ABOLICIÓN INMEDIATA DE LAS PLANTAS NUCLEARES

Sendai a 8 de noviembre, 2011

Conferencia Episcopal de Japón

 

Llamamiento de los obispos católicos a toda la ciudadanía de Japón ante el trágico desastre de la central nuclear número uno de Fukushima-

 

Ante la trágica desgracia del accidente nuclear en Fukushima, los obispos católicos nos dirigimos a toda la ciudadanía de Japón, para hacer un llamamiento urgente por la supresión inmediata de las centrales nucleares.


Tras el accidente en la Central Nuclear Número 1 de Fukushima, desencadenado por el gran terremoto que azotó el Este de Japón, la contaminación radiactiva se extendió por tierra y mar, causando la pérdida de muchas vidas humanas y amenazando de ansiedad la vida diaria de otras muchas, como las cerca de cien mil personas todavía hoy evacuadas en refugios provisionales.

 

En el mensaje sobre la vida (1), a comienzos del milenio, los obispos japoneses ya alertamos sobre el problema moral de las centrales nucleares: “El desarrollo de la energía atómica ha proporcionado a la humanidad una fuente de energía completamente nueva, pero también ha puesto una pesada carga sobre los hombros de esta generación y de las siguientes, como nos lo han hecho ver sus funestos efectos: las bombas atómica sobre Nagasaki y Hiroshima -destruyendo en un instante tantas vidas- y accidentes como el Chernobil o el de Tokai -poniendo en peligro tantas otras-.

 

Aun poniendo en juego mucha sabiduría y el máximo cuidado para discernir laslimitaciones humanas, el intento de usar con eficacia esa fuente de energía conlleva inevitables resultados trágicos. Con el fin de evitarlos, debemos desarrollar alternativas seguras para la producción de energía.

 

En dicho mensaje ya aludíamos a las “trágicas consecuencias” temibles, que hoy se han demostrado en el caso de la Planta Nuclear Número 1 de Fukushima. Con este desastroso accidente nuclear se derrumbó el frágil “mito de la seguridad”. Con exceso de confianza en la tecnociencia, se había fabricado ese mito. Faltó “sabiduría para reconocer las limitaciones humanas”.

 

En la fecha que publicamos el citado mensaje sobre la vida no llegamos hasta urgir la supresión inmediata de las centrales nucleares. Sin embargo, al afrontar la trágica desgracia de Fukushima nos vemos obligados a recapacitar lamentándolo. Ahora queremos hacer un llamamiento por la abolición inmediata de todas las centrales nucleares en Japón.

 

Se objetará que suprimirlas conllevaría escasez de energía y se aducirá también la necesidad de disminuir las emisiones de dióxido carbónico para evitar el calentamiento planetario. Sin embargo, es prioritaria para la humanidad la responsabilidad de cuidar el medio ambiente, proteger todas las vidas creadas por Dios y transmitir a las generaciones siguientes un entorno pacífico, seguro y exento de peligro.

 

En vez de absolutizar el criterio del crecimiento económico, la ganancia y la eficacia, es urgente, para proteger el valor de la vida, así como la belleza del medio ambiente, decidir sin más tardanza la supresión de las centrales nucleares. Se cierne un peligro enorme sobre un país con 54 centrales nucleares en el que se prevén nuevos terremotos y maremotos. Para disminuir lo más posible los accidentes causados por mano humana, que acompañan a las desgracias naturales, es urgente suprimir estas instalaciones.

 

Las centrales nucleares han proporcionado recursos energéticos a la sociedad, amparadas bajo el lema de “uso pacífico de la energía nuclear”. Pero también han producido una cantidad enorme de desechos radioactivos, como el plutonio. Estamos cargando indefinidamente sobre las generaciones siguientes la responsabilidad de su conservación. Hay que plantearse seriamente esta responsabilidad como un problema ético.

 

Hasta ahora las políticas de los gobiernos han promovido la opción por la industria nuclear, con lo cual se ha retrasado la aceptación y el desarrollo de energías alternativas. Pensando precisamente en el problema del calentamiento global, hacemos un llamamiento para que se cambie esa opción política nacional y se dé prioridad a la promoción y desarrollo de energías naturales alternativas, que contribuirá a disminuir las emisiones de dióxido carbónico.

 

Por otra parte, hay que tener en cuenta que harán falta muchos años y el esfuerzo de muchos trabajadores para consumar el cierre de las plantas nucleares, y habrá que llevar el máximo cuidado para disponer de los desechos radiactivos.

 

Es cierto que la electricidad resulta imprescindible para la vida actual. Sin embargo, habrá que cambiar el estilo de vida y será importante que no dependamos excesivamente de la energía eléctrica.

 

Japón hereda una sabiduría ancestral y una cultura de convivencia en armonía con la naturaleza. Budismo, sintoísmo y otras religiones comparten esa tradición, con la que sintoniza el espíritu cristiano de austeridad y frugalidad.

Como nos decía el Papa Pablo VI, el mundo pide y espera de nosotros un testimonio de “vida simple y frugal, amor a todas las personas, especialmente las más pobres y desfavorecidas, oración, obediencia y humildad, desprendimiento y espíritu de sacrificio” (Evangelii nuntiandi, 76).

Y, como nos dijo Juan Pablo II, la seriedad de los problemas ecológicos está pidiendo un cambio de mentalidad que lleve a un cambio de estilo de vida en el que “la búsqueda de la verdad, belleza y bondad, en comunión con los demás para el bien común, sean factores determinantes de las opciones de consumo, ahorro e inversión” (cf. Centesimus Annus, 36).

 

Ahorrando electricidad y eligiendo un estilo de vida sencillo y frugal cumpliríamos el encargo de dar testimonio auténtico del espíritu evangélico. Más aún, precisamente porque deseamos el progreso y el desarrollo de la tecnociencia, pedimos que se lleve a cabo basado en ese espíritu, para lograr una vida segura y pacífica sin necesidad de centrales nucleares.

 

 

(1) Respetar la vida. Mensaje del episcopado japonés para el siglo XXI, Conferencia episcopal de Japón, 2001.Véase también otro mensaje sobre las centrales nucleares, publicado por la Iglesia Católica en Japón: Petición a propósito del critico accidente en instalaciones de conversion de uranio, JCO Co. Ltd, 1999

(2) Papa Paul VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, 1975, n.76: Mundos repetit et exposcit a nobis vitae simplicitatem, precandi habitum, caritatem in omnes, praesertim erga parvulos et pauperes, oboedientiam et humilitatem, nostri oblivionem et renuntiationem

(3) Cf. Consejo Pontificio Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 2005, n.486. Papa Juan Pablo II, Centesimus annus, 1991, n.36 : Curandum est idcirco ut vitae rationes constituantur, in quibus conquisitio veripulchri boni et communio cum ceteris hominibus propter communem progressionem electiones efficiant consumptionum, compendiorum, pecuniae collocationum.