ORAR CON EL EVANGELIO

Domingo  XX .T.O Ciclo  – A –  ( MT. 15,21-28 ) – Agosto 17 – 08

   

Señor Jesús:

Hoy, una mujer extranjera te arranca la curación de su hija.

Expresa su fe con diversas oraciones:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”

“Señor, socórreme”

“También los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus señores”

Tu comportamiento, parece raro.

En primer lugar parece que no respondes a su grito.

Después de la mediación de tus discípulos,

Contestas evasivamente

“solo me envían a las ovejas de Israel”

                  ¿Querías probar la fe de esta mujer?

  Que sabe que todo es amor gratuito del Padre,

                  Que espera pacientemente la acción de Dios.

 

La fe perseverante te conmueve y te compromete a curar a su hija enferma y le dices con cariño:

“Mujer qué grande es tu fe. Que se cumpla lo que deseas”.

Así aprendió esta mujer a confiar en el amor del Padre.

Amor que actúa siempre, aunque no lo percibamos.

                  Amor que respeta el protagonismo de las personas en la historia.

                                 Amor sensible al dolor de sus hij@s.

                  Amor que sigue animando y esperando, incluso ante la incomprensión.

 

La fe, que tú Cristo nos enseñas, no es manipulación de Dios.

 

Es confianza en la voluntad divina que quiere siempre el bien,

                  Que quiere el esfuerzo humano.

 

Concédenos, Señor Jesús, la fe de la cananea:

                  Que sobrepasa la aparente sordera de Dios,

                  Que confía en el amor de Dios por todo ser humano,

                                  Sí,  Fe es  seguir y no mirar atrás.

No esperemos pan sin antes sembrar,

         No esperemos frutos de la rama sin antes podar.

                 Hay que trabajar sembrar y regar

Aunque nos lleguemos a cansar

 

Tenemos que enterrar los miedos y la oscuridad

Hemos de seguir, siempre caminar.

Apartar las nubes, que la luz debe brillar.

 

Siempre hay que avanzar sin perder el paso,  

Ir regando el surco con sudor y sin ceder, esto es fe.

Muchas flores tienen que nacer.

 

           Concédenos, Señor Jesús, la fe de la cananea. AMÉN. 

 

(Zuriñe)