INMACULADA  (B) – Fray Marcos

(Gn 3,9-15) … ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.

(Ef 1,3-12) Nos eligió para que fuésemos santos e inmaculados ante él por amor.

(Lc 1,26-38) Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.

En María descubrimos la Perla. Todos somos esa Perla preciosa. Nuestra tarea es limpiarla, tallarla y pulirla y veréis como luce.

Comprendo muy bien lo difícil que es superar prejuicios que durante siglos han moldeado nuestra religiosidad. Me anima a internarlo el recordar que desde pequeño he visto en el escudo de nuestra orden una sola palabra: veritas. No es que los dominicos nos sintamos en posesión de la verdad, pero nos han enseñado a tenerla como el horizonte hacia el que tiene que caminar el ser humano para poder ser libre, como nos dice el mismo evangelio.

Hoy vamos a intentar distinguir de qué María estamos hablando cuando celebramos la fiesta de la Inmaculada. Podíamos hablar de María tal como fue en la vida real y entonces tendríamos que callarnos porque no sabemos absolutamente nada. Los evangelios apenas dicen nada. De una cosa estamos seguros, Jesús tuvo que tener una madre. Lo más grande que podemos decir de esa madre es que fue una mujer absolutamente normal. En esa normalidad debemos descubrir la grandeza de su figura.

Toda fiesta de María es siempre un motivo de alegría, incluso de euforia diría yo. Ésta de la Inmaculada es para mí la más hermosa y la más profunda. Pero el motivo de esa alegría está más allá de la figura histórica o mítica de María. Si descubrimos en cada uno de nosotros lo que estamos celebrando en María, nos daremos cuenta de la verdadera proyección de esta fiesta. Hoy debemos mirarnos en María como en un espejo y vernos reflejados en ella como lo que realmente somo sin la suciedad que nos envuelve.

En el mismo título de la fiesta (inmaculada) enseña la oreja el maniqueísmo que, desde S. Agustín, ha infeccionado los más recónditos entresijos de nuestro cristianismo. Fijaros bien en lo que sigue. En el evangelio de Lucas, el ángel llama a María “kejaritomene” = gratia plena = llana de gracia. Pues bien, los cristianos hemos terminado hablando de la “sin pecado”. Ejemplo de cómo la ideología camuflada puede tergiversar el evangelio.

Es maniqueísmo el dar por supuesto que lo normal para todo ser humano, es un estado de pecado, y que para ser un verdadero ser humano, alguien tiene que liberarnos de esa lacra. Es insostenible el mantener hoy que todo ser humano nace deshumanizado. Ridiculizamos la idea de Dios cuando aceptamos que el mal está en el inicio de toda andadura humana. Dios es el fundamento de todo ser, también de todo ser humano. La plenitud nunca puede consistir en quitar algo, aunque se trate de un pecado. La plenitud está en el origen de todo ser, no se debe al esfuerzo personal a través de una vida.

Pablo dice: Él nos eligió, en Cristo para que fuésemos santos e inmaculados ante él por el amor. Esta sería la traducción exacta, y no ‘irreprochables’ como dicen la mayoría de las traducciones. La Vulgata dice: “inmaculati”. Nada parecido se dice de María en todo el NT, y sin embargo la llamamos Inmaculada. Sería la clave para una interpretación de la fiesta. No debemos conformemos con mirar a María para quedarnos extasiados ante su belleza. Lo que hemos descubierto en ella   debemos descubrirlo también en nosotros.

Es ridículo seguir discutiendo si fue concebida sin pecado desde el primer instante o fue pura e inmaculada un instante después. Lo que debe importarnos es que en María y en todo ser humano hay un núcleo intocable que nadie ni nada puede manchar. Lo que hay de divino en nosotros será siempre inmaculado. Ni nacemos en pecado ni tienen que sacarnos de esa situación artificialmente. Tomar conciencia de esta realidad, sería el comienzo de una nueva manera de entendernos a nosotros mismos y a los demás.

Dios no puede hacer excepciones ni puede tener privilegios con nadie. María no es una excepción sino la norma. En María descubrimos la verdadera vocación de todo ser humano. Pero debemos tener muy claro que ser como María no es la meta de cada uno de nosotros, sino que partimos de la misma realidad de la que ella partió. Lo que estamos celebrando en esta fiesta de María nos indica el punto de partida de nuestra trayectoria, aunque también el punto de llegada. Somos un tesoro, somos una perla preciosa.

Sobre la figura de María hemos montado durante casi dos mil años, un tinglado tal, que no sé cuanto tiempo necesitaremos para volver a la sencillez y pureza originales. María no necesita ni adornos ni capisayos. Es grande en su simplicidad, no porque la hayan adornado, Ni Dios ni los hombres tienen nada que añadir a lo que María era desde el principio. Basta mirar a su verdadero ser para descubrir lo que hay de Dios en ella, eso que siempre será limpísimo, purísimo, inmaculado. Si lo hemos descubierto en ella, será más fácil tomar conciencia de que también está en cada uno de nosotros.

Me habéis oído muchas veces decir que Dios no puede darnos nada, porque ya nos lo ha dado todo. Todo lo que tenemos de Dios, lo tenemos desde siempre. Nuestra plenitud en Dios, es de nacimiento, es nuestra denominación de origen, no una elaboración añadida a través de nuestra existencia. Lo que hay en nosotros de divino, no es consecuencia de un esfuerzo personal, sino la causa de todo lo que puedo llegar a ser. Aquí está la buena noticia que quiso trasmitirnos Jesús, tan desconcertante que seguimos sin creerla.

Si en Jesús hemos descubierto lo divino, ¿Qué necesidad tenemos de María? Aquí está una de las claves de la fiesta. Hay una enorme diferencia entre la manera de llegar a descubrir en Jesús la presencia de lo divino y la manera de encontrar en María esa misma presencia. El concepto de Dios al que llegamos a través de Jesús, no lleva a una idea exclusivamente masculina de Dios. Ese Dios masculino queda privado de toda la riqueza conceptual que puede encerrarse en una idea femenina de Dios. María nos ha descubierto esa riqueza.

Ésta es la aportación genial que ha hecho el pueblo creyente atribuyendo a la figura de María todo lo que la teología oficial le impedía aplicar directamente a Dios. En María se puede desplegar lo femenino de Dios que es tan importante o más que lo masculino. Todo el machismo que destila nuestra religión, quedaría superado si nos atreviésemos a pensar un Dios absolutamente femenino. Hay en lo femenino riquísimos contenidos que pueden ayudarnos a tomar conciencia de lo que es Dios como madre para cada uno de nosotros.

Tuvieron que pasar varios siglos para que los cristianos empezasen a interesarse por la figura de María. Esto no invalida todo lo que se ha dicho sobre María, pero nos obliga a darle una valoración muy distinta. La capacidad de símbolos de nuestra especie que es lo que nos convierte en humanos, lo que ha hecho posible convertir a María en un personaje simbólico, utópico, mítico. No podemos seguir interpretando como hechos históricos lo que son símbolos. No, María fue una mujer normal que llevó una vida normal. Nadie se fijó en ella. Cumplió siempre con sus obligaciones de madre y esposa. Eso que a nosotros nos parece una ordinariez, es lo más grande y digno a imitar de María.

Abendualdiko 2. igandea – B – José A. Pagola

(Markos 1,1-8)

BARNE BERRIKUNTZA – RENOVACIÓN INTERIOR

Gizatarra izateko, funtsezko alde bat falta zaio gure bizitzari: barnetasuna. Lasterka bizitzera behartzen gaituzte, ezertan eta inorekin pausatu gabe, eta zorionak ez du astirik izaten gure bihotzean sartzeko. Arin-arin pasatzen gara gauza ororen gainetik eta, kasik beti, azalean gelditzen gara. Ahazten ari zaigu bizitzari entzuten sakontasun eta barnekoitasun-pixka batekin

Isiltasunak sendatzen ahal gintzake, baina jadanik ez gara gai bera aurkitzeko geure milaka zereginen artean. Gero eta tarte gutxiago izaten dugu espirituarentzat eguneroko bizitzan. Bestetik, zein arduratuko da gaur egun hain estimu gutxiko diren gauzez: barne bizitzaz, meditazioaz edota Jainkoaren bila ibiltzeaz?

Barne janariaz gabeturik, begiak itxirik bizirauten dugu, geure arimaz ahazturik, piloka egitasmo, zeregin eta ilusio-geruzaz jantzirik. Ikasi dugu jadanik bizitzen «gauzen artean gauza huts izango bagina bezala» (Jean Onimus). Gauzarik tristeena, ordea, behatzea da ezen, sarriegi, erlijioa bera ere ez dela gai izaten pertsonari berotasuna eta barne bizitza emateko. «Azalekoaren» apustua egin duen mundu honetan, Jainkoa urrunegi legokeen «objektu» gertatzen da eta, egia esateko, probetxu gutxiko objektu eguneroko bizitzarako.

Horrengatik, ez da harritzekoa gizon-emakume askori Jainkoa bost axola zaiela ikustea; ez dute ezagutzen, ez dakite zer demontre den, haren beharrik sentitu gabe bizitzen ikasi dute. Agian Jainkoa bada, bai, baina egia da ez dutela hura batere «on» sumatzen beren bizitzarako.

Ebanjelariek «Espiritu Santuaz bataiatzera» datorrena bezala aurkeztu digute Jesus, hau da, Espirituaren indarrez gure bizitza garbitu eta sendatu dezakeen norbait bezala. Eta, agian, gaur egungo Elizaren lehen egitekoa, hain justu, «Espiritu Santuaren bataio» hori eskaintzea da gure egun hauetako gizon-emakumeei.

Espiritu horren beharra dugu: berak irakatsiko digu azaleko huts denetik, gizakiagan, munduan eta bizitzan barnekoena denera igarotzen.

Ez da aski Ebanjelioa hots egina izatea. Gure belarriak ohituegi daude eta ez dute aditzen hitzen mezua. Hau bakarrik izan dezakegu konbentzigarri: barneko poz berri eta desberdin baten esperientzia erreala, bizia, zehatza.

Kirio kitzikatuen pakete bilakatutako gizon-emakume, kanpotiko asaldura hutsalek mugituriko izaki, ia den guztiaz gogaiturik eta, esateko, inolako barne pozik gabe: egiten ahal dugu ezer hoberik geure bizitza apur batez pausatu baino, oraino sinesten dugun Jainkoari apal-apal dei egin eta geure bizitza eraldatzen ahal digun Espirituari konfiantzaz irekin baino? Izan ahalko dira gure kristau-elkarteak eremu bat non bizi ahalko garen Jesusengan haragi egindako Jainkoaren Espirituari harrera eginez?

José Antonio Pagola

Itzultzailea: Dionisio Amundarain

2 Adviento – B (Marcos 1,1-8)

por Coordinador – Mario González Jurado

RENOVACIÓN INTERIOR

Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad. Se nos obliga a vivir con rapidez, sin detenernos en nada ni en nadie, y la felicidad no tiene tiempo para penetrar hasta nuestro corazón. Pasamos rápidamente por todo y nos quedamos casi siempre en la superficie. Se nos está olvidando escuchar la vida con un poco de hondura y profundidad.

El silencio nos podría curar, pero ya no somos capaces de encontrarlo en medio de nuestras mil ocupaciones. Cada vez hay menos espacio para el espíritu en nuestra vida diaria. Por otra parte, ¿quién se va a ocupar de cosas tan poco estimadas hoy como la vida interior, la meditación o la búsqueda de Dios?

Privados de alimento interior, sobrevivimos cerrando los ojos, olvidando nuestra alma, revistiéndonos de capas y más capas de proyectos, ocupaciones e ilusiones. Hemos aprendido ya a vivir «como cosas en medio de cosas» (Jean Onimus). Pero lo triste es observar que, con demasiada frecuencia, tampoco la religión es capaz de dar calor y vida interior a las personas. En un mundo que ha apostado por «lo exterior», Dios resulta un «objeto» demasiado lejano y, a decir verdad, de poco interés para la vida diaria.

Por ello no es extraño ver que muchos hombres y mujeres «pasan de Dios», lo ignoran, no saben de qué se trata, han conseguido vivir sin tener necesidad de él. Quizá existe, pero lo cierto es que no les «sirve» para su vida.

Los evangelistas presentan a Jesús como el que viene a «bautizar con Espíritu Santo», es decir, como alguien que puede limpiar nuestra existencia y sanarla con la fuerza del Espíritu. Y quizá la primera tarea de la Iglesia actual sea precisamente la de ofrecer ese «bautismo de Espíritu Santo» a los hombres y mujeres de nuestros días.

Necesitamos ese Espíritu que nos enseñe a pasar de lo puramente exterior a lo que hay de más íntimo en el ser humano, en el mundo y en la vida. Un Espíritu que nos enseñe a acoger a ese Dios que habita en el interior de nuestras vidas y en el centro de nuestra existencia.

No basta que el evangelio sea predicado. Nuestros oídos están demasiado acostumbrados y no escuchan ya el mensaje de las palabras. Solo nos puede convencer la experiencia real, viva, concreta, de una alegría interior nueva y diferente.

Hombres y mujeres convertidos en paquetes de nervios excitados, seres movidos por una agitación exterior y vacía, cansados ya de casi todo y sin apenas alegría interior alguna, ¿podemos hacer algo mejor que detener un poco nuestra vida, invocar humildemente a un Dios en el que todavía creemos y abrirnos confiadamente al Espíritu que puede transformar nuestra existencia? ¿Podrán ser nuestras comunidades cristianas un espacio donde vivamos acogiendo el Espíritu de Dios encarnado en Jesús?

José Antonio Pago

Domingo 2º de Adviento – Koinonía

Isaías 40,1-5.9-11

Preparadle un camino al Señor

«Consolad, consolad a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por su pecados.» Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escraboso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos -ha hablado la boca del Señor-.» Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»

Salmo responsorial: 84

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: / «Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos.» / La salvación está ya cerca de sus fieles, / y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la paz se besan; / la fidelidad brota de la tierra, / y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos. R.

2Pedro 3,8-14

Esperemos un cielo nuevo y una tierra nueva

Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo,¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.

Marcos 1,1-8

Allanad los senderos del Señor

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.»» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaba sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

COMENTARIO A LOS TEXTOS BÍBLICOS:

En los tiempos que escribe el profeta Isaías el pueblo de Israel se encuentra en el exilio de Babilonia y es inminente un posible retorno a la tierra de Israel. Isaías da aliento a su pueblo diciéndoles que ya han satisfecho la pena que tenía estipulada por sus culpas, satisfacción lograda por medio de la esclavitud y los trabajos forzosos que han vivido en Babilonia. Ahora vendrá un mensajero, al que el escritor no pone nombre, proclamando que todo monte sea rebajado, allanando, aplanado para hacer una senda a nuestro Dios que regresa triunfante a Jerusalén conduciendo a su pueblo como en otro tiempo lo hizo con los israelitas saliendo de Egipto. El escritor ha tomado una costumbre de su época, según la cual cuando un rey ganaba una guerra o una batalla se hacían caminos ceremoniales en los cuales se celebraba el triunfo del rey sobre sus enemigos. Asimismo, Yahvé es el Señor, el Dios de Israel, que retorna glorioso triunfante a Jerusalén por un camino preparado por Él. El mensajero anuncia a todo el pueblo esta noticia, noticia de esperanza y de alegría para una comunidad que vivía marginación y explotación. Los evangelistas han asociado a este mensajero que prepara el retorno de Yahvé con Juan el Bautista.

El Salmo canta la esperanza del pueblo desterrado que ahora retorna. Ellos se preguntan hasta cuándo Dios estará alejados de ellos, y la respuesta es unánime: Él mora en aquellos que le son fieles. Ese día Yahvé se hará presente. La justicia y la paz reinarán y las cosechas, que no han producido lo esperado, prosperarán. Es un himno al Dios compasivo que ahora retorna a su tierra para hacerla fructificar. Es la espera y la esperanza en un futuro mejor.

La segunda lectura de la carta de Pedro, nos sitúa dentro del debate sobre el día de la segunda venida del Señor. La comunidad para la que esta dirigida la carta de Pedro se preguntaba cuándo sería ese día en que Jesucristo resucitado volvería. En un principio se les había dicho que pronto, pero pasaba el tiempo y no retornaba. El apóstol le responde diciendo que el Señor no se retrasa en el cumplimiento de la promesa como ellos suponen, sino que usa de la paciencia de los hombres queriendo que todos lleguen a la salvación; por que un día es como mil años y mil años como un día para el Señor. En ese día se inaugurará un nuevo cielo y nueva tierra. Lo que nosotros tenemos que hacer es esforzarnos para ser hallados en paz ante él, y ésta debe ser una actitud permanente pues no sabemos el día en que vendrá. Pedro anima a la espera a una comunidad impaciente, y, más que a una espera, a vivir esperanzadamente en un futuro mejor. No niega que haya problemas en la comunidad (divisiones, persecuciones), pero lo que nos debe identificar como cristianos es la confianza en un futuro mejor…

El evangelio de Marcos se centra en la predicación de Juan el Bautista. En él se cumple la profecía de Malaquías según la cual vendrá un mensajero delante del Mesías (que sería Elías); y del profeta Isaías que expresa la misión del precursor preparar el camino de aquel que ha de venir. Juan proclamaba un bautismo de conversión el cual era signo del perdón de los pecados y que implicaba el compromiso de cambio de vida. Predicaba un castigo inminente de Dios y ante esa amenaza debíamos reconocernos pecadores, débiles, que hemos fallado, por lo cual el bautismo era expresión de un real cambio de vida y no solo un simple rito. Esta predicación era muy aceptada por las gentes de Jerusalén y de Judea, especialmente los más pobres (luego evangelistas nos dirán que los fariseos y los doctores de la ley, personas importantes, no creyeron en él). Caracteriza a Juan su vestimenta y su dieta, que indicaban su talante profético. Se viste a sí porque las tradiciones de la época identificaban con estos rasgos a los profetas. La venida inminente de quien bautizará en Espíritu, es la esperanza que el grupo de seguidores de Juan arraiga en su corazón.

Como vemos, la liturgia del día de hoy nos invita a esperanza, a creer que, en medio de las dificultades, de las persecuciones, de las realidades más duras de la vida; es posible un futuro mejor, porque el Señor es fiel a quienes asumen los valores de la verdad, de la justicia, de la fraternidad. Todas estas esperanzas que nos invitan las lecturas, como cristianos, las leemos en Jesús, sobre todo en este tiempo de espera alegre de la Navidad, espera de un nuevo mundo. Que nuestra esperanza sepa dar testimonio ante el mundo de que un futuro mejor, en medio de las difíciles condiciones de nuestra realidad, es posible.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 3 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Una voz en el desierto». El audio, el guión y un comentario bíblico-teológico, pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/3-una-voz-en-el-desierto/

Omella: «El Papa no nos ha tirado de las orejas»

Religión digital

Según la versión dada por la cúpula de la Iglesia española, y que hay que dar por válida pues Roma no suele salir a dar una opinión distinta a la aportada, Francisco no mencionó la crisis de los abusos a menores en España, ni mucho menos el Informe del Defensor del Pueblo, la inconclusa auditoría de Cremades o el ‘plan de reparación integral’ aprobado la semana pasada por la Asamblea Plenaria. Pero tampoco preguntó por la situación política del país, la economía o la situación de los inmigrantes

“Ha estado dos horas y pico y no ha tosido ni una vez. Este hombre está más sano que nosotros, que alguno tosía», recalcó el presidente de la CEE, que aseguró que Francisco “estima mucho España” y “tiene fenomenal tanto la cabeza como la garganta”

El presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, y el portavoz de la Casa de la Iglesia, César García Magán, negaban al unísono con la cabeza, ante la incredulidad de los periodistas que, tanto en el Pontificio Colegio Español de San José, como a través del streaming, no comprendían cómo, después de cinco horas de inédito encuentro entre el plenario de la Iglesia española y el Papa Francisco, no había ninguna conclusión.

Sólo que «el Papa no nos ha tirado de las orejas», y que no se ha hablado de los abusos, ni de ninguna otra cosa más que de la formación de los seminarios. Y de eso, bien poco, pues de las conclusiones apenas se colige un “proceso” para ir caminando de cara a una nueva estructura en la formación de los futuros sacerdotes…Leer más (Jesús Bastante)

DOMIGO 1º  DE  ADVIENTO  (B)-Fray Marcos

(Is 63,16-64,8) Tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero.

(1 Cor 1,3-9) Dios os llamó a participar de la vida de su Hijo. Y él es fiel.

(Mc 13,33-37) Mirad, vigilad, pues no sabéis cuándo es el momento.

Él está adviniendo siempre. Un instante de atención plena sería suficiente para que se produjera el encuentro.

Estamos en el primer día del Nuevo Año litúrgico. El Adviento no es solamente un tiempo litúrgico, sino toda una filosofía de vida. Se trata de una actitud vital que tiene que atravesar toda nuestra existencia. Adviento viene da la palabra “adventum” del verbo “advenio” que no significa venir sin sobrevenir. Este matiz es muy importante, porque nos obliga a pensar en lago que se añade a lo que ya somos. Lo importante no es recordar la primera venida de Jesús; eso es solo el pretexto para descubrir que ya está aquí. Mucho menos prepararnos para la última, que solo es una gran metáfora.

Todo el AT está atravesado por la promesa y por la espera. Según el relato bíblico. Dios les va prometiendo lo que ellos más ansían. A Abrahán, descendencia; a los esclavos en Egipto, libertad; En el desierto, una tierra que mana leche y miel; cuando han conquistado Canaán, una nación fuerte y poderosa; cuando están en el Exilio, volver a su tierra; cuando destruyen el templo, reconstruirlo; en aquel momento librarles de los romanos. En el AT siempre les promete cosas terrenas porque es lo único que ellos esperan. Jesús promete algo muy distinto. «He venido para que tengan Vida y la tengan abundante.»

Según el AT Dios les puso la zanahoria delante de las narices o el palo en el trasero para hacerles caminar según su voluntad. Tomado al pie de la letra sería ridículo. Dios no puede hacer promesas para el futuro, porque ni tiene nada que dar ni tiene futuro. Las promesas de Dios, son hechas por los profetas, para ayudar al pueblo a soportar momentos de adversidad. Nada de los que anunciaron los profetas, se cumplió en Jesús. Gracias a Dios, porque todos los textos están encaminados hacia una salvación material. Hoy podemos entender aquellas imágenes como metáforas de la verdadera salvación.

La clave del relato evangélico está en la actitud de los criados. Nos quiere decir que Dios está siempre viniendo. Él es “el que viene”. La humanidad vive un constante adviento, pero no por culpa de un Dios cicatero que se complace en hacer rabiar a la gente obligándola a infinitas esperas antes de darle lo que ansía. Estamos todavía en Adviento, porque estamos dormidos o soñando con logros superficiales, y no hemos afrontado con la debida seriedad la existencia. Todo lo que espero de Dios, lo tengo ya dentro de mí.

 Vigilad. Para ver no solo se necesita tener los ojos abiertos, se necesita también luz. No se trata de contrarrestar el repentino y nefasto ataque de un ladrón. Se trata de estar despierto para afrontar la vida con una conciencia lúcida. Se trata de vivir a tope una vida que puede transcurrir sin pena ni gloria. Si consumes tu vida, dormido, no pasa nada. Esto es lo que tenía que aterrarte; que pueda transcurrir tu existencia sin desplegar las posibilidades de plenitud que te han dado. La alternativa no es salvación o condenación. Nadie te va a condenar. La alternativa es o plenitud humana o simple animalidad.

Pues no sabéis cuando es el ‘momento’. En griego hay dos palabras que traducimos al castellano por “tiempo”: “kairos” y “chronos”. Chonos significa el tiempo astronómico, relacionado con el movimiento de los cuerpos celestes. Kairos sería el tiempo psicológico, el momento oportuno para tomar una decisión. Por no tener en cuenta esta sencilla distinción, se han hecho interpretaciones descabelladas. En el evangelio que acabamos de leer, se habla de kairos. Naturalmente que el hombre, como criatura se encuentra siempre en el chronos, pero lo verdaderamente importante para él es vivir el kairos.

El punto clave de nuestra reflexión debe ser: ¿Esperamos nosotros la misma salvación que esperaban los judíos? Si es así, también nosotros hemos caído en la trampa. Jesús no puede ser nuestro salvador. La mejor prueba de que los primeros cristianos, verdaderos judíos, no estaban en la auténtica dinámica para entender a Jesús, es que no respondió a sus expectativas y creyeron necesaria una nueva venida. Esta vez sí, nos salvará de verdad, porque vendrá con “poder y gloria”. No os parece un poco ridículo. La médula de su mensaje es que la salvación que Dios nos ofrece, está en la entrega y el don total.

Las primeras comunidades oraban: “Maranatha” (ven Señor). Vivieron la contradicción de una escatología realizada y otra futura. “Ya, pero todavía no”. “Ya” por parte de Dios, que nos ha dado ya la salvación. “Todavía no” porque seguimos esperando una salvación a nuestra medida y no hemos descubierto la verdadera salvación, que ya poseemos. Aquí radica el sentido del Adviento. Porque “todavía no” ha llegado la verdadera salvación, tenemos que tratar de adelantar el ya. Eso no lo conseguiremos si seguimos dormimos.

Luchar por un mayor consumismo y creyendo que en él está la verdadera salvación sería una trampa. Descubrir ese engaño sería estar despiertos. El ser humano sigue esperando una salvación que le venga de fuera, sea material, sea espiritual. Pero resulta que la verdadera salvación está dentro de cada uno. En realidad, Jesús nos dijo que no teníamos nada que esperar, que el Reino de Dios estaba ya dentro de nosotros. En este mismo instante está viniendo. Si estamos dormidos, seguiremos esperando.

La falta de encuentro se debe a que nuestras expectativas van en una dirección equivocada. Esperamos un Dios que llegue desde fuera. Esperamos actuaciones espectaculares por parte de Dios. Esperamos una salvación que se me conceda como un salvoconducto, y eso no puede funcionar. Da lo mismo que la espere aquí o para el más allá. Lo que depende de mí no lo puede hacer Jesús ni lo puede hacer Dios. Esta es la causa de nuestro fracaso. Seguimos esperando que otro haga lo que solo yo puedo hacer.

La religión me ofrece salvación, pero solo me salva de los lazos que ella mismo me ha colocado. Dios es la salvación y ya está en mí. Lo que de Dios hay en mí es mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada en mí auténtico ser, simplemente tengo que despertar y dejar de potenciar mi falso yo. Tengo que dejar de creer que soy lo que no soy. Esta vivencia me descentrará de mí mismo y me proyectará hacia los demás. Me identificaré con todo y con todos. Mi falso ser y mi individualidad serán disueltos.

El verdadero problema está en la división que encontramos en nuestro ser. En cada uno de nosotros hay dos fieras luchando a muerte: Una es mi verdadero ser que es amor, armonía y paz; otra es mi falso yo que es egoísmo, soberbia, odio y venganza. ¿Cual de los dos vencerá? Muy sencillo y lógico. Vencerá aquella a quien tú mismo alimentes.

Como los judíos, seguimos esperando una tierra que mane leche y miel; es decir mayor bienestar material, más riquezas, más seguridades de todo tipo, poder consumir más… Seguimos pegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. No necesitamos para nada, la verdadera salvación o, a lo máximo, para un más allá. Si no sientes necesidad no habrá verdadero deseo, y sin deseo no hay esperanza. Hoy ni los creyentes ni los ateos esperamos nada más allá de los bienes materiales. También Dios sigue esperando.

Abendualdiko 1. igandea – 1º de Adviento- José A. Pagola

B (Markos 13,33-37)

por Coordinador – Mario González Jurado

ZERUERTZA ILUN BIHURTZEN DENEAN- CUANDO EL HORIZONTE SE VUELVE SOMBRÍO

Esperantza-falta aldaketa sakonak eragiten ari da gure artean, eta, askotan, ezin atzeman izaten ditugunak. Konturatu gabe kasik, galduz doaz zeruertzetik helburutzat bizitza gizatarragoak dituzten politikak. Gero eta gutxiago hitz egiten da liberazio-programez edota herrien artean zuzentasun eta solidaritate handiagoak bilatzen dituzten egitarauez.

Etorkizuna ilun ikusten denean, segurtasuna nahi izaten dugu guztiok. Ez dadila ezer ere alda: duguna, ondo doakigu-eta. Ez dezala inork arriskuan ipini gure ongizatea. Ez da hau guztientzat ideal handiago baten bila pentsatzen hasteko garaia, baizik eta ordena eta lasaitasuna defenditzekoa.

Ematen du, ez dakigula, kasik senezkoa den erreakzio hau baino harago joaten. Adituek esaten digute ezen ingurumen-problema larriek, etsipenezko terrorismoaren fenomenoak edota ongizatearen gizartean muturra sartzen ari den gose direnen eraso hazkorrak ez direla ari eragiten, itxuraz, inolako aldaketa sakonik gizabanakoen bizitza pertsonalean. Soilik, beldurra eta segurtasun-bilaketa. Nork bere ongizate txikiaz ahalik gehien gozatzea dute helburu.

Dudarik gabe, askok sentitzen dugu erru, lotsa eta tristura-sentipen arraro bat. Sentitzen dugu, gainera, konplizitate-modu bat ere geure axola-ezagatik eta erreakzionatzeko geure gaitasun-faltagatik. Hondo-hondoan, ez dugu ezer jakin nahi mundu berri batez; soilik, geure segurtasuna dugu geure kezka.

Kristau-iturriek Jesusen dei bat gorde dute une galgarrietarako: «Esna, bizi esna». Zer adierazten digute gaur egun hitz horiek? Esna zaitezte egoismoan leun igarotzen ari den bizitzatik? Esna zaitezte kontzientziaren ahotsa entzutea une orotan eragozten ari den gauza ororen arinkeriatik? Libera zaitezte axola-gabeziatik eta etsipenetik?

Kristau-elkarteek ez al lukete izan behar leku berezi bat esna bizitzen ikasteko, begiak itxi gabe, mundutik ihes egin gabe, sufritzen ari direnei bizkarra emanez Jainkoa maitatu nahiz?

José Antonio Pagola

Itzultzailea: Dionisio Amundarain

1 Adviento – B (Marcos 13,33-37)

por Coordinador – Mario González Jurado

CUANDO EL HORIZONTE SE VUELVE SOMBRÍO

La falta de esperanza está generando entre nosotros cambios profundos que no siempre sabemos captar. Casi sin darnos cuenta van desapareciendo del horizonte políticas orientadas hacia una vida más humana. Cada vez se habla menos de programas de liberación o de proyectos que busquen mayor justicia y solidaridad entre los pueblos.

Cuando el futuro se vuelve sombrío, todos buscamos seguridad. Que nada cambie, a nosotros nos va bien. Que nadie ponga en peligro nuestro bienestar. No es el momento de pensar en grandes ideales de justicia para todos, sino de defender el orden y la tranquilidad.

Al parecer no sabemos ir más allá de esta reacción casi instintiva. Los expertos nos dicen que los graves problemas medioambientales, el fenómeno del terrorismo desesperado o el acoso creciente de los hambrientos penetrando en las sociedades del bienestar no están provocando, al parecer, ningún cambio profundo en la vida personal de los individuos. Solo miedo y búsqueda de seguridad. Cada uno trata de disfrutar al máximo de su pequeño bienestar.

Sin duda, muchos sentimos una extraña sensación de culpa, vergüenza y tristeza. Sentimos, además, una especie de complicidad por nuestra indiferencia y nuestra incapacidad de reacción. En el fondo no queremos saber nada de un mundo nuevo, solo pensamos en nuestra seguridad.

Las fuentes cristianas han conservado una llamada de Jesús para momentos catastróficos: «Despertad, vivid vigilantes». ¿Qué significan hoy estas palabras? ¿Despertar de una vida que discurre suavemente en el egoísmo? ¿Despertar de la frivolidad que nos rodea en todo instante impidiéndonos escuchar la voz de la conciencia? ¿Liberarnos de la indiferencia y la resignación?

¿No deberían ser las comunidades cristianas un lugar privilegiado para aprender a vivir despiertos, sin cerrar los ojos, sin escapar del mundo, sin pretender amar a Dios de espaldas a los que sufren?

José Antonio Pagola

Domingo 1º de Adviento – KOINONÍA

Isaías 63,16b-17.19b;64,2b-7

¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros al arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.

Salmo responsorial: 79

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, / tú que te sientas sobre querubines, resplandece. / Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

Dios de los ejércitos, vuélvete: / mira desde el cielo, fíjate, / ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y que tú hiciste vigorosa. R.

Que tu mano proteja a tu escogido, / al hombre que tú fortaleciste. / No nos alejaremos de ti; / danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.

1Corintios 1,3-9

Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo

Hermanos: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Marcos 13,33-37

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa

En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

COMENTARIO A LOS TEXTOS:

La comunidad judía que retorna del exilio enfrenta un gran desafío: reconstruir los fundamentos de la nación, la ciudad y el Templo. No era una tarea fácil. La mayoría de los exiliados ya se habían organizado en Babilonia y en otras regiones del imperio caldeo. La mayor parte de los que habían llegado desde Judea cincuenta años antes ya habían muerto y los descendientes no sentían gran nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los habían invitado continuamente a reconocer los errores que habían conducido a la ruina, pero la mayor parte de los exiliados ignoraban a los mediadores de Yahvé.

Algunos tomaron entre sus manos el proyecto de reconstruir la identidad, las instituciones y la vida de la nación. Sin embargo, no contaron inicialmente con mucho apoyo, Parecía una idea loca e innecesaria: para qué volver a Jerusalén si ya no había remedio… Lo mismo nos ocurre a veces a nosotros: vivimos de la nostalgia del pasado, pero no nos comprometemos a transformar la realidad del presente. Añoramos otros tiempos en que se vivía mejor, pero no rescatamos los valores que hacen posible una convivencia humana justa y equitativa.

Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprende: mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos! Pero él tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las preocupaciones más superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora apropiada para realizar la misión que Jesús nos encomienda. Jesús, en el evangelio, nos enseña a estar en guardia contra los que creen que las enseñanzas cristianas son algo superfluo. El evangelio debe ser proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde se vea, debe ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio una lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud vigilante.

La interpretación que se daba a estos textos del evangelio que apuntan hacia el futuro o hacia la escatología estuvo casi siempre revestida de un tinte apocalíptico y de temor: el Señor había establecido un plazo, que se podría cumplir en cualquier momento, imprevisiblemente, por lo cual necesitábamos estar preparados para un juicio sorpresivo y castigador que el Señor podría abrir en cualquier momento contra nosotros. «Que la muerte nos sorprenda confesados». Este miedo funcionó durante mucho tiempo, durante tantos siglos como duró una imagen mítica de Dios, excesivamente calcada de la imagen del emperador soberano o del señor feudal que dispone despóticamente sobre sus súbditos. El miedo a la condenación eterna, tan impregnado en la sociedad cristiana medieval y barroca, hizo que la «huelga de confesonarios» pudo ser en determinados momentos un arma esgrimida por el clero contra las clases altas, por ejemplo, por parte de los misioneros defensores del pueblo contra los conquistadores españoles dueños de esclavos (recuérdese el film La misión, o la historia del profeta dominico Antonio Montesinos, en la isla La Espanyola, actual República Dominicana). Causa sonrisas pensar en la eficacia que una tal «huelga de confesionarios» pudiera tener hoy día. Y es que la estrella de la «vida eterna», el dilema de la salvación/condenación eternas, brillaba con su potencia indiscutible en el firmamento de la cosmovisión del hombre y la mujer premodernos… Pero son ya tiempos idos. Sería un error enfocar el comentario a evangelios como el que hoy leemos en esa misma perspectiva, pensando que nuestros contemporáneos son todavía premodernos…

El estado de alerta, la mirada atenta al futuro que evita el adocenamiento o la rutina… sí que es una categoría y una dimensión del hombre y de la mujer modernos. Si lo interpretamos como «esperanza», la pertinencia del mensaje aún es más vigente.

¿Qué puede significar «Adviento» para la sociedad actual? Como nombre de un tiempo litúrgico significa no significa mucho, y no habría que lamentarse mucho ni gastar pólvora inútilmente, pues cualquier día –tal vez más pronto que tarde– la Iglesia cambiará el esquema de los ciclos de la liturgia, que clama a gritos por una renovación. Lo que importa no es el tiempo litúrgico, sino el Adviento mismo, el «Advenimiento» –que eso significa la palabra–, el «noch nicht Sein», el no-ser-todavía, como decía Ernst Bloch; aquello cuya forma de ser consiste en «no ser todavía pero tratando de llegar a ser»… Ateo como era, Bloch construyó todo su poderoso edificio filosófico sobre la base de la utopía y la esperanza, y presentó en bellas páginas inolvidables la grandeza heroica del santo y del mártir ateo, capaz de dar la vida en aras de su esperanza… Ebeling, en la misma línea decía: «lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus posibilidades»… Lo real más real no es lo real sin más, sino las posibilidades de ser que lo que hoy es lleva consigo.

Después de los años 90 del siglo pasado, estamos en un tiempo en el que se dice que se ha dado un «desfallecimiento utópico». Con el triunfo del neoliberalismo y la derrota de las utopías (no «de las ideologías», alguna de las cuales siguen muy vivas), la cultura moderna –o mejor posmoderna- castiga al pensamiento esperanzado y utopista. El ser humano moderno-posmoderno está escarmentado. Ya no cree en «grandes relatos». Se nos ha impuesto una cultura anti-utópica, antimesiánica, a-escatológica, ¿sin esperanza?, a pesar de la brillantez de que hacen gala los productos de la industria mundial del entretenimiento; detrás del atractivo seductor de ese entretenimiento, la imagen de ser humano que queda está ayuna de toda esperanza que trascienda siquiera mínimamente el «carpe diem», el «disfruta la vida». ¿Qué advenimiento («adviento») esperan el hombre y la mujer contemporáneos? ¿Cómo vivir el adviento en una sociedad que no espera ningún «advenimiento»? Desde luego, no reduciendo el adviento a un «tiempo litúrgico», o a un tiempo pre-navidad… ¿Cómo pues?

El Advenimiento que esperamos los cristianos no es la Navidad… Ni tampoco es «el cielo»… ¡Es el Reino! «No es otro mundo… es este mismo mundo… ¡pero totalmente ‘otro’, transformado radicalmente»! Se puede ser cristiano sin celebrar el adviento, ¡pero no sin preparar el Advenimiento! Ser cristiano es hacer propia en el corazón la nostalgia de Aquel que decía: «fuego he venido a traer a la tierra, y ¡cómo deseo que arda…!». Los cristianos no podemos inculturarnos en esta cultura anti-utópica y sin «grandes relatos», porque somos hijos de la gran Utopía de la Causa de Jesús, y tenemos el «gran relato» del Proyecto de Dios… Podríamos no celebrar el adviento, pero no podemos dejar de darnos la mano con los santos y mártires ateos y con todos los hombres y mujeres de la tierra, de cualquier religión del planeta, para trabajar denodadamente por el Advenimiento del Nuevo Mundo.

Cada vez se perfila mejor: crear un Mundo Nuevo, fraterno-sororal y solidario, sin imperios ni instituciones transnacionales o mundiales explotadoras de los pobres, lo que Jesús llamó malkuta Yahvé en su boca aramea, Reino de Dios, pero dicho con palabras y hechos de este ya tercer milenio, ése es el Advenimiento que esperamos, el sueño que nos quita el sueño, lo que nos hace estar en «alerta».

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 105 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Un cielo nuevo y una tierra nueva». El audio, el guión y un comentario teológico–bíblico ad hoc pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/1o5-un-cielo-nuevo-y-una-nueva-tierra/

Javier Garrido: ¿en nombre de Dios?

Blog José Arregi

«Pienso primero en las dos religiosas sexualmente agredidas en el marco del acompañamiento espiritual. Su calvario ha sido largo y atroz. Fueron sometidas, humilladas en su libertad, su dignidad, su cuerpo. Durante años. Y ello por parte de su maestro, su padre, su director espiritual, aquel en quien ellas habían depositado su más plena confianza, aquel que poseía y ejercía sobre ellas absoluta autoridad»

«Quiero ponerme en el lugar de Javier, no para justificarlo, por supuesto, pero tampoco para condenarlo, sino para desear su liberación y sanación profunda, para, condenando su conducta, salvarlo a él»

«El factor decisivo que explica, aunque en nada justifica, la conducta de Garrido es su idea de dios, su constructo teológico»

Hace unos días se hizo pública la sentencia firme del tribunal eclesiástico llamado de la Rota que condena duramente al franciscano navarro Javier Garrido, maestro y acompañante espiritual de gran autoridad, autor de números libros sobre espiritualidad y cristianismo y una de las figuras más reconocidas de la Orden Franciscana, por “abusos de poder y abusos sexuales” (“agresiones” debiera haber dicho el tribunal) contra dos religiosas.

Pienso primero en las dos religiosas sexualmente agredidas en el marco del acompañamiento espiritual. Su calvario ha sido largo y atroz. Fueron sometidas, humilladas en su libertad, su dignidad, su cuerpo. Durante años. Y ello…Leer más (José Arregi)

El genocidio israelí: ¿suprema expresión del paradigma moderno?

Atrio

Vamos directamente al asunto. La represalia del estado de Israel al acto de terror del 7 de octubre perpetrado por Hamas de la Franja de Gaza está siendo totalmente desproporcionado. Tenían derecho de autodefensa garantizado legalmente, pero con el pretexto de capturar y matar terroristas pusieron en marcha su sofisticado arsenal bélico. Han destruido cientos de edificios, asesinado a miles de niños inocentes, mujeres y un sinnúmero de civiles. No se trata de una guerra sino de un verdadero genocidio y limpieza étnica, como fue denunciado por el secretario de la ONU António Guterres. El afirmó: “la Franja de Gaza se ha transformado en un cementerio de niños”. Hoy esto ya es consenso entre los mejores analistas y notables humanistas.

Ningún organismo internacional y ningún país ha salido en defensa de los desesperados palestinos, revelando una completa insensibilidad, particularmente de la Unión Europea, aliada y acólito de los Estados Unidos. Imbuida del espíritu de poder/dominación, no hace nada, como si fuese propio de la guerra todo tipo de crímenes, inclusive el genocidio, como lo hicieron durante siglos por todo el mundo. El presidente Joe Biden declaró su apoyo incondicional a Israel, lo que equivale a darle carta blanca para que haga una guerra sin restricciones, usando todos los medios. La humanidad está horrorizada ante el cuadro de exterminio y de muerte en la Franja de Gaza.

Estamos ante una total irracionalidad e inhumanidad que da miedo. Por más que nos cueste aceptarlo, debemos sospechar, especialmente nosotros que vivimos en el Gran Sur, otrora colonizado y hoy sometido a una recolonización, que el presente genocidio estaría inscrito en el paradigma occidental moderno y mundializado. Este paradigma perdura desde hace siglos y todavía está vigente. ¿Por qué este cuestionamiento tan duro?….Leer más (Leonardo Boff)

¿Referentes pastorales o ministerios laicales?

Religión Digital

“El 28 de octubre de 2023 se tuvo el primer encuentro de Referentes Parroquiales (‘Alkartezainak’, en euskera) en el centro San Viator de Sopuerta (Bizkaia). Además, se presentó un ‘documento borrador’ titulado ‘referentes parroquiales. Orientaciones diocesanas. ‘Que cada uno ponga sus dones al servicio de los demás’ (1 Pe 4, 10)'»

«La lectura de tal ‘documento- borrador’ me ha remitido a lo que escribí sobre este asunto hace ya poco más de cinco años: ‘Cómo nacer de nuevo siendo viejo. Ministerialidad laical y unidades pastorales'»

«No creo que éste sea un asunto menor ya que entiendo que dicha figura pastoral está llamada a ser muy importante en el futuro de nuestras parroquias e iglesias locales»

«Y, con el fin de facilitar una mejor explicitación de lo que creo que está en juego, nada mejor que empezar por contextualizar teológico-pastoralmente sus diferenciadas denominaciones cuando se decide llamarlos de una u otra manera»

Según leo en la página web de la diócesis de Bilbao, el 28 de octubre de 2023 se tuvo el primer encuentro de Referentes Parroquiales (“Alkartezainak”, en euskera) en el centro San Viator de Sopuerta (Bizkaia) para reconocer la generosidad y la admirable entrega de las personas “cuidadoras” de las parroquias. Y tal y como se informa en dicha página, fue una ocasión en la que, además, se pudo “escuchar, reflexionar, recordar y, sobre todo, visibilizar públicamente la gran y callada labor que realizan las personas que están al cuidado de las parroquias” en la diócesis de Bilbao. Solo por esto, me parece excelente la iniciativa ya que es mucho el cariño, la dedicación y las horas que entregan un centenar pasado de personas para que una buena parte de nuestras parroquias sigan abiertas, prestando algunos de los servicios que, propios e identificativos de una comunidad cristiana, son necesarios e imprescindibles…Leer más (Jesús Martínez Gordo)