El escandaloso silencio de la Conferencia Episcopal Española

José Manuel Vidal en Religión Digital

El presidente y el portavoz del episcopado no comunican ni crean agenda. Las ‘estrellas’ de la Cope suplantan la voz de los obispos y sostienen tesis contrarias a las del Papa. Si una institución como la Iglesia católica española quiere recuperar el inmenso caudal de credibilidad perdido en la época del cardenal Rouco Varela, tiene que hacerse presente socialmente y comunicar lo que hace y lo que piensa.

Tiene que hacer llegar sus mensajes a la sociedad a través del testimonio y de la palabra. Tiene que volver a convencer a la gente de que ha pasado página y ha dejado de ser aduana, para convertirse en hospital de campaña.

Es decir, tiene que comunicar con hechos y palabras. Como hace el Papa Francisco, ejemplo acabado de testimonio y comunicación y, por eso, consagrado por todo el mundo como el líder que cuenta con la mayor autoridad moral del planeta.

Está claro que se ha consolidado en la gente el cliché (ganado a pulso) de que la jerarquía española es carca, retrógrada, casada con las derechas y renuente a seguir al Papa Francisco. Levantar esa losa consolidada en la mentalidad popular le va a llevar tiempo y esfuerzos a la institución. Y todavía más, si no comunica, si se recluye en sus cuarteles de invierno, si no sale a la plaza pública, si no se moja, si no arma lío, si no se implica a fondo con las causas de la justicia. Si no sigue a Francisco.

Los que conocemos el universo eclesiástico sabemos que son muchas las realidades eclesiales que dan trigo. No hay diócesis que no tenga un programa pastoral en pro de los más desfavorecidos. No hay parroquia que no atienda a los más pobres. Religiosos que abren sus casas a los emigrantes. Monjas que acogen a los refugiados, drogodependientes o enfermos de Sida. Comedores sociales y atención primaria dispensada por infinidad de asociaciones y organizaciones de Iglesia.

Pero este cúmulo de bondad y misericordia (que no se hace para exhibirlo, sino por amor al hombre y seguimiento del Evangelio) se queda en lo oculto, porque no se sabe o porque no se quiere dar a conocer. No vaya a ser que los pobres colapsen nuestros centros de ayuda.

La Iglesia y sus instituciones han suavizado el impacto de la crisis en los más pobres, pero la gente se ha quedado únicamente con el nombre de Cáritas (que ya no es poco), disociándolo o separándolo de la institución eclesial. Cáritas es Cáritas y los obispos (y la Iglesia) son otra cosa, para mucha gente.   Leer mas…