Pagola: «Este libro me ha hecho más creyente»

Quiero contribuir con todas mis fuerzas a que en la Iglesia vivamos un proceso de conversión a Jesús y a su Evangelio. La renovación evangélica de la Iglesia a la que nos llama Francisco dependerá, en buena parte, del desarrollo de pequeños grupos y comunidades que se comprometan a actualizar hoy la experiencia primera que vivió junto a Jesús aquel primer grupo de discípulos y discípulas que escucharon su llamada y le siguieron. Para ello, estoy impulsando ahora los llamados ‘Grupos de Jesús’.

Su objetivo principal es vivir juntos un proceso de conversión individual y grupal a Jesús, el Cristo, ahondando de manera sencilla en lo esencial del Evangelio. Esto es lo primero y decisivo. Hacer juntos un recorrido que nos lleve a conocer mejor a Jesús, a reavivar nuestra adhesión total a su persona y a seguirlo colaborando con Él en el proyecto humanizador del Reino de Dios. Leer más

Celibato, carisma opcional

Religión Digital


«Una regla de vida y un regalo para la Iglesia». Así define el Papa el celibato. Un bien, un enorme bien, pero siempre que no sea impuesto. La Iglesia siempre ha considerado el celibato como un carisma. Pero a los sacerdotes latinos se les impone obligatoriamente como condición ‘sine qua non’ para poder ejercer su ministerio. Y, cuando un carisma se impone, se vacía de significación.

Por eso, muchos en la Iglesia (incluidos prestigiosos jerarcas, como el fallecido cardenal Martini) consideran que el celibato obligatorio es una rémora para la evangelización y para la autenticidad del clero, así como un contrasigno y un freno a los derechos humanos. Y, ‘si vox populi, vox Dei’, el 75% de los fieles católicos es partidario de que pase a ser opcional. Leer más

Comunicado de apoyo de Redes Cristianas a Martha y Gert Heizer ante su excomunión

En los últimos días hemos conocido la noticia de la excomunión de la actual presidenta del Movimiento Internacional Somos Iglesia (IMWAC), Martha Heizer, y de su marido Gert. Ambos hicieron público hace unos años en la diócesis de Innsbruck, a la que pertenecen, que celebraban la eucaristía en su casa con su pequeña comunidad y en esas celebraciones no había ningún sacerdote. De entre los diversos comunicados que han aparecido en los medios de comunicación, Redes Cristianas ha elegido el del movimiento de sacerdotes austríacos

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DIOS ES ESPÍRITU, FUERZA, ENERGÍA Fray Marcos – Pentecostés

Dios es Espíritu, fuerza, energía

Fray Marcos – Pentecostés (A)

(Hch 2,1-11) Se llenaron de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas…

(Cor 12,3-13) Nadie puede decir Jesús es Señor, si nos es bajo la acción del E.

(Jn 20,19-23) Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

Dios es Espíritu, fuerza, energía. Como Vida no se puede localizar ni entender separada de cada ser. Encontrar al otro es encontrar a Dios.

Los textos que leemos este domingo hacen referencia al Espíritu, pero de muy diversa manera. Ninguno se puede entender al pie de la letra. Son teología que debemos descubrir más allá de la literalidad del discurso. Las referencias al Espíritu, tanto en el AT (377 veces) como en el NT, no podemos entenderlas de una manera unívoca. Apenas podremos encontrar dos pasajes en los que tengan el mismo significado. Algo está claro: en muy pocas ocasiones podemos entenderlo como una entidad personal.

Pablo aporta una idea genial al hablar de los distintos órganos al servicio del cuerpo. Hoy podemos apreciar mejor la profundidad del ejemplo porque sabemos que la vida mantiene organizadas y da unidad a billones de células que vibran con la misma vida. Todos formamos una unidad mayor y más fuerte aún que la que expresa cualquier forma de vida biológica. El evangelio de Jn escenifica también otra venida del Espíritu, pero mucho más sencilla que la de Lc. Esas distintas “venidas” nos advierten de que en realidad, Dios-Espíritu-Vida no tiene que venir de ninguna parte.

No estamos celebrando una fiesta en honor del Espíritu Santo ni recordando un hecho que aconteció en el pasado. Estamos tratando de  descubrir y vivir una realidad que está tan presente hoy como hace dos mil años. La fiesta de Pentecostés es la expresión más completa de la experiencia pascual. Los primeros cristianos tenían muy claro que todo lo que estaba pasando en ellos era obra del Espíritu-Jesús-Dios. Vivieron la presencia de Jesús de una manera más real que su presencia física. Ahora era cuando Jesús estaba de verdad realizando su obra de salvación en cada uno de los fieles y en la comunidad.

El Espíritu es una realidad tan importante en nuestra vida espiritual que nada podemos hacer ni decir si no es por él. Ni siquiera decir: “Jesús es el Señor. Ni decir “Abba”, si no es movidos desde Él.

Pero con la misma rotundidad hay que decir que nunca podrá faltarnos el Espíritu, porque no puede faltarnos Dios en ningún momento. El Espíritu no es un privilegio ni siquiera para los que creen. Todos tenemos como fundamento de nuestro ser a Dios-Espíritu, aunque no seamos conscientes de ello. El Espíritu no tiene dones que darme. Es Dios mismo el que se da, para que yo pueda ser.

Cada uno de los fieles está impregnado de ese Espíritu-Dios que Jesús prometió a los discípulos. Solo la persona es sujeto de inhabitación. Los entes de razón como instituciones y comunidades participan del Espíritu en la medida en que lo tienen los seres humanos que las forman. Por eso vamos a tratar de esa presencia del Espíritu en las personas. Por fortuna estamos volviendo a descubrir la presencia del Espíritu en todos y cada uno de los cristianos. Somos conscientes de que, sin él, nada somos.

Ser cristiano consiste en alcanzar una vivencia personal de la realidad de Dios-Espíritu que nos empuja desde dentro a la plenitud de ser. Es lo que Jesús vivió. El evangelio no deja ninguna duda sobre la relación de Jesús con Dios-Espíritu: fue una relación “personal”. Se atreve a llamarlo papá, cosa inusitada en su época y aún en la nuestra; hace su voluntad; le escucha siempre. Todo el mensaje de Jesús se reduce a manifestar esa experiencia de Dios para que nosotros lleguemos a la misma experiencia.

El Espíritu nos hace libres. “No habéis recibido un espíritu de esclavos sino de hijos que os hace clamar Abba, Padre”. El Espíritu tiene como misión hacernos ser nosotros mismos. Eso supone el no dejarnos atrapar por cualquier clase de esclavitud alienante. El Espíritu es la energía que tiene que luchar contra las fuerzas desintegradoras de la persona humana: “demonios”, pecado, ley, ritos, teologías, intereses, miedos. El Espíritu es la energía integradora de cada persona y también la integradora de la comunidad.

A veces hemos pretendido que el Espíritu nos lleva en volandas desde fuera. Otras  veces hemos entendido la acción del Espíritu como coacción externa que podría privarnos de libertad. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de Dios que obra desde lo hondo del ser y acomodán­dose totalmente a la manera de ser de cada uno, por lo tanto esa acción no se puede equiparar ni sumar ni contraponer a nuestra acción, se trata de una moción que en ningún caso violenta ni el ser ni la voluntad del hombre.

Si Dios-Espíritu está en lo más íntimo de todos y cada uno de nosotros, no puede haber privilegiados en la donación del Espíritu. Dios no se parte. Si tenemos claro que todos los miembros de la comunidad son una cosa con Dios-Espíritu, ninguna estructura de poder o dominio puede justificarse apelando a Él. Por el contrario, Jesús dijo que la única autoridad que quedaba sancionada por él era la de servicio. «El que quiera ser primero sea el servidor de todos.» O «no llaméis a nadie padre, no llaméis a nadie Señor, no llaméis a nadie maestro, porque uno sólo es vuestro Padre, Maestro y Señor.»

El Espíritu es la fuerza de unión de la comunidad. En el relato de Pentecos­tés las personas de distinta lengua se entienden porque la lengua del Espíritu es el amor, que todo el mundo puede comprender; lo contrario de lo que pasó en Babel. Éste es el mensaje teológico. Dios-Jesús-Espíritu hace de todos los pueblos uno, “destruyendo el muro que los separaba, el odio”.

Durante los primeros siglos fue el Dios-Jesús-Espíritu el alma de la comunidad. Se sentían guiados por él y se daba por supuesto que todo el mundo tenía experiencia de su acción.

Jesús promueve una fraternidad cuyo lazo de unidad es el Espíritu-Dios. Para las primeras comunidades Pentecostés es el fundamento de la Iglesia naciente. Está claro que para ellas la única fuerza de cohesión era la fe en Jesús, que seguía presente en ellos por el Espíritu. No duró mucho esa vivencia generalizada y pronto dejó de ser comunidad de Espíritu para convertirse en estructura jurídica. Cuando faltó la cohesión interna, hubo necesidad de buscar la fuerza de la ley para subsistir como comunidad.

Es muy difícil armonizar esta presencia del Espíritu en cada miembro de la comunidad con la obediencia tal como se ha interpretado con demasiada frecuencia. En nombre de esa falsa obediencia se ha utilizado la autoridad para hacer personas dóciles a los caprichos del superior de turno. En estos casos, no es la voluntad de Dios la que se busca sino someter a los demás a la propia voluntad. La verdadera autoridad no se justifica por el Espíritu sino por una necesidad de la comunidad humana.

“Obediencia” fue la palabra escogida por la primera comunidad para caracterizar la vida y obra de Jesús en su totalidad. Pero cuando nos acercamos a la persona de Jesús con el concepto equivocado de obediencia quedamos desconcertados, porque descubrimos que no fue obediente en absoluto, ni a sus familia ni a los sacerdotes ni a la Ley ni a las autoridades civiles. Pero se atrevió a decir: “mi alimento es hacer la voluntad del Padre”. La voluntad de Dios no viene de fuera, sino que es nuestro verdadero ser.

El camino para salir de una falsa obediencia es que entremos en la dinámica de la escucha del Dios-Espíritu que todos poseemos y nos posee por igual. Tanto los superiores como los inferiores tenemos que abrirnos al Espíritu y dejarnos guiar por él. Conscientes de nuestras  limitaciones, no solo debemos experimentar la presencia en nosotros de Dios-Espíritu sino que tenemos que estar también atentos a las experiencias pasadas, presentes y pretéritas de los demás. Creernos privilegiados con relación a los demás, anulará una verdadera escucha del Espíritu.

Meditación-contemplación

Dios-Espíritu en nosotros es la base de toda contemplación.

El místico lo único que hace es descubrir y vivir esa presencia.

No es un descubrimiento intelectual, sino existencial.

La única realidad es Dios-Espíritu en mí.

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La experiencia mística es conciencia de unidad.

No porque se han sumado mi yo y Dios,

sino porque mi yo se ha fundido en el YO.

Todos los místicos llegan a la misma conclusión que Jesús:

“yo y el Padre somos uno”

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No te esfuerces en encontrar a Dios ni fuera ni dentro.

Deja que Él te encuentre a ti y te transforme en Él.

Es tan sencillo como beber un vaso de agua.

Es tan difícil como alcanzar la luna.

Todo depende de la actitud del yo.

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JAINKOA BIZI NORK BERE BARNETIK – VIVIR A DIOS DESDE DENTRO José A. Pagola

JAINKOA BIZI NORK BERE BARNETIK

José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Juan 20, 19-23

ECLESALIA, 4/06/14  Duela urte batzuk, alemaniar teologo handi bat, Karl Rahner, ausartu zen esatera ezen gaur egungo Elizak «bere eskastasun espirituala» duela bere arazorik nagusiena eta premiazkoena. Hona haren hitzak: Elizaren benetako arazoa da «gero eta neurri handiagoan etsirik eta asper-asper eginik jarraitzen duela eskastasun espiritual baten ohiko bideetan barna».

Arazoa larritu besterik ez da egin azken hamarkada hauetan. Ezer gutxirako izan dira erakundeak berrindartzea, liturgia onik gordetzea edo ortodoxia zaintzea. Kristau askoren bihotzean itzaliz doa Jainkoaren barne-esperientzia.

Gizarte modernoak «kanpoaldea» hobestera jo du. Den-denak gonbidatzen gaitu azaletik bizitzera. Den-denak eragiten digu presaka ibiltzera, ia arretarik jarri gabe ezertan eta inorengan. Bakeak ez du jada zirrizturik aurkitzen gure bihotz barnera sartzeko. Ia beti, bizitzaren gainazalean bizi gara. Ahazten ari zaigu zer den bizitza barnetik ahogozatzea. Gizakoi izateko, gure bizitzari funtsezko alderdi bat falta zaio: barnetasuna.

Tristea da ikustea, kristau-elkarteetan ere ez dakigula zaintzen eta eragiten barne bizitza. Jende askok ez daki zer den bihotzaren isiltasuna, ez da adierazten fedea bihotz barnean bizitzen. Barne esperientziarik ez dugula, geure arimaz ahazturik jarraitzen dugu existitzen: hitzak belarriz entzunez, otoitzak ezpainez esanez, bihotza urrun dugularik.

Elizan asko hitz egiten da Jainkoaz, baina non eta noiz entzuten dugu fededunok Jainkoaren presentzia isila geure bihotzaren hondoenean? Non eta noiz egiten diogu harrera Berpiztuaren Espirituari geure barnean? Noiz bizi ohi dugu elkartasun-giroa Jainkoaren Misterioarekin geure bihotz-barnean?

Jainkoaren Espirituari harrera egiteak esan nahi du, alde batera utzi dugula gugandik urrun eta gugandik kanpo dagoela uste dugun Jainkoari hitz egitea, eta gai bihurtu garela bihotzaren isiltasunean mintzo zaigun Jainkoari entzuteko. Esan nahi du, utzi egin diogula Jainkoaz adimenaz bakarrik pentsatzeari, eta ikasi dugula Jainkoa geure izatearen zokoenean sumatzen.

Jainkoaz dugun barne esperientzia honek, egiazkoa eta zehatza den honek, eraldatu egiten du gure fedea. Harriturik gelditzen zara pentsatzean: nolatan bizi izan naiz, gero, hau guztia lehenago aurkitu gabe? Orain badakizu zergatik den posible sinestea kultura sekularizatu baten barruan bizi zarela ere. Orain barne poz berri eta desberdin bat sentitzen dugu. Uste dut, oso nekez mantendu daitekeela luzaroan Jainkoarekiko fedea, gaur egungo bizitza zalapartatsu eta arinan, atzeman gabe, modu apal eta xume batean bada ere, nolabaiteko barne esperientzia bat Jainkoaren Misterioaz.

 

Pentecostés(A) Juan 20, 19-23

VIVIR A DIOS DESDE DENTRO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 04/06/14.- Hace algunos años el gran teólogo alemán Karl Rahner se atrevía a afirmar que el principal y más urgente problema de la Iglesia de nuestros tiempos es su “mediocridad espiritual”. Éstas eran sus palabras: el verdadero problema de la Iglesia es “seguir tirando con una resignación y un tedio cada vez mayores por los caminos habituales de una mediocridad espiritual”.

El problema no ha hecho sino agravarse estas últimas décadas. De poco han servido los intentos de reforzar las instituciones, salvaguardar la liturgia o vigilar la ortodoxia. En el corazón de muchos cristianos se está apagando la experiencia interior de Dios.

La sociedad moderna ha apostado por “lo exterior”. Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. La paz ya no encuentra resquicios para penetrar hasta nuestro corazón. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando lo que es saborear la vida desde dentro. Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad.

Es triste observar que tampoco en las comunidades cristianas sabemos cuidar y promover la vida interior. Muchos no saben lo que es el silencio del corazón, no se enseña a vivir la fe desde dentro. Privados de experiencia interior, sobrevivimos olvidando nuestra alma: escuchando palabras con los oídos y pronunciando oraciones con los labios, mientras nuestro corazón está ausente.

En la Iglesia se habla mucho de Dios, pero, ¿dónde y cuándo escuchamos los creyentes la presencia callada de Dios en lo más hondo del corazón? ¿Dónde y cuándo acogemos el Espíritu del Resucitado en nuestro interior? ¿Cuándo vivimos en comunión con el Misterio de Dios desde dentro?

Acoger al Espíritu de Dios quiere decir dejar de hablar solo con un Dios al que casi siempre colocamos lejos y fuera de nosotros, y aprender a escucharlo en el silencio del corazón. Dejar de pensar a Dios solo con la cabeza y aprender a percibirlo en lo más íntimo de nuestro ser.

Esta experiencia interior de Dios, real y concreta, transforma nuestra fe. Uno se sorprende de cómo ha podido vivir sin descubrirla antes. Ahora sabe por qué es posible creer incluso en una cultura secularizada. Ahora conoce una alegría interior nueva y diferente. Me parece muy difícil mantener por mucho tiempo la fe en Dios en medio de la agitación y frivolidad de la vida moderna sin conocer, aunque sea de manera humilde y sencilla, alguna experiencia interior del Misterio de Dios. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

 

 

 

 

Un nuevo gesto del Papa Francisco sorprende al mundo

El Papa argentino ofreció una silla a un guardia suizo que había estado de pie toda la noche y, no conforme con ello, regresó hasta su estancia y le trajo un trozo de pan y jamón para que comiese. Este gesto vuelve a sorprender no sólo al mundo cristiano. Leer más

A vueltas con la laicidad

José Arregi, teólogo 25 de abril de 2013

A la misma hora en que el presidente español Mariano Rajoy era recibido en el Vaticano por el papa Francisco, el presidente de la Conferencia Episcopal Española Monseñor Rouco Varela, con su habitual aspereza, reprendía al Gobierno del Estado por su falta de iniciativas destinadas a reformar las leyes del aborto y del matrimonio homosexual.

La recepción de Rajoy por el papa Francisco y las declaraciones de Rouco destinadas a Rajoy ponen al descubierto que aún estamos lejos de asumir el principio de la laicidad, es decir, la necesaria separación de poderes políticos y religiosos a la hora de regular la vida pública en una sociedad plural y democrática. Las interferencias y la confusión persisten todavía. Persisten los enfrentamientos de poderes y el conflicto de intereses. Leer más

Las puertas de Francisco

Ojalá que el Papa Francisco sepa discernir, ante tantas puertas que tiene detrás, junto y delante de él, cuál debe ser su proceder…

José María Arnáiz, SM  Conferre – Chile  25 de abril de 2013

La puerta es una realidad y es un símbolo. Nuestra vida tiene cuatro capítulos: el de las puertas que hemos abierto y el de las que hemos cerrado, el de las que hemos mantenido abiertas y las que hemos mantenido  cerradas. Así podemos resumir, también, el pasado del Cardenal Bergoglio y el futuro del Papa Francisco. Soñemos un poco.

En el peregrinar del Pueblo de Dios hay puertas que ya se abrieron y que nos permiten transitar por caminos de vida. Hay otras que deben cerrarse para dejar atrás modelos y realidades eclesiales que nos alejan hoy de Jesús. Por fin hay otras puertas que deben abrirse para que nos llenemos de fe, esperanza y amor y otras mantenerse cerradas para evitar errores y desaciertos de los que se pagan caros. Leer más

CREER EN LA RESURRECCIÓN

Cuando hablamos de la resurrección nos solemos referir a los acontecimientos de aquel domingo de hace 20 siglos, después de la crucifixión de Jesús de Nazaret, y de los cuales nació la Iglesia cristiana. También significa la esperanza futura de los creyentes una vez que cruzan la última frontera. De un modo, quizás inconsciente, situamos la resurrección bien en un pasado, bien en el futuro. ¿Pero tiene algo que decirnos en el Presente? Leer más

RECUPERAR LA FRACCIÓN DEL PAN

Dos bellas frases de los Hechos y de las cartas de Pablo me siguen impresionando mucho: «Se reunían por las casas a partir el pan» y «A la iglesia que se reúne en casa de…»

Y me obligan a preguntarme qué hemos hecho de la cena del Señor. La respuesta es bastante clara: la hemos reducido a un acto de culto. Un acto de culto es algo bueno, pero la cena del Señor es más. Un acto de culto es una reunión en que una asamblea alaba a Dios, le da gracias, le pide. Necesita intermediarios sagrados, rituales, locales espaciosos… Y está muy bien, incluso es necesario.

La cena del Señor es una reunión íntima, de gente que cree en Jesús, se reúne para compartir la Palabra, compartir la oración, y comulgar con el crucificado, aceptar ser pan para la vida del mundo. Y son cosas distintas. Son de hecho cosas distintas.

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