Los curas del Foro de Madrid levantan su voz por otra JMJ

José Manuel Vidal

Religión Digital

“Visita del Papa sí, pero no así”. Este es el titular que podria resumir el documento-informe del Foro de Curas de Madrid sobre la JMJ y su financiación. Es la opinión de 120 curas madrileños. Lógicamente, los más progresistas. Y los únicos que se atreven a criticar públicamente el “gran sarao” de su cardenal, Antonio María Rouco Varela. Y lo hacen desde esl respeto, pero también desde la libertad que les dicta su conciencia. Porque están convencidos de que la JMJ, tal y como está montada y financiada, es un “auténtico escándalo” y un antisigno público.

Nos presentaron el documento tres de los curas que forman parte de la comisión permanente del Foro. Eubilio Rodríguez (”todos me llaman Billy, hasta el cardenal”), que lleva más de 40 años de trabajo pastoral entre los más pobres y, ahora, semijubilado, atiende, junto a otro compañero, la parroquia de la Cañada Real, el mayor poblado chaoblista de Madrid. Rafael Rojo, párroco de Santa Adela en el barrio popular de Canillejas y también con un amplio recorrido a pie de obra y entre el barro de los empobrecidos.

 

Y Evaristo Villar, uno de los curas luchadores por antonomasia. Siempre militó por una Iglesia liberadora y de los pobres y a sus 70 años, sigue en la brecha, profundamente implicado en Redes Cristianas, en Comunidades Populares y en la Iglesia de Base de Madrid. Todo un superviviente, con capacidad para seguir indignándose “de una Iglesia triunfalista que se coloca a si misma por encima de Jesus y del Evangelio”.

No se oponen a la visita del Papa. Pero la querrían diferente. Por ejemplo, pagada por los propios católicos. Y, por supuesto, sin tanta parafernalia, con sencillez, con humildad. Aunque reconocen que ya es demasiado tarde y que la alianza de la iglesia con el poder económico y político es quizás inevitable, al tratarse de un Papa que viene como Jefe de Estado del Vaticano.

La indignación les lleva a denunciar las consecuencias de una Iglesia a la que los ricos y poderosos le tapan la boca con su dinero, y que, por lo tanto, no puede tomar partido abiertamente por la defensa de los empobrecidos. La consecuencia es que la mala imagen de la institución sigue creciendo entre el pueblo, que se aleja de la Iglesia a marchas forzadas en una especie de “estampida silenciosa”. Simplemente, le dan la espalda a la Iglesia y se van. Y eso les duele a estos curas, que han entregado sus vidas a una institución, cuya deriva triunfalista es evidente.

Y lo cuentan públicamente, aunque eso signifique “criticar a nuestra propia casa y a nuestra propia madre”, porque, en el interior de la institución se les silencia, se les margina y se les ningunea. No cuentan ni son tenidos en cuenta. Eso sí, protestan pero sin romper la baraja. Porque también ellos son Iglesia. Y, por eso, aunque no estén de acuerdo con la JMJ, van a prestar sus parroquias y van a echar una mano en la acogida de los jóvenes. Lo cortés no quita lo valiente.

 Me admiran estos viejos luchadores, que siguen militando después de tantos años y no se cansan ni tiran la toalla. Y eso que saben que la Iglesia que quieren, por la que suspiran y luchan quizás sea irrealizable. A no ser que el Espíritu vuelva a soplar con fuerza y vuelva una nueva primavera de la Iglesia. Como lo hizo, hace años, cuando estos curas eran jóvenes, de la mano del Papa Bueno, Juan XXIII. ¡Ojalá!