¡Este es mi grito desde lo más profundo de mi alma!

Nelly Arrobo Rodas

Es urgente que Francisco de Asís irrumpa en la Capilla Sixtina con su tosco sayal y su hermana pobreza, para que sacuda la conciencia de todos los reunidos bajo llave y los que estamos fuera expectantes del humo de una chimenea. Que regrese Francisco y pida al nuevo Papa que salga de un palacio que debe quedar como museo que muestre a la humanidad la enorme riqueza cultural que se ha creado en nombre de Jesucristo. Que salga del palacio para convivir con la gente normal y empaparse de la vida que surge en todas partes y que en tantos lugares se encuentra amenazada. Y, desde allí, anunciar la Buena Nueva de que Dios nos ama a todos, sin excepción, aunque con preferencia por los más vulnerables.

Que llegue también Carlos de Foucauld, con las sandalias llenas de arena del desierto, con el corazón lleno de amor por aquellos que le hicieron descubrir a Dios en una religión ajena, y a quienes nunca pretendió convertir y sí “gritar el Evangelio con la vida”, compartiendo la vida sencilla y de trabajo de las tribus nómadas del norte de África. Y sus hermanitos y hermanitas insertos en los barrios populares o comunidades indígenas, realizando trabajos humildes para vivir la realidad del compartir fraterno.

Que regrese Juan XXIII y su Concilio Vaticano II que pretendió abrir las puertas de la Iglesia para que responda a “los gozos y a las esperanzas” del mundo y de los pueblos. Que vuelva a hablar de la Iglesia-Pueblo de Dios donde el Papa es el Siervo de los siervos…

Que se escuche la voz “como timbre de campana” de Mons. Romero que actualizó el profetismo en la Iglesia y fue asesinado por los poderes que no soportaron sus denuncias y el anuncio nítido y consecuente de la Buena Noticia a los pobres.

Que se ponga de pie, con su poncho, en medio de la Capilla Sixtina, Mons. Proaño, para recordar que la Iglesia debe inculturarse, que las referencias filosóficas griegas y latinas no tienen asidero en el corazón del indígena de cualquier lugar del mundo, porque su cosmovisión es más parecida a la de Jesucristo que tenía una visión unificada del hombre, del mundo, del tiempo-espacio, de Dios… Que proclame que aquellos que se creía que no tenían alma son seres con derechos, son pueblos con derechos y poseen una espiritualidad propia que hay que retomar para cuidar la Casa Común que está en peligro.

Que se levanten todos, que se llame a todos: a Don Helder que tuvo la feliz iniciativa del Pacto de las Catacumbas… a Don Sergio que vivió la solidaridad más amplia, sin fronteras religiosas ni ideológicas… a Don Fragoso que se fundió con su pueblo para darle la Palabra que es Vida…

Dentro de pocas horas habrá otro momento de elección…  ¿saldrá humo negro todavía? Los problemas de la Iglesia son más candentes que nunca… o tal vez la diferencia está en que ahora se conoce un poco más… Que los cardenales en Cónclave se tomen el tiempo que sea necesario para que el Espíritu de Jesucristo y el espíritu de tantos santos y santas de Dios de todos los lugares y de todos los tiempos sacuda la Capilla Sixtina como un nuevo Pentecostés y nos den un Papa según el corazón de Jesucristo.

¡Este es mi grito desde lo más profundo de mi alma!