En el pasado, el debate moral de Israel sobre sus acciones militares podía ser limitado e hipócrita, pero al menos existía. Esta vez no
A las 05:40 horas del 10 de agosto, el portavoz de las FDI envió un mensaje a los periodistas para informarles de un ataque aéreo israelí contra un “cuartel general militar situado en el centro escolar de Al-Taba’een, cerca de una mezquita en la zona de Daraj [y] Tuffah, que sirve de refugio a los residentes de la ciudad de Gaza”.
“El cuartel general”, prosiguió el portavoz, “era utilizado por terroristas de la organización terrorista Hamás para ocultarse, y desde allí planeaban y promovían atentados terroristas contra las fuerzas de las FDI y ciudadanos del Estado de Israel. Antes del ataque, se tomaron muchas medidas para reducir las posibilidades de dañar a civiles, incluido el uso de municiones de precisión, equipos visuales e información de los servicios de inteligencia”.
Poco después de este anuncio, circularon por todo el mundo imágenes estremecedoras de la escuela de Al-Taba’een, en las que se veían montones de carne despedazada y partes de cuerpos que se retiraban en bolsas de plástico. Las imágenes iban acompañadas de informes según los cuales, en el ataque israelí, unos cien palestinos habían muerto y muchos más habían sido hospitalizados. La mayoría de los muertos se encontraban en medio del fajr, o rezo del alba, en un lugar designado para ello dentro del recinto escolar… Leer más (Meron Rapoport)