Evangelio 15 Agosto 2015: Lucas 1,39-56


El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

COMENTARIO EVANGELIO:

A la mitad del mes de agosto, estalla la alegría en la liturgia de la Iglesia. En el hemisferio norte, coincide -o se le ha hecho coincidir- con las fiestas ancestrales de la canícula del verano boreal. La alegría de la plenitud de las cosechas llega a su plenitud ahora al celebrar la Asunción de la Virgen María. Ella, la madre de Jesús, es la «primera cristiana», debería ser también la primera en llegar hasta Jesús. La fe de la iglesia ha querido ver en ella la confirmación definitiva de que nuestra esperanza tiene sentido. De que esta vida, aunque nos parezca que está enferma de muerte, está en realidad preñada de vida, de una vida que se manifiesta ya en nosotros y que debemos celebrar ya aquí y ahora. Y en primer lugar, en María, Madre de Jesús y Madre nuestra.

En el evangelio, el canto de alegría de María que se proclama en el Evangelio se hace nuestro canto. Tenemos pocos datos sobre María en los evangelios. Los estudiosos nos dirán que, casi seguro, este cántico, el Magnificat, no fue pronunciado por María, sino que es una composición del autor del Evangelio de Lucas. Pero no hay duda de que, aun sin ser histórico, recoge el auténtico sentir de María, sus sentimientos más profundos ante la presencia salvadora de Dios en su vida. Es un cántico de alabanza. Esa es la respuesta de María ante la acción de Dios. Alabar y dar gracias. No se siente grande ni importante por ella misma, sino por lo que Dios está haciendo a través de ella.

«Proclama mi alma la grandeza del Señor«. María goza de esa vida en plenitud. Su fe la hizo vivir ya en su vida la vida nueva de Dios. Hay un detalle importante. Lo que nos cuenta el evangelio no sucede en los últimos días de la vida de María, cuando ya suponemos que había experimentado la resurrección de Jesús, sino antes del nacimiento de su Hijo. Ya entonces María estaba tan llena de fe que confiaba totalmente en la promesa de Dios. María tenía la certeza de que algo nuevo estaba naciendo. La vida que ella llevaba en su seno, aún en embrión, era el signo de que Dios se había puesto en marcha y había empezado actuar en favor de su pueblo.

Más de una vez, en alguna dictadura, este canto de María se ha considerado como revolucionario y subversivo, y ha sido censurado. Ciertamente es revolucionario, y su mensaje tiende a poner patas arriba el orden establecido, el orden que los poderosos intentan mantener a toda costa. María, llena de confianza en Dios, anuncia que Él se ha puesto a favor de los pobres y desheredados de este mundo. La acción de Dios cambia totalmente el orden social de nuestro mundo: derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. No es eso lo que estamos acostumbrados a ver en nuestra sociedad. Tampoco en tiempos de María. La vida de Dios se ofrece a todos, pero sólo los humildes, los que saben que la salvación sólo viene de Dios, están dispuestos a acogerla. Los que se sienten seguros con lo que tienen, esos lo pierden todo. María supo confiar y estar abierta a la promesa de Dios, confiando y creyendo más allá de toda esperanza.

Hoy María anima nuestra esperanza y nuestro compromiso para transformar este mundo, para hacerlo más como Dios quiere: un lugar de fraternidad, donde todos tengamos un puesto en la mesa que nos ha preparado Dios. Pero en este día María anima sobre todo nuestra alabanza y acción de gracias. María nos invita a mirar a la realidad con ojos nuevos y descubrir la presencia de Dios, quizá en embrión, pero ya presente, a nuestro alrededor. María nos invita a cantar con gozo y proclamar, con ella, las grandezas del Señor.

Nota crítica. A estas alturas, es importante no hablar de la Asunción de María sencillamente como quien da por supuesto un viaje cuasi-espacia de María al cielo… No es necesario detenerse una vez más en el análisis del tema de los «dos pisos» de la cosmovisión religiosa clásica… Pero sí es necesario, aunque sea con un simple leve inciso, recordar a los oyentes que no estamos describiendo un asunción literal, un traslado físico, sino una expresión metafórica, para que no se entienda mal todo lo que con una bella estética bíblico-litúrgica podamos decir al respecto.

Ciertamente no lo entendía así Pío XII, que en noviembre de 1950 proclamó «ex cathedra» este «dogma», primero proclamado por un «Pontífice romano» después de que en 1870 el inconcluso Vaticano II proclamara su infalibilidad. Con un tono humorado, el recordado José María Díez Alegría decía que Pío XII no resistió la tentación de apretar el botón de la infalibilidad pontificia, que hasta entonces estaba sin estrenar. La verdad es que no se ha vuelto a apretar el botón por parte de ninguno de los papas posteriores, y que el mismo Concilio Vaticano II renunció muy sensatamente a declarar ningún dogma.

Lo que en este sentido se podría decir explícitamente sobre el tema de la «asunción» es lo mismo (y aún con más motivo) que respecto de la «ascensión». Recomendamos este excelente texto de Boff respecto a la ascensión: http://www.servicioskoinonia.org/biblico/textos/ascension.htm

La serie «Otro Dios es posible» de los hermanos López Vigil, tiene un capítulo, el 57, titulado «¿Ascensión y Asunción?», que puede resultar útil para una sesión de estudio sobre el tema. El guión y el audio puede ser recogido aquí: http://www.radialistas.net/category/otro-dios-es-posible/

 

Urteko 19. igandea-19 domingo T.O., José A. Pagola

C (Lukas 12,32-48)

Evangelio del 07/Ago/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

INOIZ BAINO GEHIAGO BEHAR DITUGU – LOS NECESITAMOS MÁS QUE NUNCA

Lehen kristau-belaunaldiak beharturik gertatu ziren arazo erabakitzaile bati aurre egitera. Kristo berpiztuaren etorrera atzeratzen ari zen, hasiera batean uste izan zuten baino gehiago. Luze jotzen hasi ziren itxarote hura. Nola eutsi bizirik esperantzari? Nola ez etsi, ez nekatu, ez amore eman?

Ebanjelioetan xede bakarra duten aholku, parabola eta dei asko ikusten dugu: kristau-elkarteen erantzukizuna bizirik gorde nahi dute. Ezagunenetako batek dio: «Bizi gerrikoa loturik eta argiontziak pizturik». Zer esan nahi dute hitz hauek guretzat, hogei mende geroago?

Irudi biak dira oso esanguratsuak. Beren jauna noiz itzuliko, gauez zain diren zerbitzariek behar duten jarrera adierazten dute, hark deitu orduko atea ireki diezaioten.«Gerrikoa loturik» bizi behar dute, hau da, galtzak beren tokian, egoki mugitzeko eta zalu jarduteko.«Argiontziak pizturik» bizi behar dute, etxea argiturik eta esna egoteko.

Jesusen hitz hauek dei dira gaur egun ere erne eta erantzukizunez bizitzeko, geldo eta erdi lo egon gabe. Elizaren historian izan ohi dira gau gertatzen diren mementoak. Halaz guztiz, ez dira argiak itzali eta lo egiteko memento. Itzulikatzeko memento dira, geure fedea esnatzeko memento eta etorkizunerantz bide egiteko memento, Eliza zahar eta nekatuan berean ere.

Elizak gaur beharrezkoa duen eraldaketa bultzatzeko oztoporik handienetakoa kristauen pasibotasun orokortua da. Tamalez, mende askotan, batez ere meneko eta pasibo izateko hezi izan dugu jendea. Gaur berean ere, tarteka, badirudi ez dugula jende horren beharrik Jesu Kristorekiko leialtasunean bide berriak pentsatzeko, proiektatzeko, sustatzeko.

Horregatik eta joera horren kontra, baliotzat eman, artatu eta eskertu beharra dugu laikoen artean nabari den kontzientzia berria, bai Kristorekiko atxikimendua, bai eliztar izatea era argian eta erantzukizunezkoan bizitzeko. Dudarik gabe, laikoez zuzenean eta berariaz jardun den lehenengo kontzilioa izan den Vatikano II.aren fruiturik baliotsuenetakoa da.

Fededun hauek, Jesusi leial jarraitze aldera berriztatzen ari diren parrokien eta elkarteen legamia izan daitezke. Kristautasunaren potentzialik handiena dira. Inoiz baino gehiago behar ditugu, egungo munduaren problemei begira eta egungo gizon-emakumeengandik hurbil biziko den Eliza eraikitzeko.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

19 Tiempo ordinario – C (Lucas 12,32-48)

Evangelio del 07/Ago/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

LOS NECESITAMOS MÁS QUE NUNCA

Las primeras generaciones cristianas se vieron muy pronto obligadas a plantearse una cuestión decisiva. La venida de Cristo resucitado se retrasaba más de lo que habían pensado en un comienzo. La espera se les hacía larga. ¿Cómo mantener viva la esperanza? ¿Cómo no caer en la frustración, el cansancio o el desaliento?

En los evangelios encontramos diversas exhortaciones, parábolas y llamadas que  solo tienen un objetivo: mantener viva la responsabilidad de las comunidades cristianas. Una de las llamadas más conocidas dice así:«Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas». ¿Qué sentido pueden tener estas palabras para nosotros, después de veinte siglos de cristianismo?

Las dos imágenes son muy expresivas. Indican la actitud que han de tener los criados que están esperando de noche a que regrese su señor, para abrirle el portón de la casa en cuanto llame. Han de estar con «la cintura ceñida», es decir, con la túnica arremangada para poder moverse y actuar con agilidad. Han de estar con «las lámparas encendidas» para tener la casa iluminada y mantenerse despiertos.

Estas palabras de Jesús son también hoy una llamada a vivir con lucidez y responsabilidad, sin caer en la pasividad o el letargo. En la historia de la Iglesia hay momentos en que se hace de noche. Sin embargo, no es la hora de apagar las luces y echarnos a dormir. Es la hora de reaccionar, despertar nuestra fe y seguir caminando hacia el futuro, incluso en una Iglesia vieja y cansada.

Uno de los obstáculos más importantes para impulsar la transformación que necesita hoy la Iglesia es la pasividad generalizada de los cristianos. Desgraciadamente, durante muchos siglos los hemos educado, sobre todo, para la sumisión y la pasividad. Todavía hoy, a veces parece que no los necesitamos para pensar, proyectar y promover caminos nuevos de fidelidad hacia Jesucristo.

Por eso, hemos de valorar, cuidar y agradecer tanto el despertar de una nueva conciencia en muchos laicos y laicas que viven hoy su adhesión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia de un modo lúcido y responsable. Es, sin duda, uno de los frutos más valiosos del Vaticano II, primer concilio que se ha ocupado directa y explícitamente de ellos.

Estos creyentes pueden ser hoy el fermento de unas parroquias y comunidades renovadas en torno al seguimiento fiel a Jesús. Son el mayor potencial del cristianismo. Los necesitamos más que nunca para construir una Iglesia abierta a los problemas del mundo actual, y cercana a los hombres y mujeres de hoy.

José Antonio Pagola

 

DIOS NO TIENE QUE VENIR DE NINGUNA PARTE Y MENOS COMO UN LADRÓN

Escrito por  Fray Marcos
FE ADULTA

Lc 12, 32-48

El texto del evangelio de este domingo forma parte de un amplio contexto, que empezaba el domingo pasado con la petición de uno a Jesús: “dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. A partir de ahí, Lc propone una larga conversación con los discípulos que abarca 35 versículos y toca muy diversos temas de difícil armonización. Naturalmente se trata de pensamientos dispersos que el evangelista organiza a su manera para ir aclarando las exigencias de Jesús. Sin duda reflejan la manera de ver la vida de la primera comunidad, como lo demuestra la conciencia de ser un pequeño rebaño.

Que el texto utilice a veces, el lenguaje escatológico nos puede despistar un poco. También el que nos hable de talegos o tesoros en el cielo que nadie puede robar, o que Dios llegará como un ladrón en la noche, nos puede confundir. Este leguaje mítico a nosotros hoy no nos sirve de nada. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Está llamando siempre pero desde dentro. No pretende entrar en nosotros sino salir a nuestra conciencia y manifestarse en nuestras relaciones con los demás. Debemos superar la idea de un Dios que actúa desde fuera.

El domingo pasado se nos pedía no poner la confianza en las riquezas. Hoy, además, se nos dice en quién hay que poner la confianza para que sea auténtica. No en un dios todopoderoso externo, sino en el hombre creado a su imagen y que tiene al mismo Dios como fundamento. No es pues, cuestión de actos de fe, sino afianzamiento en una actitudque debe atravesar toda nuestra vida. Confiadamen­te, tenemos que poner en marcha todos los recursos de nuestro ser, conscientes de que Dios actúa solo a través de sus criaturas, y que solo a través de cada una de ellas la creación evoluciona. Ayúdate y Dios te ayudará.

Se trata de estar siempre en actitud de búsqueda. Más que en vela, yo diría que hay que estar despiertos. No porque puede llegar el juicio cuando menos lo esperemos, sino porque la toma de conciencia de la realidad que somos exige una atención a lo que está más allá de los sentidos y no es nada fácil de descubrir. El tesoro está escondido, y hay que “trabajar” para descubrirlo. No se trata de confiar en lo que nosotros podemos alcanzar, sino en que Dios ya nos lo ha dado todo. Ha sido Dios el primero que ha confiado en nosotros en el momento en que ha decidido darse él mismo sin limitación ni restricción alguna. Lo único que espera es que nosotros mismos descubramos ese don y vivamos de él.

Si de verdad hemos descubierto el tesoro que es Dios, no hay lugar para el temor. A las instituciones y a las personas que las dirigen no les interesa para nada la idea de un Dios que da plena autonomía al ser humano, porque no admite intermediarios ni manipulaciones. Para ellos es mucho más útil la idea de un dios que premia y castiga, porque en nombre de ese dios pueden controlar a las personas. La mejor manera de conseguir sometimiento es el miedo. Eso lo sabe muy bien cualquier autoridad. El miedo paraliza a la persona, que inmediatamente tiene necesidad de alguien que le ofrece su ayuda, para poder conseguir con gran esfuerzo, aquello que ya poseían plenamente antes de tener miedo.

Cuentan que una madre empezó a meter miedo de la oscuridad a su hijo pequeño. El objetivo era que no llegara nunca tarde a casa. Con el tiempo, el niño fue incapaz de andar solo en la noche. Eso le impedía una serie de actividades que hacía muy difícil desarrollar su vida. Entonces la madre, fabricó un amuleto y dijo al niño: esto te protegerá de la oscuridad. El niño convencido, empezó a caminar en la noche sin ningún problema, confiando en el amuleto que llevaba colgado del cuello. ¡Sin comentario!

Para descubrir el sentido de esa confianza, tenemos que descubrir los errores que hemos desarrollado sobre lo que Dios es. No se trata de un ser externo en el que debo confiar, sino en mi propio ser en lo que tiene de fundamento que me proporciona todas las posibilidades desde dentro de mí mismo. Esto es lo que significa: “vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”. El dios araña que necesita chupar la sangre al ser humano para salvar su trascendencia, no es el Dios de Jesús. El dios del que depende caprichosamente mi fututo, no es el Dios de Jesús. El dios que me colmará de favores cuando yo haya cumplido la Ley, no es el Dios de Jesús. El Dios de Jesús es don total, incondicional y permanente. Esto es lo que nos tiene que llevar a la más absoluta confianza. La fe consiste en fiarse de ese Dios.

El Padre ha tenido a bien confiaros el Reino. Este es el punto de partida. No tengáis miedo, estad preparados, etc., depende de esta verdad. Si el Reino es el tesoro encontrado, nada ni nadie puede apartarme de él. Todo lo que no sea esa realidad absoluta, que ya poseo, se convierte en calderilla. Nuestra tarea será descubrir el tesoro, todo lo demás vendrá espontáneamente. El Reino es el mismo Dios escondido en lo más hondo de mi ser. Él es la mayor riqueza para todo ser humano. Todos los demás valores que puedo encontrar en mi vida, deben estar subordinados al valor supremo que es el Reino.

“Dar el reino”, aplicado a Dios, no tiene el mismo sentido que puede tener en nosotros el verbo dar. Dios no tiene nada que dar. Dios se da el mismo, pero a nosotros se nos da antes de que nosotros seamos. De ese modo Dios se convierte en el sustrato y fundamento de mi ser. Sin Él, yo no sería nada. Ese don descubierto y vivido es la raíz de todas mis posibilidades de ser. Todo lo que puedo llegar a ser más allá de mi pura biología, es consecuencia de esa presencia de Dios en mí que me capacita para llegar a ser lo que Él mismo es.

Esa fe-confianza, falta de miedo, no es para un futuroen el más allá. No se trata de que Dios me dé algún día lo que ahora echo de menos. Esta es la gran trampa que utilizan los intermediarios. A ver si me entendéis bien: Dios no tiene futuro. Es un continuo presente. Ese presente es el que tengo que descubrir y en él lo encontraré todo. No se trata de esperar a que Dios me dé tal o cual cosa dentro de unos meses o unos años. El colmo del desatino es esperar que me dé, después de la muerte, lo que no quiso darme aquí.

La idea que tenemos de una vida futura, desnaturaliza la vida presente hasta dejarla reducida a una incómoda sala de espera. La preocupación por un más allá, nos impide vivir en plenitud el más acá. La vida presente tiene pleno sentido por sí misma. Lo que proyectamos para el futuro, está ya aquí y ahora a nuestro alcance. Aquí y ahora, puedo vivir la eternidad, puesto que puedo conectar con lo que hay de Dios en mí. Aquí y ahora puedo alcanzar mi plenitud, porque teniendo a Dios lo tengo todo al alcance de la mano.

La esperanza cristiana no se basa en lo que Dios me dará, sino en que sea capaz de descubrir lo que Dios me está dando. Para que llegue a mí lo que espero, Dios no tiene que hacer nada, ya lo está haciendo. Yo soy el que tiene mucho que hacer, pero en el sentido de tomar conciencia y vivir la verdadera realidad que hay en mí. Por eso hay que estar despiertos. Por eso no podemos pasar la vida dormidos. Por eso tenemos que vivir el momento presente, porque cualquier momento es el definitivo, porque en un momento, puedo dar el paso a la experiencia cumbre. Ese sería el momento definitivo de mi vida.

Demostramos falta de confianza y exceso de miedos, cuando buscamos a toda costa seguridades, sea en el más acá, sea para el más allá. El miedo nos impide vivir el presente y nos atenaza para esperar el futuro. En realidad solo vivimos cuando perdemos el miedo. Debemos caminar aunque no tengamos controlado ni el camino ni la meta. Nietzsche dijo: “Nunca ha llegado el hombre más lejos que cuando no sabía a donde le llevaban sus pasos”. Mientras más se acerca a la plenitud un ser humano, más vasto es el horizonte de plenitud que se le abre. Esto que en sí mismo es un don increíble, a veces lleva a la desesperanza, porque la vida humana es siempre un comienzo, un volver a empezar.

 

meditación-contemplación

“No temas, porque Dios te ha dado el Reino”.
Si no has descubierto esto, toda religión será inútil para ti.
El único objetivo de toda religión debía ser llevarte al interior,
donde te encontrarás con el mismo Dios como centro de tu ser.
…………………….

Una vez descubierto el tesoro, sabrás que todo lo demás es arena.
No te costará ningún esfuerzo poner en él tu corazón
y apartarlo de todo lo que no es auténtico,
por muy atrayente y reluciente que aparezca.
………………….

Antes de descubrirlo, la confianza es imprescindible.
Nadie tira por la borda las seguridades, si no encuentra la total seguridad.
Muchas veces te han dicho que tienes que vender todo lo que tienes.
Pero la realidad es muy tozuda. Nadie da todo por nada.
……………………..

 

Fray Marcos

 

 

Domingo 7 de agosto de 2016: 19º domingo del Tiempo Ordinario

Servicios Koinonia

Lucas 12, 32-48

Estad preparados

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»

El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?

Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.

El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

 

COMENTARIO AL EVANGELIO:

El evangelio de hoy nos presenta unas recomendaciones que tienen relación con la parábola del domingo anterior del rico necio. Los exegetas se diversifican en cuanto a la estructura que presente el texto y no determinan las unidades de las que se compone. La actitud de confianza con el que inicia el texto no debería de omitirse “no temas, rebañito mío, porque su Padre ha tenido a bien darles el reino”. Esta exhortación a la confianza, al estilo veterotestamentario y que gusta a Lucas, expresa la ternura y protección que Dios ofrece a su pueblo, pero expresa también la autocomprensión de las primeras comunidades: conscientes de su pequeñez e impotencia, vivían, sin embargo, la seguridad de la victoria. La bondad de Dios, en su amor desmedido, nos ha regalado el Reino. Desde aquí tenemos que entender las exhortaciones siguientes. Si el Reino es regalo, lo demás es superfluo (bienes materiales). Recordemos los sumarios de Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Lucas invita a la vigilancia, consciente de la ausencia de su Señor, a una comunidad que espera su regreso, pero no de manera inminente como sucedía en las comunidades de Pablo (cf. 1Tes.4-5). La Iglesia de Lucas sabe que vive en los últimos días en los que el hombre acoge o rechaza de forma definitiva la salvación que se regala. Cristo ha venido, ha de venir; está fuera de la historia, pero actúa en ella. La historia presente, de hecho, es el tiempo de la iglesia, tiempo de vigilancia.

Fitzmyer, ilustra esta afinada concepción de la historia, aparecen varias recomendaciones en lo que puede considerarse como los “retazos de una hipotética parábola”. Lo importante será descubrir en cuál de esas recomendaciones centramos la llegada que hay que esperar de manera vigilante. La predicación histórica de Jesús tienen estas máximas sobre la vigilancia y la confianza. Ahora, en este texto se les reviste de carácter escatológico. El punto clave reside en la invitación “estén preparados”; o lo que es lo mismo, lo importante es el hoy. A la luz de una certeza sobre el futuro, queda determinado el presente. Esta es la comprensión de la historia de Lucas: “se ha cumplido hoy” (4,21), “está entre ustedes” (17,20-21) y “ha de venir” (17,20).

El Reino es, al mismo tiempo, presente y algo todavía por venir. De aquí la doble actitud que se exige al cristiano: desprendimiento y vigilancia. Es necesario desprenderse de los cuidados y de los bienes de este mundo, dando así testimonio de que se buscan las cosas del cielo.

La vigilancia cristiana es inculcada constantemente por Cristo (Mc 14,38; Mt 25,13). La vida del cristiano debe ser toda ella una preparación para el encuentro con el Señor. La muerte que provoca tanto miedo en el que no cree, para el cristiano es una meditación: marca el fin de la prueba, el nacimiento a la vida inmortal, el encuentro con Cristo que le conduce a la Casa del Padre.

La intervención de Pedro, demuestra que la exhortación de Jesús sobre el significado de actuar y perseverar en vigilancia es en primer lugar referido a aquellos que son “la cabeza” de la comunidad, o mejor dicho para los que “están al servicio” de la comunidad. La resurrección a la vida depende del modo como ejercitaron ese servicio.

Parte del evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 105 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «Un cielo nuevo y una nueva tierra». El guión y su guión y su comentario puede ser tomado de aquí: http://www.radialistas.net/category/un-tal-jesus

 

 


 

Evangelio del domingo 31 de julio de 2016: 18º domingo del Tiempo Ordinario

Lucas 12, 13-21
Servicios Koinonia

Lo que has acumulado, ¿de quién será?

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»

Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»

Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»

Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos:

¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.»

Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida.»

Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? «

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO:

Va en la misma línea sapiencial que la 1ª lectura: el ser humano busca sin descanso la alegría y la felicidad, pero en torno a esta búsqueda planean serios peligros. Uno de ellos: poner la felicidad en la acumulación insaciable de bienes, la codicia.

A Jesús, como Maestro, se le acercan dos hermanos en litigio y le suplican que ponga orden, que haga justicia. Jesús sabe ponerse en su sitio: él no ha venido al mundo como juez jurídico, legal. Va más allá de lo externo: “Él sacará a la luz los pensamientos íntimos de los hombres” (Lc 2, 35b), va a la raíz de los problemas, que está en el corazón del ser humano. Para Él es más importante desenmascarar la codicia que nos domina, que hacer valer los derechos de cada uno. Con lo primero, se conseguirá lo segundo.

Sus palabras son magistrales: “eviten toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida”. Jesús no invita al conformismo. Lo primero es la justicia, querida por Dios, predicada por Jesús: que todos tengan pan, educación, techo… fruto de la comunión, de la solidaridad, nuevo nombre de la justicia, eso es el Reino, la Nueva Humanidad. Pero puede ocurrir que cuando tengamos lo justo, lo que nos corresponde como hijos y hermanos, ambicionemos más. Este codicia nunca nos permitirá ya descansar. Es muy difícil ya decirse a uno mismo: “Hombre, tienes muchas cosas guardadas para muchos años, descansa, come, bebe, pásalo bien…” normalmente, no hay quien detenga ya el dinamismo de la codicia. Hay que estar alerta. ¿Hasta dónde llegar en la acumulación de bienes?

La codicia de unos pocos o de unos muchos impide el desarrollo de los pueblos. Y llama la atención la medida actual de la codicia en el mundo: el economista Branko Milanovic, del Banco Mundial, da a conocer que «el 1% más rico de la población del planeta posee casi la mitad de todos los activos personales. Este selecto grupo, especifica el economista, está integrado en un 12% por estadounidenses, y entre un 3% y un 6% por británicos, japoneses, alemanes y franceses». Milanovic aclaró también que «el 1% de las personas más ricas del mundo vieron aumentar sus ingresos reales en más de un 60% en dos décadas (de 1988 a 2008). El 8% de las personas que disponen de mayores fondos en el mundo obtiene hasta el 50% de todos los ingresos del planeta».

Según un informe de la OCDE (mayo 2013), el 10% más rico de las sociedades de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tenían 9,5 veces más ingresos que el 10% más pobre en el 2010 respecto al 2007, cuando los ingresos de los ricos eran 9 veces superiores a los de los pobres. Más: la crisis ha acelerado la brecha entre ricos y pobres en los países que integran esa organización. Las desigualdades aumentaron más entre 2007 y 2010 que en los 12 años precedentes.

Pero en 2016 tenemos una humanidad sumida en la desigualdad mayor de su historia: 85 personas tienen una riqueza equivalente al patrimonio de la mitad pobre de la humanidad. Y el 1% ma?s rico de la poblacio?n, en este an?o 2016, está superando su propio re?cord patrimonial, traspasando la barrera psicolo?gica del 50% de la riqueza del mundo: se ha hecho con la mitad de los bienes del mundo (y continu?a creciendo); la otra mitad queda a repartir para todo el resto de los humanos, el 99% de la poblacio?n mundial. Vivir para creer.

La palabra de Jesús en el Evangelio de hoy no puede quedar reducida a una consideración de la necesidad personal individual de «no ser avaro o codicioso»… Hoy ha de ser aplicada también a la situación planetaria, de la estructura económica mundial, de un mundo que sigue y sigue acentuando sus diferencias, la desigualdad, la brecha entre pobres y ricos. Todavía hay quienes alimentan recelos respecto al concepto de «pecado estructural»… En definitiva, no hay que discutir de literatura, o de «cuestión de nombres». La teología de la liberación tiene muy claro que el pecado -¡y las virtudes!– pueden ser no sólo personales/individuales, sino también sociales, estructurales. Ya sabemos que las estructuras «no son personas que cometan pecados», nadie es tan ingenuo que confunda eso. Lo que queremos decir es que el mal, el pecado, con frecuencia se corporifica, toma cuerpo, en las estructuras sociales, de modo que impone la posibilidad y la facilidad para un tipo de actitudes y de actos perversos, pecaminosos, más allá de las voluntades y las buenas intenciones personales. La Utopía, el Mundo nuevo, el Sumak Kawsay –¡el Reino de Dios!, como la llamaba Jesús–, no estará realizado cuando esté en todos los corazones (personales, individuales), sino cuando tome cuerpo también en estructuras que lo hagan posible, realizable, verificable.

La respuesta cristiana es «vivir como Jesús»: vivir confiados en las manos del Padre/Madre Dios, buscando el Reino-Utopía como lo más principal. «Lo demás vendrá por añadidura». El verdadero enriquecerse es amasar una única fortuna: la del amor, el favorecimiento de la vida, el descentramiento de sí mismo en favor del centramiento en el amor, las buenas obras con los más pequeños y desfavorecidos (Mt 6,19).

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 73 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «La muerte del viejo avaro». El audio y su guión y su comentario puede ser tomado de aquí: http://www.radialistas.net/category/un-tal-jesus

 

«LAS SEGURIDADES SON UNA TRAMPA», Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos
Fe Adulta

Lc 11, 13-21

Por una vez, las tres lecturas coinciden en el tema principal. Recordad que Jesús va camino de Jerusalén y el evangelista aprovecha distintos episodios para que Jesús vaya formando a sus discípulos en el verdadero seguimiento. El relato tiene dos partes: En la primera, Jesús se niega a ser árbitro en un conflicto económico. ¡Cuantos problemas se habría evitado la Iglesia si hubiera seguido su ejemplo! En la segunda, advierte del riesgo de buscar seguridades terrenas, olvidando el verdadero objetivo de toda vida humana.

Desplegar la verdadera Vida no depende de tener más o menos, sino de ser. Que lo acumulado lo vaya a disfrutar otro, tampoco aclara nada, porque en el caso de que lo pudiera disfrutar él mismo, parece que sería válida la acumulación de riquezas. Tampoco se trata de proponer como alternativa el ser rico ante Dios, si se entiende como acumulación de méritos que después te tendrán que pagar, porque eso sería seguir pensado en potenciar el ego. Esta propuesta va en contra del mensaje de Jesús que nos pide olvidarnos del yo.

En este episodio Jesús manifiesta claramente no tener ninguna política concreta, ni económica ni social. No tiene como objetivo la liberación de las carencias materiales. Jesús pretende la liberación personal, sin la cual la liberación social o económica es incompleta. Con demasiada frecuencia se ha querido etiquetar como cristiana una política concreta. No podemos confundir el mensaje evangélico con ninguna ideología política. Jesús va al centro de la persona y no está condicionado por credos ni doctrinas. Más que a un contexto social, el evangelio responde a un contexto antropológico. Se trata de dar auténtico valor a la vida humana. El tema de hoy es el superar toda una escala de valores para aferrarse a otra escala que es la que nos puede llevar a nuestra plenitud humana.

Si el primer objetivo de todo hombre es desplegar al máximo su humanidad y el evangelio nos dice que tener más no nos hace más humanos, la conclusión es muy sencilla en teoría: la posesión de bienes de cualquier tipo, no puede ser el objetivo último de ningún ser humano. La trampa de nuestra sociedad de consumo está en que no hemos descubierto que cuanto mayor capacidad de satisfacer necesidades tenemos, mayor número de nuevas necesidades desplegamos; con lo cual no hay posibilidad alguna de marcar un límite. Ya los santos padres decían que el objetivo no es aumentar las necesidades, sino el conseguir que esas necesidades vayan disminuyendo cada día que pasa. Ese sería el objetivo personal.

¡Mucho cuidado! Las tres lecturas podemos entenderlas rematadamente mal. La vida es un desastre solo para el que no sabe traspasar el límite de lo caduco. Querámoslo o no, vivimos en la contingencia y eso no tiene nada de malo. Nuestro objetivo es dar sentido humano a todo lo que constituye nuestro ser biológico. Lo humano es lo esencial, lo demás es soporte. Aspirar a los bienes de arriba y pensar que lo importante es acumular bienes en el cielo, es contrario al verdadero espíritu de Jesús. Ni la vida es el fin último de un verdadero ser humano ni podemos despreciarla en aras de otra vida en el más allá. Dios quiere que vivamos lo más dignamente posible; pero nunca a costa de los demás seres humanos.

Es muy difícil mantener un equilibrio en esta materia. Podemos hablar de la pobreza de manera muy pobre y podemos hablar de la riqueza tan ricamente. No está mal ocuparse de las cosas materiales e intentar mejorar el nivel de vida. Dios nos ha dotado de inteligencia para que seamos previsores. Prever el futuro es una de las cualidades más útiles del ser humano. Jesús no está criticando la previsión, ni la lucha por una vida más cómoda. Critica que lo hagamos de una manera egoísta, alejándonos de nuestra verdadera meta como seres humanos. Si todos los seres humanos tuviéramos el mismo nivel de vida, no habría ningún problema, independientemente de la capacidad de consumir a la que hubiéramos llegado.

El ser humano tiene unas necesidades como ser biológico, que no tiene más remedio que atender. Pero a la vez, descubre que eso no llega a satisfacerle y anhela acceder a otra riqueza que, de alguna manera, le transciende. Esta situación le coloca en un equilibrio inestable, que es la causa de todas las tensiones que padece. O se dedica a satisfacer los apetitos biológicos, o intenta trascender y desarrollar su vida espiritual, manteniendo en su justa medida las exigencias biológicas. En teoría, está claro, pero en la práctica exige una lucha constante para mantener el equilibrio. Bien entendido que la satisfacción de las necesidades biológicas y el placer que pueden producir, nada tiene de malo en sí. Lo nefasto es poner la parte superior del ser, al servicio de la inferior.

Solo hay un camino para superar la disyuntiva: dejar de ser necio y alcanzar la madurez personal, descubriendodesde la vivencia lo que en teoría aceptamos: El desarrollo humano, vale más que todos los placeres y seguridades; incluso más que la vida biológica. El problema es que la información que nos llega desde todos los medios nos invita a ir en la dirección contraria y es muy fácil dejarse llevar por la corriente.

El error fundamental es considerar la parte biológica como lo realmente constituyente de nuestro ser. Creemos que somos cuerpo y mente. No tenemos conciencia de lo que en realidad somos, y esto impide que podamos enfocar nuestra existencia desde la perspectiva adecuada. El único camino para salir de este atolladero, es desprogramarnos. Debemos interiorizar nuestro ser verdadero y descubrir lo que en realidad somos, más allá de las apariencias y tratar de que nuestra vida se ajuste a este nuevo modo de comprendernos.

La parábola nos dice que la codicia incapacita para vivir una vida humana. Se trata de desplegar una vida verdaderamente humana que me permita alcanzar una plenitud en lo que tengo de específicamente humano. Solo esa Vida plena, puede darme la felicidad. Se trata de elegir entre una Vida humana plena y una vida repleta de sensaciones, pero vacía de humanidad. La pobreza que nos pide el evangelio no es ninguna renuncia. Es simplemente escoger lo que es mejor para mí. No se trata de la posesión o carencia material de unos bienes. Se trata de estar o no, sometido a esos bienes, los posea o no. Vale más ser dueño de 1 € que esclavo de un millón. Es importante tomar conciencia de que el pobre puedevivir obsesionado por tener más y malograr así su existencia.

La clave está en mantener la libertad para avanzar hacia la plenitud humana. Todo lo que te impide progresar en esa dirección, es negativo. Puede ser la riqueza y puede ser la pobreza. La pobreza material no puede ser querida por Dios. Jesús no fue neutral ante la pobreza/riqueza. Tampoco puede ser cristiana la riqueza que se logra a costa de la miseria de los demás. No se trata solo de la consecución injusta, sino del acaparamiento de bienes que son imprescindibles para la vida de otros. Aquí no se puede andar con tapujos. El progreso actual es radicalmente injusto, porque se consigue a costa de la miseria de una gran parte de la población mundial. El progreso desarrollista en que estamos inmersos, es insostenible además de injusto.

Confiar en que las riquezas nos darán la felicidad, es la mayor insensatez. La riqueza puede esclavizar hasta límites increíbles. Nos han convencido de que si no poseo aquello o no me libro de esto otro, no puedo ser feliz. Tú eres ya feliz. Solo tu programación te hace ver las cosas desde una perspectiva equivocada. No tienes que hacer nada para conseguir la felicidad, sencillamente porque ya la tienes. Si el ojo está sano, lo normal es la visión, no hay que hacer nada para que vea (Tony de Mello). Aún sin tener nada de lo que ambicionamos normalmente, podríamos ser inmensamente felices. Aquello en lo que ponemos la felicidad, puede ser nuestra prisión. En realidad, no queremos la felicidad sino seguridades, emociones, satisfacciones, placer sensible. Esto es lo que nos mata.

 

Meditación-contemplación

Codiciar es desear con ansia lo que da seguridad a tu ego.
Pon todo tu empeño en desplegar tu ser verdadero.
Solamente una justa valoración, evita la codicia.
Estás fallando si te quita el sueño lo secundario.
…………………….

Me debo ocupar de las necesidades materiales;
pero mi preocupación debe ser el desplegar mi humanidad.
El único camino es tomar conciencia de lo que soy.
El tesoro no está en las cosas ni en el cielo, sino dentro de mí.
………………..

Dentro de ti está la plenitud, está la felicidad. Descúbrela.
Necios somos si nos empeñamos en buscarla fuera.
No la encontraré en las cosas de este mundo,
pero tampoco en un cielo futuro o en un dios fuera de mí.
…………………….

 

Fray Marcos

 

 

Urteko 18. igandea – 18 Tiempo ordinario, Comentario de José Antonio Pagola

C (Lukas 11,13-21)

Evangelio del 31/Jul/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

ZORAKERIA MOZORROTIKA ATERA – DESENMASCARAR LA INSENSATEZ

«Aberats zoroaren» parabola labur honen protagonista Jesusek Galilean ezagutu zituen lurjabe handi haien antzekoa da. Jende boteretsua, nekazariak errukirik gabe ustiatzen edo esplotatzen zituena, bere ongizatea handitu beste asmorik ez zuena. Jendeak beldurra zion eta inbidia: dudarik gabe, zoriontsuenak ziren. Jesusentzat, berriz, zoroenak.

Bere usteak gainditu dituen uztaren handitasunaz harriturik, gogoeta egin beharrean gertatu da gure lurjabe aberats hori: «Zer egin nezake?». Bere baitan mintzo da. Haren ingurumarian ez da ageri beste inor. Ematen du ez duela emazterik, ez seme-alabarik, ez adiskide edo auzokorik. Ez dio axola bere lurretan lan egiten duten nekazariez. Bere ongizatea du ardura guztia eta beste aberastasunak: ene uzta, ene aletegiak, eneondasunak, ene bizitza…

 

Aberatsa ez da konturatzen hesiturik bizi dela bere baitan, pertsona izaten uzten ez dion logikaren morroi bizi da. Pilatzeko soilik bizi da, metatzeko, bere ondasun materialak handitzeko: «Biltegi handiagoak egingo ditut eta hara jasoko nire ale guztia, nire uzta guztia. Eta orduan esango diot neure buruari: Hadi ezak, baduk pilaturik ondasunik asko urtetako; etzan hadi, emaiok jateari eta ondo bizitzeari».

Baina bat-batean, uste ez duela, Jainkoa tartekatzen du Jesusek. Jainkoaren hitzak eten ditu aberatsaren ametsak eta ilusioak: «Zoroa halakoa, gaur gauean heure bizitza eskatuko diate. Metatu duana, zeinentzat izango duk?» Horixe da Jainkoaren epaia: porrota eta zorakeria da aberats honen bizitza.

Aletegiak handitu ditu, baina ez da gauza izan bere bizitzaren ingurumaria zabaltzeko. Bere aberastasunak ugaldu ditu, baina bere bizia txikiago eta pobreago eginez. Ondasunak metatu ditu, baina ez daki zer den adiskidetasuna, maitasun eskuzabala, alaitasuna, solidaritatea. Ez daki ematen eta partekatzen, soilik biltzea dio axola. Zer da horren bizitzan gizatasunetik?

Jasaten ari garen ekonomi krisia «askoguraren krisia» da: lurralde aberatsek, banketxe handiek, lurreko boteretsuek… geure ahalbideen gainetik bizi nahi izan dugu, ongizatea mugarik gabe nola metatu amestuz, pobretasunean eta gosetean gero eta gehiago murgiltzen ari direnez ahaztuz. Baina, bat-batean, lur jo du gure segurtasunak.

Krisialdi hau ez da beste bat gehiago. «Aldien ezaugarria da», ebanjelioaren argian irakurri beharko genuke. Ez da zail Jainkoaren ahotsa entzutea geure kontzientzian: «Aski da halako zorakeria eta halako solidaritate-ez horretatik». Ez ditugu sekula gaindituko geure ekonomi krisialdiak baldin eta geure biziera sakon kanbiatzen saiatzen ez bagara: era soilagoan bizi beharra dugu, geure ongizatea partekatu beharra dugu.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

18 Tiempo ordinario – C (Lucas 11,13-21)

Evangelio del 31/Julio/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

DESENMASCARAR LA INSENSATEZ

El protagonista de la pequeña parábola del «rico insensato» es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando solo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.

Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Solo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida…

El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Solo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material:«Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».

De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Esta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.

Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, solo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?

La crisis económica que estamos sufriendo es una «crisis de ambición»: los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra… hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.

Esta crisis no es una más. Es un «signo de los tiempos» que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: «Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel». Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar.

José Antonio Pagola

 

 

«PADRE CELESTE DE MI SER TERRENAL», Fray Marcos

Lc 11, 1-13

El Padrenuestro es mucho más que una oración de petición. Es un resumen de las relaciones de un ser humano con el absoluto, consigo mismo y con los demás. Es muy probable que el núcleo de esta oración se remonte al mismo Jesús, lo cual nos pone en contacto directo con su manera de entender a Dios. El Padrenuestro nos trasmite, en el lenguaje religioso de la época, toda la novedad de la experiencia de Jesús. La base de ese mensaje fue una vivencia única de Dios como “Abba”, y la experiencia de ser Hijo.

Esto no quiere decir que Jesús se sacó el Padrenuestro de la manga. Todas y cada una de las expresiones que encontramos en él, se encuentran también en el AT. No es probable que lo haya redactado Jesús tal como nos ha llegado, pero está claro que tiene una profunda inspiración judía. Tanto Jesús como los primeros cristianos eran judíos sin fisuras. No nos debe extrañar que la experiencia de Jesús se exprese o se interprete desde la milenaria religión judía. Esto no anula la originalidad de la nueva visión de Dios y de la religión. La originalidad no está en la letra sino en la nueva relación del hombre con Dios que destila.

Entendido literalmente, el Padrenuestro no tiene sentido. Ni Dios es padre en sentido literal; ni está en ningún lugar; ni podemos santificar su nombre, porque no lo tiene; ni tiene que venir su Reino de ninguna parte, porque está siempre en todos y en todo; Ni su voluntad tiene que cumplirse, porque no tiene voluntad alguna. Ni tiene nada que perdonar, mucho menos, puede tomar ejemplo de nosotros para hacerlo; ni podemos imaginar que sea Él el que nos induzca a pecar; ni puede librarnos del mal, porque eso depende solo de nosotros.

Es imposible abarcar todo el padrenuestro en una homilía. Cuentan de Sta. Teresa, que al ponerse a rezar el padrenuestro, era incapaz de pasar de la primera palabra. En cuanto decía “Padre” caía en éxtasis… ¡Qué maravilla! Efectivamente, esa palabra es la clave para adentrarnos en lo que Jesús vivió de Dios. Comentar esa sola palabra nos podía llevar varias horas de meditación. De todas formas, vamos a repasarlo todo brevemente, el de Lc.

Padre. En el AT se llama innumerables veces a Dios padre, sin embargo, el “Abba” es la piedra angular de todo el evangelio. En los evangelios se pone una sola vez en labios de Jesús, pero lo hace con tal rotundidad, que se ha convertido en clave de su mensaje. Es la fuente inagotable de sus vivencias. El llamar a Dios Papá supone sentirse niño pequeño, que ni siquiera sabe lo que debe pedir. Esta actitud es muy distinta de la nuestra, que nos comportamos como personas mayores, que podemos decir a Dios lo que nos debe dar en cada momento. La aparente oración debe convertirse en confianza absoluta en aquel que sabe mejor que yo mismo lo que necesito y está siempre dándomelo.

Dios es Padre en el sentido de origen y fundamento de nuestro ser, no en el sentido de dependencia biológica. Queremos decir mucho más de lo que esas palabras significan, pero no tenemos el concepto adecuado; por eso tenemos que intentar ir más allá de las palabras. Procedemos de Él sin perder nunca esa dependencia, que no limita mis posibilidades de ser, sino que las fundamenta absolutamente. El padre natural, da en un momento determinado la vida biológica. Dios nos está dando constantemente todo lo que somos y tenemos.

Hay que eliminar de Dios la idea del padre dominador y represor, que ha veces le hemos atribuido y que nos ha llevado a proyectar sobre Él los complejos que con frecuencia sufrimos con relación al padre natural. No podemos proyectar sobre Dios la idea negativa de padre que aplicamos al padre biológico. Por eso decimos hoy que Dios es también Madre. No se trata de un superficial progresismo. Se trata de superar la literalidad de las palabras y de tomar conciencia de que Dios es más de lo que podemos decir y pensar de Él. Uniendo el concepto de padre y el de madre, superamos la dificultad de dejar cojo el concepto de Dios, pero además nos obligamos a ampliar el abanico de los atributos que le podemos aplicar.

No hay padre ni madre si no hay hijo; y no puede haber hijo si no hay padre y madre. Para la cultura semita, Padre era, sobre todo, el modelo a imitar por el hijo. Este es el verdadero sentido que da Jesús a su advocación de Dios como Padre. “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”. Cuando Jesús dice que no llaméis a nadie padre, quiere decir que el único modelo a imitar por el seguidor de Jesús, es únicamente el mismo Dios. Si todos somos hijos, todos somos hermanos y debemos comportarnos como tales. Ser hermano supone el sentimiento de pertenencia a una familia y de compartir todo lo que se tiene y lo que se es.

Santificado sea tu nombre. Ya sabéis que aquí “nombre” significa persona, ser. En el AT se manifiesta en numerosas ocasiones, que la tarea fundamental del buen judío era dar gloria a dios; pero esa gloria a dios sería el hacer obras dignas de ese Dios. Nada ni nadie puede añadir algo a Dios. Está siempre colmado su ser y no se puede añadir ni una gota más. Lo que quiere decir es que nosotros debemos descubrir esa presencia en nosotros y en los demás. Debemos vivir esa realidad y debemos darla a conocer a los demás tal como es a través de nuestra propia existencia. Santificamos su nombre cuando somos lo que tenemos que ser, respondiendo a las exigencias más profundas de nuestra naturaleza.

Venga tu reino. El Reino es la idea central del mensaje evangélico. Pero el mismo Jesús nos dijo que no tiene que venir de ninguna parte ni está aquí ni está allí, está dentro de vosotros.Nuestra tarea consiste en descubrirlo y manifestarlo en la vida con nuestras obras. Debemos contribuir a que ese proyecto de Dios, que es el Reino, se lleve a cabo en nuestro mundo de hoy. Todo lo que tiene que hacer Dios para que su Reino llegue, ya está hecho. Al expresar este deseo, nos comprometemos a luchar para que se haga patente.

Danos cada día nuestro pan de mañana.Encontramos aquí una clara alusión al maná, que había que recogerlo cada mañana. Dios no puede dejar de darnos todo lo que necesitamos para ser nosotros mismos. Sería ridículo un dios que se preocupara de dar solo al que le pide y se olvidara del que no le pide nada. No se trata solo del pan o del alimento en general, sino de todo lo que el ser humano necesita, tanto lo necesario material como lo espiritual. Jesús dijo: “Yo soy el pan de Vida”. Al pedir que nos dé el pan de mañana, estamos manifestando la confianza en un futuro que se puede adelantar.

Perdónanos, porque también nosotros perdonamos. En la biblia hay unas referencias a que Dios solo perdona cuando nosotros hemos perdonado. Sería ridículo (Abrahán en la primera lectura) que nosotros pudiéramos ser ejemplo de perdón para Dios. Más bien deberíamos aprender de Él a perdonar. Dios no perdona, en Él los verbos no se conjugan, porque no tiene tiempos ni modos. Dios es perdón.El descubrir que Dios me sigue amando sin merecerlo es la clave de toda relación con Él y con los demás.Si perdonamos es señal de que hemos descubierto y aceptado el perdón (amor) de Dios.

No nos dejes ceder en tentación. También esta formulación es complicada. Y también encontramos en el AT muchos pasajes en los que se pide a Dios que no lleve la tentación a los que rezan. Se creía efectivamente, que Dios podía empujar a un hombre a pecar. De ahí que tanto el griego como el latín apuntan a que “no nos induzca a pecar” el mismo Dios, lo cual no tiene para nosotros ni pies ni cabeza. Los intentos que se hacen al traducirlo no terminan de aclarar los conceptos. Pensar que Dios puede dejarnos caer o puede hacer que no caigamos es ridículo. La única manera de no caer es precisamente la oración, es decir, la toma de conciencia, (conocimiento) de lo que verdaderamente soy y lo que es Dios para mí.

 

Meditación-contemplación

Dios es Abba.
Como Padre, es fundamento de todo lo que yo soy.
De mi ser material y de mi ser espiritual.
Mi existencia depende totalmente de Él en todo momento.
………………………

Como Padre es el único modelo al que debo imitar.
Mi plenitud consiste en imitarle.
Cuando sea capaz de experimentar que yo y el Padre somos uno,
Habrá terminado mi camino de perfección.
………………………..

Como padre de todos, todos participamos de lo que Él es.
Somos todos mucho más que hermanos.
Somos idénticos. Somos una sola cosa en Él.
Éste es el fundamento del amor que nos pide Jesús.
…………………….

 

Fray Marcos

Urteko 17. igandea – 17º domingo Tiempo ordinario, José A. Pagola

Evangelio del 24/Jul/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

KONFIANTZA BERRIKASI

Lukasek eta Mateok, nork bere ebanjelioan, Jesusen hitz batzuk dakartzate, dudarik gabe haren ikaslerik hurbilekoengan sakon ezarriak gelditu zirenak. Segur aski, ikasleekin Galileako herrixketan zebilenean esango zituen, jatekoaren eskean, ostatu bila edo bertakoen artean ate joka zebilenean.

Apika, ez zuten beti nahi bezalako erantzunik jasotzen, baina Jesusek ez zuen etsitzen. Erabatekoa zuen Aitarekiko konfiantza. Ikasleek ere Aitagan konfiantza izaten ikasi behar dute: «Hauxe esaten dizuet: Eskatu, eta emango dizue Jainkoak; bilatu, eta aurkituko duzue; jo atea, eta zabalduko zaizue». Jesusek badaki zer ari den esaten, hauxe baitu bere esperientzia: «eskatzen duenak hartu egiten du, bilatzen duenak aurkitu eta ate joka ari denari ireki egiten zaio».

Konfiantza da Elizak bizi duen krisialdi eta nahasmendu honetan Jesusengandik, zerbait izatekotan, berrikasi beharrekoa. Ez, noski, jarrera xinplea biziz, aldi hobeen geldoturik zain jarriz beren burua lasaitzen dutenak bezala. Askoz gutxiago jarrera pasiboa eta erantzukizunik gabea biziz, baizik Jesusi, Kristori, jarraitzeko portaera ebanjelikoa eta profetikoa hartuz. Izatez, Jesusen hiru gonbitek Jainkoaganako oinarrizko konfiantza bera markatzen badute ere, haren hizkerak ñabardura desberdinak iradokitzen ditu.

«Eskatu»: pobrearen jarrera berezia da, bere ahaleginez lortu ezin duenak beste norbaitengandik hartu behar duenaren jarrera. Honela irudikatzen ditu Jesusek bere jarraitzaileak: gizon-emakume pobre bezala, beren ahuldadearen eta pobretasunaren jakinaren gaineko, harrokeria eta buruaskitasun izpirik gabeko bezala. Ez da inolako ezbeharra Eliza pobre batean bizitzea, ahulean, botererik gabean. Aitzitik, hau da gauza negargarria: Jesusi jarraitu nahi izatea, baina Aitagandik bakarrik etor daitekeena munduari eskatuz.

«Bilatu»: Kontua ez da eskatzea soilik. Gainera, mugitzea da, zerbait lortzeko urratsak egin beharra: ezkutuan edo tapaturik dagoelako ikusten ez dugun hura lortzeko. Honela irudikatzen ditu Jesusek bere jarraitzaileak: «Jainkoaren erreinuaren eta haren zuzentasunaren bilatzaile bezala». Normala da gaur Eliza zurt eginik bizitzea ziurtasunik gabeko etorkizunaren aurrean. Beste hau da harritzekoa: pausorik ez ematea guztiek batean bide berrien bila gaur egungo kulturan Ebanjelioa ereiteko.

«Jo atea»: hurbil dugula sentitu ez, baina entzuten eta kasu egiten ahal digula uste dugunari oihu egitea da. Horrela egiten zion oihu Jesusek Aitari gurutzean. Ulertzekoa da gaur kristau askoren fedea, kultura aurremoderno baten adierazten, ospatzen eta bizitzen ikasi zuten hura, lausoturik gelditzea. Beste hau da gauza tamalgarria: ez garela ahalegintzen Jesusi jarraitzen Jainkoari oihu eginez gaur egungo munduko kontraesanen, gatazken eta galdekizunen artetik.

José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

17 Tiempo ordinario – C (Lucas 11,1-13)

Evangelio del 24/Jul/2016
por Coordinador Grupos de Jesús

REAPRENDER LA CONFIANZA

Lucas y Mateo han recogido en sus respectivos evangelios unas palabras de Jesús que, sin duda, quedaron muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que las haya pronunciado mientras se movía con sus discípulos por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos.

Probablemente, no siempre reciben la respuesta deseada, pero Jesús no se desalienta. Su confianza en el Padre es absoluta. Sus seguidores han de aprender a confiar como él: «Os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá». Jesús sabe lo que está diciendo pues su experiencia es esta: «quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre».

Si algo hemos de reaprender de Jesús en estos tiempos de crisis y desconcierto en su Iglesia es la confianza. No como una actitud ingenua de quienes se tranquilizan esperando tiempos mejores. Menos aún como una postura pasiva e irresponsable, sino como el comportamiento más evangélico y profético de seguir hoy a Jesús, el Cristo. De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.

«Pedir» es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. Así imaginaba Jesús a sus seguidores: como hombres y mujeres pobres, conscientes de su fragilidad e indigencia, sin rastro alguno de orgullo o autosuficiencia. No es una desgracia vivir en una Iglesia pobre, débil y privada de poder. Lo deplorable es pretender seguir hoy a Jesús pidiendo al mundo una protección que solo nos puede venir del Padre.

«Buscar» no es solo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una Iglesia desconcertada ante un futuro incierto. Lo extraño es no movilizarnos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.

«Llamar» es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla en una cultura premoderna. Lo lamentable es que no nos esforcemos más por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual.

José Antonio Pagola

 

 

Evangelio del domingo 24 julio 2016, Lucas 11, 1-13

Evangelio del domingo 24 julio 2016, Lucas 11, 1-13

Pedid y se os dará

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»

Él les dijo: «Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»»

Y les dijo: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.»

Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.»

Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Pues así os digo a vosotros:

Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.

¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?

¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

Comentario al Evangelio:

La oración forma parte de la vida del pueblo judío. Los piadosos volvían su espíritu a Dios varias veces al día. Jesús aprende, desde el pueblo y su tradición a orar. Como buen judío, aprendió a rezar en la familia y en la sinagoga. En su ministerio, su oración toma adquiere una particularidad: su acercamiento a Dios, “su Abbá”. Lucas lo describe en oración varias ocasiones (3,21; 5,16; 6,12; 9,29). Los exegetas reconocen en Lucas la transmisión más fiel de la oración del Padrenuestro y que es la más breve. Del arameo pasó al griego y así la incluyó Lucas en su narración.

PADRE, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: o sea que Dios sea conocido, dado a conocer, alabado, amado, bendecido, glorificado y agradecido por todas las gentes del mundo. Que el nombre del Señor, o sea el mismo Dios, reciba estimación, amor veneración, y piadosa adoración por todos y cada vez más. Hay que volver a notar el orden de la oración en el Padrenuestro. Primero que Dios sea reverenciado y amado.

VENGA TU REINO: es una oración misionera. Lo que buscan los misioneros es hacer que Dios reine en las gentes de las tierras que ellos están misionando desde sus culturas e idiosincrasia. Y es lo que debemos desear y pedir y buscar todos en todos los tiempos: que reine Dios. Que venga su Reino. Si primero buscamos el Reino de Dios, todo lo demás vendrá por añadidura. Es un deseo de que Dios reine en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestro hogar, en la sociedad, en la nación y en el mundo entero. Y en cuantas naciones y personas todavía no reina!

DANOS EL PAN DE CADA DÍA. Pedimos para cada día el pan, sin afanarnos por el futuro, porque Dios estará también en el futuro y El proveerá. Como el Maná del desierto, el pan de cada día es un don maravilloso de la bondad del Señor. Con esta petición del pan diario le estamos queriendo pedir que nos libre del desempleo o de la demasiada carestía, y de las inundaciones y sequías que acaban con los cultivos, y de las guerrillas que impiden a los campesinos recoger sus cosechas, empleo para el esposo que tiene que mantener una familia, ayudas económicas para esa madre abandonada; protección para el anciano echando a un lado por la sociedad. El corporal y el espiritual. Todos los días los necesitamos, por eso tenemos que pedirlo todos los días.

PERDONANOS NUESTROS PECADOS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN. El perdón es un arte que se consigue con infinitos ejercicios. San Agustín enseña que a algunos no les escucha Dios la oración que le hacen, porque antes no han perdonado a los que los han ofendido, o no le han pedido perdón al Señor por sus pecados. Sin pedirle excusas por los disgustos que le hemos proporcionado, ¿cómo queremos que nos conceda las gracias que le estamos suplicando?. Es un recuerdo muy oportuno para que no se nos vaya a ocurrir nunca la mentirosa idea de creernos buenos. Dios pone una condición para perdonarnos: no podemos obtener perdón del cielo, si no perdonamos en la tierra. El día del Juicio no tendrás disculpas: te juzgarán como hayas juzgado. Te condenarán si no quisiste perdonar a los demás, y te absolverán si supiste perdonar siempre (San Cripriano): El Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.

ÉL LES DARÁ EL ESPÍRITU SANTO. El objetivo final y el contenido de la oración cristiana es llegar a recibir el Espíritu que es capaz de renovar la faz de la tierra, incluidos nosotros. El Espíritu Santo es la fuerza que viene de lo alto con poder avasallador y aleja los vicios y nos trae muchos buenos pensamientos y deseos. El Espíritu Santo quiere ser nuestro Huésped, y es enviado por el Padre Celestial si se lo pedimos con fe y perseverancia. El Espíritu Santo es el que nos hace comprender las Sagrada Escrituras. El Espíritu Santo cuando viene nos ofrece: orar mejor, arrepentirnos de nuestros pecados y tener deseo de dedicarnos a agradar a Dios.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 47 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su guión y su comentario puede ser tomado de aquí:http://www.radialistas.net/category/un-tal-jesus