Si la paz fuera poca cosa no habría que tomarse la Navidad en serio — Jorge Costadoat sj

Fuente: Amerindia

Noche de paz.

Si la paz fuera poca cosa no habría que tomarse tan en serio la Navidad. No hablo solo para los creyentes. Es posible ser cristianas o cristianos sin ser cristianos. ¿Me explico? Cristo pertenece a todos. Supongamos que los cristianos lo saben. Los que no, tal vez lo intuyan. La paz incluye, debiera ser de todos, cuidada en común.

El Anti-Cristo, en cambio, trafica con la paz, la compra barata y la vende cara. Hace regalos falsos en Navidad. Tapa la realidad con cintas de colores. No piensa en quienes no le interesan: los ancianos, las personas solas o enfermas, personas que se contentarían solo con una llamada por celular.

Y bien, ¿dónde está ese Cristo que une y reconcilia? ¿Este que nos pertenece, aunque ninguno puede apropiárselo? Es alguien tan versátil como los tiempos que lo requieren. Cada época clama a su Cristo. La nuestra anhela certezas, compañía, ¡una tregua!

En este tiempo, y seguramente en cualquier otro, la Navidad puede ser una estrella en la oscuridad, una tabla tras el naufragio, un momento íntimo, un amigo, una risa porque sí, unos ojos, un poco de calor, una hija que crece, un guiño de consuelo, de perdón, otra oportunidad. Algo así necesita nuestra época, un momento, un rato. Conversar, aunque sea por un rato.

Están tan cansadas. Lo estamos.

Es cosa de mirar alrededor. Hacer propia la pasión de los de allí y allá. Empatizar con los cercanos primero. ¿Y si tal o cual quisiera subirnos sobre sus alas y llevarnos unos diez o veinte kilómetros en vez de caminarlos solos con los pies hinchados?…Leer más…