Domingo 20 de julio – XVI de Tiempo Ordinario

Lecturas:
Sab 12, 13. 16-19
Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16
Rom 8, 26-27
Mt 13, 24-43
 

 

IDEAS SUELTAS

Como seguimos con parábolas, vamos a detenernos un poco más en este tema. Parten de la vida real, rural con frecuencia, para aclarar el asunto del reino. Dejan siempre elementos sin aplicación concreta, abiertos a la creatividad e imaginación. Tienen, por tanto, algo de enigmas donde hay algo que adivinar, algo siempre abierto que no tenemos costumbre de trabajar y utilizar. (En términos de Mt, ‘comprender’). Esta técnica del enigma deja a la mente con suficiente duda sobre su aplicación precisa, para abrir así camino a la reflexión. De esta forma, la parábola no está completa hasta que quien escucha la concluye con su reflexión.

En este cap 13 hay 7 parábolas, como si el universo completo (7) se recogiera en parábolas, agregando una 8ª de plenitud final (v 52). Suele contraponerse lo que dice Jesús en la parábola y lo que explica luego a los discípulos solos o en casa, como ya un primer nivel de interpretación de la comunidad. También muchas de ellas dan lugar a una división, más o menos explícita, entre los que acogen la palabra y tratan de comprenderla y quienes la tergiversan o la ignoran. Pero en los versos 10-17, se plantea algo muy importante sobre el por qué o para qué (Mc) de las parábolas. Es evidente que la pregunta es posterior a las narraciones sencillas de Jesús y que parte de la experiencia de lo sucedido tras sus parábolas. Una respuesta es que lo hacían y lo señalaban los profetas (13, 35). (Y en ese cumplir lo anunciado por los profetas ya se dan para Mt señales de que Jesús es el Mesías.) Pero la otra respuesta es más inquietante, al poner en relación la libertad humana y la decisión de Dios.

Para ello aduce Mt una cita de Is ‘porque miran sin ver y escuchan sin oír’ (que Mc cambiará en ‘para que’ miren sin ver…) El profeta, en nombre de Dios, abre, desencadena un juicio que endurece los corazones como consecuencia de la infidelidad del pueblo. Los judíos del S I no andaban pensando si la libertad de la persona quedaba en entredicho. Mt quiere destacar la esencial atención del corazón, de lo más central de la persona, ante la palabra interpelante de Dios: es preciso comprender con el corazón (v 15). Así resalta la responsabilidad de los discípulos que corren peligro de acabar como “la gente” de las parábolas, que ni comprende ni acepta las maneras de Jesús que mediante ellas explica el reino.

Con el pensamiento actual, quizá tampoco nosotros sabemos precisar muy bien los límites y conexiones de la libertad de las personas y la libertad y voluntad de Dios. La libertad tiene bastante de misterio (en el sentido de búsqueda continua que carece de final o término cierto), e intentar hallar un punto claro y preciso que explique cómo tiene lugar su relación con el misterio absoluto de Dios escapa a toda posibilidad humana.La 1ª lec y el salmo hablan de Dios de forma positiva, amable. Lo abarca todo con suavidad, exigiendo al justo que sea humano. Su unión al evangelio será por tener que confiar en el protagonismo de Dios durante mucho tiempo, con enorme paciencia. (Luego, 2 Pe nos habla de la paciencia de Dios (3, 15), no nuestra, como equivalente a salvación) Y confiar, sobre todo, que ese protagonismo suyo es siempre salvador y perdonador. La 2ª lec es tan breve como hermosa e importante: nuestra miseria no está reñida con el Espíritu. Él precisamente se apoya en las demandas de nuestra debilidad para hacerlas suyas propias ante Dios. El Dios que escudriña para salvar y no para condenar, ve con muy buenos ojos (salvadores) esa oración del Espíritu con nosotros y desde nosotros.

El Ev continua el cap 13 de Mt con tres parábolas rurales, una referencia de nuevo a por qué habla en parábolas y una explicación final a los discípulos ‘en casa’. 

 

IDEAS PARA UNA POSIBLE HOMILÍA

Las tres parábolas de hoy hablan sobre todo, del secreto, de lo silencioso, del reino. Tan escondido y silencioso antes como ahora, tan secreto y discreto que más bien resulta imperceptible. Probablemente también son parábolas de y para la comunidad de Mateo, expresión de su vivir en una verdadera paradoja: pequeña e incomprendida por todos, mezcla dolorida de buenos y malos y mediocres, pero a la que se le promete grandeza como para cobijar a toda clase de pájaros que, con sus colores y cantos, la llenarán de alegría. Levadura que hará crecer, fermentar y convertir en sabrosa toda la masa. Pero levadura, de esa que hay que retirar para la pureza de la pascua y que simboliza muchas veces el mal (1Cor 5, 6-8).

La parábola de la cizaña resulta al menos inquietante. Resulta que hay que tener paciencia con el mal. Hoy proliferan y son bien vistos los “salvadores” del mal que se cierne sobre el mundo, los “terminator” del momento. Para terminar con el mal vale todo, incluso todo tipo de violencia. Y nos dice el evangelio que no hay que terminar con el mal, porque es dato de experiencia que siempre se arrancan cosas buenas, pretendiendo purificar y acabar sólo con las malas. La antigua pregunta: ¿es posible aquí el reino? ¿Se termina siempre en la injusticia, aun con la buena voluntad, cuando se busca imponer la justicia? Una de las lecciones que ha podido sacar la Iglesia en su urgencia por acabar con el mal y el error es la de la facilidad con que se cae en mayores injusticias que las que se trata de combatir. En otros momentos, la Iglesia sí ha dicho que es falso que la comunidad cristiana sea la reunión  de los santos y perfectos. Hoy esta parábola nos habla de paciencia, tan desacreditada por los imparables de toda acción. Y también de no tener nunca nosotros la palabra definitiva sobre el bien y el mal, que es palabra sólo de Dios. Sin la certeza de la expeditiva separación de buenos y malos, con la llamada a la paciencia y el aguante hacia los malos, ¿qué queda de nuestras belicosas pretensiones de conquistar, vencer, convencer y terminar con el mal y el error? ¿Qué queda, sino tristeza infinita, cuando, hasta en grupos pequeños y trabajados, buscamos y rezamos (!) para terminar con el mal y las equivocaciones de los otros?

Esta parábola sencilla termina convertida en escatológica con la explicación que se hace de ella (36-43). El evangelio de Mt la interpreta para el final de la historia y del mundo y la presenta como vigilancia, en paciencia eso sí, de la vuelta del Hijo del Hombre. Queda transformada en palabra de ánimo y en advertencia para la comunidad de buenos y malos, que se impacienta y se duerme ante la tardanza del Señor.  

José Javier Lizaur