TEXTOS LITÚRGICOS, Domingo 11 T.O. 12-06-2016

2Samuel 12, 7-10. 13
Servicios Koinonia

El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás

En aquellos días, Natán dijo a David: «Así dice el Señor, Dios de Israel: «Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor, puse sus mujeres en tus brazos, te entregué la casa de Israel y la de Judá, y, por si fuera poco, pienso darte otro tanto.

¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo que a él le parece mal? Mataste a espada a Urías, el hitita, y te quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías.»»

David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!»

Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.»

Gálatas 2, 16. 19-21

Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí

Hermanos: Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús.

Por eso, hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por cumplir la Ley.

Porque el hombre no se justifica por cumplir la Ley.

Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios.

Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Yo no anulo la gracia de Dios.

Pero, si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil.

Lucas 7, 36-8, 3

Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»

Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.»

Él respondió: «Dímelo, maestro.»

Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»

Simón contesto: «Supongo que aquel a quien le perdonó más.»

Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente.»

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»

Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados.»

Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?»

Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»

Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

 

LA VIDA PREVALECE SIEMPRE. LA MUERTE FÍSICA COMO SÍMBOLO, Fray Marcos

LA VIDA PREVALECE SIEMPRE. LA MUERTE FÍSICA COMO SÍMBOLO

Escrito por  Fray Marcos
FE ADULTA

Lc 7, 11-17

Celebrada la Ascensión, hemos retomado el tiempo ordinario, pero como los domingos siguientes tenemos las tres grandes fiestas de Pentecostés, Trinidad y Corpus, aún no habíamos retomado la celebración de los domingos de ese tiempo litúrgico. Se trata del periodo más largo del año litúrgico, que nos llevará hasta el nuevo año con el Adviento. Como sabéis, este año nos toca leer el evangelio de Lc. Este evangelio es el que más se preocupa de la vida cotidiana de Jesús, para Lc, Jesús predica más con lo que hace que con lo que dice. Refleja como ningún otro la reacción de Jesús ante el sufrimiento de la gente, sobre todo de los pobres y marginados; por eso se le suele llamar el evangelio de la misericordia.

El contexto general del evangelio que leemos, nos sumerge en la normalidad de lo que solía hacer Jesús. Acompañado de sus discípulos, recorre los caminos de Galilea, llevando a todas partes la palabra de Dios y la ayuda a la gente que se siente abandonada. En Lc se aprecia mejor esta manera de actuar, porque acompaña siempre los relatos con todo lujo de detalles, que nos permiten adentrarnos en el ambiente en que se producían los “milagros”. En el relato que leemos hoy, la gente que acompañaba a Jesús y la que acompañaba a la viuda se aúna en el reconocimiento de lo que es Jesús y con ello dar gloria a Dios.

En el evangelio de hoy se nos narra un episodio espectacular, la resurrección del hijo único de una viuda. Es muy difícil precisar en este texto qué es lo que pasó realmente. Sorprende que un acontecimiento como la resurrección de un muerto se narre en un evangelio y se ignore en otros. La única resurrección que se encuentra en los tres sinópticos es la de la hija de Jairo. Y en los tres se pone en boca de Jesús esta frase: “la niña no está muerte, está dormida”. También nos tiene que hacer pensar el paralelismo que existe entre este texto y la resurrección del hijo de la viuda de Sarepta por el profeta Elías, que hemos leído en la primera lectura. Con frecuencia se toma el AT como modelo para explicar lo que es Jesús.

En todo caso, lo que quiere resaltar el relato, no es el milagro en sentido estricto, sino el poder de Jesús de dar Vida trascendente, significada en esa vida fisiológica recuperada. De grandes profetas del AT se narraban resurrecciones. Es muy fácil que la tradición intentara con estos relatos potenciar la idea de que Jesús era un gran profeta, que no podía ser menos que lo más grandes del AT. Esta interpretación solo se dio después de una larga reflexión en las primeras comunidades sobre lo que Jesús significaba para ellas. De hecho el relato termina dando gloria a Dios porque ha visitado a su pueblo con el envío de una gran profeta.

Desde que existen los periodistas y los sucesos se narran según lo que pasó realmente no se ha vuelto a hablar de resurrecciones. Aunque es verdad que se ha constatado la vuelta a la vida de personas que se habían dado por muertas. El principal argumento para superar esta trampa no es que Dios tenga o no tenga poder para hacer tal cosa, sino el absurdo que supone obligar a Dios a entrar en nuestra dinámica y quedarnos tan contentos porque Él cambia de criterio y vuelve a hacer el mundo tal como nos gustaría a nosotros.

Para valorar este relato debemos tener en cuenta el ambiente en que se narra. Las mujeres no contaban en aquella época. Una viuda no tenía posibilidad de desenvolverse ni socialmente ni económicamente. La única salvación de una viuda era el hijo, por eso se resalta que era único, es decir la única esperanza de la viuda. La muerte del hijo de una viuda se consideraba un durísimo castigo de Dios. En el relato, Jesús quiere dejar claro que en ningún caso la actitud de Dios es la de castigar a nadie, y menos a una pobre viuda.

Debemos tener muy en cuenta que con frecuencia encontramos en los evangelios una profunda crítica de un mesianismo milagrero. Sin duda fue uno de los mayores peligros de interpretar equivocadamente a Jesús. En el c. 6 del evangelio de Juan, después de la multiplicación de los panes les dice a los que le buscaban para proclamarle rey: “Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros». El objetivo de la vida de Jesús no fue satisfacer las necesidades materiales de los judíos de su tiempo.

Esa tentación es todavía muy fuerte entre nosotros. No hay más que examinar nuestras oraciones litúrgicas o echar un vistazo por Lourdes o Fátima para comprenderlo. Intentamos a toda costa fabricarnos un Dios todopoderoso que acto seguido, intentamos poner a nuestro servicio. Él accederá a nuestras peticiones con tal de que nos comportemos como él quiere. Es la misma dinámica que tenían los hombres del Paleolítico. Aplacar a Dios, tenerle contento porque de esa manera no empleará su omnipoten­cia contra nosotros, sino contra otros.

Podemos descubrir un simbolismo profundo entre la muchedumbre que acompaña a la viuda identificados con la muerte y sin solución para esa situación extrema y Jesús y el gentío que le acompaña, que vienen transformados por la Vida que él mismo les está comunicando. La muerte y la Vida se encuentran pero la Vida es más fuerte que la muerte y termina por envolverles a todos. Todos proclaman la gloria de Dios que les ha llevado a la Vida.

Hay un dato en el relato muy interesante. Nadie le pide a Jesús que haga algo por la viuda. Es él el que se siente movido por la compasión (le dio lástima). Este hecho nos hace comprender la calidad humana de Jesús que a su vez, es reflejo de lo que sería Dios si pudiera actuar como nosotros. La compasión es, para mí, la manera más certera de hablar de una verdadera humanidad. Se ha dicho muchas veces que el mensaje cristianos se resume en el amor. Creo que mucho más acertada es la palabra compasión para hablar de la misma realidad.

No es preciso tener la capacidad de resucitar a un muerto par ser testigos de la vida y llevar vida a todas partes. Todos tenemos la obligación de llevar alegría y optimismo a donde vayamos. No son las carencias naturales (dolor, enfermedad, muerte) lo que nos impide ser felices. Es la actitud ante ellas lo que nos impide descubrir las inmensas posibilidades que todos tenemos a pesar de esas limitaciones. Solo si despliego esas posibilidades en mí, estaré preparado para ayudar a los demás a descubrir las suyas, a pesar de sus limitaciones.

La gran tentación es exigirle a Dios que nos saque de nuestras limitaciones. Muchas veces nos ha metido por este callejón sin salida la misma religión. Nuestras limitaciones no son accidentes, son completamente naturales. No es que a Dios le saliera mal la creación y ahora tiene que andar con parches. Ni el mismo Dios podía hacer una creación sin limitaciones. Por eso es ridículo creer en un Dios que pudiera sacarnos de esas situaciones que consideramos insufribles, pero no lo hace porque está encantado con vernos sufrir.

Por muchas y radicales que sean nuestras carencias, debíamos tomar conciencia de que es mucho más lo que tenemos que lo que podemos echar de menos. Lo que nos falta no puede anular lo que tenemos. La obsesión por lo que nos falta, sea de orden físico o moral, nos impide con mucha frecuencia apreciar y desarrollar nuestras posibilidades en ambos sentidos. Aceptar las limitaciones de todo orden, es el primer paso para descubrir el camino de nuestra verdadera salvación, siempre al alcance de la mano, aunque no nos enteremos.

Los dos comentarios finales del evangelista son muy importantes para la interpretación del relato. “Un gran profeta ha surgido entre nosotros” y “Dios ha visitado a su pueblo”. Esa es precisamente la intención de todo el evangelio, presentar a Jesús como enviado de Dios para bien de todos. La toma de conciencia de que Dios no abandona a su pueblo sino que sigue en medio de él para ayudarle a superar sus traumas. Recordemos la perspectiva mítica desde la que está escrito el evangelio. Hoy sabemos que Dios no actúa desde fuera sino que está siempre implicado en la marcha de todos y cada uno de los seres humanos.

 

Meditación-contemplación

La muerte no es nada, las limitaciones son ausencia de ser.
Lo real es lo que soy y puedo desplegar.
Si dejo de pensar en mis carencias,
me asombraré de la riqueza que tengo al alcance de la mano.
……………

También en el orden espiritual es verdad lo dicho.
Empeñarnos en no tener fallos es frustrante,
porque fallos los tendrás hasta la hora de morir.
Fíjate más en todo lo que puedes hacer bien cada día.
……………

Tampoco te dediques a mirar con lupa los fallos de los demás.
Todos son mucho más que esos fallos que puedes detectar.
Hacerles ver lo bueno que hay en ellos,
puede animarles mucho más a ser mejores.
……………

Entrada
A los que todavía caminamos envueltos en la sombra de la muerte,
Ayúdanos a descubrir la verdadera Vida ya a vivirla,
Como hizo Jesús el ungido, nuestro modelo humano y divino.

Ofrendas
Que descubramos en este pan y este vino, tu presencia como Vida-Amor,
Para que nos ayude a desplegar esa misma Vida.

Despedida
Hoy también te damos gracias
Porque sabemos que tu Vida nos atraviesa
Y nos das fuerza para vivirla y comunicarla.

 

Fray Marcos

 

 

Urteko 10. igandea – 10º domingo Tiempo Ordinario, José A. Pagola

C (Lukas 7,11-17)

Evangelio del 05/Jun/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

SUFRIMENDUA AINTZAT HARTU BEHARRA – EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO

Jesus Nainera iritsi da, herrixka horretan gertaera triste bat bizi dute. Honetan, Jesus bidez dator, ikasleak eta jendetza handi bat bidelagun dituela. Hileta-segizioa irten da herrixkatik hilerrirantz. Ama alargun bat, auzokoak lagun, bere seme bakarrari lur ematera doa.

Hitz gutxitan, emakume horren egoera tragikoa deskribatuko digu Lukasek. Alarguna da, ez du gizonezkoek kontrolatzen duten gizarte hartan zainduko eta babestuko lukeen senarrik. Seme bakarra zuen, baina hau ere hil zaio. Emakumeak ez du ezer esaten. Soilik, negar egiten du. Zer izango da hartaz?

Ustekabekoa izan da topo egitea. Nainen ere Jainkoaren Berri Ona hots egitera zetorren Jesus. Nola erreakzionatuko du orain? Kontakizunaren arabera, «Jaunak begiratu zion,hunkitu zen eta esan zion: Ez dezazula negarrik egin». Nekez deskriba daiteke hobeto Jainkoaren errukiaren Profeta.

Emakumea ez du ezaguna, baina astiro jarri zaio begira. Jabetu da haren minaz eta bakardadeaz, eta hezurretaraino hunkitu da. Emakume hura lur joa ikustea bihotzeraino iritsi zaio. Bat-batekoa izan da Jesusen erreakzioa: «Ez dezazula negarrik egin». Jesusek ezin ikusi du inor ere negarrez. Esku hartu beharra du.

Ez da hasi buruari jiraka. Hilkutxara hurbildu, segizioa geldiarazi eta hildakoari diotso: «Mutikoa, hiri ari natzaik, jaiki hadi». Gaztea zutitu eta hitz egiten hasi denean, Jesusek «amari eman dio», negar egiteari utz diezaion. Elkarrekin dira berriro ama-semeak. Ama ez da jada bakarrik egongo.

Gauza xume dirudi honek guztiak. Kontakizunak ez du azpimarratu Jesusek egin berria duenaren mirarizko alderdia. Soilik, hartan Jainkoaren errebelazioa ikustera gonbidatzen ditu irakurleak, errukiaren Misterio eta biziaren Indar den aldetik, herioaren beraren eskuetatik libratzeko gai den aldetik. Jainkoaren errukiak du bihurtzen Jesus hain sentibera jendearen sufrimenduaren aurrean.

Ahalik eta lasterren berreskuratu beharra dugu Elizan errukia, Jesusen jarraitzaileen biziera berezi bezala. Izen ona galarazi dion sentimendu- eta moraltasun-gexala darion ikusmoldetik liberatu beharra dugu errukia. Zuzentasuna berekin duen errukia da Jesusen agindu handia: «Izan errukitsu zuen Aitak duen errukiaz».

Inoiz baino beharrezkoagoa dugu gaur egun erruki hau. Botere-mailatik, beste edozein gauza hartzen da kontuan biktimen sufrimendua baino lehen. Mindunik eta galtzailerik ez balego bezala jokatu ohi da. Jesusen elkarteetatik haserre handi baten garrasiak atera behar du: errugabeen sufrimendua aintzat hartu behar da; ezin onartu da gizartean gauza normala bailitzan, zeren onartezina baitu Jainkoak. Hark ez du ikusi nahi inor ere negarrez.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

10 Tiempo ordinario – C (Lucas 7,11-17)

Evangelio del 05/Jun/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO

Jesús llega a Naín cuando en la pequeña aldea se está viviendo un hecho muy triste. Jesús viene del camino, acompañado de sus discípulos y de un gran gentío. De la aldea sale un cortejo fúnebre camino del cementerio. Una madre viuda, acompañada por sus vecinos, lleva a enterrar a su único hijo.

En pocas palabras, Lucas nos ha descrito la trágica situación de la mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja en aquella sociedad controlada por los varones. Le quedaba solo un hijo, pero también este acaba de morir. La mujer no dice nada. Solo llora su dolor. ¿Qué será de ella?

El encuentro ha sido inesperado. Jesús venía a anunciar también en Naín la Buena Noticia de Dios. ¿Cuál será su reacción? Según el relato, «el Señor la miró, se conmovió y le dijo: No llores». Es difícil describir mejor al Profeta de la compasión de Dios.

No conoce a la mujer, pero la mira detenidamente. Capta su dolor y soledad, y se conmueve hasta las entrañas. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro. Su reacción es inmediata: «No llores». Jesús no puede ver a nadie llorando. Necesita intervenir.

No lo piensa dos veces. Se acerca al féretro, detiene el entierro y dice al muerto: «Muchacho, a ti te lo digo, levántate». Cuando el joven se reincorpora y comienza a hablar, Jesús «lo entrega a su madre» para que deje de llorar. De nuevo están juntos. La madre ya no estará sola.

Todo parece sencillo. El relato no insiste en el aspecto prodigioso de lo que acaba de hacer Jesús. Invita a sus lectores a que vean en él la revelación de Dios como Misterio de compasión y Fuerza de vida, capaz de salvar incluso de la muerte. Es la compasión de Dios la que hace a Jesús tan sensible al sufrimiento de la gente.

En la Iglesia hemos de recuperar cuanto antes la compasión como el estilo de vida propio de los seguidores de Jesús. La hemos de rescatar de una concepción sentimental y moralizante que la ha desprestigiado. La compasión que exige justicia es el gran mandato de Jesús: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».

Esta compasión es hoy más necesaria que nunca. Desde los centros de poder, todo se tiene en cuenta antes que el sufrimiento de las víctimas. Se funciona como si no hubiera dolientes ni perdedores. Desde las comunidades de Jesús se tiene que escuchar un grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado socialmente como algo normal pues es inaceptable para Dios. Él no quiere ver a nadie llorando.

José Antonio Pagola

 

Evangelio del domingo 5 junio 2016, Lucas 7, 11-17

¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores.»

Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.»

La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

La historia de la viuda de Sarepta y del profeta Elías, según la primera lectura, marcará profundamente la fe de Israel. La generosidad de una mujer, que comparte desde su pobreza lo poco que tiene, conmueve al profeta Elías y al mismo corazón de Dios, hasta el punto de compensarla con el regalo de la vida. Elías por su parte, es recordado como un gran profeta y, como vemos, su misión va más allá de las fronteras del judaísmo. Muchos creyeron que Juan Bautista, e incluso Jesús, eran el nuevo Elías. La historia de este milagro nos invita a confiar profundamente en Dios, pues la confianza traducida en fe posibilitará siempre el cumplimiento de las promesas.

El texto de Gálatas nos advierte que la Buena Nueva anunciada por Pablo viene del propio Jesús. Pablo reconoce sus errores cuando fue perseguidor de la Iglesia cristiana primitiva, pero también agradece el favor de Dios al revelarle a su Hijo Jesús para el anuncio del evangelio en medio de los gentiles. La misión se abre a nuevas fronteras, no hay excusas para seguir cerrados creyendo que la salvación es propiedad exclusiva de los judíos. Jesús insiste en abrir el Reino más allá de las fronteras del judaísmo.

El evangelio de Lucas nos narra hoy un milagro de resurrección por parte de Jesús. Naín era, y continúa siendo, una pequeña aldea cerca de Nazaret. Jesús iba con sus discípulos cuando se cruzaron con el entierro del hijo único de una viuda. Las viudas, según la tradición bíblica, eran vulnerables, y más aún si no tenían en la familia un hijo varón que les garantizara seguridad y dignidad. Sólo el hombre garantizaba para ellas un status dentro de la sociedad, pues eran consideradas de alguna manera «objetos de propiedad», primero del padre y luego de su marido. Eran valoradas especialmente por su condición de procreadoras. La viuda de Naín está pasando por una segunda dura prueba, porque la pérdida de su hijo suponía además la pérdida de dignidad y consideración en la sociedad donde vivía. El llanto de la viuda es el grito silencioso de una mujer que siente no sólo pérdida de su hijo sino también su destino de vulnerabilidad, exclusión y desigualdad. Es el llanto que denuncia el machismo y la discriminación social.

Jesús se conmueve por la suerte de esta mujer, se solidariza, la mira y la toma en cuenta, le pide que no llore, se acerca al féretro… y ordena al muchacho difunto que se levante. Finalmente, Jesús coloca al muchacho con vida en brazos de su madre. Jesús transgrede de nuevo las reglas excluyentes de aquella sociedad, devolviendo la vida y la dignidad a la mujer.

Este evangelio de hoy está recogido en la serie «Un tal Jesús» de los hermanos López Vigil, en el capítulo 38, titulado «Sucedió en Naim»; su audio, guión y comentarios pueden ser recogidos aquí: http://www.radialistas.net/category/un-tal-jesus)

– La serie Otro Dios es posible, de los mismos autores, tiene dos capítulos, el 29 «¿Curó enfermos?», y el 31 «¿Dios hace milagros?», que pueden ser trabajados en relación con el evangelio de hoy. Su guión, audio y documentación complementaria pueden ser recogidos en: http://www.radialistas.net/category/otro-dios-es-posible

 

 

«LA TRINIDAD ES UNA ÚNICA REALIDAD», Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos
Religión Digital

Jn 16, 12-15

De Dios no sabemos ni podemos saber absolutamente nada. Ni falta que nos hace, porque tampoco necesitamos saber lo que es la vida fisiológica, para poder tener una salud de hierro. La necesidad de explicar a Dios es fruto del yo individual que se siente fortalecido cuando se contrapone a todo bicho viviente, incluido Dios. Cuando el primer cristianismo se encontró de bruces con la filosofía griega, aquellos grandes pensadores hicieron un esfuerzo sobrehumano para “explicar” el evangelio desde aquella arrolladora filosofía. Seguro que ellos se quedaron tan anchos, pero el evangelio quedó hecho polvo.

El lenguaje teológico de los primeros concilios, hoy no lo entiende nadie. Los conceptos metafísicos de “sustancia”, “naturaleza” “persona” etc. no dicen absolutamente nada al hombre de hoy. Es inútil seguir empleándolos para explicar lo que es Dios o como debemos entender el mensaje de Jesús. Tenemos que volver a la simplicidad del lenguaje evangélico y a utilizar la parábola, la alegoría, la comparación, el ejemplo sencillo, como hacía Jesús. Todos esos apuntes tienen que ir encaminados a la vivencia no a la razón.

Pero además, lo que la teología nos ha dicho de Dios Trino, se ha dejado entender por la gente sencilla de manera descabellada. Incluso en la teología más tradicional y escolástica, la distinción de las tres “personas”, se refiere a su relación interna (ab intra). Quiere decir que hay distinción entre ellas, solo cuando se relacionan entre sí. Cuando la relación es con la creación (ad extra), no hay distinción ninguna; actúan siempre como UNO. A nosotros solo llega la Trinidad, no cada una de las “personas” por separado. No estamos hablando de tres en uno sino de una única realidadque es relación.

Cuando se habla con mucho énfasis de la importancia que tiene la Trinidad en la vida espiritual de cada cristiano, se está dando una idea falsa de Dios. Lo único que nos proporciona la explicación trinitaria de Dios es una serie de imágenes útiles para nuestra imaginación, pero nunca debemos olvidar que son imágenes. Mi relación personal con Dios siempre será como única realidad. Debemos superar la idea deque “crea” el Padre, “salva” el Hijo y “santifica” el Espíritu. Esta manera de hablar es metafórica. Todo en nosotros es obra del único Dios. ¿Qué sentido puede tener, dirigir las oraciones al Padre Creyendo que es distinto del Hijo y del Espíritu?

Lo que experimentaron los primeros cristianos es que Dios podía ser a la vez y sin contradicción: Dios que es origen, principio, fuente de todo (Padre); Dios que se hace uno de nosotros (Hijo); Dios que se identifica con cada uno de nosotros (Espíritu). Nos están hablando de Dios que no está encerrado en sí mismo, sino que se relaciona dándose totalmente a todos y a la vez permaneciendo Él mismo. Un Dios que está por encima de lo uno y de lo múltiple. El pueblo judío no era un pueblo filósofo, si no vitalista. Jesús nos enseñó que, para experimentar a Dios, el hombre tiene que aprender a mirar dentro de sí mismo (Espíritu), mirar a los demás (Hijo) y mirar a lo trascendente (Padre).

Lo más importante en esta fiesta que estamos celebrando, sería el purificar nuestra idea de Dios y ajustarla cada vez más a la idea que de Él quiso transmitirnos Jesús. Aquí sí que tenemos una amplia tarea por hacer. Como buenos cartesianos, intentamos una y otra vez acercarnos a Dios por vía intelectual. Creer que podemos encerrar a Dios en conceptos, aunque sean los muy sublimes de la filosofía griega, es tan ridículo que no merece la pena gastar un minuto en demostrarlo. La realidad de Dios no podemos comprenderla, no por que sea complicada, sino porque es absolutamente simple y nuestra manera de conocer es analizando y dividiendo la realidad. Toda la teología que se elaboró para explicar la realidad de Dios es absurda, porque Dios ni se puede ex-plicar, ni com-plicar o im-plicar. Dios no tiene partes que podemos analizar por separado.

El entender a Dios como Padre, nos conduce por el camino del poder, de la omnipotencia y la capacidad absoluta de hacer lo que se le antoje. Todos los “poderosos de la tierra” han tenido mucho interés en desplegar esa idea de Dios. Según esa idea, lo mejor que puede hacer un ser humano es parecerse a Él, es decir intentar por todos los medios, ser más, ser grande, tener poder. Pero ¿de qué sirve ese Dios a la inmensa mayoría de los mortales que se sienten insignificantes? ¿Cómo podemos proponerles que su objetivo es identificarse con ese Dios? Por fortuna Jesús nos dice todo lo contrario, y el AT también, porque su Dios, empieza por estar al lado, no del faraón, sino del pueblo esclavo.

Un Dios que premia y castiga, es verdaderamente útil para mantener a ralla a todos los que no se quieren doblegar a las normas establecidas. Machacando a los que nos se amoldan, estoy imitando a Dios que hace lo mismo. Cuando en nombre de Dios prometo el cielo (toda clase de bienes) estoy pensando en un dios que es amigo de los que le obedecen. Cuando amenazo con el infierno (toda clase de males) estoy pensando en un dios que, como haría cualquier mortal, se venga de los que no se someten.

Pensar que Dios utiliza con el ser humano el palo o la zanahoriacomo hacemos nosotros con los animales que queremos domesticar, es hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza y ponernos a nosotros mismos al nivel de los animales. Pero resulta que el evangelio dice todo lo contrario. Dios es amor incondicional y para todos. No nos ama porque somos buenos sino porque Él es bueno. No nos ama cuando hacemos lo que Él quiere, sino siempre. Tampoco nos rechaza por muy malos que lleguemos a ser.

Un dios “que está en el cielo”, puede hacer por nosotros algo de vez en cuando, si se lo pedimos con mucha insistencia y lo merecemos. Pero el resto del tiempo nos deja abandonados a nuestra suerte. Pero ese miedo a que nos abandone a nuestra suerte es muy útil para que los que actúan en su nombre nos obliguen a obedecer sus directrices. El Dios de Jesús está en lo hondo de nuestro ser identificado con nosotros mismos. Siendo el AMOR en nosotros no puede admitir intermediarios. Esto no es útil para ningún poder o institución. Pero ese es el Dios de Jesús. Ese es el Dios que siendo Espíritu, tiene como único objetivo llevarnos a la plenitud de la verdad. Y aquí “Verdad”, en contra de lo que se piensa, no es conocimiento sino Vida. El Espíritu nos empuja a ser verdad, ser auténticos.

Un Dios condicionado a lo que los seres humanos hagamos o dejemos de hacer, no es el Dios de Jesús. Esta idea de que Dios solamente nos quiere cuando somos buenos, repetida durante tres mil años, ha sido de las más útiles a la hora de conseguir la docilidad del ser humano a intereses de jerifaltes o de grupos. Esta idea, radicalmente contraria al evangelio ha provocado más sufrimiento y miedo que todas las guerras juntas. Sigue siendo la causa de las mayores ansiedades que no dejan a las personas ser ellas mismas. Cada vez que predico que Dios es amor incondicional, viene alguien a recordarme: pero es también justicia. Y esa justicia quiere decir para ellos: ¿Cómo puede querer Dios a ese desgraciado pecador igual que a mí, que cumplo todo lo que Él mandó?

Lo que acabamos de leer del evangelio de Jn, no hay que entenderlo como una profecía de Jesús antes de morir. Se trata de la experiencia de los cristianos que llevaban setenta años viviendo esa realidad del Espíritu dentro de cada uno de ellos. Ellos saben que gracias al Espíritu tienen la misma Vida de Jesús. Es el Espíritu el que haciéndoles vivir, les enseña lo que es la Vida. Esa Vida es la que desenmascara toda clase de muerte (injusticia, odio, opresión). La experiencia pascual consistió en llegar a la misma vivencia interna de Dios que tuvo Jesús. Lo que intentó Jesús con su predicación y con su vida, fue hacer partícipes a sus seguidores de esa vivencia.

Meditación-contemplación

Hoy lo mejor será recordar unas estrofas de S. Juan de la Cruz

Entreme donde no supe, / y quedeme no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo.

Yo no supe donde entraba, / pero cuando allí me vi, / sin saber donde me estaba, /

grandes cosas entendí; / no diré lo que sentí, / que me quedé no sabiendo, /

toda sciencia trascendiendo.

Estaba tan embebido, / tan absorto y agenado, / que se quedó mi sentido /

de todo sentir privado, / y mi espíritu dotado / de un entender no entendiendo. /

Toda sciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero / de sí mismo desfallece; / cuanto sabía primero /

Mucho bajo le parece, / y su sciencia tanto crece, / que se queda no sabiendo, /

Toda sciencia trascendiendo.

Este saber no sabiendo / es de tan alto poder, / que los sabios arguyendo /

jamás lo podrán vencer, / que no llega su saber / ano entender entendiendo, /

Toda sciencia trascendiendo.

Y si lo queréis oír, / consiste esta suma sciencia / en un subido sentir /

De la divinal esencia; / es obra de su clemencia / hacer quedar no entendiendo, /

Toda sciencia trascendiendo.

 

Fray Marcos

 

 

 

Hirutasun guztiz Santua – Fiesta de la Trinidad, José A. Pagola

C (Joan 16,12-15)
Evangelio del 22/may/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

JAINKOAREN MISTERIOARI BIHOTZA IREKI

Mendeetan barna, teologoek eginahal handiak burutu dituzte Jainkoaren misteriora hurbiltzeko, Hirutasunaren baitan jainkozko pertsonak elkartzen eta bereizten dituzten harremanak kontzeptu-eraikuntza desberdinez formulatu nahiz. Dudarik gabe, bidezko ahalegina da, Jainkoarekiko maitasunari eta desioari dariona.

Jesusek, alabaina, ez du hartu bide hori. Jainkoaz duen bere esperientziatik, gonbit hau egin digu bere jarraitzaileei: Jainko Aitarekin konfiantzaz jardun dezagun, bere, haragi egindako Jainkoaren Semearen, urratsei jarrai diezaiegun, eta Espiritu Santuari gida eta arnastu gaitzan uzteko gonbita da. Horrela, Jainkoaren misterio santuari geure bihotza irekitzen irakatsi digu.

Beste ezer baino lehen, Jesusek jarraitzaileak Jainko hurbil, onbera eta bihozkoiaren seme-alaba bezala bizitzera gonbidatu ditu, zeini guztiok Aita maite bezala dei egiten ahal baitiogu. Aita honen ezaugarriak ez dira ahalmena eta indarra, baizik onberatasuna eta mugarik gabeko errukia. Inor ez da bizi bakarrik. Guztiok dugu geure Aita, beste inork ez bezala ulertzen, maite eta barkatzen diguna.

Jesusek agertu digu ezen Aita honek bihotzetik darion egitasmoa duela: bere seme-alaba guztiekin mundu gizatarragoa eta haurridezkoagoa eraikitzea, zuzenagoa eta solidarioagoa. «Jainkoaren erreinu» izena eman dio Jesusek, eta guztiak gonbidatu ditu Aitaren egitasmo horretan murgiltzera, guztientzat bizitza zuzenagoa eta duinagoa bilatuz, beti ere haren seme-alaba pobreenak, babesgabeenak eta premia handiagokoenak lehen tokian emanez.

Aldi berean, Jesusek honetara gonbidatu ditu jarraitzaileak: beragan konfiantza izatera: «Ez bedi larritu zuen bihotza. Jainkoagan sinesten duzue; sinetsi nigan ere». Jainkoaren Semea da Jesus, bere Aitaren irudi bizia. Guztien Aitak nola maite gaituen agertu digute haren hitzek eta keinuek. Horregatik, berari jarraitzera gonbidatu ditu guztiak. Aitaren egitasmoaren zerbitzuan konfiantzaz eta leial bizitzen irakatsiko digu.

Bere jarraitzaileen taldearekin, familia berria eratu nahi du Jesusek, zeinetan guztiek «Aitaren nahia betetzea» izango baitute xede. Hau da lurrean utzi nahi izan duen ondarea: anai-arreben mugimendu bat, txikienen eta ezinduenen zerbitzurako. Aitak nahi duen mundu berriaren sinbolo eta ernamuin izanen da familia hau.

Horretarako, Aita eta honen Seme Jesus arnasten dituen Espiritua onartu beharra dute jarraitzaileek: «Zuen baitara etorriko den Espiritu Santuaren indarra hartuko duzue eta nire lekuko izango zarete». Jainkoaren maitasuna da Espiritu hau, Aitak eta Semeak partekatzen duten hatsa, Jesusen jarraitzaileak honen testigu eta Hirutasun Santuaren egitasmo handiaren zerbitzuan lankide egingo dituen bulkada eta bizi-energia.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Fiesta de la Trinidad

C (Juan 16,12-15)
Evangelio del 22/may/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

ABRIRNOS AL MISTERIO DE DIOS

A lo largo de los siglos, los teólogos han realizado un gran esfuerzo por acercarse al misterio de Dios formulando con diferentes construcciones conceptuales las relaciones que vinculan y diferencian a las personas divinas en el seno de la Trinidad. Esfuerzo, sin duda, legítimo, nacido del amor y el deseo de Dios.

Jesús, sin embargo, no sigue ese camino. Desde su propia experiencia de Dios, invita a sus seguidores a relacionarse de manera confiada con Dios Padre, a seguir fielmente sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarnos guiar y alentar por el Espíritu Santo. Nos enseña así a abrirnos al misterio santo de Dios.

Antes que nada, Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano, bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre querido. Lo que caracteriza a este Padre no es su poder y su fuerza, sino su bondad y su compasión infinita. Nadie está solo. Todos tenemos un Dios Padre que nos comprende, nos quiere y nos perdona como nadie.

Jesús nos descubre que este Padre tiene un proyecto nacido de su corazón: construir con todos sus hijos e hijas un mundo más humano y fraterno, más justo y solidario. Jesús lo llama «reino de Dios» e invita a todos a entrar en ese proyecto del Padre buscando una vida más justa y digna para todos empezando por sus hijos más pobres, indefensos y necesitados.

Al mismo tiempo, Jesús invita a sus seguidores a que confíen también en él: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí». Él es el Hijo de Dios, imagen viva de su Padre. Sus palabras y sus gestos nos descubren cómo nos quiere el Padre de todos. Por eso, invita a todos a seguirlo. Él nos enseñará a vivir con confianza y docilidad al servicio del proyecto del Padre.

Con su grupo de seguidores, Jesús quiere formar una familia nueva donde todos busquen «cumplir la voluntad del Padre». Esta es la herencia que quiere dejar en la tierra: un movimiento de hermanos y hermanas al servicio de los más pequeños y desvalidos. Esa familia será símbolo y germen del nuevo mundo querido por el Padre.

Para esto necesitan acoger al Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús: «Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y así seréis mis testigos». Este Espíritu es el amor de Dios, el aliento que comparten el Padre y su Hijo Jesús, la fuerza, el impulso y la energía vital que hará de los seguidores de Jesús sus testigos y colaboradores al servicio del gran proyecto de la Trinidad santa.

José Antonio Pagola

 

 

«DIOS ES ESPÍRITU», Fray Marcos

FE ADULTA

Jn 20, 19-23

La liturgia remata el tiempo pascual con tres fiestas importantes. Pentecostés, Trinidad y Corpus. Las tres hablan de la realidad trascendente que llamamos Dios. Pero no desde el punto de vista filosófico o científico sino en cuanto se relaciona con cada uno de nosotros. De la realidad de Dios en sí mismo no sabemos absolutamente nada; pero podemos experimentar su presencia como realidad que fundamenta y sostiene nuestra realidad, no desde fuera, sino desde lo hondo del ser. Pentecostés propone la relación con Dios que es Espíritu y hasta qué punto podemos descubrirlo y vivirlo.

Pentecostés, es una fiesta eminentemente pascual. Sin la presencia del Espíritu, la experiencia pascual no hubiera sido posible. La totalidad de nuestro ser está empapada de Dios ESPÍRITU. Es curioso que se presente la fiesta de Pentecostés en los Hechos, como la otra cara del episodio de la torre de Babel. Allí el pecado dividió a los hombres, aquí el Espíritu los congrega y une. Siempre es el Espíritu el que nos lleva a la unidad y por lo tanto el que nos invita a superar la diversidad que es fruto de nuestro falso yo.

El relato de los Hechos, que hemos leído es demasiado conocido, pero no es tan fácil de interpretar adecuadamente. Pensar en un espectáculo de luz y sonido nos aleja del mensaje que quiere trasmitir. Lc nos está hablando de la experiencia de la primera comunidad, no está haciendo una crónica periodística. En el relato utiliza los símbolos más llamativos que se habían utilizado ya en el AT. Fuego, ruido, viento. Los efectos de esa presencia no quedan reducidos al círculo de los reunidos, sino que sale a las calles, donde estaban hombres de todos los países.

Por lo tanto, no se trata de celebrar un acontecimiento. El Espíritu está viniendo siempre. Mejor dicho, no tiene que venir de ninguna parte. (Lc narra en los Hch, cinco venidas del Espíritu). Las lecturas que hemos leído nos dan suficientes pistas para no despistarnos. En la primera se habla de una venida espectacular (viento, ruido, fuego), haciendo referencia a la teofanía del Sinaí. Coloca el evento en la fiesta judía de Pentecostés, que se había convertido en la fiesta de la renovación de la alianza. La Ley ha sido sustituida por el Espíritu. En Jn, Jesús les comunica el Espíritu el mismo día de Pascua.

Sobre el Espíritu Santo, no es fácil superar una serie de errores que todos llevamos muy dentro. No se trata de ningún personaje distinto del Padre y del Hijo, que, por su cuenta anda por ahí haciendo de las suyas. Se trata del Dios UNO desmaterializado y más allá de toda imagen antropomórfica. No debemos pensar en él como un don que nos regala el Padre o el Hijo, sino en Dios como DON absoluto que fundamenta todo lo que nosotros podemos llegar a ser. No es una realidad que tenemos que conseguir a fuerza de oraciones y ruegos, sino el primer fundamento de mi ser, del que surge todo lo que soy.

También debemos tener mucho cuidado al interpretar la palabra “Espíritu” cuando la encontramos en la Biblia. Tanto el “ruah” hebreo como el “pneuma” griego, tienen una gama tan amplia de significados que es casi imposible precisar a qué se refieren en cada caso. El significado predominante se refiere a una fuerza invisible pero muy eficaz que se identifica con Dios y que capacita al ser humano para realizar tareas que sobrepasan sus posibilidades normales. Recordemos que el significado primero de la palabra es “viento”, o mejor, el espacio entre el cielo y la tierra de donde los animales sorben la vida. Este primigenio significado nos abre una perspectiva muy interesante para nuestra reflexión.

En los evangelios se deja muy claro que todo lo que es Jesús, se debe a la acción del Espíritu: «concebido por el Espíritu Santo”. «Nacido del Espíritu”. «Desciende sobre él el Espíritu”. «Ungido con la fuerza del Espíritu”. “Como era hombre lo mataron, como poseía el Espíritu fue devuelto a la vida”.Está claro que la figura de Jesús no podría entenderse si no fuera por la acción del Espíritu. Pero no es menos cierto que no podríamos descubrir lo que es realmente el Espíritu si no fuera por lo que Jesús, desde su experiencia, nos ha revelado.

En esta fiesta se quiere resaltar que gracias al Espíritu, algo nuevo comienza. De la misma manera que al comienzo de la vida pública, Jesús fue ungido por el Espíritu en el bautismo y con ello queda capacitado para llevar a cabo su misión, ahora la tarea encomendada a los discípulos será posible gracias a la presencia del mismo Espíritu que les va a dar también energía para llevarla a cabo. De esa fuerza, nace la nueva comunidad, constituida por personas que se dejan guiar por el Espíritu para llevar a cabo la misma tarea. No se puede hablar del Espíritu sin hablar de unidad e integración y amor.

La experiencia inmediata, que nos llega a través de los sentidos, es que somos materia, por lo tanto, limitación, contingencia, inconsistencia, etc. Con esta perspectiva nos sentiremos siempre inseguros, temerosos, tristes. La Experiencia mística nos lleva a una manera distinta de ver la realidad. Descubrimos en nosotros algo absoluto, sólido, definitivo que es más que nosotros, pero es también parte de nosotros mismos. Esa vivencia nos traería la verdadera seguridad, libertad, alegría, paz, ausencia de miedo.

No se trata de entrar en un mundo diferente, acotado para un reducido número de personas privilegiadas, a los que se premia con el don del Espíritu. Es una realidad que se ofrece a todos como la más alta posibilidad de ser, de alcanzar una plenitud humana que todos teníamos que proponernos como meta. Cercenamos nuestras posibilidades de ser seres humanos cuando reducimos nuestras expectativas a los logros puramente biológicos, psicológicos e incluso intelectuales. Si nuestro verdadero ser es espiritual, y nos quedamos en la exclusiva valoración de la materia, devaluamos nuestra trayectoria humana y reducimos al mínimo el campo de nuestras posibilidades.

La experiencia del Espíritu es de la persona concreta, pero empuja siempre a la construcción de la comunidad, porque, una vez descubierta en uno mismo, en todos se descubre esa presencia. El Espíritu se otorga siempre “para el bien común”. Fijaros que, en contra de lo que se cuenta, no se da el Espíritu a los apóstoles, sino a los discípulos, es decir a todos los seguidores de Jesús. La trampa de asignar la exclusividad del Espíritu a la jerarquía se ha utilizado con demasiada frecuencia para justificar privilegios y poderes especiales. El más poseído del Espíritu es el que más dispuesto está a servir a los demás.

El Espíritu no produce personas uniformes como si fuesen fruto de una clonación. Es esta otra trampa para justificar toda clase de controles y sometimientos. El Espíritu es una fuerza vital y enriquecedora que potencia en cada uno las diferentes cualidades y aptitudes. La pretendida uniformidad no es más que la consecuencia de nuestro miedo, o del afán de confiar en el control de las personas y no en la fuerza del mismo Espíritu.

En la celebración de la eucaristía debíamos poner más atención a esa presencia del Espíritu. Un dato puede hacer comprender esta devaluación del Espíritu. Durante muchos siglos el momento más importante de la celebración fue la epíclesis, es decir, la invocación del Espíritu que el sacerdote hacer sobre el pan y el vino. Solo mucho más tarde se confirió un poder mágico a las palabras que hoy llamamos “consagración”.

La primera lectura de hoy nos obliga a una reflexión muy simple: ¿hablamos los cristianos, un lenguaje que puedan entender todos los hombres de hoy? Mucho me temo que seguimos hablando un lenguaje que nadie entiende, porque no nos dejamos llevar por el Espíritu, sino por nuestras programaciones y caprichos. Solo hay un lenguaje que pueden entender todos los seres humanos, el lenguaje del amor.

Meditación-contemplación

Toda vida espiritual es obra del Espíritu.
Que esa obra se lleve a cabo en mí, depende de mí mismo.
Yo necesito a Dios para ser.
Él me necesita para manifestarse.
……….

“Todos hemos bebido de un mismo ESPÍRITU”.
Pero es que es el ESPÍRITU el que nos tiene que sorber.
Él es más que yo y me tiene que transformar en él.
No debo manipularlo, sino dejar que me cambie a su antojo.
……………………

Dios es amor, y el ser humano puede descubrir y vivir ese amor.
Siempre que amo de verdad, hago presente a Dios,
porque el amor con que yo amo, es el mismo amor que es Dios.
No soy yo el que amo, sino Dios que ama en mí.
……………………

 

Fray Marcos

 

 

Mendekoste – Pentecostés, José A. Pagola

C (Joan 14,15-16.23b-26)
Evangelio del 15/may/2016

por Coordinador Grupos de Jesús

ESPIRITU SANTUARI DEI

Zatoz, Espiritu kreatzailea, eta isuri gu baitan Jesusen indarra eta hatsa. Zure eraginik eta laguntzarik gabe, ezin dugu harengan sinetsi; ezin ausartu gara haren urratsei jarraitzera: Eliza ez da eraberrituko; gure esperantza itoko da. Zatoz eta kutsa gaitzazu Jesusen bizi-hatsez!

Zatoz, Espiritu Santua, eta ekarri guri gogora Jesusek esan ohi zituen hitz onak. Zure argirik eta harekiko zure testigutzarik gabe, ahaztuz joanen gara Jainkoaren aurpegi ona; letra hil bihurtuko da Ebanjelioa; Elizak ezin hots eginen du albiste onik. Zatoz eta irakats iezaguzu Jesusi bakarrik entzuten!

Zatoz, Egiaren Espiritua, eta egizu Jesusen egian ibil gaitezen. Zure argirik eta gidaritzarik gabe, ezin izanen gara sekula geure erroretik eta gezurretik libratu; ez da ezer berririk eta egiazkorik gu baitan erneko; itsuaurreko izan nahi duen itsuaren antzeko izanen gara. Zatoz eta bihur gaitzazu Jesusen ikasle eta testigu!

Zatoz, Aitaren Espiritua, eta irakats iezaguzu Jainkoari «Abba» esaten, Jesusek egin ohi zuen bezala. Zure berotasunik eta zure alaitasunik gabe, beren Aita galdu duten umezurtzak bezalako izanen gara; ezpainez dei eginen diogu Jainkoari, baina ez bihotzez; gure otoitza hitz huts izanen da. Zatoz eta irakats iezaguzu Jesusen hitzez eta bihotzaz otoitz egiten!

Zatoz, Ontasun Espiritu, eta bihur gaitzazu Jesusek estreinatu zuen «Jainkoaren erreinuaren» egitasmora. Zure indar eraberritzailerik gabe, inork ez du bihurtuko gure bihotz nekatua; ez dugu ausardiarik izanen mundu gizatarragoa eraikitzeko, Jainkoak nahi bezala; zure Elizan azkenak ez dira sekula lehenengo izanen; eta guk erdi lo jarraituko dugu geure erlijio burgesean. Zatoz eta egin gaitzazu lankide Jesusen egitasmoan!

Zatoz, Maitasun Espiritua, eta irakats iezaguzu elkar maitatzen, Jesusek maite ohi zuen maitasunez. Zu gure artean bizitasunez bizi gabe, Elizaren komunioa zartatu eginen da; hierarkia eta herria urrunduz joanen dira gero eta gehiago; zatiketa handitu eginen da, elkarrizketa itoko eta intolerantzia haziko. Zatoz eta biziaraz ezazu gure bihotzean eta gure eskuetan Jesusen antzeko eginen gaituen haurride-maitasuna!

Zatoz, Espiritu Askatzailea, eta gogorazi guri aske izateko askatu gintuela Kristok eta ez esklabotzak berriro zapaldu gaitzan uzteko. Zure indarrik eta zure egiarik gabe, Jesusekiko gure jarraitze gozoa esklaboen moral bilakatuko da; ez dugu ezagutuko bizia dakarren maitasuna, baizik bizia hiltzen duen geurekoikeria; ito eginen da gu baitan Jainkoaren seme-alabak hazarazten dituen askatasuna eta, beste behin, beldurraren, koldarkeriaren eta fanatismoaren biktima izanen gara. Zatoz, Espiritu Santua, eta kutsa gaitzazu Jesusen askatasunez!

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Pentecostés

C (Juan 14,15-16.23b-26)

Evangelio del 15/may/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

INVOCACIÓN

Ven, Espíritu Creador, e infunde en nosotros la fuerza y el aliento de Jesús. Sin tu impulso y tu gracia, no acertaremos a creer en él; no nos atreveremos a seguir sus pasos; la Iglesia no se renovará; nuestra esperanza se apagará. ¡Ven y contágianos el aliento vital de Jesús!

Ven, Espíritu Santo, y recuérdanos las palabras buenas que decía Jesús. Sin tu luz y tu testimonio sobre él, iremos olvidando el rostro bueno de Dios; el Evangelio se convertirá en letra muerta; la Iglesia no podrá anunciar ninguna noticia buena. ¡Ven y enséñanos a escuchar solo a Jesús!

Ven, Espíritu de la Verdad, y haznos caminar en la verdad de Jesús. Sin tu luz y tu guía, nunca nos liberaremos de nuestros errores y mentiras; nada nuevo y verdadero nacerá entre nosotros; seremos como ciegos que pretenden guiar a otros ciegos. ¡Ven y conviértenos en discípulos y testigos de Jesús!

Ven, Espíritu del Padre, y enséñanos a gritar a Dios «Abba» como lo hacía Jesús. Sin tu calor y tu alegría, viviremos como huérfanos que han perdido a su Padre; invocaremos a Dios con los labios, pero no con el corazón; nuestras plegarias serán palabras vacías. ¡Ven y enséñanos a orar con las palabras y el corazón de Jesús!

Ven, Espíritu Bueno, y conviértenos al proyecto del «reino de Dios» inaugurado por Jesús. Sin tu fuerza renovadora, nadie convertirá nuestro corazón cansado; no tendremos audacia para construir un mundo más humano, según los deseos de Dios; en tu Iglesia los últimos nunca serán los primeros; y nosotros seguiremos adormecidos en nuestra religión burguesa. ¡Ven y haznos colaboradores del proyecto de Jesús!

Ven, Espíritu de Amor, y enséñanos a amarnos unos a otros con el amor con que Jesús amaba. Sin tu presencia viva entre nosotros, la comunión de la Iglesia se resquebrajará; la jerarquía y el pueblo se irán distanciando siempre más; crecerán las divisiones, se apagará el diálogo y aumentará la intolerancia. ¡Ven y aviva en nuestro corazón y nuestras manos el amor fraterno que nos hace parecernos a Jesús!

Ven, Espíritu Liberador, y recuérdanos que para ser libres nos liberó Cristo y no para dejarnos oprimir de nuevo por la esclavitud. Sin tu fuerza y tu verdad, nuestro seguimiento gozoso a Jesús se convertirá en moral de esclavos; no conoceremos el amor que da vida, sino nuestros egoísmos que la matan; se apagará en nosotros la libertad que hace crecer a los hijos e hijas de Dios y seremos, una y otra vez, víctimas de miedos, cobardías y fanatismos. ¡Ven, Espíritu Santo, y contágianos la libertad de Jesús!

José Antonio Pagola

 

 

«DURANTE SU VIDA JESÚS LLEGÓ A LO MÁS ALTO, NO DESPUÉS», Fray Marcos

Lc 24, 46-53
RELIGIÓN DIGITAL

Hoy debemos tener muy presente la oración de Pablo. “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de revelación para conocerlo; ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama…” No pide inteligencia, sino espíritu de revelación. No pide una visión sensorial penetrante, sino que ilumine los “ojos” del corazón. El verdadero conocimiento no viene de fuera, sino de la experiencia interior. Ni teología, ni normas morales, ni ritos sirven de nada si no nos llevan a la experiencia interior y no van acompañados de una vida entregada a los demás.

Hemos llegado al final del tiempo pascual. La ascensión es una fiesta de transición que intenta recopilar todo lo que hemos celebrado desde el Viernes Santo. La mejor prueba de esto es que Lc, que es el único que relata la ascensión, nos da dos versiones: una al final del evangelio y otra al comienzo del los Hechos. Para comprender el lenguaje que la liturgia utilizan para referirse a esta celebración, es necesario tener en cuanta la manera mítica de entender el mundo en aquella épocas y posteriores, muy distinta de la nuestra.

Desde una visión mítica, el mundo estaba dividido en tres estadios: el superior (arriba) estaba habitado por la divinidad. El del medio (el nuestro) era la realidad terrena en la que todos vivimos. El tercero (abismo) era el lugar del maligno y sus secuaces. Desde este esquema, la encarnación era concebida como una bajada del Verbo, desde la altura donde habita la divinidad a la tierra. Su misión era la salvación de todos. Por eso, después de su muerte tuvo que bajara a los infiernos (inferos) para que la salvación fuera total. Una vez que Jesús cumplió su misión salvadora, lo lógico era que volviera a su lugar de origen.

No tiene sentido seguir hablando de bajada y subida. Aunque cambiar las mentes es muy difícil. Si no lo intentamos, estaremos transmitiendo conceptos que la gente de hoy no puede comprender. Una cosa fue la predicación de Jesús terreno y otra muy distinta la tarea que tiene que acometer la comunidad, después de atravesar la experiencia pascual. El telón de fondo es el mismo, el Reino de Dios, vivido y predicado, pero a los primeros cristianos les llevó tiempo encontrar la manera de transmitir lo que ya había experimentado. Nosotros tenemos que continuar esa obra, transmitir el mensaje, acomodándola a nuestra cultura.

Resurrección, ascensión, sentarse a la derecha de Dios, envío del Espíritu, son todas realidades pascuales. En todas ellas queremos expresar la misma verdad: El final de “este Hombre” Jesús, no fue la muerte sino la Vida. El misterio pascual es tan rico que no podemos abarcarlo con una sola imagen, por eso tenemos que desdoblarlo para ir analizándolo por partes y poder digerirlo. Con todo lo que venimos diciendo durante el tiempo pascual, debe estar ya muy claro que después de la muerte no pasó nada en Jesús.

Una vez muerto pasa a otro plano donde no existe tiempo ni espacio. Sin tiempo y sin espacio no puede haber sucesos. Todo “sucedió” como un chispazo que dura toda la eternidad. El don total de sí mismo es la identificación total con Dios y por tanto su total y definitiva gloria. No va más. En los discípulos sí sucedió algo. La experiencia de resurrección sí fue constatable. Sin esa experiencia que no sucedió en un momento determinado, sino que fue un proceso que doró muchos años, no hubiera sido posible la religión cristiana.

Una cosa es la verdad que se quiere trasmitir y otra los conceptos y fórmulas con los que intentamos llevar a los demás nuestra verdad. No estamos celebrando un hecho que sucedió hace 2000 años. Celebramos un acontecimiento teológico que se está dando en este momento. Los tres días para la resurrección, los cuarenta días para la ascensión, los cincuenta días para la venida del Espíritu, no son tiempos cronológicos sino teológicos. Lc, en su evangelio, pone todas las apariciones y la ascensión en el mismo día. En cambio, en los Hechos habla de cuarenta días de permanencia de Jesús con sus discípulos. Quiere decir que para él no tenía ninguna importancia el tiempo cronológico.

Solo Lc al final de su evangelio y al comienzo de los “Hechos”, narra la ascensión como un fenómeno constatable externo. Si, como parece probable, los dos relatos constituyeron al principio un solo libro, tendríamos que admitir que se duplicó el relato para dejar uno como final y otro como comienzo de sus dos obras. Para él, el evangelio es el relato de todo lo que hizo y enseñó Jesús; los Hechos es el relato de todo lo que hicieron los apóstoles. Esa constatación de la presencia de Dios, primero en Jesús y luego en los cristianos, es la clave de todo el misterio pascual y la clave para entender la fiesta que estamos celebrando.

El cielo en todo el AT, no significa un lugar físico, sino una manera de designar la divinidad sin nombrarla. Así, unos evangelistas hablan del “Reino de los cielos” y otros del “Reino de Dios”. Solo con esto, tendríamos una pista para no caer en la tentación de entenderlo materialmente. Es lamentable que sigamos hablando de un lugar donde se encuentra la corte celestial. Podemos seguir diciendo “Padre nuestro que estás en los cielos”. Podemos seguir diciendo que se sentó a la derecha de Dios, pero sin entenderlo literalmente.

Tenemos más pistas. Hasta el s. V no se celebró ninguna fiesta de la Ascensión. Se consideraba que la resurrección llevaba consigo la glorificación. Ya hemos dicho que en los primeros indicios escritos que han llegado hasta nosotros de la cristología pascual, está expresada como “exaltación y glorificación”. Antes de hablar de resurrección se habló de glorificación. Esto podía explicar la manera de hablar de ella en Lc. Lo importante de todo el mensaje pascual es que el mismo Jesús que vivió con los discípulos, es el que llegó a lo más alto. Llegó a la meta. Alcanzó su plenitud que consiste en identificarse totalmente con Dios.

La Ascensión no es más que un aspecto del misterio pascual. Se trata de descubrir que la posesión de la Vida por parte de Jesús es total. Participa de la misma Vida de Dios y por lo tanto, está en lo más alto del “cielo”. Las palabras son apuntes para que nosotros podamos entendernos. Hoy tenemos otro ejemplo de cómo, intentando explicar una realidad espiritual, la complicamos más. Resucitar no es volver a la vida biológica sino volver al Padre. “Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo para volver al Padre”.

Nuestra meta, como la de Jesús, es ascender hasta lo más alto, el Padre. Pero teniendo en cuenta que nuestro punto de partida es también, como en el caso de Jesús, el mismo Dios. No se trata de movimiento alguno, sino de toma de conciencia. Esa ascensión no puedo hacerla a costa de los demás, sino sirviendo a todos. Pasando por encima de los demás, no asciendo sino que desciendo. Como Jesús, la única manera de alcanzar la meta es descendiendo hasta lo más hondo de mi ser. El que más bajó, es el que más alto ha subido.

El entender la subida como física es una trampa muy atrayente. Los dirigentes judíos prefirieron un Jesús muerto. Nosotros preferimos un Jesús en el cielo. En ambos casos sería una estratagema para quitarlo del medio. Descubrirlo dentro de mí y en los demás, como nos decía el domingo pasado, sería demasiado exigente. Mucho más cómodo es seguir mirando al cielo… y no sentirnos implicados en lo que está pasando a nuestro alrededor.

En el relato que hemos leído, se encuentran todos los elementos que hemos manejado en el tiempo pascual: la identificación de Jesús; la alusión a la Escritura; la necesidad de Espíritu; la obligación de ser testigos; la conexión de la vivencia con la misión. Se contrapone la Escritura que funcionó hasta aquel momento y el Espíritu que funcionará en adelante. Al inicio de su vida pública, Jesús fue ungido por el Espíritu para llevar a cabo su obra. Los discípulos también tienen que ser revestidos de la fuerza de lo alto par llevar a cabo la suya.

 

Meditación-contemplación

“Os revestirán de la fuerza de lo alto”.
Este es el cambio que percibieron los apóstoles en la experiencia pascual.
Una nueva energía vital que les inunda y les transforma.
Es el “nacer de nuevo” que Jesús había propuesto a Nicodemo.
………………..

Esa energía tiene que iluminar todo mi ser.
Como una lámpara se transforma en luz cuando la atraviesa la corriente,
así mi ser se iluminará cuando conecte con lo divino.
Esa iluminación es el objetivo último de todo ser humano.
…………………

No se trata de un mayor “conocimiento” intelectual.
No es la mente la que debe iluminarse, sino el “corazón”.
Aquí está la verdadera batalla,
sobre todo, para nosotros los occidentales cartesianos.
……………….

Fray Marcos

 

Jaunaren Igokundea – La Ascensión del Señor, José A. Pagola

Jaunaren Igokundea

C (Lukas 24,46-53)

Evangelio del 08/may/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

HAZKUNDEA ETA SORMENA – CRECIMIENTO Y CREATIVIDAD

Ebanjelioek hainbat giltza eskaintzen digute ulertzeko, nola hasi zuten beren ibilbide historikoa lehen kristau-elkarteek, Jesus beren begi aurrean jadanik ez zutela. Agian, ez zen izan dena batzuetan imajinatu ohi dugun bezalakoa. Nola ulertu eta bizi izan zituzten Jesusekiko harremanak, hura lurretik desagertu zenetik?

Mateok ez dakar ezer Jesus zerura igotzeaz. Bere ebanjelioa Galileako mendi bateko agur-pasadizo batekin bukatu du, zeinetan Jesusek promes solemne hau egin baitie: «Jakizue zeuekin izango nauzuela ni egunero munduaren azkena arte». Ikasleek ez dute zertan sentitu haren absentzia. Berekin izanen dute Jesus beti. Baina, nola?

Beste ikusmolde bat agertu du Lukasek. Bere ebanjelioko azken pasadizoan, Jesus «apartatu egin da haiengandik, zerura igotzeko». Ikasleek bere horretan onartu behar dute apartatze hori: Jesus jadanik Jainkoaren misterioan bizi da. Baina bereak «bedeinkatuz» igo da Aitagana. Jarraitzaileek bedeinkazio haren babesean hasiko dute beren ibilbidea; bedeinkazio berarekin sendatzen baitzituen Jesusek gaixoak, barkatzen bekatariei, ferekatzen txikiak.

Joan ebanjelariak beste giltza bat proposatzen duten hitzak ezarri ditu Jesusen ahoan. Bereei agur esatean, Jesusek diotse: «Aitagana noa eta zuek triste zarete…Alabaina, komeni zaizu ni joatea, Espiritu Santua har dezazuen». Ulertzekoa da ikasleen tristura. Jesus beti berekin izateak demaien segurtasuna opa dute. Maisuaren babesean  beti haur bizi nahi izatearen tentazioa da.

Jesusen erantzunak pedagogia jakintsua ageri du. Haren absentziak hazaraziko du haren jarraitzaileen heldutasuna. Bere Espirituaren zigilua utzi die. Jesusen absentzian, Espirituak eragingo du hareengan erantzulea eta heldua den bati dagokion hazkundea. Komeni da hau gogoratzea gure garai honetan, zeinetan ematen baitu gure artean sormenarekiko beldurra, immobilismoaren tentazioa edo beste aldi batzuetarako edo beste kultura baterako zen kristautasunaren nostalgia ari dela hazten.

Kristauok behin baino gehiagotan jo izan dugu, historian barna, Jesusekiko jarraipena haur-eran bizitzera. Jesusen Igokundeak gogorarazten digu ezen, Jesusen presentzia historikoa amaiturik, «Espirituaren aldia» bizi dugula, sormenaren eta hazkunde erantzulearen aldia. Espirituak ez digu eskaintzen Jesusen jarraitzaileoi «betirauneko errezetarik». Argia eta hatsa dakarkigu beti berriak diren bideen bila ibiltzeko, gaur egun Jesusen jarduera berregiteko. Horrela gidatzen gaitu Jesusek egia betera.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Ascensión del Señor – C (Lucas 24,46-53)

Evangelio del 08/may/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

CRECIMIENTO Y CREATIVIDAD

Los evangelios nos ofrecen diversas claves para entender cómo comenzaron su andadura histórica las primeras comunidades cristianas sin la presencia de Jesús al frente de sus seguidores. Tal vez, no fue todo tan sencillo como a veces lo imaginamos. ¿Cómo entendieron y vivieron su relación con él, una vez desaparecido de la tierra?

Mateo no dice una palabra de su ascensión al cielo. Termina su evangelio con una escena de despedida en una montaña de Galilea en la que Jesús les hace esta solemne promesa: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Los discípulos no han de sentir su ausencia. Jesús estará siempre con ellos. Pero ¿cómo?

Lucas ofrece una visión diferente. En la escena final de su evangelio, Jesús «se separa de ellos subiendo hacia el cielo». Los discípulos tienen que aceptar con todo realismo la separación: Jesús vive ya en el misterio de Dios. Pero sube al Padre «bendiciendo» a los suyos. Sus seguidores comienzan su andadura protegidos por aquella bendición con la que Jesús curaba a los enfermos, perdonaba a los pecadores y acariciaba a los pequeños.

El evangelista Juan pone en boca de Jesús unas palabras que proponen otra clave. Al despedirse de los suyos, Jesús les dice: «Yo me voy al Padre y vosotros estáis tristes… Sin embargo, os conviene que yo me vaya para que recibáis el Espíritu Santo». La tristeza de los discípulos es explicable. Desean la seguridad que les da tener a Jesús siempre junto a ellos. Es la tentación de vivir de manera infantil bajo la protección del Maestro.

La respuesta de Jesús muestra una sabia pedagogía. Su ausencia hará crecer la madurez de sus seguidores. Les deja la impronta de su Espíritu. Será él quien, en su ausencia, promoverá el crecimiento responsable y adulto de los suyos. Es bueno recordarlo en unos tiempos en que parece crecer entre nosotros el miedo a la creatividad, la tentación del inmovilismo o la nostalgia por un cristianismo pensado para otros tiempos y otra cultura.

Los cristianos hemos caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos «el tiempo del Espíritu», tiempo de creatividad y de crecimiento responsable. El Espíritu no proporciona a los seguidores de Jesús «recetas eternas». Nos da luz y aliento para ir buscando caminos siempre nuevos para reproducir hoy su actuación. Así nos conduce hacia la verdad completa de Jesús.

José Antonio Pagola