«Hay que reescribir los planes pastorales. El futuro está en manos de los laicos»

(Mauro Lopes, corresponsal de RD en Brasil).-
Redes Cristianas

  • Padre Paulo: «Los pontificados conservadores destruyeron la Iglesia de los pobres en Brasil»
  • «Con Francisco, la Iglesia vuelve a cumplir su misión: a ser la luz del mundo, a molestar, a ser profética»
  • Hay que poner fin a esta cosa de escribir libros e ir a la práctica pastoral que el Papa quiere para la Iglesia

Padre Paulo Sergio Bezerra no cede un ápice en el seguimiento de las enseñanzas de la Iglesia a la luz del Evangelio y de la renovación del Vaticano II, como uno de los protagonistas de la Teología de la Liberación en la periferia de São Paulo.

Sacerdote desde 1980, desde hace 34 años se encuentra en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en la diócesis de São Miguel Paulista, en Itaquera, un barrio pobre de la parte este de la ciudad.

El sacerdote, de 63 años, fue formado en la escuela del cardenal Don Paulo Evaristo Arns, que murió en diciembre de 2016, y de Don Angélico Sândalo Bernardino, obispo de la región estel de São Paulo y ahora emérito de la diócesis de Blumenau (SC), con 84 años. Esto antes de que Juan Pablo II dividiera la archidiócesis en 1989, en una articulación que buscaba vaciar el liderazgo de Don Paulo y nombrar obispos conservadores para las nuevas diócesis que intentarían demoler toda construcción de una «Iglesia rumbo a la periferia»: la anticipación profética de Don Paulo ahora retomada por Francisco que convoca a los católicos a salir de nuevo «a las periferias existenciales» de una «Iglesia en salida».

Los templos de las siete comunidades parroquiales están siempre llenas. Casi dos mil personas asisten a las celebraciones y participan en la vida de la iglesia local. Acuden a la misa presidida por el Padre Paulo personas de toda la ciudad, en búsqueda de una liturgia que se escape de la rigidez de los tradicionalistas o del estilo carismático pentecostal.

«Aquí no hay ‘milagros’ o ‘hablar en lenguas'», dice, con el corazón roto por el ambiente de la Iglesia en gran parte de la ciudad. «El problema para los sacerdotes de hoy, a gran escala, son las vestiduras. El uso de un solideo negro o birreta es un fetiche indumentario que ni siquiera es propio de una teología tradicionalista, conservadora, a pesar de que los que lo usan sean conservadores o reaccionarios». Él no se desanima, y está emocionado por la primavera de la Iglesia promovida por Francisco: «Cuando en 2013 el hombre se inclinó ante la multitud en la noche del anuncio de su nombre en la plaza San Pedro, no necesité ir a Google para saber quién era; comprendí que había llegado un nuevo tiempo».

Un nuevo tiempo se abre después de la política de «tierra arrasada». Para él, la ofensiva conservadora de 35 años -los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI- casi liquidó a la Iglesia en América Latina y Brasil, con la persecución a los laicos, laicas, sacerdotes, monjas, teólogos, teólogas e incluso obispos vinculados a la Iglesia de los pobres, a la Teología de la Liberación y, sobre todo a las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). «Destruyeron la Iglesia organizada en comunidades, pequeños círculos, insertada en la vida de las familias pobres de todo el país y de la región.»

Entre octubre y noviembre de 2016, el Padre Paulo fue víctima de una campaña agresiva por blogs católicos ultraconservadores. Motivo: la recepción en celebraciones durante la novena de Nuestra Señora del Carmen a gente como el diputado socialista Chico Alencar (PSOL), Guilherme Boulos, líder nacional de MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo), la filósofa Marilena Chauí y sobre todo la drag queen Albert Roggenbuck (Dindry Buck).

En el caso de Buck, los rigoristas en campaña no informaron que la joven es catequista en otra parroquia en la diocésis. Los fundamentalistas movieron una intensa campaña de odio contra el cura en las redes sociales, alentaron una petición para su remoción y mantuvieron una reunión vergonzosa e inquisitorial con el obispo, monseñor Manuel Parrado Carral. Se quedó en nada.

«Habia gente de Acre (en la región norte de Brasil) que incluso firmó la petición, pero aquí en la parroquia muy pocas personas dieron bola a eso», dijo Padre Paulo. En un reportaje de TVCarta sobre las acciones de la parroquia, el Padre Paulo preguntó: «¿Porque Alckmin, por ejemplo, viene y habla en la Basílica Nacional (Aparecida) y nadie hace preguntas? (Geraldo Alckmin es el derechista gobernador del Estado de São Paulo».

Él concedió una entrevista a RD en dos rondas de conversaciones, entre el 12 y 16 de enero. Todos los comentarios entre paréntesis son las intervenciones del autor de este blog.

Las celebraciones en la parroquia Nuestra Señora del Carmen están siempre llenas y la movilización de la comunidad es siempre muy fuerte. ¿Qué pasa aquí?

Bueno, tal vez sea mejor decir que no sucede aquí. Aquí no hay «milagros» o un «hablar en lenguas» (risas). Desde hace más que 30 años lo que hacemos aquí es mantener la línea del Vaticano II. Seis años después de mi ordenación decidí graduarme en Liturgia y siempre he tratado de inspirarme en la renovación del Concilio que proponía un dinámico caminar litúrgico con el pueblo. A través de los años ha habido un endurecimiento litúrgico notable, que negó en gran medida el espíritu del Vaticano II, junto con el ascenso de la ola de sacerdotes cantantes y celebraciones con acento neopentecostal, mientras que lo que he buscado es retener a los fieles y tratar de apoyarme en la enseñanza de Don Paulo (Evaristo Arns) y Don Angélico (Sândalo Bernardino). Para ellos, como hijos directos del Vaticano II, la liturgia debe ser reflejo de una vida pastoral de compromiso con los pobres. No sacralizar a las normas litúrgicas, sino adaptarlas a la vida de la Iglesia como Pueblo de Dios. Con los años se convirtió la liturgia en una «vaca sagrada» que nadie puede tocar. Y ya no tiene más vida; no hay pulso.

Es realmente impresionante lo que pasó. ¿Dónde están los profetas de la Iglesia?

Hay muchos profetas todavía, pero el hecho es que en amplias franjas del clero hay tres palabras que son imprescindibles: dinero, dinero, dinero. El problema para los sacerdotes de hoy, a gran escala, son las vestiduras. El uso de un solideo negro o birreta es un fetiche indumentario que ni siquiera es propio de una teología tradicionalista, conservadora, a pesar de que los que lo usan sean conservadores o reaccionarios.

Ustedes han vivido una experiencia muy fuerte en São Paulo y especialmente en las periferias y aquí en esta región, bajo la dirección de Don Paulo Evaristo Arns, Don Angélico Sândalo Bernardino y todo el proceso efervescente de la Teología de la Liberación, incluso bajo la dictadura en Brasil. ¿Cómo fue vivir este tiempo?

La Teología de la Liberación fue el comienzo de un proceso de unir la liturgia a la vida cotidiana. Antes de eso, hasta los años 70, la religión popular se vivió sólo en las devociones de origen medieval, portuguesa, europea: el rezo del Rosario, de las coronillas de Nuestra Señora… algo que, por extraño que parezca, ha regresado con fuerza en los últimos años con iniciativas como el Rosario de los hombres, el cerco de Jericó, la bendición con el Santísimo, que coloca a las personas en un trance… es un devocionario nuevo-viejo.

Pero el intervalo de tempo de Teología de la Liberación fue un momento muy intenso, comenzando con los círculos bíblicos. Las personas se apropiaron de la Biblia, ¡lo cual estaba prohibido a la gente común! Tuvimos experiencias de aprendizaje con los equipos de Marins (padre José Marins ha sido y es uno de los grandes animadores de Comunidades Eclesiales de Base en Brasil y en el mundo).

Al mismo tiempo, tuvimos un período de formación pastoral del clero muy relevante desde la perspectiva de las directrices del Vaticano II y a la luz de las pautas de las Conferencias Episcopales de América Latina de Medellín y Puebla. Un momento de gran cohesión entre la iglesia institucional y la gente. Éramos todos agentes de pastoral, pueblo de Dios, sin esta terrible enfoque de «clero y clientela», cosa que regresó con la restauración conservadora.

¿Cómo se vivió el proceso de restauración en la región?

Aquí era una maravilla, la Iglesia vivía como en los primeros tiempos, con Don Paulo y Don Angelico ejerciendo un liderazgo verdaderamente profético, y con la formación de sacerdotes, monjas, laicos, hombres y mujeres. La presencia de las monjas, las hermanas inseridas tenía una enorme importancia: las mujeres eran líderes en el proceso del desplazamiento a la periferia a principios de 1980. Pero la marea conservadora llegó desde el Vaticano. En 1989 hubo una división de la Arquidiócesis para debilitar Don Paulo y el obispo que fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como el primer obispo diocesano de la nueva diócesis de São Miguel Paulista. Lo clericalizó todo, congeló la liturgia y terminó con la pastoral en equipo. Con el paso del tiempo, todas los planes pastorales fueron destruidos: la Pastoral de la Juventud, la Pastoral Obrera, por no decir nada de la falta total de interés en los movimientos sociales. Fueron desarticulados los consejos parroquiales de la región episcopal, que habían sido experiencias fantásticas de colegialidad en la Iglesia como Pueblo de Dios, concepto que Francisco ha retomado ahora. La estructura de la Iglesia en la región, que se basaba en las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), se convirtió en una estructura parroquial y clerical.

Este proceso local correspondió a un movimiento retrógrado en el plano nacional, ¿verdad?

Sí, fue terrible. Fue un proceso violento de arriba abajo. Lo que pasó aquí fue un reflejo de lo sucedido en todo el mundo, especialmente en América Latina y Brasil. Juan Pablo II puede ser un santo, pero vio el mundo como un gran Polonia bajo el terror comunista. Hay matices en su pensamiento- algunas concesiones a la doctrina social de la Iglesia- pero vio el comunismo en todas partes y gobernó la Iglesia en alianza con Margaret Thatcher y en especial con Ronald Reagan. Hubo una relación estrecha entre el Vaticano y Washington en Europa del Este y en nuestra región. Nosotros pagamos el precio más alto del proyecto Wojtyla de alianza contra el comunismo con los EE.UU. Comenzó un proceso de nombramiento de obispos por los criterios de adhesión a la disciplina de la Curia Romana y no a la profecía. El centro de esta articulación aquí en Brasil fue la Archidiócesis de Río, que comenzó a cooptar a todos los obispos de Brasil para los seminarios organizados por la Congregación para la Doctrina de la Fe (sucesora del Santo Oficio) para someter a todo el mundo. Por lo que yo sé el cardenal Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación, persiguió a muchos: estuvo en Río más de una vez para estos cursos. Era una avalancha: cursos, citas, censuras, castigos, persecución …

Se inició un discurso oficial que la Iglesia en Brasil era comunista, que no rezaba, no se arrodillaba en la catedrales y templos y con todo regresamos a la Iglesia de las devociones, a la de antes del Vaticano II. El discurso de entonces fue -como hoy- de regreso a la tradición de la iglesia, pero la verdadera tradición de la Iglesia está en el primer milenio, y no en el segundo, como rezan los restauradores. La tradición verdadera había sido rescatada en el Vaticano II, con el redescubrimiento de los Padres de la Iglesia por Yves Congar, Lubac y muchos otros, que también fueron perseguidos por décadas antes del Concilio.

Comenzó el triste momento que mencioné antes: con las devociones, el rosario, las adoraciones y la clericalización. Los ministros y agentes de pastoral fueron alejados o se alejaron; resistir era muy duro. Comenzó el proceso de liquidación, o domesticación, de los consejos diocesanos y parroquiales en Brasil.

Un proceso doloroso…

Sí. Destruyeron la Iglesia organizada en comunidades, pequeños círculos, insertada en la vida de las familias pobres de todo el país y de la región. Los seminarios se convirtieron en «centros de formación profesionales» y el sueño de los jóvenes se transformó en hacerse obispos -no convertirse en en profetas- con la excepción de los centros de unas pocas diócesis y algunas órdenes y congregaciones.

Las Bienaventuranzas han dejado de ser la ley suprema de la Iglesia: este lugar fue ocupado por el Código de Derecho Canónico. Alguien me dijo que un obispo, ahora emérito, dijo en un retiro a seminaristas jóvenes que la Iglesia es la jerarquía, que la Iglesia es Pedro, sobre lo que se edifica la tradición: el Papa y los cardenales, sacerdotes y diáconos. «La gente es lodo», dijo. Esto está en confrontación directa con el pensamiento cristiano original y con el del Vaticano II, que define a la Iglesia como Pueblo de Dios.

¿Y ahora, con Francisco?

Es difícil de decir. El Papa está siglos por delante de esa mentalidad. La gente todavía tiene mucho miedo, se habla en las esquinas, la conspiración contra él es brutal, y ahora todo se está haciendo público. Es un renacimiento aún frágil, algo que exige nuevas formas y nuevos protagonistas. Nosotros, de la Teología de la Liberación, todos tenemos canas, y otros han muerto. Debemos confiar en el aliento del Espíritu y dar tiempo a que este proceso de apertura de puertas y ventanas dé sus frutos.

Muchos han muerto, a veces en el ostracismo o abandonados o bajo la indiferencia de la jerarquía. Como Don Oscar Romero. Pero es una gran alegría ver a Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez y Jon Sobrino ya redimidos en vida, después de todo lo que sufrieron injustamente.

Estamos empezando a salir de una situación difícil, muy difícil. ¿Cómo superar estos años de cierre y de la esclerosis? ¿Cómo hacer frente a la Teología de la Prosperidad que se ha convertido en una plaga dentro de la Iglesia, seduciendo a fieles, sacerdotes y obispos tanto teológica como personalmente? Sí, la prosperidad financiera se ha convertido en un «proyecto de vida». Es un enorme giro para corregir. Comblin preguntaba: ¿Quién en la Iglesia llevará a cabo la misión continental? Don Angélico me dijo más de una vez, después de tantos libros publicados sobre el Papa Francisco: «Hay que poner fin a esta cosa de escribir libros e ir a la práctica pastoral que él quiere para la Iglesia».

Esto estaba claro desde el principio, ¿no?

Sí. Cuando en 2013 el hombre se inclinó ante la multitud en la noche del anuncio de su nombre en la plaza San Pedro, no necesité ir a Google para saber quién era; comprendí que había llegado un nuevo tiempo.

Todo está en Evangelii Gaudium!

Fue publicada en noviembre de 2013. ¿Será que los cardenales rebeldes no la han leído? Estoy seguro que sí, pero han buscado el momento oportuno para atacar, que es lo que estamos viendo hoy en día.

La Iglesia del Vaticano II, la Iglesia de las primeras comunidades, es todo lo que hay en la Evangelii Gaudium. Con ella, Francisco ha explotado toda construcción jerárquica de fondo monárquico que ha sido construido en los últimos años.

¡Mira! El Papa habla de nuevos caminos ya en el primer apartado: anuncia un nuevo diseño de la Iglesia, a partir de los procesos y una elaboración colectiva… Lea aquí el número 16: «Tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo. No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable ‘descentralización'».

Todo lo que la Iglesia experimentó en el Sínodo de la Familia y la Amoris Laetitia se nota ya en la Evangelii Gaudium. Es la Iglesia de las autonomías y los procesos, no de las decisiones monárquicas: así que los que estaban en el poder están reaccionando de esta manera brutal. ¡Ellos quieren mantener el poder!

La situación es muy tensa. Muchos en la jerarquía están que orarían por una muerte rápida de Francisco. Pero hay que tener el valor de cambiar. Los planes pastorales- que ahora son verticales e inspirados en los planes de las empresas- tienen que estar elaborados todos desde cero, con la participación y decisión del pueblo. Hubo un tiempo, en la Teología de la Liberación, en la que la dirección de la vida de la Iglesia fue el episcopado profético; después vino el desastre. El futuro ahora está en manos de los laicos.

Hay mucho trabajo por delante.

Con Francisco, la Iglesia -que se había vuelto en los últimos 35 años totalmente irrelevante y domesticada- vuelve a cumplir su misión: a ser la luz del mundo, a molestar, a ser profética. Tenemos que ser esta luz no sólo en Roma, sino en todos los rincones.

¿Qué está ocurriendo en la parroquia en la que se encuentra?

Bueno, hemos tratado de mantener una pequeña llama viva todos estos años. Hay señales aquí y allá. Parece que la Iglesia comienza lentamente a despertar de la anestesia, en medio de los brutales conflictos internos.

Buscamos tener un gobierno de la Iglesia que comparta con todo el mundo dentro de nuestras posibilidades.

Un aspecto importante de nuestra dinámica, más allá del día a día en el que vivimos y compartimos con la gente, es la celebración anual de la Virgen del Carmen, nuestra patrona. Desde el año 2006 la novena de preparación de la fiesta es un espacio privilegiado para la reflexión. Cada año tiene un tema: la democracia, el medio ambiente, la mujer, la salud… Es un período de distribución de documentos, cartas y de la encíclica Laudato Si’. Invitamos a la gente a reflexionar sobre estos temas y a compartir con nuestra comunidad. Aquí han estado a lo largo de estos años gente como Vladimir Safatle, Marilena Chauí, Guilherme Boulos, padre Luiz Lima, Chico Alencar, Marcelo Barros, Leonardo Boff …

A partir de 2015 hemos cambiado la novena por un ciclo de siete domingos -una septenaria- lo que permite una reflexión más profunda y adaptada a este frenético ritmo de vida que tenemos.

Usted fue víctima de la persecución constante de grupos católicos ultraconservadores, que fueron a pedir su remoción al obispo.

Sí. Esta historia fue cuando invitamos a la drag queen Dindry Buck (Alberto Roggenbuck) a dar testimonio como católica y drag queen a los contratiempos que sufre y cómo vive su fe. Incluso ella se caracterizó como drag queen durante la celebración. Por cierto, lo que los conservadores no dicen es que ella es catequista en una parroquia cercana. Ellos hicieron un alboroto porque ella habló en la misa, tomó el cáliz durante la consagración y ayudó en la distribución de la Eucaristía. Cuando se trataba de Marilena Chauí montaron un escándalo porque ella había recibido la comunión de la «hostia del cura». Pero esto sólo revela la ignorancia litúrgica, pues la hostia es de la asamblea y no del padre.

Había gente de Acre (en la región norte de Brasil) que incluso firmó la petición, pero aquí en la parroquia muy pocas personas dieron bola a eso. Estoy tranquilo porque sé que no soy el objetivo. El verdadero objetivo es la eclesiología del Papa Francisco.

¿Cuáles son las perspectivas a corto plazo?

La comunidad aquí en la región fundó en 2010 el IPDM (Iglesia-Pueblo de Dios en Movimiento), que tiene como objetivo ser un núcleo de articulación, reflexión y oración en torno a la propuesta del Papa a la Iglesia, en una perspectiva ecuménica. Por lo tanto, hemos comenzado a «ampliar» los límites de la parroquia para dialogar con gente y movimientos en otras partes, y a establecer nuevos puentes. Es una prioridad para mí y ya se está haciendo mucho.

Además, estamos «provocados» por Boulos (Guilherme Boulos, de MTST). En diciembre nos invitó a trabajar en la evangelización de los sin techo desde una perspectiva ecuménica. Nos estamos organizando para esto. Es un reto. Y pensar que en los años 80 en todas las ocupaciones aquí en la región este (y no sólo aquí) había muchos sacerdotes y seminaristas implicados: era la Iglesia «en salida», «en las periferias existenciales», un desafío para el que Francisco de nuevo nos ha convocado.

Es un comienzo nuevo, pero con el entendimiento de que vivimos en una era completamente nueva. Hay ocupaciones de miles de personas sin techo en toda la ciudad y la Iglesia o bien no está presente o bien tiene una presencia tímida, e incluso esta tímida presencia sufre en muchos casos, la persecución de los católicos reaccionarios.

(El 17 de enero, el día después de la segunda ronda de la entrevista, Guilherme Boulos fue detenido en un violento desalojo llevado a cabo por la Policía Militar en el este de São Paulo. El Padre Paulo, junto con los sacerdotes Júlio Lancelotti, vicario del Pueblo de la Calle y Tarcísio Mesquita, de la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Parto, también en la zona este, se personaron rápidamente en la comisaría en una señal de solidaridad. Los tres sacerdotes fueron objeto de mensajes agresivos y ofensivos de los movimientos fundamentalistas católicos en las redes sociales).