El término “polarizado” está lamentablemente de moda para describir la realidad política española. Y, ciertamente así es, pero también al interior de los dos bloques y en sus márgenes se percibe una “atomización”, gropúsculos que pugnan por tener un protagonismo en la vida pública al precio que sea. Y todo esto desde una agresividad social y pública vergonzante.
La Iglesia española ante esta realidad tan solo destila palabras de buena voluntad por parte de algunos, muy loables pero ineficaces, o agresivas por parte de otros, soñadores de tiempos pasados. El hecho es que la Iglesia española se ha vuelto insignificante e irrelevantes para nuestra sociedad.
De la Iglesia cabría esperar que fuera una de las Instituciones capaz de acercar posiciones, restañar heridas, crear espacios de diálogo…, pero lamentablemente está en otras cosas. Ensimismada en los informes de la pederastia, que por cierto no se saca de las manos, en cuitas de bendiciones, y en conjuras palaciegas de cara a los idus de marzo, las elecciones en la Conferencia Episcopal.
El término “polarizado” está lamentablemente de moda para describir la realidad política española. Y, ciertamente así es, pero también al interior de los dos bloques y en sus márgenes se percibe una “atomización”, gropúsculos que pugnan por tener un protagonismo en la vida pública al precio que sea. Y todo esto desde una agresividad social y pública vergonzante. Los choques son constantes, ya aburren, pero responden al cortoplacismo electoral. Antes estas realidades, los ciudadanos de a pie se sienten cada vez más alejados de la clase política y de las Instituciones…Leer más (José Luis Ferrando Lada)