Debate de investidura o el fracaso del 155

Javier Pérez Royo

O el nacionalismo catalán se rinde, y no hay nada que indique que eso vaya a ocurrir, o seguiremos en la excepcionalidad de la ley del más fuerte.El primer acto del debate de investidura que se vivió en el día de ayer, evidenció que el nacionalismo catalán está muy sólidamente instalado en una actitud de resistencia frente al Gobierno de la Nación. No hay la menor señal de debilidad, a pesar de que los protagonistas de dicha resistencia son muy conscientes de que los riesgos que corren son altos. Y que dichos riesgos no va a ir a menos, sino previsiblemente a más. La persecución penal de los dirigentes nacionalistas no ha hecho más que empezar y, en consecuencia, el número de dirigentes que vayan a ir sintiendo el peso de la acción de los tribunales de justicia irá en aumento. No hubo nada, sin embargo, ni en las palabras de los que intervinieron en el pleno ni en el lenguaje corporal de los demás parlamentarios, que hiciera pensar que el nacionalismo se siente débil y en disposición de aceptar que ha sido derrotado. El desequilibrio de fuerzas es enorme, pero no se contempla la rendición.

También se evidenció que la resistencia en el bloque anti independentista frente a la estrategia nacionalista no es menos sólida. A pesar de que en el interior del bloque antindependentista hay un buen número de diputados que están en desacuerdo con las decisiones judiciales privativas de libertad que se han adoptado tras la aplicación del artículo 155 CE, no por ello dejan de tener todos ellos una oposición sin fisuras a la independencia de Catalunya. Les podrá desagradar profundamente a muchos de ellos ver que hay políticos catalanes en el exilio o en prisión. Pero de ahí no se deriva  la más mínima comprensión de la política independentista. Tanto si se ha apoyado la aplicación del artículo 155 CE como si no.     Leer más…

Javier Pérez Royo en Eldiario.es, 12 de mayo de 2018

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Desencuentros en la tercera fase

Se confirma que la nueva Generalitat pretende sustentarse en una legalidad de elaboración propia, distinta y opuesta a la actualmente en vigor.

Hoy Cataluña tendrá presidente pero no hay la menor esperanza de que las cosas se encaucen, y conste que no llamo encauzar a encajar a las dos mitades enfrentadas en un proyecto compartido, que eso es ciencia ficción, me refiero a algo más básico, a asumir una misma legalidad aunque se aspire a cambiarla. Ese es el mínimo punto de sujeción para que un país lo sea. Pero se confirma que la nueva Generalitat pretende sustentarse en una legalidad de elaboración propia, distinta y opuesta a la actualmente en vigor. En ese marco teórico, el independentismo apoya su legitimidad no en el 21 de diciembre, día en el que se celebraron elecciones democráticas, sino en el 1 de octubre, aquella jornada de afirmación cuyos datos siempre supo que no podrían ser homologables, pero que se ha elevado al universo de los mitos y se ha transformado en acto fundacional de la nueva Cataluña.

Dentro de esa lógica Puigdemont es la referencia simbólica de la soberanía usurpada. A su alrededor se reúne una especie de gobierno en el exilio mientras en el Parlament se retoma como tarea la reconstrucción del proceso hacia la república con la ley de transitoriedad como guía. Y dado que no hubo la menor autocrítica, el155 y los presos no se entienden como la respuesta a unos hechos, ni siquiera como una respuesta desmesurada o desacertada, no. Aparecen como iniciativas gratuitas fruto exclusivo de la voluntad opresora del Estado. Este constructo ha penetrado de forma profunda y a gran velocidad en todo el independentismo, lo ha convertido en una realidad institucional. Es el desencuentro en la tercera fase. Yo ya no veo ninguna salida. Unas palabras de Oscar Wilde reflejan bien la situación: “Prometisteis que los sueños se harían realidad, pero se os olvidó añadir que las pesadillas también son sueños”.

Iñaki Gabilondo en la cadena Ser, 14 de mayo de 2018

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Un solo presidente

«¿Qué llevamos detrás?», Se pregunta el crítico de arte Hubertus von Amelunxen.

Torra acumula vida y experiencia como todo el mundo pero además lleva ahora el aliento de Puigdemont en la nuca.  Su trayectoria ya la han escrutado tanto los que lo quieren descabalgar antes de empezar como los que quieren que quede claro que su función es provisional.  Desde posiciones opuestas tienen una cosa en común: quieren que la guerra continúe.

Los juicios son libres pero lo que cuenta ahora no es lo que Torra hizo sino lo que haga desde que sea elegido presidente. Y de presidente sólo habrá uno: él. Suya será la responsabilidad.Y sin embargo la sombra de Puigdemont le perseguirá. Unos la invocarán para desautorizarlo, otros para legitimarlo. Y así deberá afinar su perfil propio.

El independentismo tiene que salir de la burbuja desde donde Puigdemont pretende todavía liderarlo. Sólo desde un delirio narcisista se puede pretender que el nuevo presidente no ocupe el despacho presidencial.  La formación de gobierno dará pistas. Y no tendría ningún sentido volver al espectáculo de los nombramientos imposibles. Las provocaciones, a base de repetirlas, decaen.

Torra tiene que hacer un Gobierno para gobernar. Y tiene mucho trabajo: para recuperar lo perdido, rehacer la vida institucional y ganarse la confianza de todos. Y sobre todo para intentar levantar las barreras de la política catalana. Cuando los debates se plantean estrictamente en términos identitarios, tus adversarios se colocan en el mismo terreno y los espacios de diálogo se hacen imposibles.

Cinco principios para un tiempo excepcional: agenda amplia que permita mayorías grandes; fin de las falsas legitimidades (1-O puede ser el icono de una lucha pero no es mandato de nada); reconocimiento de los límites (la unilateralidad no está al alcance de las fuerzas del soberanismo);  reconexión con el conjunto del país; exigencia y autoexigencia democrática, que incluye la defensa de los presos y exiliados.

Torra deberá tener cuidado con las voces que le vengan trasera. Si se gira, como la mujer de Lot, puede convertirse en estatua de sal.

Josep Ramoneda, 12 de mayo de 2018