El teólogo se pregunta si el papa Bergoglio marca a la izquierda y gira a la derecha, pues en su propuesta de sinodalidad no supera el freno que impuso Pable VI en el Vaticano II con una nota a la corresponabilidad en la Iglesia, declarada en la LG. La última palabra la sigue teniendo el obispo y el de Roma en todo el orbe. AD
Hace diez años fue elegido el cardenal Jorge Mario Bergoglio como Papa Francisco para –según ha declarado recientemente– poner fin a la corrupción que estaba saqueando el patrimonio de la Santa Sede; disolver el centralismo vaticano y la mentalidad cortesana que pululaba alrededor del papado y acabar con la pederastia clerical. Casi nadie cuestiona que se ha convertido, desde entonces, en una referencia mundial. No extraña, por ello, que estemos asistiendo a un aluvión de valoraciones sobre su gestión al frente de la Iglesia católica durante el tiempo transcurrido. Ni tampoco que tales valoraciones respondan a una gran diversidad de tendencias ideológicas. Pero, de todas ellas, hay una que me ha llamado la atención: la de Luis Badilla, el director de “Il Sismografo” con R.C. Estos periodistas establecen una curiosa y, a la vez, interesante diferencia, entre el Papa mediático –al que llaman Francisco– y el Papa soberano, al que denominan Jorge Mario Bergoglio.
A este último, reconocido así en recuerdo de su gestión al frente de la archidiócesis de Buenos Aires, le asquean las tramas cortesanas y las luchas por el poder, pero procede como un gobernante absoluto que controla todo desde “su fortaleza de Santa Marta”, interesándose, incluso, por las cosas más pequeñas. En el Vaticano, apuntan, no se mueve una hoja sin su consentimiento. Pero este Papa coexiste con otro, con Francisco, muy popular. Es un gran líder, con muchísimo carisma en las calles, aunque, señalan críticamente, es bastante posible que esté demasiado inflado por cierta prensa y círculos periodísticos. La sorprendente conjunción de estos “dos papas” permitiría explicar que, a veces, tengamos delante un personaje dulce, afable y grandísimo comunicador y que, en otras, nos encontremos con un monarca absolutista, amante de ordenar, legislar y proceder con toda la autoridad que tiene, que no es poca. Con bastante frecuencia, concluyen, estos “dos papas” coinciden armónicamente. Pero no faltan las ocasiones en las que colisionan. Cuando ello sucede, emerge un personaje que “marca a la izquierda y gira a la derecha”. Y al revés…Leer más…(Jesús Martínez Gordo)