«Un camino que puede dejarla a ella y a sus hermanas de comunidad sin casa-convento y sin el carisma franciscano (votos incluidos) al que ella y sus hermanas han entregado su vida entera»
«¿Cómo es posible – se preguntan los que la conocen- que Sor Isabel plantease el cisma de salida, casi como primera medida de choque, y no al final de una negociación?»
«Según fuentes cercanas, Mario Iceta está dispuesto a sentarse con ellas, para hablar de tú a tú, sin condiciones previas, sin broncas ni reproches, buscando, como suele decirse en términos un tanto píos, ‘el mayor bien de las almas'»
«En Burgos esperan que todas reconsideren la decisión y se avengan, ante el arzobispo, a permanecer en el redil eclesial»
Seguramente tiene sus razones, pero como las ha explicado tan mal, nadie se las cree. Sor Isabel de la Trinidad parece que no quiere pasar a la historia de la vida contemplativa en particular y de la Iglesia en general como la ‘mala de la película’. Ni como la abadesa que, sin convocar un capítulo de su comunidad, se lanzó a la piscina sin agua del cisma y de la ruptura de la comunión eclesial. Un camino que puede dejarla a ella y a sus hermanas de comunidad sin casa-convento y sin el carisma franciscano (votos incluidos) al que ella y sus hermanas han entregado su vida entera.
Para acabar con ese personaje mediático, Sor Isabel sabe que tiene que cambiar de estrategia comunicativa. Dejar entrar en clausura a las cámaras de Ana Rosa (algunos dicen que previo paso por taquilla) sirvió a las monjas de Belorado para colocar su caso entre los hits mundiales de la comunicación, pero también las expuso, rompió las reglas de la clausura y dejó al descubierto sus débiles entretelas teológicas, susurradas por el obispo excomulgado, Pablo Rojas…Leer más (José Manuel Vidal)