No podría ser de otra forma, en la mujer su propia vida es esperanza de vida. Es el único ser humano que puede “estar” íntegramente en cuerpo y alma en estado de buena esperanza. Ella es el testimonio vivo de la fuerza de la vida que se contrapone a la muerte. El relato bíblico de la creación no alcanza su plenitud hasta que ella no es creada, dejando en sus manos la continuación de su función creadora de vida.
Decía Ortega, posiblemente sin llegar a ser plenamente consciente de lo que se preguntaba: “¿Qué es en el hombre la esperanza? ¿Puede el hombre vivir sin ella?”. Pienso yo que es imposible vivir sin ella y sin quien la regenta en primera persona, la mujer, madre de la vida por delegación del Creador de la Vida. Orta cosa es que, por el uso responsable de su libertad también otorgada, ejerza o no ejerza tal función. Toda mujer es la encarnación viva de la esperanza de vida. ¡Tremenda responsabilidad! …..
A partir de este punto, mi reflexión se focaliza en la propia esperanza, pero sin perder de vista el fondo de todo lo ya mencionado.
Cuando Ortega se hacia la pregunta de ¿Qué es en el hombre la esperanza? estaba mucho más cerca que Heidegger al hacerse la suya sobre ¿Qué es el ser? Ortega va más directamente a la esencia, al a priori del ser, no en un principio causal y si en busca de un principio de finalidad, de sentido que englobe de principio a fin la realidad del ser. Por eso no se pregunta por el ser, se pregunta fenomenológicamente por aquello que es su sustento vital, existencial, sin el cual el ser no es. Cuando de la vida de la persona se ausenta la esperanza, su vida también se ausenta.
Cuando nos hacemos una pregunta, sea del tipo que sea, desde lo más superfluo a lo más transcendente, siempre está precedida, aunque sea inconscientemente por una esperanza. La esperanza es el a priori de toda pregunta, sin ella no nos molestaríamos en hacerla…Leer más…(Mariano Álvarez Valenzuela)