El final de 2023 ha sido bastante convulso por la publicación del documento vaticano Fiducia supplicans sobre las bendiciones litúrgicas a diferentes parejas, lesbianas, homosexuales…, no vinculadas por el sacramento del matrimonio. Las reacciones eclesiásticas han sido variadas, desde el obispo de Almería que todos los días bendice a alguna pareja que se encuentra en la calle (esto me recuerda cuando un amigo cura me decía que él suele ponerse la tirilla del alzacuello por si alguien en el autobús o en el metro quiere confesarse), o los que abiertamente están en contra de tales bendiciones, puesto que los sujetos a bendecir están en pecado, como el grupo de clérigos de la diócesis de Toledo. Vistas así las cosas esto de las bendiciones litúrgicas apenas tiene consistencia teológica, pues los clérigos bendicen hasta los animales, los restaurantes, las cárceles (como aquel primer acto pastoral del hoy jubilado cardenal en la diócesis de Granada).
En el fondo Fiducia supplicans no se mueve ni un ápice de la doctrina tradicional, ya que “se trata de evitar que «se reconoce como matrimonio algo que no lo es».[5] Por lo tanto son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como «unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos»,[6] y lo que lo contradice. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme”. Si el matrimonio es «unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos”, no deja de ser una concepción miope en estos tiempos.
Primero, el matrimonio es algo exclusivo de un varón y una mujer. ¡Qué se hace con ese 10% de población mundial que se estima que son homosexuales, lesbianas…; es decir, unos 800 millones de seres humanos que no tienen derecho al amor matrimonial ni a su felicidad…Leer más (Antonio Gil de Zúñiga)