De Diario de Noticias: 27 de septiembre de 2008
M. Aranburu y J. Urabayen (Miembros de Acción Católica General)
En los últimos días del mes de junio se celebró en Pamplona "una mesa de reflexión y debate organizada por Euskara Kultur Elkargoa. El tema era el euskera y la Iglesia. Asistimos como invitados por ser cristianos militantes y movemos en el mundo de la lengua vasca, actualmente ambos desde el ámbito de la enseñanza y la cultura, y uno de nosotros hasta el pasado curso con responsabilidades en la política lingüística del Gobierno de Navarra. Aunque próximamente va a ser publicado libro que cogerá el contenido de la mesa, quisiéramos hacer una breve valoración del encuentro.
La constatación de que desde el fin del franquismo el mundo del euskera y gran parte de la Iglesia de Navarra están mutuamente alejados, fue señalada por varios de los presentes con un sentimiento de pena y extrañeza, pues no había sido así en el pasado. El mismo encuentro nos esta sirviendo para comenzar a romper ese hielo, y por ello felicitamos y damos las gracias a los promotores del acto, que además lograron una amplia y plural participación de opiniones y sensibilidades.
Si comparamos la situación del euskera en la sociedad y en la Iglesia de los últimos 40 años con la actual, nuestro balance es positivo y nos lleva a ser moderadamente optimistas, a pesar de que junto a las luces haya todavía bastantes sombras. Entre las luces, nosotros destacamos el estatus legal de oficialidad de la lengua vasca en la diócesis, iniciado por Mons. Méndez y consolidado con Mons. Cirarda; la atención en euskera en los pueblos vasco parlantes, la catequesis y las misas en euskera en Pamplona, y la implantación en los colegios de la Iglesia del modelo A de enseñanza, que incluye la asignatura de euskera, en los que actualmente están matriculados/as 4.000 alumnos/as. Las sombras serían la escasa presencia del euskera en los medios de comunicación de la Iglesia. y en general la invisibilidad de este idioma en: gran parte de los organismos eclesiásticos, parroquias y colegios.
La Iglesia debería recuperar su motivación de impulsar las culturas y lenguas de los pueblos según el Concilio Vaticano II. Como retos de cara al futuro inmediato presentamos algunos: –Que la Iglesia recupere la motivación de impulsar las culturas y las lenguas de todos los pueblos según el espíritu del Concilio Vaticano II:
–Buscar formas nuevas de evangelizar, que es la misión primera de la Iglesia, en una Navarra cada vez más euskaldun pero al margen de una vida de fe. –Educar a los y las fieles para que sean sensibles al euskera y a su recuperación, e incluso aprendan un mínimo la lengua para convivir sin problemas con los euskaldunes. –Extender la enseñanza del euskera a más colegios de la Iglesia, por ser el euskera la otra lengua propia de Navarra, en ningún caso igual que el inglés o el alemán.
–Reforzar la estructura interna de la diócesis en la pastoral dedicada al euskera, y contribuir a la paz y la reconciliación en la línea de lo que apuntara Mons. Sebastián en una carta de 1999: "Es preciso aceptar con naturalidad el componente cultural vasco y que el bilingüismo encuentre sus perfiles justos y verdaderos; ponernos todos de acuerdo en la valoración y estima de la lengua vasca como parte importante del patrimonio cultural de los navarros y que reciba cordialmente el tratamiento legal, social y económico que le corresponde ... "
En nuestra opinión, estos objetivos forman parte esencial de la misión evangelizadora de la Iglesia además de ser un compromiso moral. A ello invitamos humilde y encarecidamente a D. Francisco, el actual arzobispo, quien ya ha dado un primer paso muy positivo queriendo aprender la lengua. Esta invitación se extiende al clero, a los religiosos/as y a todos los fieles navarros/as.
Que no pueda pensar nadie, como se llegó a afirmar en la mesa que estuvimos, que "a la Iglesia en realidad le importa un pimiento el euskera". .