El seguimiento de Jesús y Redes Cristianas

EDITORIAL REDES CRISTIANAS

Después de tantos años y en tantas ocasiones posicionándonos contra las actitudes y pronunciamientos de la jerarquía, corresponde que seamos también muy claros: somos y nos sentimos Iglesia porque somos y nos sentimos seguidores de Jesús; continuadores de la Iglesia de las primeras comunidades, la de los mártires, la de los que rechazaron el poder del Imperio; la del pobre de Asís, la de Bartolomé de las Casas, la de tantos y tantas que fueron condenados como herejes por querer una Iglesia pobre; la de los que viven su fe en una comunidad sencilla, sin ostentaciones ni privilegios, la de los que acompañan a los desheredados; la Iglesia de aquellos y aquellas que hoy, ante tanto dolor, son capaces de dar esperanza y palabras y hechos de consuelo. Nos alegra formar parte de esta Iglesia, la Iglesia acogedora. Somos miles y miles. Es la herencia de Jesús.

Por eso, ante posibles confusiones, debemos preguntarnos ¿a quién nos remitimos exactamente cuando nos referimos a Jesús? ¿quién es Jesús para nosotros hoy? Porque con su mensaje, su cruz y resurrección, Jesús es la crítica más dura y más radical desde dentro a la estructura de la Iglesia existente. Además, por el hecho de hacer referencia continuamente a él, la Iglesia está como sentada en un barril de pólvora: basta escuchar o aplicarse aquellos terribles “Ay de vosotros…” de Mt.23, dirigidos a los responsables de la institución de entonces.

Probablemente en la raíz de la crisis social y política de la Iglesia de hoy hay una crisis de confianza en ese Jesús. Por eso la transformación que buscamos en el “exterior”, en la Iglesia e incluso en los movimientos, en las luchas de los oprimidos, debe brotar del “interior”, de la médula misma de nuestra vivencia de la fe, del ayudarnos unos a otros al seguimiento de Jesús.

Este es nuestro compromiso como Redes cristianas.