*ORAR CON EL EVANGELIO.(Mt. 20.1-16)

  • DOMINGO 25º. T.O.-A- SEPTIEMBRE 21
  • El Evangelio de San Mateo, nos recuerda el sentido de Iglesia con el que hemos de vivir. Somos “obreros” de la viña del Señor, junto a los demás cristianos. Debemos trabajar juntos para colaborar en la edificación del Reino de Cristo. Nos hemos de animar y ayudar unos a otros, por encima de cualquier nivel cultural, lengua, apariencia etc.

Parece que este evangelio, presenta a Dios como un patrono, un empresario caprichoso.
”El Reino de Dios se parece a…“ algo que no se da en nuestro mundo”, a la generosidad infinita de Dios que no se para a medirnos, a contar las horas, para regalarnos su AMOR. Y es que a Dios no le van las matemáticas, y nos pide que nosotros también  dejemos de contar y compararnos  con tanta precisión (yo hago, él hace…) que nos dediquemos a trabajar su viña con espíritu generoso. Todos somos llamados, todos sin excepción, porque no es lo importante la cantidad de trabajo, el número de horas, sino la posibilidad misma de trabajar, de vivir, totalmente entregados a Dios que nos lleva a los demás.
La auténtica recompensa no es el denario, el jornal; el verdadero don de Dios es poder seguirlo, poder estar trabajando para El, sirviéndole, al servir a los demás y en especial a los más necesitados. Construyendo el Reino, hoy y aquí.
*          Los primeros jornaleros han tenido la ventaja de haber conocido antes a Dios, de poder dirigir su vida por un camino de plenitud, compromiso, entrega, de autenticidad y alegría. Los demás han tenido que esperar, han estado ociosos en la plaza hasta encontrarse con el Dios de la vida.
*          La página evangélica, también nos llama al trabajo. El mundo es grande. El tiempo corto. Son muchos los que no conocen a Cristo o lo han olvidado. Saquemos un poco de tiempo y hagamos algo en nuestro propio ambiente, en el trabajo, en la parroquia, en la familia. Cristo, necesita trabajadores en su viña. Aceptemos su invitación y acudamos desde la primera hora.

Todos somos llamados a corresponder, lo que le interesa a Dios es que todos se salven.

  • ORACIÓN
  • Gracias, Jesús de Nazaret, porque tu Palabra siempre nos muestra un horizonte más allá de nuestras pequeñas acciones de cada día y nos mueve a caminar y a crecer constantemente.
    Ayúdanos, a sabernos alegrar ante el bien que hacen los demás,
    Ayúdanos a saber colaborar y confiar en las personas, como Tú, confías en cada ser humano y nos invitas a seguir construyendo el Reino, aquí y ahora.
  • Ayúdanos a saber alegrarnos con el bien que hacen los demás, a saber colaborar y confiar .
    Que en este mundo donde los últimos están cada vez más marginados aprendamos a construir comunidades fraternas  y a no quedarnos con los brazos cruzados
    “en la plaza” sino a colaborar e invitar a otros a hacerlo, lo mismo que tú, Jesús de Nazaret invitabas a todos a TRABAJAR EN SU VIÑA.
  • Sólo con tu corazón, Jesús de Nazaret y el del Padre, se explica esta parábola:
    Dios quiere que todos trabajen, estén activos, tengan vida.
    Dios llena a todos con su “denario” de Amor completo.
    Dios quiere que nos alegremos con su bondad inmensa, sin medida.
    Dios quiere que imitemos su Amor gratuito.
    Dios quiere que la vida sea una mesa compartida.

* AMÉN. ZURIÑE

DE LA RELIGIÓN ALIENANTE A LA ESPIRITUALIDAD LIBERADORA, Enrique Martínez Lozano

Fe Adulta

Escrito por  Enrique Martínez Lozano

Mt 20, 1-16

A veces, las religiones se han movido entre la utilidad y el temor. Es fácil comprenderlo, si tenemos en cuenta que el ser humano se percibe como necesidad y debilidad. Desde la necesidad, Dios es visto como quien puede llenar los propios vacíos: nace así la religión de lo útil. Desde la debilidad, Dios es visto como poder y, fácilmente, nace la religión del temor.

No es difícil constatar que ambas características –necesidad y debilidad- resaltan en la vivencia del niño frente a sus padres. Ambas hacen que el niño sienta un doble impulso: a “tener-que-agradar” para no ser abandonado, y a “utilizarlos”  para obtener lo que necesita. El “salto” de esta experiencia infantil a una formulación religiosa que repita aquellos mismos esquemas, fuertemente grabados en el inconsciente del niño, es prácticamente espontáneo.

Si unimos ambas características, el resultado será una religión basada en la idea del mérito, que generará una religiosidad mercantilista: “Te doy para que me des”. Gracias al mérito, el sujeto busca –como el niño ante sus padres- agradar a Dios; pero, al mismo tiempo, se cree con ciertos “derechos” ante él (como los jornaleros de la primera hora).

¿Dónde se esconde la trampa de este planteamiento? En concebir a Dios como un “patrón” separado, que premia o castiga según nuestros méritos o nuestros pecados.

De hecho, esa idea de Dios salta por los aires en el mensaje de Jesús. Lo que este revela de Dios supone un giro de ciento ochenta grados con respecto a lo que enseña la formación “religiosa” habitual. Para Jesús, Dios es Gracia, Amor gratuito que es solo bondad (“¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno?”).

Cuando vemos a Dios como un Ente separado, no podemos sino pensarlo como un “señor” que “controla” nuestros actos y que nos recompensará de acuerdo con ellos. Por eso, es normal que la persona religiosa trate de obtener de él un beneficio, aunque sea a costa de un comportamiento alienante. Ello podría explicar que, con frecuencia, cuando la persona crece en autonomía y en seguridad, aquella imagen de Dios se venga abajo. Es decir, cuando la persona se encuentra en profundidad, la religión se pierde.

En realidad, aquel dios nunca había existido sino en la mente de quien así lo proyectaba. Todo ello parece que nos invita a pasar de la “religión” –entendida como una construcción humana- a la “espiritualidad” –en cuanto dimensión básica del ser humano-. Aun asumidas conscientemente la necesidad y la debilidad (fragilidad, vulnerabilidad) del yo, la espiritualidad –la inteligencia espiritual- nos hace caer en la cuenta de que nuestra identidad no es ese yo carenciado, sino la Consciencia plena, el sustrato común y compartido con todo lo que es. La religión había sido un “mapa” que quería traernos hasta aquí; la espiritualidad es el “territorio” en el que siempre –aun sin saberlo- habíamos estado.

En ese Territorio ya no buscamos que nos paguen un “denario” –o algo más, si nos creemos ser de la “primera hora”-, porque hemos descubierto que toda la “viña” es nuestra y que ahí radica precisamente nuestro Gozo. Por ello, lo que estamos deseando es que todos los seres puedan descubrirlo.

Enrique Martínez Lozano

www.enriquemartinezlozano.com

 

25. IGANDEA URTEAN ZEHAR, “EZ DESITXURATU JAINKOAREN ONTASUNA- NO DESVIRTUAR LA BONDAD DE DIOS”, José A. Pagola

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Mat. 20,1-16

ECLESALIA, .-  Bere ibilbide profetikoan barna, behin eta berriz azpimarratu du Jesusek nola komunikatu behar dugun berak Jainkoaz duen esperientzia: «atzeman ezineko ontasun-misterio» bezala, alegia; gure kalkulu guztiak hausten dituena bezala. Haren mezua hain iraultzailea da, non, hogei menderen ondoren ere, kristau batzuk ez baitira gai hura seriotzat hartzeko.

Jainko On horretaz izan duen esperientzia hori gizon-emakume guztiei kutsatzeko, mahasti-jabe baten jokabide harrigarri batekin konparatu du Jesusek bere jarduera. Bost alditaraino irten da mahasti-jabea bera mahastirako langileak hartzera. Ematen du ezer gutxi zaiola axola lanaren etekina. Nahi duen gauza bakarra, langile bakar bat ere ez gelditzea lanik gabe beste egun bat gehiago.

Horregatik, eguna bukatzean, ez die ordaindu talde bakoitzak egin duen lanaren arabera. Haien lan-orduak oso desberdinak izan diren arren, «denario bana» eman die guztiei: soil-soil, Galileako familia batek, bizitzeko, egun batean behar zuena.

Lehen taldeko bozemaileak protesta egin du, berei, inork baino ordu gehiago lan egin dutenei, bezalako tratua eman dielako azken ordukoei, eta mahasti-jabeak hitz miresgarri hauekin erantzun dio: «Inbidia al duzu ni ona naizelako?» Zeure kalkulu kaxkar horietan oinarrituz, ez al didazu utzi behar ona izaten afaltzeko beren ogia behar dutenekin?

Zer iradoki edo adierazi nahi digu Jesusek? Jainkoarentzat ez ote dute balio guk geure mundu honetan erabiltzen ditugun zuzentasun- eta parekotasun-irizpideek? Ez ote da egia, guk egingo genukeen ez bezala jokatu nahi duela Jainkoak: jendearen merezimenduak neurtzen jardun ordez, bere atzeman ezineko Onberatasunean gure errotiko salbazio-beharrari erantzun nahi diola?

Aitortu behar dut, egundoko pena sentitzen dudala pertsona onekin topo egin eta ikusten dudanean nola imajinatzen duten askotan Jainkoa: alegia, gure bekatuak eta merezimenduak zehazki idazten ariko balitz bezala, egun batean bakoitzari berea juxtu-juxtu emateko. Imajina al daiteke, betikotasun osoan lan hori egiten ariko litzatekeen halako pertsona baino gizatasun gabekorik?

Jainkoagan, baldintzarik gabeko Adiskide horrengan, sinestea, imajina daitekeen esperientziarik askatzaileena izan daiteke, bizitzeko eta hiltzeko indarrik adoretsuena. Ostera, Jainko zorrotz eta mehatxugile baten aurrean bizitzea, neurosi arriskutsuena eta suntsitzaileena bihur daiteke pertsona batentzat.

Ikasi beharra dugu ez nahasten Jainkoa geure eskema hertsi eta zikoitzekin. Ez genuke desitxuratu behar haren Ontasun atzeman ezina, Jesusek Jainkoaz agertu dizkigun zinezko ezaugarriak Itun Zaharreko Jainko zorrotz baten ezaugarriekin nahastuz. Jesusengan agertu zaigun Jainko Onaren aurrean, konfiantza da erantzun bakarra.

25 Tiempo ordinario (A) Mateo 20, 1-16

NO DESVIRTUAR LA BONDAD DE DIOS

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, .- A lo largo de su trayectoria profética, Jesús insistió una y otra vez en comunicar su experiencia de Dios como “un misterio de bondad insondable” que rompe todos nuestros cálculos. Su mensaje es tan revolucionario que, después de veinte siglos, hay todavía cristianos que no se atreven a tomarlo en serio.

Para contagiar a todos su experiencia de ese Dios Bueno, Jesús compara su actuación a la conducta sorprendente del señor de una viña. Hasta cinco veces sale él mismo en persona a contratar jornaleros para su viña. No parece preocuparle mucho su rendimiento en el trabajo. Lo que quiere es que ningún jornalero se quede un día más sin trabajo.

Por eso mismo, al final de la jornada, no les paga ajustándose al trabajo realizado por cada grupo. Aunque su trabajo ha sido muy desigual, a todos les da “un denario”: sencillamente, lo que necesitaba cada día una familia campesina de Galilea para poder vivir.

Cuando el portavoz del primer grupo protesta porque ha tratado a los últimos igual que a ellos, que han trabajado más que nadie, el señor de la viña le responde con estas palabras admirables: “¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno?”. ¿Me vas a impedir con tus cálculos mezquinos ser bueno con quienes necesitan su pan para cenar?

¿Qué está sugiriendo Jesús? ¿Es que Dios no actúa con los criterios de justicia e igualdad que nosotros manejamos? ¿Será verdad que Dios, más que estar midiendo los méritos de las personas como lo haríamos nosotros, busca siempre responder desde su Bondad insondable a nuestra necesidad radical de salvación?

Confieso que siento una pena inmensa cuando me encuentro con personas buenas que se imaginan a Dios dedicado a anotar cuidadosamente los pecados y los méritos de los humanos, para retribuir un día exactamente a cada uno según su merecido. ¿Es posible imaginar un ser más inhumano que alguien entregado a esto desde toda la eternidad?

Creer en un Dios, Amigo incondicional, puede ser la experiencia más liberadora que se pueda imaginar, la fuerza más vigorosa para vivir y para morir. Por el contrario, vivir ante un Dios justiciero y amenazador puede convertirse en la neurosis más peligrosa y destructora de la persona.

Hemos de aprender a no confundir a Dios con nuestros esquemas estrechos y mezquinos. No hemos de desvirtuar su Bondad insondable mezclando los rasgos auténticos que provienen de Jesús con trazos de un Dios justiciero tomados del Antiguo Testamento. Ante el Dios Bueno revelado en Jesús, lo único que cabe es la confianza.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

* ORAR CON EL EVANGELIO:(Jn. 3, 13-17)

DOMINGO XXIV. T.O.-A– SEPTIEMBRE 14

*LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

*          El nombre de esta fiesta puede confundir a más de uno, por eso comienzo diciendo, que los cristianos no tenemos ningún interés en exaltar una cruz; exaltamos al que murió en la cruz, a CRISTO, nuestro redentor. Es algo que tenemos que tener muy en cuenta. Porque los cristianos no exaltamos a Cristo por lo mucho que sufrió, sino por el mucho Amor con el que aceptó, libre y voluntariamente, los inmensos dolores de la crucifixión. Lo que nos salvó no fue el gran dolor de Cristo, sino su gran AMOR.
Si el sufrimiento de Cristo no hubiera sido el amor, hubiera sido estéril,  podia ser heroico social y políticamente. Pero los sufrimientos inútiles no nos interesan a los cristianos; no sólo no los queremos ni para nosotros ni para los demás, sino que luchamos, o tenemos que luchar, para evitarlos. Por amor al bien, y a la verdad, a la justicia, a la paz, tenemos que estar dispuestos a sufrir y aceptar sufrimientos que sean necesarios para que desaparezcan de nuestra vida y de nuestro mundo el pecado, la mentira, la injusticia, la guerra, y todo lo que se opone al verdadero Reino de Dios que nos quiere felices. Los cristianos tenemos que ser amantes de la alegría, de la paz, de la felicidad. Sabemos que para conseguir esto, hace falta esfuerzo y  sacrificio, pero por amor.

*          Jesús nos lo recuerda: “el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Ese fue su camino en la tierra; Jesús la llevó día a día: la incomprensión, la persecución, la oposición y eso es para nosotros la cruz, a veces un “camino, cada dìa”. Jesús no eligió la cruz, pero tampoco se apartó de su camino, aunque este, le llevó a la cruz. Fue un camino de fidelidad a decir la verdad, a su luchar por la justicia, a su darse a los marginados, a combatir todo mal, toda trampa, y… esto fue mal visto y para El fue cruz para cada día y muerte.

* Entonces nos podemos preguntar ¿Tenemos que buscar el sufrimiento como si fuera algo bueno? Yo creo que no se trata de eso, sino de seguir a Jesús de intentar vivir como El viviría (en nuestra realidad concreta). Escoger un camino que ahora sea consecuente con lo que El nos enseñó: un camino, por ejemplo, que sirva a la verdad no a la mentira, al amor generoso y no al egoísmo insolidario, a la justicia de cada día y no al aprovecharse de los débiles…
*          Si hacemos esto, ninguno de nosotros necesitará buscar la cruz: la encontraremos sin buscarla, a lo mejor cada día… Pero la encontraremos como Jesús: como un camino de vida, camino que dará fruto.

*          Pero tenemos que escoger bien el camino y saber por adelantado que si es el de Jesús, será difícil, pero nos lleva a la vida plena.

*          Jesús no vino para suprimir el sufrimiento ni para explicarlo; seguirá siendo un misterio. El ha venido para acompañarlo con su presencia, su ayuda. Jesús no nos salva desde fuera por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la cruz para adoctrinarnos, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.
*          Quisiera haber hecho la reflexión corta, pero, ¡Qué difícil! Hablar del misterio de la Cruz.

Que El, el crucificado por AMOR, nos enseñe más que a comprenderla, a vivirla cuando llega.

*ORACIÓN

Jesús baja en la encarnación hasta el corazón de la tierra”.

“Sólo se sube, si primero, se ha bajado”…

Dios y Padre nuestro, de todos, Te damos gracias porque nos diste a Jesús que ha querido acompañarnos en el camino, en este mundo, haciéndose solidario de nuestras alegrías y penas., de mostrándonos su amor misericordioso, atendiendo y sirviendo a todos.

Que no tengamos miedo de hacer el bien, aunque ello nos suponga a veces compartir el sufrimiento y la Cruz  como lo vivió nuestro compañero de camino Jesús de Nazaret.

Te pedimos por los que tienen una cruz más pesada en la vida debido a la enfermedad, soledad, a la falta de paz y solidaridad en nuestro mundo: Ayúdanos a saber estar a su lado y a sabernos ayudar mutuamente, siendo así unos para otros como Cristo crucificado, signos de esperanza y Resurrección.
*Podemos cantar interiorizando la letra. VICTORIA, TU REINARÁS, OH CRUZ, TU NOS SALVARÁS.

AMÉN. ZURIÑE

LA EXALTACIÓN DE LA CRUZ: «LA CRUZ DE JESÚS: NI MAGIA NI MITO», Enrique Martínez Lozano

LA CRUZ DE JESÚS: NI MAGIA NI MITO

Escrito por  Enrique Martínez Lozano

FE ADULTA

Jn 3, 13-17

Para comprender mejor el texto, quizás sea útil alguna puntualización previa acerca de este capítulo tercero del evangelio de Juan.

Lo primero que hay que señalar es que, desde un punto de vista literario, este capítulo es un auténtico rompecabezas. El lector aprecia saltos de la primera persona del plural (“nosotros”) a la tercera del singular, así como repeticiones y añadidos forzados que, en conjunto, constituyen una especie de galimatías, en una monotonía de temas reiterados, que se yuxtaponen sin llegar a alcanzar un conjunto bien trabado.

Todo ello indica algo evidente: este texto no es producto de una redacción momentánea, ni es obra de un único autor. Durante un tiempo prolongado, se han ido añadiendo reflexiones que surgían en medio de la comunidad, y que algún nuevo glosador yuxtaponía al texto original.

Estas anotaciones tienen que servir al lector para que no intente acercarse a este capítulo como si se tratara de algo bien elaborado, en torno a un tema o hilo conductor claramente definido. Tendrá que verlo, más bien, como una serie de reflexiones simplemente yuxtapuestas, provenientes de momentos diferentes de la vida de la comunidad.

En segundo lugar, todo este capítulo expresa el diálogo de las comunidades joánicas con el judaísmo, representado en la figura de Nicodemo. Este aparece como un hombre honesto y buscador, que va al encuentro de Jesús. Por eso, es precisamente a Nicodemo (al judaísmo) a quien se le va a insistir en la necesidad de “nacer de nuevo”, tema que constituye el eje vertebrador de todo ese capítulo.

En el texto que leemos hoy, aparece la imagen de Moisés levantando la serpiente en el desierto. Para el pueblo judío, la imagen de la serpiente recordaba, a la vez, las quejas del pueblo y la misericordia de Yhwh. Tal como se narra en el Libro de los Números (21,4-9), ante la dureza de la marcha a través del desierto, el pueblo empezó a murmurar contra Moisés y contra Yhwh, que envió serpientes venenosas cuya mordedura les provocaba la muerte. Tras el arrepentimiento y la intercesión de Moisés, este recibió el encargo de colocar una serpiente de bronce sobre un asta: bastaba mirarla, para quedar curado del veneno mortal.

Cuando este texto se lee de una manera literalista –propia de una consciencia mítica-, se concluye fácilmente en una idea mágica de la salvación. De hecho, esto fue lo que ocurrió en la historia del cristianismo: la idea de la expiación marcaría dolorosamente la consciencia colectiva cristiana durante más de un milenio.

Pero esa es solo una lectura, hecha desde un determinado nivel de consciencia. Así como el pueblo judío pudo creer que bastaba mirar a una serpiente de bronce para quedar curado de la mordedura venenosa, de un modo similar, durante siglos, muchos cristianos pensaron que la salvación venía producida por la muerte de Jesús en la cruz.

Quiero insistir en el hecho de que, mientras alguien se halla en ese nivel de consciencia, tal lectura es asumida sin dificultad. Lo cual no quiere decir que no contenga consecuencias sumamente peligrosas, entre las que habría que apuntar las siguientes:

· imagen de un dios ofendido y vengativo hasta el extremo;

· idea de un intervencionismo divino, arbitrario y desde «fuera»;

· idea de una pecaminosidad universal, previa incluso a cualquier decisión personal (creencia en el «pecado original»);

· instauración de un sentimiento de culpabilidad, hasta alcanzar límites patológicos;

· creencia en una salvación «mágica», producida desde el exterior.

Sin embargo, es posible otra lectura que, reconociendo el carácter “situado” y, por tanto, inevitablemente relativo de los textos sagrados, accede a un nivel de mayor comprensión y libera al creyente de tener que seguir aferrado a un pensamiento mágico o mítico que, por la propia evolución de la consciencia le resulta ya, no solo insostenible, sino perjudicial.

Desde esta nueva lectura, el cristiano sigue fijando su mirada en Jesús, y en Jesús crucificado. Pero ya no es una mirada infantil ni infantilizante. Ahora ve en Jesús y en su destino –provocado por la injusticia de la autoridad de turno- lo que es el paradigma de una vida completamente realizada: fiel y entregada hasta el final. Por ese motivo, el hecho de “mirar la cruz” empieza a ser ya salvador: nos hace descubrir en qué consiste ser persona.

Pero no se trata solo de una mirada “externa”, que podría desembocar, en el mejor de los casos, en una conducta imitativa, que no dejaría de ser alienante. Desde una consciencia transpersonal y desde el modelo no-dual de conocer, la lectura se ve enriquecida hasta el extremo.

Al ver a Jesús, nos estamos viendo a nosotros mismos. Desde esta nueva perspectiva, Jesús no es un “mago” que nos salvara desde fuera; tampoco es un “ser celestial separado” diferente de nosotros. Es lo que somos todos…, aunque sigamos sin atrevernos a reconocerlo.

Enrique Martínez Lozano

www.enriquemartinezlozano.com

 

 

Iraila. 14, «GURUTZILTZATUARI FEDEZ BEGIRA-MIRAR CON FE AL CRUCIFICADO», José A. Pagola

«GURUTZILTZATUARI FEDEZ BEGIRA-MIRAR CON FE AL CRUCIFICADO»

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Gurutxe Santuaren Gorespena
Jn. 3, 13-17

ECLESALIA,.-  Kristauok gaur ospatzen dugun jai hau ulertezina da; are gehiago, zentzurik gabea, Gurutziltzatuagan kristau-fedeak duen esanahia ezagutzen ez duenarentzat. Zer esanahi izan lezake «Gurutzearen Gorapena» deitzen dugun jai batek, modu bero-beroan «konforta», erosotasuna eta ongizaterik gorenena bilatzen duen gizarte batean.

Batek baino gehiagok egingo du galdera: nolatan bizi daiteke gaur oraino gurutzea goratzen jarraitzea? Ez al da gainditua jada, oinazea era gaixoti horretan goratuz bizitzea eta sufrimenduaren bila ibiltzea? Ardaztzat Kalbarioko hilzoria eta Gurutziltzatuaren zauriak dituen kristautasuna elikatzen jarraitu behar al dugu?

Egia esan, arrazoizko galderak dira, argibide bat merezi dutenak. Kristauok Gurutziltzatuari begira jartzen garenean, ez dugu goratzen, ez oinazea, ez tortura, ez heriotza; baizik eta gure bizitza eta gure heriotza azkeneraino partekatu nahi izan dituen Jainkoaren maitasuna, hurbiltasuna eta solidaritatea goraipatu nahi ditugu.

Ez da sufrimendua salbatu gaituena, baizik Jainkoaren maitasuna, Jainkoa gizakiaren historia dolorezkoarekin solidarizatu izana. Ez da odola, egia esateko, gure bekatua garbitu duena, baizik seme-alabatzat onartu gaituen Jainkoaren maitasun imajinaezina. Bere maitasuna erarik hobenean agertu digun gertaera da gurutzeko heriotza.

Gurutzearen handitasunari begira jartzea, ez da berari auskalo zer ahalmen edo indar misteriotsuren bat egoztea, baizik Jainkoaren beraren indar salbatzailea aitortzea da, Jesus gizon egitean, mundua berekin adiskidetzera irten denean.

Jada haurrak ezin besarkatu dituzten beso horiek zabalik eta jada lepradunak ezin ferekatu dituzten eta gaixoak ezin bedeinkatu dituzten esku horiek ikustean, kristauok Jainkoa «kontenplatzen» dugu, besoak zabalik, hainbat sufrimenduz hautsia den gure bizitza pobre hau onartzeko, besarkatzeko eta sostengatzeko prest.

Heriotzak itzali duen aurpegi horretan, jada prostituituei samurtasunez ezin begiratu dien begi horietan, hainbat abusuren eta injustiziaren biktimengatik bere haserrea ezin oihukatu duen aho horretan, bekatarientzat bere barkazioa ezin ahoskatu duten ezpain horietan, gizadiari dion bere maitasun imajinaezina ari zaigu agertzen Jainkoa, beste inolako keinuz baino argiago.

Horregatik, Gurutziltzatuari leial izatea, ez da gurutze eta sufrimendu bila ibiltzea, baizik berak bezala bizitzen saiatzea eskaintza- eta solidaritate-jarrera, onartuz, beharrezkoa izanez gero, ondorioz izan ditzakegun gurutzeko heriotza edo bestelako gaitzak. Gurutziltzatuari leial izate hau ez da oinaze-irrika, baizik esperantza-agiria. Bizitza «gurutziltzatu» baten azkena, Jesusek bizi izan zuen bezala bizi izandakoaren zoria, piztuera da bakar-bakarrik.

MIRAR CON FE AL CRUCIFICADO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA,
lagogalilea@hotmail.com

Exaltación de la Cruz (A) Juan 3, 13-17

ECLESALIA, .- La fiesta que hoy celebramos los cristianos es incomprensible y hasta disparatada para quien desconoce el significado de la fe cristiana en el Crucificado. ¿Qué sentido puede tener celebrar una fiesta que se llama “Exaltación de la Cruz” en una sociedad que busca apasionadamente el “confort” la comodidad y el máximo bienestar?

Más de uno se preguntará cómo es posible seguir todavía hoy exaltando la cruz. ¿No ha quedado ya superada para siempre esa manera morbosa de vivir exaltando el dolor y buscando el sufrimiento? ¿Hemos de seguir alimentando un cristianismo centrado en la agonía del Calvario y las llagas del Crucificado?

Son sin duda preguntas muy razonables que necesitan una respuesta clarificadora. Cuando los cristianos miramos al Crucificado no ensalzamos el dolor, la tortura y la muerte, sino el amor, la cercanía y la solidaridad de Dios que ha querido compartir nuestra vida y nuestra muerte hasta el extremo.

No es el sufrimiento el que salva sino el amor de Dios que se solidariza con la historia dolorosa del ser humano. No es la sangre la que, en realidad, limpia nuestro pecado sino el amor insondable de Dios que nos acoge como hijos. La crucifixión es el acontecimiento en el que mejor se nos revela su amor.

Descubrir la grandeza de la Cruz no es atribuir no sé qué misterioso poder o virtud al dolor, sino confesar la fuerza salvadora del amor de Dios cuando, encarnado en Jesús, sale a reconciliar el mundo consigo.

En esos brazos extendidos que ya no pueden abrazar a los niños y en esas manos que ya no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, los cristianos “contemplamos” a Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.

En ese rostro apagado por la muerte, en esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a las prostitutas, en esa boca que ya no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, en esos labios que no pueden pronunciar su perdón a los pecadores, Dios nos está revelando como en ningún otro gesto su amor insondable a la Humanidad.

Por eso, ser fiel al Crucificado no es buscar cruces y sufrimientos, sino vivir como él en una actitud de entrega y solidaridad aceptando si es necesario la crucifixión y los males que nos pueden llegar como consecuencia. Esta fidelidad al Crucificado no es dolorista sino esperanzada. A una vida “crucificada”, vivida con el mismo espíritu de amor con que vivió Jesús, solo le espera resurrección. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

*ORAR CON EL EVANGELIO. (Mt.18.15-20)

  • DOMINGO XXIII. T.O. –A– SEPTIEMBRE  7 de 2014

*    Es difícil entender el evangelio y vivir la vida cristiana sin hacer referencia a la comunidad.

Las tres lecturas de la liturgia del día de hoy hablan de ella, sea con el amor al prójimo, con la necesidad de sabernos cuidar unos a otros llegando a la preocupación del hermano que se desvía en la vida, que peca. Y diciéndonos el mismo Jesús de Nazaret:
SI DOS O TRES SE REUNEN EN MI NOMBRE, YO ESTOY EN MEDIO DE ELLOS”.

  • Jesús, lo primero que hizo fue, formar grupo, hacer comunidad.
  • La fe no es sólo una experiencia que se vive individualmente, ni un proceso interior  sólo personal.  El verdadero creyente alimenta su fe en la comunidad, compartiendo con hombres y mujeres la misma esperanza en el Dios de Jesucristo.

Hoy, Jesús y s. Pablo, nos insisten en la corrección fraterna. Somos humanos, por eso en las familias, en los grupos, en las comunidades de reflexión, existen fricciones… La comunidad cristiana no es un grupo de perfectos, de santos, aunque los haya. Admite a pecadores y nadie debería  escandalizarse por ello. (Mc. 14,27-31; Mt.26,31-35;Lc.22,31´34; Jn.13,36-38). Y otros nos lo iluminan)

“Somos un pueblo que camina” casi siempre a paso lento, a veces tropezando y hasta cayendo, en ocasiones dando marcha atrás. Pero como comunidad queriendo mantener el Espíritu del Evangelio, el seguimiento de Jesús de Nazaret.  Todos cometemos fallos. Todos tenemos momentos malos y necesitamos poder empezar de nuevo, tener una nueva oportunidad. Jesús nos invita, sobre todo, a actuar con paciencia, acercándonos de manera personal y amistosa a quién está actuando de manera equivocada.  ¡Cuánto bien nos puede hacer a todos esa observación oportuna, ese apoyo sincero en el momento que nos hemos desorientado! Toda persona es capaz de salir de su cerrazón, de su pecado y volver a la razón y a la bondad. Pero necesitamos alguien que nos ame de verdad que nos invite a interrogarnos y nos contagie un deseo de verdad y generosidad.

  • Jesús ha venido a traer un nuevo tipo de relaciones, y nos llama a cada uno, a cada comunidad para ponerlas en práctica y extenderlas por todas partes: Relaciones de libertad, amabilidad, comprensión, desbloqueos, pero con amor. Relaciones de esperanza, de escucha, de perdón y a la vez si es necesario exigencia mutua. Cada uno podemos continuar esta lista contemplando  el vivir y actuar de Jesús de Nazaret.
  • La insistencia de Jesús en la ayuda al hermano que peca (y…¡todos pecamos!) y el amor al prójimo, nos dice que no debemos poner límite a la capacidad de amar, de perdonar, de ayudarnos.
    En la Eucaristía, centro de la vida cristiana, celebración de la comunidad, unidos confesamos  al comenzar nuestro pecado: “de pensamiento, palabra, obra y omisión” Todos, necesitamos CONVERSIÓN.
  • ORACIÓN

Jesús de Nazaret, haznos descubrir el valor de la comunidad, como lo vivieron tus discípulos, sabiendo que Tú nos acompañas…
Ayúdanos a descubrir y vivir que “donde hay dos o más reunidos en tu nombre”
Tú está en medio de ellos.
Aviva en nosotros, en la sociedad y en la Iglesia, los derechos humanos, ante el sufrimiento de los más débiles. A no desentendernos de los otros.

Reconocemos que, sin tu ayuda, no podemos superar  nuestra pequeñez.
Tú, a todos perdonas, porque eres amigo de la vida.

Te damos gracias, porque tú lo viviste así y en ti encontramos la motivación para aprender a amar y perdonar, para sentir como propias las alegrías y las dificultades de los demás.

Que el saber que estás en medio de nosotros, nos haga vivir mirando, pensando y haciendo el bien a todos, en especial, al que más lo necesite o se haya alejado de Ti.

Que vivamos el sentido de comunidad Eclesial, con fuerza y entrega, lo mismo  en las pequeñas comunidades que luego nos unimos en la Eucaristía para darte gracias, y renovar nuestra entrega.
Para todo esto, necesitamos la fuerza del Espíritu mediante la reflexión de la Palabra, la oración, el compromiso  y todo como decimos celebrándolo con alegría, unidos en la Eucaristía. AMÉN.  ZURIÑE

 

 

 

«SOLO EN UNA RELACIÓN HUMANA SE HACE PRESENTE DIOS», Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos

FE ADULTA

Mt 18, 15-20

Del capítulo 16 hemos pasado al 18. Mateo comienza una serie de discursos sobre la comunidad. Es la primera vez que se emplea el término “hermano” para designar a los miembros de la comunidad. Hay que notar que este texto está a continuación de la parábola de la oveja perdida, que termina con la frase: “Así vuestro Padre no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”. El tema de hoy no es el perdón. Los textos lo dan por supuesto y van mucho más allá al tratar de ganar al hermano que ha fallado.

Lo que nos relata el evangelio de hoy, es seguramente reflejo de una costumbre de la comunidad de Mateo. Se trata de prácticas que ya se llevaban a cabo en la sinagoga. En este evangelio es muy relevante la preocupación por la vida interna de la comunidad (Iglesia). El evangelio nos advierte que no se parte de una comunidad de perfectos, sino de una comunidad de hermanos,que reconocen sus limitaciones y necesitan el apoyo de los demás para superar sus fallos. Los conflictos pueden surgir en cualquier momento, pero lo importante es estar preparados para superarlos.

Encontramos dificultades en el mismo texto. En muchos códices dice: “Si tu hermano peca contra ti” o “te ofende”.  La última parte falta en algunos importantes, como el Sinaiticus y el Baticanus. En cuanto a las traducciones, la opinión esta dividida casi al cincuenta por ciento. Incorporan el “contra mí”: La Vulgata,  la de P. Bover, Nacar-Colunga y la de J. Mateos-J. L. Schökel. Lo eliminan del texto, la Biblia de Jerusalén, la de La casa de la Biblia, La litúrgica. La Nueva Biblia Americana lo pone entre paréntesis, que es la mejor solución, porque no hay razones definitivas ni para ponerlo ni para quitarlo.

En caso de aceptar “contra ti”, se trataría de ofrecer perdón por parte del ofendido; en contra de toda lógica que nos dice que el que debe pedir perdón es el que ofende. Pero tiene el peligro de entenderlo como un conflicto puramente personal en el que, solo en última instancia, intervendría la comunidad como sancionadora. La continuación al texto que hemos leído hoy, parece apostar por la opción de “contra mí”, porque Pedro pregunta: “¿cuántas veces tengo que perdonar?” Incluso J. Mateo traduce: “Señor, y si mi hermano me sigue ofendiendo, ¿Cuántas veces le tengo que perdonar? Muy coherente.

La otra versión: “Si tu hermano peca”, Tiene el peligro de que lo  entendamos como una falta abstracta, sin referencia ni a un individuo ni a la comunidad. Esto nos haría perder la perspectiva histórica. La práctica penitencial de los primeros siglos se fue desarrollando en torno a los pecados contra la comunidad, no se tenía en cuenta, ni se juzgaba la actitud personal con relación a Dios, sino el daño que se hacía a la comunidad. La respuesta de la comunidad no juzgaría la situación personal del que ha fallado sino su relación con la comunidad, que tiene que velar por el bien de todos sus miembros.

“Atar y desatar”. Es una imagen del AT muy utilizada ya por los rabinos de la época; aquí se refiere a la capacidad de aceptar a uno en la comunidad o de excluirlo de ella. Así lo entendieron también las primeras comunidades, cuyos miembros eran judíos. El concepto de pecado, como ofensa a Dios que necesita también el perdón de Dios, tal como lo entendemos hoy, aún tardaría siglos en surgir. No podemos entender el texto como un poder conferido por Dios para perdonar las ofensas contra Él.

“Todo lo que atéis en la tierra…” Hace dos domingos, el mismo Mateo decía exactamente lo mismo, referido a Pedro. ¿Cuál de los dos textos estará en la verdad? Solo hay una solución: Pedro actúa como cabeza de la comunidad. En el evangelio de Mateo no se encuentra un solo dato que haga pensar en una autoridad que toma decisiones. Teniendo en cuenta el contexto, podemos concluir, que son las personas individuales las que tienen que acatar el parecer de la comunidad y no al revés, como se nos quiere hacer ver.

“Donde dos estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Dios está identificado con cada una de sus criaturas, pero solo se manifiesta (está en medio) cuando hay por lo menos dos. La relación humana es el único marco para que Dios se haga patente. Hoy sabemos que también las relaciones con los animales e incluso con la naturaleza tienen que ser verdaderamente humanas. Se trata de estar identificados con la actitud de Jesús, es decir, buscando únicamente el bien del hombre, de todos los seres humanos, también de los que no pertenecen al grupo.

Es imposible cumplir hoy ese encargo de la corrección fraterna porque está pensado para una comunidad, y lo que hoy falta es precisamente esa comunidad. No obstante, lo importante no es la norma concreta, que responde a una práctica de la comunidad de Mateo, sino el espíritu que la ha inspirado y debe inspirarnos a nosotros la manera de superar los enfrentamientos a la hora de hacer comunidad.

La comunidad es la última instancia de nuestras relaciones con Dios y con los demás. Insiste en que hay que agotar todos los cauces para hacer salir al otro de su error, pero una vez agotados todos los cauces, la solución no es la eliminación del otro, sino la de apartarlo, con el fin de que no siga haciendo daño a la comunidad. La solución final manifiesta la incapacidad de la comunidad para convencer al otro de su error. Si la comunidad tiene que apartarlo es que no tiene capacidad de integrarlo.

El sentido de la comunidad es la ayuda mutua. La Iglesia debe ser sacramento (signo) de salvación para todos. Hoy día no tenemos conciencia de esa responsabilidad. Pasamos olímpicamente de los demás. Seguimos enfrascados en nuestro egoísmo incluso dentro del ámbito de lo religioso. El fallo más letal de nuestro tiempo es la indiferencia. Martín Descalzo la llamó “la perfección del egoísmo”. Otra definición que me ha gustado es esta: “es un homicidio virtual”. Seguramente es hoy el pecado más extendido en nuestras comunidades.

Cualquier persona que vaya, sin saberlo, por un camino equivocado, agradecería que alguien le indicara su error y le mostrara el verdade­ro camino. Si una persona que camina por la carretera hacia Andalucía, te dice que se dirige a Santander, le harías ver que está equivocado.  Si al hacer hoy la corrección fraterna, damos por supuesto que el otro tiene mala voluntad, (concepto moderno de pecado) será imposible que te acepte la rectifi­ca­ción. Desde esa perspectiva estás dando por supuesto que tú eres bueno y el otro malo.

La corrección fraterna no es tarea fácil, porque el ser humano tiende a manifestar su superioridad. En este caso puede suceder por partida doble. El que corrige puede humillar al corregido queriendo hacer ver su superioridad moral. Aquí tenemos que recordar las palabras de Jesús: ¿Cómo pretendes sacar la mota del ojo del tu hermano teniendo una viga en el tuyo? El corregido puede rechazar la corrección por falta de humildad. Por ambas partes se necesita un grado de madurez humana no fácil de alcanzar.

Partiendo de que todo pecado es un error, lo que falla en realidad es la capacidad de los cristianos para convencer al otro de su equivocación, y que siguiendo por ese camino se está apartando de la meta que él mismo pretende conseguir. Una buena corrección tiene que dejar claro que buscamos el bien del corregido. No solo se aleja él de la plenitud humana sino que impide o dificulta a los demás caminar hacia esa meta. Apartado de los demás, ningún hombre conseguiría el más mínimo grado de humanidad.

Meditación-contemplación

“El que ama tiene cumplido el resto de la Ley”.

La preocupación por los demás es una quimera,

si no partimos de un verdadero amor.

No se responsabiliza uno de los demás por programación.

……………………

La máxima manifestación de desamor, es la indiferencia.

Camuflarla bajo el manto del respeto o la tolerancia, es cobardía.

Si no me comprometo con el bien espiritual del otro,

es que su presente y su futuro me importan un comino.

……………………

Debo ir al encuentro del otro para ayudarle a ser él mismo,

sin juzgarle, sin tener en cuanta su bondad o maldad.

Si no busco con interés el bien del hermano,

mi propia plenitud humana quedará en entredicho.

………………

Fray Marcos

 

23. IGANDEA URTEAN ZEHAR, «GURE ARTEAN DAGO – ENTRE NOSOTROS» José A. Pagola

GURE ARTEAN DAGO-ESTÁ ENTRE NOSOTROS

Mat. 18, 15-20

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

ECLESALIA,: Jesusen hitzak, Mateok dakartzanak, joan-etorri handikoak dira kristau-elkarteen bizitzarako; halaz guztiz, arreta txikia eskaintzen diete askotan iruzkingileek eta predikariek. Hona Jesusen promesa: «Nire izenean bi edo hiru lagun elkartuko diren lekuan, han nagoke ni haien artean».

Jesusek ez ditu buruan ospakizun jende-jendetsuak, Erromako San Pedro plazakoak bezalakoak. Bi edo hiru bakarrik badira ere, han dagoke bera haien artean. Ez da beharrezkoa han hierarkia egotea; ez da beharrezkoa jende asko egotea elkarturik.

«Elkarturik egotea» da garrantzizkoa, eta ez barreiaturik, eta ez mokoka bata bestearen aurka: ez daitezela bizi batak besteari izena nola kenduko. «Jesusen izenean» bilduak izatea da funtsezko gauza: haren deia entzutea, Jainkoaren Erreinuaz duen hark duen egitasmoarekin bat egitea. Talde txikiaren erdigunea Jesus bera izatea.

Jesusen presentzia bizi eta egiazko honek animatu, gidatu eta sostengatu behar du haren jarraitzaileen elkarte txikia. Jesusek arnastu behar ditu taldetxoaren otoitza, ospakizuna, egitasmoak eta jarduerak. Presentzia hau da kristau-elkarte bizi baten giltzarria.

Kristauok ezin bildu gara nolanahi, gaur egun, geure talde eta elkarteetan: ohituraz, hala egiten delako, eginbehar erlijioso bat betetzeko. Asko edo, agian, gutxi izango gara. Garrantzizkoa Jesusen izenean elkartzea da, hark tira egiten digulako eta mundua gizakoiago egiteko haren egitasmoari aurrera eragiteko.

Biziberritu beharra dugu Jesusen elkartea garelako ustea. Haren Ebanjelioa entzuteko elkartzen gara, haren oroitzapenari bizi-bizi eusteko, haren Espirituak guztiok kutsatu gaitzan, haren pozari eta bakeari geure artean harrera ona eskaintzeko, haren Berri Ona hots egiteko.

Kristau-fedearen etorkizuna, hein handi batean, kristauon baitan dago, geure elkarte jakinetan, ondorengo hamarraldietan, egingo dugunaren baitan. Ez da aski Frantzisko aita santuak Vatikano inguruan egin lezakeena. Ezin jarri dugu geure esperantza ondorengo urteotan ordenatuko den apaiz-taldetxoan ere. Jesu Kristo da gure esperantza bakarra.

Geure kristau-elkarteen erdigunetzat behar dugu hartu Jesus; hark bakarrik ematen ahal dio indarra gure fede ahitu eta errutinazkoari; ark bakarrik erakar ditzake gaur egungo gizon-emakumeak; hark bakarrik sor dezake fede berri bat federik eza nabari zaion gaurko mundu honetan. Elizaren erdi-erdiko guneak eraberritze premia gorrikoa da. Erreformarako dekretuak beharrezkoak dira. Baina ezer ez, Jesu Kristoren errotikotasunera itzultzea baino beharrezkoagorik.

ESTÁ ENTRE NOSOTROS

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA,  Aunque las palabras de Jesús, recogidas por Mateo, son de gran importancia para la vida de las comunidades cristianas, pocas veces atraen la atención de comentaristas y predicadores. Esta es la promesa de Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Jesús no está pensando en celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo sean dos o tres, allí está él en medio de ellos. No es necesario que esté presente la jerarquía; no hace falta que sean muchos los reunidos.

Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo.

Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el “secreto” de toda comunidad cristiana viva.

Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.

Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús. Nos reunimos para escuchar su Evangelio, para mantener vivo su recuerdo, para contagiarnos de su Espíritu, para acoger en nosotros su alegría y su paz, para anunciar su Buena Noticia.

El futuro de la fe cristiana dependerá en buena parte de lo que hagamos los cristianos en nuestras comunidades concretas las próximas décadas. No basta lo que pueda hacer el Papa Francisco en el Vaticano. No podemos tampoco poner nuestra esperanza en el puñado de sacerdotes que puedan ordenarse los próximos años. Nuestra única esperanza es Jesucristo.

Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad. La renovación de las instancias centrales de la Iglesia es urgente. Los decretos de reformas, necesarios. Pero nada tan decisivo como el volver con radicalidad a Jesucristo. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

PEDRO, PORTAVOZ DE SATANÁS, Y LA PARÁBOLA DEL MALETÍN Y EL JOYERO

José Luis Sicre
FE ADULTA

En el evangelio del domingo anterior, Pedro, inspirado por Dios, confiesa a Jesús como Mesías. Inmediatamente después, dejándose llevar por su propia inspiración, intenta apartarlo del plan que Dios le ha encomendado. El relato lo podemos dividir en tres escenas.

Primera escena: Jesús y los discípulos (primer anuncio de la pasión y resurrección)

Pedro acaba de confesar a Jesús como Mesías. Él piensa en un Mesías glorioso, triunfante. Por eso, Jesús considera esencial aclarar las ideas a sus discípulos. Se dirigen a Jerusalén, pero él no será bien recibido. Al contrario, todas las personas importantes, los políticos (“ancianos”), el clero alto (“sumos sacerdotes”) y los teólogos (“escribas”) se pondrán en contra suya, le harán sufrir mucho, y lo matarán. Es difícil poner de acuerdo a estas tres clases sociales. Sin embargo, aquí coinciden en el deseo de hacer sufrir y eliminar a Jesús. Pero todo esto, que parece una simple conjura humana, Jesús lo interpreta como parte del plan de Dios. Por eso, no dice a los discípulos: «Vamos a Jerusalén, y allí una panda de canallas me va a perseguir y matar», sino «tengo que ir» a Jerusalén a cumplir la misión que Dios me encomienda, que implicará el sufrimiento y la muerte, pero que terminará en la resurrección.

Para la concepción popular del Mesías, como la que podían tener Pedro y los otros, esto resulta inaudito. Sin embargo, la idea de un personaje que salva a su pueblo y triunfa a través del sufrimien­to y la muerte no es desconocida al pueblo de Israel. La expresó un profeta anónimo, y su mensaje ha quedado en el c.53 de Isaías sobre el Siervo de Dios.

Segunda escena: Pedro y Jesús (vuelven las tentaciones)

Jesús termina hablando de resurrección, pero lo que llama la atención a Pedro es el «padecer mucho» y el «ser ejecutado». Según Mc 8,32, Pedro se puso entonces a reprender a Jesús, pero no se recogen las palabras que dijo. Mateo describe su reacción con más crudeza: «se lo llevó aparte y se puso a increparle: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte!» Ahora no es Dios quien habla a través de Pedro, es Pedro quien se deja llevar por su propio impulso. Está dispuesto a aceptar a Jesús como Mesías victorioso, no como Siervo de Dios. Y Jesús, que un momento antes lo ha llamado «bienaventurado», le responde con enorme dureza: «¡Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar!»

Estas palabras traen a la memoria el episodio de las tentaciones a las que Satanás sometió a Jesús después del bautismo. El puesto del demonio lo ocupa ahora Pedro, el discípulo que más quiere a Jesús, el que más confía en él, el más entusiasmado con su persona y su mensaje. Y Jesús, que no vio especial peligro en las tentaciones de Satanás, ve aquí un grave peligro para él. Por eso, su reacción no es serena, como ante el demonio; no aduce tranquilamente argumentos de Escritura para rechazar al tentador, sino que está llena de violencia: «tú piensas como los hombres, no como Dios.» Los hombres tendemos a rechazar el sufrimiento y la muerte, no los vemos espontáneamente como algo de lo que se pueda sacar algún bien. Dios, en cambio, sabe que eso tan negativo puede producir gran fruto.

Esta función de tentador que desempeña Pedro en el pasaje y la reacción tan enérgica de Jesús nos recuerdan que las mayores tentaciones para nuestra vida cristiana no proceden del demonio, sino de las personas que están a nuestro lado y nos quieren. Frente a una mentalidad que mitifica y exagera el peligro del demonio en nuestra vida, es interesante recordar este episodio evangélico y unas palabras de santa Teresa que van en la misma línea. Después de contar las dudas e incerti­dumbres por las que atravesó en muchos momentos de su vida, causadas a veces por confesores que le hacían ver el demonio en todas partes, resume su experiencia final: «…tengo yo más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada, y estotros, en especial si son confe­sores, inquietan mucho, y he pasado algunos años de tan gran trabajo, que ahora me espanto cómo lo he podido sufrir» (Vida, cap. 25, nn.20-22).

Tercera escena: Jesús y los discípulos (parábola del maletín y el joyero)

No se conocían de nada, sólo les unió compartir dos asientos de primera clase. Ella colocó en el compartimento un elegante estuche con sus joyas. Él, un pesado maletín con su portátil y documentos de sumo interés. El pánico fue común al cabo de unas horas, cuando vieron arder uno de los motores y oyeron el aviso de prepararse para un aterrizaje de emergencia. Tras el terrible impacto contra el suelo, ella renunció a sus joyas y corrió hacia la salida. Él se retrasó intentando salvar sus documentos. El cadáver y el maletín los encontraron al día siguiente, cuando los bomberos consiguieron apagar el incendio. Extrañamente, ella recuperó intacto el estuche de sus joyas.

En tiempos de Jesús no había aviones, y él no pudo contar esta parábola. Pero le habría servido para explicar la enseñanza final de este evangelio. Para entender esta tercera parte conviene comenzar por el final, el momento en el que el Hijo del Hombre vendrá a pagar a cada uno según su conducta. En realidad, sólo hay dos conductas: seguir a Jesús (salvar la vida, renunciando al joyero) o seguirse a uno mismo (salvar el maletín a costa de la vida). Seguir a Jesús supone un gran sacrificio, incluso se puede tener la impresión de que uno pierde lo que más quiere. Seguirse a uno mismo resulta más importante, salvar la vida y el maletín. Pero el avión está ya ardiendo y no caben dilaciones. El que quiera salvar el maletín, perderá la vida. Paradójicamente, el que renuncia al joyero salva la vida y recupera las joyas.

José Luís Sicre