 1-11

LA FUERZA DEL EVANGELIO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 06/02/13.- El episodio de una pesca sorprendente e inesperada en el lago de Galilea ha sido redactado por el evangelista Lucas para infundir aliento a la Iglesia cuando experimenta que todos sus esfuerzos por comunicar su mensaje fracasan. Lo que se nos dice es muy claro: hemos de poner nuestra esperanza en la fuerza y el atractivo del Evangelio.

El relato comienza con una escena insólita. Jesús está de pie a orillas del lago, y «la gente se va agolpando a su alrededor para oír la Palabra de Dios». No vienen movidos por la curiosidad. No se acercan para ver prodigios. Solo quieren escuchar de Jesús la Palabra de Dios.

No es sábado. No están congregados en la cercana sinagoga de Cafarnaún para oír las lecturas que se leen al pueblo a lo largo del año. No han subido a Jerusalén a escuchar a los sacerdotes del Templo. Lo que les atrae tanto es el Evangelio del Profeta Jesús, rechazado por los vecinos de Nazaret.

También la escena de la pesca es insólita. Cuando de noche, en el tiempo más favorable para pescar, Pedro y sus compañeros trabajan por su cuenta, no obtienen resultado alguno. Cuando, ya de día, echan las redes confiando solo en la Palabra de Jesús que orienta su trabajo, se produce una pesca abundante, en contra de todas sus expectativas.

En el trasfondo de los datos que hacen cada vez más patente la crisis del cristianismo entre nosotros, hay un hecho innegable: la Iglesia está perdiendo de modo imparable el poder de atracción y la credibilidad que tenía hace solo unos años.

Los cristianos venimos experimentando que nuestra capacidad para transmitir la fe a las nuevas generaciones es cada vez menor. No han faltado esfuerzos e iniciativas. Pero, al parecer, no se trata solo ni primordialmente de inventar nuevas estrategias.

Ha llegado el momento de recordar que en el Evangelio de Jesús hay una fuerza de atracción que no hay en nosotros. Esta es la pregunta más decisiva: ¿Seguimos «haciendo cosas» desde un Iglesia que va perdiendo atractivo y credibilidad, o ponemos todas nuestras energías en recuperar el Evangelio como la única fuerza capaz de engendrar fe en los hombres y mujeres de hoy?

¿No hemos de poner el Evangelio en el primer plano de todo?. Lo más importante en estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo largo de los siglos, sino la vida y la persona de Jesús. Lo decisivo no es que la gente venga a tomar parte en nuestras cosas sino que puedan entrar en contacto con él. La fe cristiana solo se despierta cuando las personas descubren el fuego de Jesús. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

ORAR CON EL EVANGELIO. (Lc.5, 1-11)

DOMINGO 5º T.O. –C- Febrero 10 de 2013

• DIOS LLAMA Y SIGUE LLAMANDO
El domingo pasado veíamos como los de Nazaret se negaron a acoger a Jesús, echándolo del pueblo de malos modos. En este evangelio vemos como Pedro,

Santiago y Juan, dejándolo todo, se fueron con Él. Son dos reacciones distintas ante Jesús y su mensaje: el “no” y el “sí” ante una llamada de Jesús.
• Son llamados lo mismo que Pablo, Isaías y otros, ante todo, a la fe pero también a ser transmisores de la misma a otros. Porque Dios quiere que todas las personas se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (I Tim. 2,4) y para la realización de este proyecto ha querido contar con nuestra colaboración.
• Hasta cada un@ llega la misma llamada, aunque de forma distinta, para abrirse a Dios y ser testigos suyos ante otr@s.
• Al llamar, Dios no tiene en cuenta las virtudes sino, ante todo, la disponibilidad. Isaías, el pecador, ante la llamada se ofreció a dios con toda disponibilidad: “aquí estoy, mándame”.
• También hoy llega esa llamada hasta nosotr@s. Dios nos llama hoy a cada un@ de muy diversas formas y en ocasiones distintas, y debemos estar abiert@s a ella, vigilantes frente a posibles sorderas…
• Dios nos llama a acoger a su enviado Jesucristo, a creer en su Palabra y a ser testigos de la fe delante de otr@s.
• En escuchar esa llamada y en darle una respuesta fiel se resume la vida del cristian@. La tarea de Jesús y sus seguidores será ser “pescadores”, rescatar y salvar en ese mar (ambiente duro y peligroso de la vida) a las personas. Una misión que se ocupa de los otr@s.
• A ti y a mí nos toca responder como Pedro: “Maestro, hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.”

* ORACIÓN

POR TU PALABRA, ECHARÉ LAS REDES.
• Jesús de Nazaret, misionero del Reino: Te contemplamos hoy en plena tarea misionera:
En medio de la gente sencilla, junto al lago de Genesaret; pidiendo al patrón que te permita hablar desde la barca; enseñando, a todo el que quería escucharte, “La Palabra de Dios”
•(Hacemos silencio… Nos situamos en la escena… Escuchamos… ¿Daremos respuesta?…)

• Tú les invitas a “pescar” personas que se sientan amadas por el padre…
• Muchas veces hemos hecho a dios a nuestra medida: si las cosas nos salen bien, Dios nos quiere y nos bendice; si nos salen mal, dios nos abandona y castiga. Olvidamos que Dios nos busca porque desea nuestra existencia y felicidad.
• Jesús de Nazaret, también yo, como Pedro, me he sentido muchas veces tocad@ profundamente por tu Palabra, me has invitado a crecer en la confianza al decirme
“No temas”…
• Me admira la confianza que concedes a personas frágiles como Pedro o como yo. Por eso te pedimos que nos ayudes a fijarnos más en ti y en tu Palabra, que en nosotr@s mismos. A confiar más en Ti y en tu Palabra y en hacer más visible ante los demás tu Amor y tu bondad, sobre todo ante el que más lo necesita y trabajando para que la justicia de tu Reino, venga a nuestro mundo. AMÉN

“DIOS LLAMA Y SIGUE LLAMANDO”. HOY POR MEDIO DE MANOS UNIDAS Y NOS DICE:

“NO HAY JUSTICIA SIN IGUALDAD”

• La Campaña de Manos Unidas, que hoy celebramos, actualiza el mensaje de las Bienaventuranzas. Ante nuestros ojos aparece la humanidad sufriente. El hambre, el paro etc. Son hechos inaceptables. Lejos de caer en lamentos unamos las manos para trabajar. Las bienaventuranzas son programa y proyecto y con ellas, preguntémonos cuales son nuestras maneras de pensar y actuar. Por eso elevamos nuestro grito orante.

NO TE CALLES. (De M.Cachernilla.Amoldado)

• No nos callemos. No guardemos silencio ante la explotación del ser humano.
Ante el abuso de aquell@s que tienen poder, ante la opresión del débil.
No guardemos silencio ante tanta injusticia, ante tanta guerra y destrucción, ante tanto dolor y muerte.
No guardemos silencio ante tantas vidas rotas, ante tanta niñez sin hogar y sin cariño, ante tanta tristeza.
No guardemos silencio ante la soledad de las personas, ante tanto consumismo y manipulación.
* No nos callemos. Gritemos, con nuestras palabras y sobre todo con nuestra vida.
La vida debe ser mucho más digna. Tenemos que cuidar y potenciar la humanidad. Nadie tiene derecho a destruir la vida.
* Gritemos con nuestras palabras y sobre todo con nuestro vivir, que basta ya de romper el mundo,
que basta ya de hogares sin calor.
Gritemos, no guardemos silencio, no nos callemos.
Seguramente alguien compartirá nuestro grito, seguramente muchas voces se nos unirán.
Empecemos a formar una gran cadena, siendo nosotr@s los primeros eslabones de la cadena.
Si tod@s nos unimos en esta empresa, seguro que todo cambiará.
Gritemos, no guardemos silencio, no nos callemos, pero todo con paz.
* Jesús de Nazaret, nos enseña a gritar con su mensaje de las BIENAVENTURANZAS. Que unid@s, las sepamos hacer realidad.
• ZURIÑE

4º DOMINGO T.O.,VINO A LOS SUYOS Y LOS SUYOS NO LE RECIBIERON

Escrito por José Enrique Galarreta

FE ADULTA

Lc 4, 21-30

La primera lectura y el evangelio presentan al profeta y a Jesús como fuerza de Dios, presente en el mundo como fuerza que suscita hostilidad, rechazo. Los hombres pueden rechazar la Palabra, y perseguir al Profeta. Pero la fuerza de la Palabra, la fuerza de Dios que está en él es más poderosa que toda la hostilidad del mal y de los hombres. En este contexto podemos leer la vida de Jesús y la vida de los cristianos.

Y en este contexto hemos de leer el mensaje de la carta de Pablo sobre el amor, intentando profundizar en nuestro concepto del amor. La reflexión de Pablo nos lleva a la esencia fundamental de la fe, resumida por Jesús al responder a la cuestión de «¿cuál es el mayor mandamiento?». La respuesta de Jesús es: «AMARÁS a Dios de todo corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se resume toda la Ley y los profetas.»

Así pues, es básico entender que toda la fe y la actuación del cristiano se basa en amar. Amar a Dios y amar a los hombres. Lo demás son consecuencias.

Pero no podemos simplificar la palabra «amar». Y para ver de qué se trata, miremos un momento al Evangelio, para ver cómo ama Jesús.

La teoría (Lc 6, 35)

«Amad a vuestros enemigos, hacedles el bien, prestad sin esperar nada a cambio. Vuestro premio será entonces grande: seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno para con los ingratos y los que hacen el mal.»

La práctica de Jesús (Lc 23, 33)

Llegados al lugar llamado «de la Calavera», le crucificaron…. Y Jesús decía: «Padre, perdónales; no saben lo que hacen».

Es sólo un ejemplo. Pero si analizamos todas las relaciones de Jesús con las personas, vemos que siempre están inspiradas en lo mismo: es el Salvador. No mira a sus pecados como obstáculos que le impiden amarles. Su amor por las personas va más al fondo: el pecado intenta interponerse entre el amor de Jesús y la persona: pero no lo consigue. Por más que se le ofenda, él sigue siendo el Salvador.

El origen de todo esto no es la humanidad bondadosa de Jesús. Es la divinidad salvadora. Es Dios quien es así, y se ve en Jesús. Dios es el amor salvador. Toda la creación se entiende sólo desde el amor de Dios, que pretende la existencia de Hijos en plenitud. El pecado no es obstáculo para el amor: convierte el amor en Salvador, en Libertador del pecado. Nuestros pecados intentan interponerse entre nosotros y el amor de Dios, pero no lo consiguen. Y Dios presente entre nosotros es El Salvador, el que quita el pecado del mundo.

De la misma manera, el origen de nuestra postura respecto a los demás no está en nuestra humanidad bondadosa, en un natural afectivo y cordial. Está en que hemos conocido el amor de Dios, vivimos del amor de Dios, nos sentimos queridos por Dios y no sabemos vivir más que salvando, como Dios.

Se trata de un convencimiento, una persuasión, pero sobre todo de una fe, es decir, de una adhesión personal. Acepto el amor de Dios para conmigo, y ya no puedo vivir de otra manera. El amor de Dios lo he conocido en Jesucristo. Cuando he llegado a creer en Jesucristo, he llegado a aceptar a Dios mi Salvador, a fiarme de Él. Creer en Jesucristo no es simplemente estar persuadido de que es un gran hombre, o aceptar su doctrina como satisfactoria. Creer en Jesucristo es aceptarlo como modo de vida, como revelación de Dios, hacer girar la vida en torno de Él. Creer en Jesucristo es ante todo admirar y disfrutar del amor de Dios Salvador que en Él se hace visible. A partir de ahí, mi vida cambia: ya sé por qué vivo, porque Dios me quiere. Ya sé para qué vivo, para que todos le quieran.

Esto es un ideal, un camino, una conversión. Jesús es así; nosotros vamos hacia ahí. Y todo lo que somos y lo que hacemos tiene un carácter de provisional, de «todavía no». Pero caminamos. En este sentido, la justicia, el temor de Dios, el deseo de premio por las buenas obras… tantas cosas, son «carismas provisionales». Pero hay que aspirar a los carismas superiores, hay que aspirar a que nuestro espíritu disfrute del amor de Dios y en consecuencia viva de lleno ese don: amar a los hombres como Dios me ama.

Esta manera de vivir de ninguna manera es fácil. En primer lugar, porque es imposible «de fuera a dentro». No es una norma que hay que cumplir. Si es cumplimiento no llega a ser amor. No se trata de «me porto así porque Dios lo quiere». Se trata de «me porto así porque soy así, soy hijo de mi Padre y no me puedo portar de otra manera». Es el final de la conversión, cuando ya no actúo sometido a mis pecados, a mi egoísmo o mi envidia o mi vanidad… sino libre y salvador, como Hijo.

En segundo lugar, porque en un mundo en que los hombres no se quieren, sino que se hostigan, se arrinconan, se envidian, se roban, se matan, esta parece una manera débil de vivir, expuesta a todo lo que los demás nos quieran hacer.

No nos confundamos. Ni es una blandenguería de carácter, ni es una vocación de corderito manso. Amar por encima de los pecados es una tremenda fortaleza. Servir siempre, perdonar siempre, salvar siempre, requiere una fuerza de espíritu superior a toda fuerza de carácter. Es sólo posible por el Espíritu de Dios actuando en nosotros. Y esta fuerza lleva a ser siempre testigo, liberador de toda injusticia y de todo mal que les suceda a los hijos de Dios, presencia incómoda y a veces intolerable para una sociedad siempre interesada en otros valores, a menudo hostil.

Una vez más, el ejemplo y modelo es Jesús. Una lectura de cualquier evangelio, y más de los cuatro, ofrece una figura de Jesús de impresionante fortaleza. Su amor a todos los débiles va acompañado de un valor a toda prueba y una libertad brillante ante todos los poderosos.

Jesús es capaz de desafiar la ley para curar (leproso Mt 8, 1) de insultar en público al rey (acerca de Herodes, Lc 13, 31) de desenmascarar ante el pueblo a los jefes religiosos y doctores de la Ley (Mt 23, 13), y se juega la vida defendiendo a una mujer ante el acoso judicial de los «justos» (Juan 8, 1). Ninguna debilidad, ninguna blandura. Es pura fortaleza, al servicio de los que la necesitan y en contra de lo que se ponga delante.

Pero Jesús es rechazado. El amor amenaza todos los demás modos de vivir. Jesús es rechazado porque con Él se acaba aquella religión, aquel templo, aquellas clases socio-religiosas. Jesús perjudica a la religión oficial, no interesa a los revolucionarios independentistas, molesta a Herodes, le es indiferente a Pilato… El amor está fuera de lugar y es perseguido, hasta la muerte. «La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han recibido». Y los de Jesús, como Jesús.

Es sumamente preocupante que la Iglesia sea tan escasamente perseguida en esta sociedad occidental en la que los valores del Evangelio son sin embargo rechazados frontalmente. Y es sumamente reconfortante ver cómo son perseguidos, marginados, los cristianos, personas o grupos, que se toman muy en serio el Evangelio. Es muy normal que los poderes políticos de algunos países en los que la injusticia social es muy fuerte, no toleren a los grupos cristianos que luchan contra esa injusticia. Es lo normal. Lo que no es normal es que en los países de desenfrenado consumo, de búsqueda alucinada del placer y el bienestar material, en los que el único Dios es la economía de mercado y el consumo consiguiente, la Iglesia viva tan tranquila. Lo único que puede hacernos entender este fenómeno es aceptar, con angustia, que la Iglesia esconde la Palabra, ha perdido su fuerza profética y ya no le anuncia al pueblo sus pecados, sino que se limita a tranquilizarle la conciencia.

José Enrique Galarreta

4. IGANDEA URTEAN ZEHAR, 2014ko otsailaren 3a, Lk. 4, 21-30

PROFETA ESPIRITURIK GABE

Lk. 4, 21-30

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Badakigu Jesusen kontrako aurkaritza, historikoki, pixkana joan zela gauzatzen: eskribauen errezeloa, lege-maisuen haserrea eta tenpluko buruzagien ukoa handituz joan ziren, Jesus gurutzera eramateraino.

Badu horren berri Lukasek ere. Baina, nahita, bere kontakizuna behartuz bada ere, esaten du jendaurrean izan duen lehen jardueran berean jarri zaiola jendea Jesusi aurrez aurre. Hasieratik izan behar dute kontuan irakurleek ukoa izan dela Jesusek bereen aldetik, Profeta bezala agertu denean, jasan duen erreakzioa.

Nazareten gertatua ez da gertaera bakana. Ez da iraganean gertatu zen zerbait. Jesusi hasieran berean, pobreen Profeta bezala, zapalduen askatzaile eta bekatuen barkatzaile bezala agertu denean, egin dioten ukoa errepikatuz joan daiteke mendetan barna.

Jesusen jarraitzaileoi zail gertatzen zaigu haren alderdi profetikoa onartzea. Kasik erabat ahazten dugu bere garrantzia duen gauza bat. Jainkoa ez da haragitu apaiz batengan, Tenpluko erlijioa zaintzeko sagaratua den horrengan. Ez da lege-maisu batengan ere, legeak ezarritako ordenua gordetzeari emana den horrengan. Baizik eta profeta batengan haragitu eta agertu da, pobreei Berri Ona eta zapalduei askapena hots egitera Espirituak bidali duen horrengan.

Ahaztu egiten gara kristau-erlijioa ez dela beste erlijio bat gehiago, Jainkoarekiko beren harremanak bizitzeko Jesusen jarraitzaileei sinesgai, erritu eta agindu egokiak emango lizkiekeen bat. Ez, baizik eta erlijio profetikoa da, Jesus profetak eragindakoa, mundu gizatarrago bat, bere behin betiko salbazioa Jainkoagan gauzatzeko norabidetu den bat, sustatzeko.

Kristauek arriskua dugu alderdi profetikoa, Jesusen jarraitzaileok arnastu beharko gintuzkeen hori, behin eta berriz alde batera uzteko. Kristau-historian barna gertatu diren agerpen profetikoak eta guzti, egia izaten jarraitzen du Urs von Balthasar teologo sonatuak esandako honek: Bigarren mendearen azken aldera «oraino erabat desagertu ez den intzigarra jaitsi zen Elizaren espiritu (profetikoaren) gainera».

Gaur, sekularizazio modernoaren aurrean, «erlijiosotasuna» berriro berrezartzeaz arduraturik, kristauek arriskua dugu etorkizunera bidea espiritu profetikorik gabe egin nahi izateko. Horrela gertatzen bada, Nazareteko jendearena gerta dakiguke: Jesus gure artean ibiliz joan eta «urrunduko da» bere bideari jarraitzeko. Ezerk ez dio galaraziko bere eginkizun askatzaileari jarraitzea. Beste batzuek, kanpotik etorriek, antzemango diote haren indar profetikoari eta onartuko haren egintza salbatzailea.

4 Tiempo ordinario (C) Lucas 4, 21-30

PRIVADOS DE ESPÍRITU PROFÉTICO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 30/01/13.- Sabemos que históricamente la oposición a Jesús se fue gestando poco a poco: el recelo de los escribas, la irritación de los maestros de la ley y el rechazo de los dirigentes del templo fueron creciendo hasta acabar en su ejecución en la cruz.

También lo sabe el evangelista Lucas. Pero, intencionadamente, forzando incluso su propio relato, habla del rechazo frontal a Jesús en la primera actuación pública que describe. Desde el principio han de tomar conciencia los lectores de que el rechazo es la primera reacción que encuentra Jesús entre los suyos al presentarse como Profeta.

Lo sucedido en Nazaret no es un hecho aislado. Algo que sucedió en el pasado. El rechazo a Jesús cuando se presenta como Profeta de los pobres, liberador de los oprimidos y perdonador de los pecadores, se puede ir produciendo entre los suyos a lo largo de los siglos.

A los seguidores de Jesús nos cuesta aceptar su dimensión profética. Olvidamos casi por completo algo que tiene su importancia. Dios no se ha encarnado en un sacerdote, consagrado a cuidar la religión del templo. Tampoco en un letrado ocupado en defender el orden establecido por la ley. Se ha encarnado y revelado en un Profeta enviado por el Espíritu a anunciar a los pobres la Buena Noticia y a los oprimidos la liberación.

Olvidamos que la religión cristiana no es una religión más, nacida para proporcionar a los seguidores de Jesús las creencias, ritos y preceptos adecuados para vivir su relación con Dios. Es una religión profética, impulsada por el Profeta Jesús para promover un mundo más humano, orientado hacia su salvación definitiva en Dios.

Los cristianos tenemos el riesgo de descuidar una y otra vez la dimensión profética que nos ha de animar a los seguidores de Jesús. A pesar de las grandes manifestaciones proféticas que se han ido dando en la historia cristiana, no deja de ser verdad lo que afirma el reconocido teólogo H. von Balthasar: A finales del siglo segundo «cae sobre el espíritu (profético) de la Iglesia una escarcha que no ha vuelto a quitarse del todo».

Hoy, de nuevo, preocupados por restaurar «lo religioso» frente a la secularización moderna, los cristianos corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético. Si es así, nos puede suceder lo que a los vecinos de Nazaret: Jesús se abrirá paso entre nosotros y «se alejará» para proseguir su camino. Nada le impedirá seguir su tarea liberadora. Otros, venidos de fuera, reconocerán su fuerza profética y acogerán su acción salvadora. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

* ORAR CON EL EVANGELIO:(LC.4,1-30)

* DOMINGO 4º T.O. –C- Febrero 3 – 2013

•“HOY SE CUMPLE ESTA ESCRITURA QUE ACABÁIS DE OÍR”
La salvación de Dios ya es una realidad para cada ser humano y para cada pueblo… dios es presencia liberadora por medio de Jesús. El Evangelio es “BUENA NOTICIA” para los pobres, libertad para los presos, luz para los ciegos… y para tod@s el año de gracia.
* Lo recordábamos el domingo pasado: Jesús se presenta ante sus paisanos de Nazaret en la reunión de la sinagoga. La 1ª reacción de sus oyentes fue incluso de asombro ante sus palabras de gracia. Pero enseguida cambiaron de actitud. ¿Qué hizo Jesús para tener enfrente, a sus paisanos? Y nos podemos preguntar nosotr@s.
* “¿ECHAR A JESÚS O IRSE CON EL?”. ¿ENCUENTRO O DESENCUENTRO?
El desencuentro entre Jesús y sus paisanos hay que verlo a la luz del papel conflictivo de todos los profetas. Lo dice el mismo Jesús: “Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra”. Jesús proclama la “Buena Noticia” la llegada del reino de Dios. Una etapa nueva de la relación de Dios con las personas.
* Los de Nazaret, deciden quitárselo de en medio. El Evangelio cierra esta escena con una frase muy profunda: “Jesús se abrió paso entre ell@s y se alejaba”…
* En nosotr@s, como en los de Nazaret, puede que haya una buena acogida. Pero cuando comprendemos que la propuesta de Jesús exige cambios importantes en nuestro modo de vivir quizá tenemos también cierta resistencia.
* ¿NOS ANIMAMOS A ECHAR FUERA A JESÚS O SALIR FUERA NOSOTR@S PARA IRNOS CON El?…
* Jesús continúa siendo un faro de Luz para los pobres, cautivos, los ciegos, los oprimidos, que ahora siguen existiendo. También nosotr@s entramos dentro de alguno de esos grupos y lo mejor que nos puede ocurrir es que recibamos a Jesús y nos dejemos salvar por Él con la humildad propia de l@s que saben que sólo Él tiene Palabras de vida eterna… (Jn.6,66)

• O R A M O S. (SUGERENCIAS)

* VER A JESÚS… me imagino La sinagoga…. Yo también estoy allá. Tengo delante a Jesús. Le miro… Escucho su mensaje liberador…
* VERME A MÍ MISMO. Con mi fe interesada. Cómoda. Hago silencio. Me dejo impactar por lo que dice y cómo lo dice…
* RECHAZAN A JESÚS. También hoy el mensaje de jesús suscita reacciones de todo tipo. Muchas veces los cristian@s tratamos de escamotear y olvidar la Buena Noticia de la liberación…
* BUENA NOTICIA. Para los pobres, los emigrantes, los excluidos, los perdedores… Orar es vislumbrar esas buenas noticias, creerlas, practicarlas, vivirlas y dárselas. Lo sabemos, pero nos cuesta… Por eso necesitamos hacer silencio “sonoro” en nuestro interior…

* O R A C I Ó N
Jesús, quiero escucharte y seguirte, a través de las palabras y la vida de la gente.
Jesús, prometo, quiero no apegarme a lo mío, a mi manera de ver y entender, a mis miedos seguridades y verdades, para poder descubrir mejor tu Verdad.
Jesús quiero andar con humildad, con los ojos del cuerpo y del espíritu bien abierto, para descubrir tu paso, tus huellas, tu figura en el acontecer vivo y cotidiano.
Jesús, quiero estar atent@ a l@s profetas, dejarme ayudar,, curar y amar, para gozar y sembrar tu buena Nueva..
Jesús, no quiero ser amig@ de normas y dogmas, sí, pararme junto a l@s que están en esquinas y aceras y llamar siempre a las puertas de tu misericordia.
Jesús prometo callar y escuchar, ver y contemplar, seguir tu camino aunque me parezca pequeña y sin brillo, tu presencia pobre en medio de l@s pobres… Ver tus signos donde tú quieras.
Jesús amigo de tod@s: haznos dóciles a tu Espíritu, que escuchemos su latir dentro de nosotr@s, que, como Tú sigamos el camino del amor, aunque quieran empujarnos fuera del pueblo por seguirte a Ti, que sólo tú tienes, Palabras de vida eterna. AMÉN
ZURINE.

3º DOMINGO T.O., 27 DE ENERO DE 2013, Lc 1, 1-4 / Lc 4, 14-21

AÚN NO HEMOS ACEPTADO LA BUENA NOTICIA: LIBERARNOS Y LIBERAR

Escrito por Fray Marcos

FE ADULTA

Lc 1, 1-4 / Lc 4, 14-21

CONTEXTO

Como sabéis, este ciclo C nos toca leer al evangelista Lucas. Después de los relatos de infancia, narra el bautismo de Jesús y a continuación las tentaciones del desierto. En 4, 14 comienza propiamente la vida pública de Jesús con este relato de la predicación en la sinagoga de su pueblo, después de una breve introducción general en la que habla de sus enseñanzas por las sinagogas de Galilea. En el texto queda claro que no es la primera vez que entra en una sinagoga porque dice «como era su costumbre». Y en los versículos siguientes: «haz aquí lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».

EXPLICACIÓN

El texto de Isaías que Jesús mismo lee, es el punto de partida. Pero más importante aún que la cita, es la omisión voluntaria de la última parte del párrafo, que dice: «… y un día de venganza para nuestro Dios» (estaba expresamente prohibido añadir o quitar un ápice del texto). Jesús manifiesta talante, antes de empezar el comentario. Los que escuchaban conocían de memoria el texto, y se dieron cuenta de la omisión. Parece que le muestran su aprobación, pero no pasa de una nerviosa expectación. Que el hijo de José se atreva a rectificar la Escritura era inaceptable. Para un judío era impensable que alguien se atreviera a cambiar la idea de Dios reflejada en la Escritura. En el texto de Isaías queda claro que la buena noticia anunciada era para los judíos. Jesús trae una buena noticia para todos.

No comenta un texto de la Torá, que era lo más sagrado para el judaísmo de aquel tiempo, sino un texto profético. El fundamento de la predicación de Jesús se encuentra más en los profetas que en el Pentateuco. Debemos dejar claro que el mismo Espíritu que ha inspirado la Escritura, unge a Jesús para ir mucho más allá de ella. El valor absoluto que se daba a la Escritura queda abolido. No se anula la Escritura, sino el carácter absoluto que le habían dado los rabinos. Ninguna teología, ningún rito, ninguna norma pueden tener valor absoluto. El hombre debe estar siempre abierto al futuro.

Al aplicarse a sí mismo el texto, está declarando su condición de «Ungido». Seguramente es esta pretensión la que provoca la reacción de sus vecinos, que le conocían de toda la vida y sabían quién era su padre y su madre. En otras muchas partes de los evangelios se apunta a la misma idea: la mayor cercanía a la persona de Jesús se convierte en el mayor obstáculo para poder aceptar lo que verdaderamente representa.

Con la Escritura en la mano, Jesús anuncia la raíz más profunda de su mensaje. Fijémonos bien. A las promesas de unos tiempos mesiánicos por parte de Isaías, contrapone Jesús los hechos, «hoy se cumple esta Escritura». Toda la Biblia está basada en una promesa de liberación por parte de Dios. Pero debemos tener mucho cuidado para no entender literalmente ese mensaje, y seguir esperando de Dios lo que ya nos ha dado. Dios no nos libera, Dios es la liberación. Soy yo el que debo tomar conciencia de que soy libre y puedo vivir en libertad sin que nadie me lo impida. Como Jesús, no debo dejar que nada ni nadie me oprima. Ni Dios ni los hombres en su nombre, pueden exigirme ningún vasallaje.

La libertad es el estado natural del ser humano. La «buena noticia» de Jesús va dirigida a todos los que padecen cualquier clase de sometimiento, por eso tiene que consistir en una liberación. No debemos caer en una demagogia barata. La enumeración que hace Isaías no deja lugar a dudas. En nombre del evangelio no se puede predicar la simple liberación material. Pero tampoco podemos conformarnos con una propuesta de salvación meramente espiritual, desentendiéndonos de las esclavitudes materiales, en nombre de una salvación que nos empeñamos en proyectar para el «más allá».

Oprimir a alguien o desentenderse del oprimido, es negar radicalmente al Dios de Jesús. El Dios de Jesús no es el aliado de unos pocos que le caen en gracia. No es el Dios de los buenos, de los piadosos ni de los sabios. Es, sobre todo, el Dios de los marginados, de los excluidos, de los enfermos y tarados, de los pecadores. Solo estaremos de parte de Dios, si estamos con ellos. De otro modo, podemos estar seguros de que nos relacionamos con un ídolo. Una religión, compatible con cualquier clase de exclusión, es idolátrica. Cuando el Bautista envía dos discípulos a preguntar a Jesús si era él el que había de venir, responde Jesús: «id y contarle a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan… etc.

Más que nunca busca hoy el ser humano su liberación, pero algo está fallando en esa búsqueda. Buscamos con ahínco la liberación de las opresiones externas, pero descuidamos la liberación interior que es la primera que tenemos que conseguir. Jesús habla de liberarse, antes de hablar de liberar a los demás. Sobre todo en el evangelio de Juan, está muy claro que tan grave es oprimir como dejarse oprimir. El ser humano puede permanecer libre, aunque le lluevan sometimientos externos. Hay siempre una parte de su ser que nada ni nadie puede doblegar. La vida de Jesús ha sido el mejor ejemplo. Para Jesús, la primera obligación de un ser humano es no admitir ninguna esclavitud. Y el primer derecho de todo hombre es verse libre de cualquier opresión. Debe quedar muy claro que la opresión más deshumanizadora es la que se ejerce en nombre de Dios.

¿Cómo conseguir ese objetivo? El evangelio nos lo acaba de decir: Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu. Ahí está la clave. Solo el Espíritu nos puede capacitar para cumplir la misión que tenemos como seres humanos. Tanto en el AT como en el NT, ungir era capacitar a uno para una misión. Pablo nos lo dice con claridad meridiana: si todos hemos bebido de un mismo Espíritu, seremos capaces de superar el individualismo, y entraremos en la dinámica de pertenencia a un mismo cuerpo.

La idea de que todos formamos un solo cuerpo es sencillamente genial. Ninguna explicación teológica puede llevarnos más lejos que esta imagen. La idea de que somos individuos con intereses encontrados es tan demencial como pensar que cualquier parte de nuestro cuerpo pueda ir en contra de otra parte del mismo cuerpo. El individualismo instintivo solo puede ser superado por la conciencia de unidad a la que nos lleva el Espíritu.

Pablo nos invita a aceptarnos los unos a los otros como diferentes. Esa diversidad es precisamente la base de cualquier organismo. Sin ella el ser vivo sería inviable. Tal vez sea una de las exigencias más difíciles de nuestra condición de criaturas, aceptar la diversidad, aceptar al otro como diferente, encontrando en esa diferencia, no una amenaza sino una riqueza insustituible. Si somos sinceros, descubrimos que estamos en la dinámica opuesta: rechazar y aniquilar al que no es como nosotros. Todavía hoy sigue siendo una asignatura pendiente para nuestra religión, no ya la aceptación, sino el simple soportar al diferente.

La única predicación de Jesús fue el amor, es decir, la unidad de todos los hombres. Eso supone la superación de todo egoísmo y por lo tanto la superación de toda conciencia de individualidad. Los conocimientos adquiridos en estos dos últimos siglos vienen en nuestra ayuda. Somos parte del universo, somos parte de la vida. Si seguimos empeñándonos en encontrar el sentido de mi existencia en la individualidad terminaremos todos locos. El sentido está en la totalidad, que no es algo separado de mi individualidad, sino que es su propio constitutivo esencial. No solo para sentirme unido a toda la materia, sino para sentirme identificado con todo el Espíritu.

Ya sabemos que el «Espíritu» no es más que Dios presente en lo más hondo de nuestro ser. Eso que hay de divino en nosotros es nuestro verdadero ser. Todo lo demás, no solo es accidental, transitorio y caduco, sino que terminará por desaparecer, querámoslo o no. No tiene ni pies ni cabeza que sigamos empeñados en potenciar lo que de nosotros es más endeble, aquello de lo que tenemos que despegarnos. Querer dar sentido a mi existencia potenciando lo caduco, es ir en contra de nuestra naturaleza más íntima.

Meditación-contemplación

Todo lo que es y significa Jesús, es obra del Espíritu.

Él descubrió dentro de sí esa realidad, y la vivió.

Por eso le llamaron Jesús el Cristo (ungido)

La buena noticia es que todos podemos llegar a la misma experiencia.

………………………….

Hoy se cumple esa Escritura en ti.

Ese mismo Espíritu que actuó en Jesús, está actuando siempre en ti.

Dios da el Espíritu sin medida.

Si no descubres y experimentas esto, ninguna vida espiritual será posible.

………………………

El Espíritu te llevará al encuentro del otro.

El amor se manifestará en actitudes, que siempre beneficiarán a los demás.

La fuerza del ego nos separa. La fuerza del Espíritu nos identifica.

Conecta con esa energía divina que ya está en ti,

y la espiritualidad será lo más espontáneo y natural de tu vida.

…………………….

Fray Marcos

 

3. IGANDEA URTEAN ZEHAR, PROFETA, Lk. 1,1-4; 4,14-21

PROFETA

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Galileako herrixka ezezagun batean, Nazaret izenekoan, herritarrak sinagogan bildu dira larunbat-goiz batean Jainkoaren Hitza entzuteko. Jainkoaren bila urte batzuk basamortuan egin ondoren, hazi zen herrira itzuli da Jesus.

Garrantzi handikoa da pasadizo hau, Jesus ezagutu eta haren misioa ondo ulertzeko. Lukasen kontakizunaren arabera, guztientzat ia ezezaguna den herrixka honetan Jesusek bere aurkezpena egin du, Jainkoaren Profeta bezala, eta herrixka honetan agertu du bere egitaraua, Isaias profetaren testua bere buruari aplikatuz.

Testu hori irakurri ondoren, esaldi bakar batekin komentatu du Jesusek guztia: «Gaur bete da entzun berri duzuen Idazki hau». Lukasen arabera, jendeak «begiak Jesusengan finko jarriak zituen». Guztien arreta, irakurri den testutik Jesus beragana igaro da. Zer aurki dezakegu gauk guk geure begiak Jesusengan finko jartzen baditugu?

Jainkoaren Espirituak eraginik. Jesusen bizitza guztia eragin, gidatu eta norabidetu dute Jainkoaren arnasak, indarrak eta maitasunak. Jesusen jainkotasunean sinestea ez datza kontzilioek landutako formula dogmatiko bat edo beste teorikoki aitortzean. Haren samurtasunean eta suan, haren hitzetan eta keinuetan, fededunok «Jainkoa» deitzen dugun bizitzaren azken Misterioa era zehatzean aurkituz joatean datza.

Jainkoaren Profeta. Jesus ez dute igurtzi oliba-olioz, erregeak igurtzi ohi zituzten bezala gobernu-aginpidea emateko edota apaiz nagusiak igurtzi ohi zituzten bezala ahalmen sakratuaz hornitzeko. Jainkoaren Espirituak «gantzutu» du Jesus. Ez da etorri ez gobernatzera, ez errege izatera. Jainkoaren profeta da, bizitza liberatzeari emana. Soilik, haren profeta-espirituz bizitzen ikasten badugu jarraitu ahal izango diogu.

Berri on pobreentzat. Jesusen jarduera Berri On da gizarte-klase marjinatuena eta baliogabetuena denarentzat: zerbait on entzuteko premia handiena dutenentzat, guztiek umiliatzen eta bazter uzten dituztenentzat. Jesusen antzeko izaten orduan hasiko gara: gure biziera, gure jarduera eta maitasun solidarioa pobreek gauza on bezala sumatzen hasiko direnean.

Askatzeari emana. Gizakia esklabotasun-mota guztietatik askatzeari emanik bizi da Jesus. Sufrimendu, zapalkuntza eta abusu guztietatik askatzen duen pertsona bezala sumatu du jendeak; zentzugabekeriatik eta etsipenik askatzen duen argitzat hartu dute itsuek; onginahi eta barkazio bezala sumatu dute bekatariek. Jesus hori esklabotzen, kaskartzen eta gizagabetzen gaituen ororen askatzailetzat hartuz goazen neurrian izango gara haren jarraitzaile. Orduan hartuko dugu bera betiko Bizira bideratzen gaituen Salbatzailetzat.

3 Tiempo ordinario (C) Lucas 1,1-4; 4,14-21

PROFETA

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 23/01/13.- En una aldea perdida de Galilea, llamada Nazaret, los vecinos del pueblo se reúnen en la sinagoga una mañana de sábado para escuchar la Palabra de Dios. Después de algunos años vividos buscando a Dios en el desierto, Jesús vuelve al pueblo en el que había crecido.

La escena es de gran importancia para conocer a Jesús y entender bien su misión. Según el relato de Lucas, en esta aldea casi desconocida por todos, va a hacer Jesús su presentación como Profeta de Dios y va a exponer su programa aplicándose a sí mismo un texto del profeta Isaías.

Después de leer el texto, Jesús lo comenta con una sola frase: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Según Lucas, la gente «tenía los ojos fijos en él». La atención de todos pasa del texto leído a la persona de Jesús. ¿Qué es lo que nosotros podemos descubrir hoy si fijamos nuestros ojos en él?

Movido por el Espíritu de Dios. La vida entera de Jesús está impulsada, conducida y orientada por el aliento, la fuerza y el amor de Dios. Creer en la divinidad de Jesús no es confesar teóricamente una fórmula dogmática elaborada por los concilios. Es ir descubriendo de manera concreta en sus palabras y sus gestos, su ternura y su fuego, el Misterio último de la vida que los creyentes llamamos «Dios».

Profeta de Dios. Jesús no ha sido ungido con aceite de oliva como se ungía a los reyes para transmitirles el poder de gobierno o a los sumos sacerdotes para investirlos de poder sacro. Ha sido «ungido» por el Espíritu de Dios. No viene a gobernar ni a regir. Es profeta de Dios dedicado a liberar la vida. Solo le podremos seguir si aprendemos a vivir con su espíritu profético.

Buena Noticia para los pobres. Su actuación es Buena Noticia para la clase social más marginada y desvalida: los más necesitados de oír algo bueno; los humillados y olvidados por todos. Nos empezamos parecer a Jesús cuando nuestra vida, nuestra actuación y amor solidario puede ser captado por los pobres como algo bueno.

Dedicado a liberar. Vive entregado a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes. La gente lo siente como liberador de sufrimientos, opresiones y abusos; los ciegos lo ven como luz que libera del sinsentido y la desesperanza; los pecadores lo reciben como gracia y perdón. Seguimos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza, empequeñece o deshumaniza. Entonces creemos en él como Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

 

* ORAR CON EL EVANGELIO:(Lc.1,1-4;1,4-21)

* DOMINGO 3º T.o. –C- ENERO 27 DE 2013

* El Evangelio de este domingo tiene dos partes que hay que distinguir por necesidad. La primera corresponde al prólogo primero de la obra de Lucas (Lc.1,1-4). La 2ª, casi cuatro capítulos después, narra los inicios de la actividad pública de Jesús en su aldea de Nazaret (Lc.4,14-21).
* ¿Cuál es el programa de Jesús? Algo muy sencillo y eficaz para transformar la realidad; “dejarse guiar por el Espíritu”, que está sobre Él. Espíritu, con el que ha sido ungido para realizar la Misión de dar la Buena Nueva a los pobres, anunciar a los cautivos la libertad y conseguir la libertad a l@s oprimid@s. Estas palabras de (Isaías 61,1-2) representan el programa que Jesús se trae entre manos y que cumplirá con toda fidelidad a lo largo de su actividad pública.
+ Jesús convertido en el hombre “para los demás” en conformidad con los planes divinos, tiene como opción primordial levantar de su postración a los pobres, los cautivos, los oprimidos y los aquejados tanto de enfermedades físicas como psíquicas y morales. En definitiva Jesús se debe a tod@s l@s necesitad@s, que para ser personas de verdad necesitan de su ayuda liberadora.
* Y ese programa de Jesús tiene su continuidad en la misión de los cristian@s. Estamos llamad@s a proseguir con lealtad y arrojo la causa de Jesús que, hoy como ayer tiene l@s mismos destinatarios. El destino humano de sufrimiento se repite desgraciadamente una y otra vez a lo largo de la historia. Para ello contamos con el Espíritu de Jesús que se encuentra en nosotr@s, su Luz, su Fuerza, su Palabra. Necesitamos hambre y sed para volvernos a Dios y a su Palabra y así nuestra acción, será eficaz.

• ORACIÓN

Tu Palabra, Señor, es evangelio anunciado en los confines de la tierra.
Está en las Escrituras, está en los pobres, se siembra y da su fruto, si es verdadera.
Tu Palabra, Señor, llegó a nosotr@s con esperanza nueva, como un grito en la noche.
Tu Palabra, Señor, la transmitieron nuestros padres y los profetas.
Hoy queremos que se encarne en nuestras vidas para proclamarla, transmitirla y hacerla vida.
Tu Palabra, Señor, es fuerza y lucha, es sal, es luz y es levadura.
Es paz en armonía, es convocatoria juvenil que invita a la alegría.
Bendita es la Palabra del Señor. Que sepamos proclamarla, vivirla y transmitirla con alegría. AMÉN

* SEGUIMOS ORANDO.
* Que tu espíritu, Jesús de Nazaret, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, nos vaya introduciendo en la Vedad plena y haga que habite en nosotr@s intensamente tu Palabra.
* Que tus Palabras y dichos, Jesús del Evangelio, ilumine la realidad de nuestra vida, denunciando las injusticias, suscitando esperanza, inspirando los valores verdaderos.
* Que en los acontecimientos de la vida oigamos tu voz y la sigamos prontamente:
* “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista… para anunciar el año de gracia del Señor.
* Tu programa de vida sigue abierto:
Ayúdanos, Jesús del Espíritu, a recuperarlo, en nosotr@s y en la Iglesia.
Quítanos el miedo para trabajar en tu Reino por los más pobres y necesitad@s.
Que nuestra vida sea “el año de gracia” de tu amor permanente. AMÉN. ZURIÑE

2º DOMINGO T.O., 20 de ENERO de 2013, JUAN 2, 1-11

HISTORIA Y SÍMBOLO EN EL EVANGELIO DE JUAN

Escrito por José Enrique Galarreta
FE ADULTA

Con este relato Juan empieza lo que se ha llamado «el Libro de los Signos». Juan recoge solamente siete «signos», siete milagros de Jesús, y este es el primero.

Son los siguientes:

• Las bodas de Caná
• El funcionario real
• El paralítico de Betseda
• La multiplicación de los panes
• Camina sobre el mar
• El ciego de nacimiento
• La resurrección de Lázaro.

De ellos, las bodas de Caná, el paralítico de Betseda, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro no están en los sinópticos. Encontramos aquí, una vez más, una muestra de cómo cada evangelista ha recogido diversas fuentes, y las ha seleccionado y organizado según su intención.

Juan elige siempre sus relatos porque cuenta con que ya son conocidos los hechos y las palabras de Jesús, y está ofreciendo una gran elaboración teológica. No se trata ya de informar: eso ya está hecho. Se trata de una reflexión, para la cual Juan selecciona lo que más le interesa.

En la narración de sucesos, Juan siempre hace lo mismo: cuenta lo que sucedió como medio de comunicar su mensaje. Lo que sucedió tiene valor por lo que significa. Así, en su narración es inseparable el hecho de su contenido, de su significado y su simbolismo. Y no es que el suceso le da una oportunidad para expresar una idea. Lo que pasa es que Juan «ve» lo que significa lo que sucedió.

Es una antiquísima manera de expresarse de toda la Biblia. Cuando Israel escapa del faraón en el Mar de las Cañas, el suceso que ven los ojos es una fuga con suerte. El suceso verdadero es la acción de Dios liberando a Israel. Ese «suceso» es el que nos cuenta el Libro del Éxodo. Del mismo modo, en Caná nos cuenta Juan lo que sucedió, lo que verdaderamente sucedió aunque no lo vieron los ojos.

En Caná, sobre el hecho de la presencia de Jesús en una boda y la «multiplicación» del vino, se construye toda una elaboración teológica sobre quién es Jesús, los Nuevos tiempos, la Plenitud que Jesús significa.

Por otra parte, de los pequeños detalles, de los diálogos, no deben sacarse excesivas conclusiones. Se han dicho miles de cosas sobre esto: Jesús cayó de repente a la boda con sus discípulos y no había vino para todos… María hizo que se precipitara «la hora» de Jesús… No va por ahí. El estilo de Juan nos lleva a sacar conclusiones más profundas, no aplicaciones piadosas inmediatas. En el Evangelio de Juan es imposible separar historia y símbolo. Este es precisamente su género literario, de tal manera que intentar distinguirlos equivale a destruir su manera de transmitir el mensaje. De hecho, en este relato hay tanta teología que resulta completamente imposible reconstruir lo que realmente sucedió.

Para nuestra mentalidad, esto es a veces una dificultad. Nos han convencido de que los evangelios narran solamente historias sucedidas y que todos y cada uno de los detalles que se cuentan sucedieron realmente. No es así. Sobre la base de un suceso se crea un relato teológico, en el cual el significado es mucho más importante que el suceso. Nos guste o no, así tenemos que leer el evangelio de Juan, porque así lo escribió su autor. Por lo tanto, en vez de interesarnos tanto en reconstruir el suceso, nuestra atención se debe centrar en el mensaje que Juan nos dirige. Y el mensaje, como veremos, es riquísimo.

LAS BODAS

Demasiadas veces hemos hablado de Dios como «El Señor», «El Juez». Y sin embargo, la Biblia está llena de esta otra imagen: El Esposo, el Novio enamorado. Lo hemos visto en el precioso texto de Isaías. Un libro entero, el Cantar de los Cantares, presenta a Dios así (tal es al menos la lectura que hace la iglesia). Y esta será la esencia de la última revelación de Jesús, y el eje fundamental del Evangelio de Juan: Dios es Amor. ¿Por qué nos interesan más las imágenes de poder o de juicio que las imágenes de abundancia, de felicidad y de amor?

Nada hay en las relaciones humanas tan estupendo como una boda, la celebración del amor, esa cualidad específicamente humana que significa estar una persona loca por otra, incluso contra toda razón, prudencia o justicia. Una boda es la fiesta que todos armamos para celebrar esa locura. Es el triunfo del amor sobre la vida cotidiana, sobre lo razonable, sobre lo justo. Es como el descanso de fin de semana, en que celebramos nuestra liberación del trabajo y de la utilidad. Y La Biblia ha elegido esta locura para hablar de Dios, de cómo es Dios con nosotros.

La boda, y la abundancia. Seiscientos litros de estupendo vino. El tema conecta con la multiplicación de los panes, con la harina y el aceite que nunca se acababan en los milagros de Elías y Eliseo, con el Banquete que la Sabiduría preparaba a los hombres… Y empieza a avanzar una catequesis de la Eucaristía, en que no es el maná ni la ley lo que nos alimenta, sino la Palabra y el Amor de Dios hechos presentes en Jesucristo.

Juan empieza sus SIGNOS por aquí. Una boda, en que Jesús colabora a la estupenda abundancia de vino. Sin Jesús, la boda hubiera sido triste. Con Jesús, fue lo nunca visto. Increíble Juan. Es estupenda le expresión de este evangelio: «manifestó su gloria». Nos sentimos tan sorprendidos como en aquella «señal» que se ofreció a los pastores en Belén (un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre). Entonces decíamos: ¡extraña señal, un niño pobre nacido en una cuadra! Ahora pensamos: ¡escasa gloria, una boda pueblerina en que se soluciona el problema del vino! Pero la lección es en ambos casos la misma: la gloria de Dios, su señal, es la alegría del reino, que es cosa de sencillos, de pobres; la gloria de Dios fuera del Templo y del poder y de la ley: la gloria de Dios que es siempre la felicidad de sus hijos.

EL VINO NUEVO

Todo el Evangelio de Juan está basado en que Jesús es «La Palabra hecha carne», «la luz que resplandece en las tinieblas», «El Pan de la Vida». Estos son los grandes temas-síntesis que provienen de su propia experiencia personal con Jesús y de una honda reflexión sobre lo que vio, una especie de síntesis y profundización final en la fe.

El vino nuevo y los odres viejos es un tema presente en los Sinópticos. Cambiar el agua vieja por el vino nuevo, entrar en el Banquete del Reino, apreciar la riqueza y la novedad del «Dios con nosotros Salvador que nos invita a la vida de Hijos, a la plenitud humana que produce la presencia de Dios…» En la narración de Caná se hace presente todo esto a partir del suceso histórico. El banquete de bodas, el agua de los antiguos ritos superada por la abundancia y la calidad del vino nuevo, la manifestación de Dios-amor en Jesús, los discípulos que creen en Él…

Está claro que la contemplación del suceso de manera meramente histórica no es suficiente. Juan está presentando quién es Jesús. A veces reducimos el sentido de estos «signos» de una manera casi mágica, como si los milagros de Jesús fueran prodigios que demuestran su poder; como una demostración de fuerza para que quede claro que es más que humano. No es así: los signos son revelación de Dios: este signo muestra, a través de Jesús, que Dios es la abundancia, la novedad, la plenitud muy por encima de lo que la razón puede saber de Él. Esto lo hemos visto en Jesús

EL REINO ES UN BANQUETE, ES UNA FIESTA.

«El Reino se parece a un mercader de perlas, que encuentra una extraordinaria y vende todo lo que tiene y la compra… se parece a un tesoro que un hombre encuentra en un campo, y lleno de alegría, vende todo lo que tiene para comprar el campo».

«Os anuncio una gran Alegría: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador».

Y el anuncio del Reino es, desde el principio, el Evangelio, La Buena Noticia.

Es imprescindible que vivamos así nuestra fe en Jesús, como una fiesta. El centro del mensaje es una Noticia increíble: Dios me quiere; todo lo demás se debe entender en ese marco. Es el fondo de la fe: aceptar en lo más íntimo que Dios me quiere. Esta es la fe a que llegó el autor de la profecía de Isaías, que se permite la osadía de presentar a Dios como un novio enamorado. Es la fe que nos ha hecho leer el Cantar de los Cantares como un poema de amor entre Dios y el hombre. Esta es la fe que nos hace ver en el matrimonio un signo de la presencia de Dios. Esta es la primera Buena Noticia, la que lo cambia todo.

Lo primero que se cambia es el sentido del pecado: Dios me quiere como soy, como se ama al hijo enfermo. Porque el amor no surge del aprecio, sino al revés. No se ama a alguien porque es maravilloso. Primero se ama, y luego todo es aceptable, excusable… Esto se entiende a veces mejor en la mera amistad. «Somos amigos»… Y mi amigo puede ser lo que sea, pero le quiero y puede contar conmigo siempre. No le quiero porque es bueno: le quiero. Mis pecados no estorban el amor de Dios. Cuento con Él para que mis pecados no me abrumen. Él es el que quita el pecado, el Salvador, el Libertador. Él quita el pecado porque es la fuerza para librarme del pecado, y porque es el amigo al que no le ofenden mis enfermedades. Es la primera Fiesta: en mi vida no manda el Juez; en mi vida manda mi Madre.

Lo segundo que se cambia es el sentido de «los otros». El amor es contagioso. Descubrimos con alegría que se puede vivir amando y sirviendo. Descubrimos que así el mundo es mejor, más fácil, más «como debe ser». La Gran Noticia hay que anunciarla, hay que compartirla. Hay que hacer un mundo de Hijos que pelean contra el mal, con la fuerza del perdón, con la intransigencia plena contra todo lo que hace sufrir a los Hijos. Esto da sentido a la vida: Dios no está, pero yo sí estoy. Dios no está, pero sus hijos sí están. Toda mi vida está pensada para anunciar la Buena Noticia, tiene valor, tiene sentido. ¿Cuáles son «mis carismas», como les llama Pablo? Es decir, ¿qué instrumentos se me han dado para poder servir, para poder anunciar la Noticia, para hacer creíble el amor de Dios?

José Enrique Galarreta