Otra Iglesia diocesana es posible

A LOS HOMBRES Y MUJERES, COMUNIDADES Y GRUPOS CRISTIANOS
QUE CREEN QUE OTRA IGLESIA DIOCESANA ES POSIBLE
Y DESEAN QUE SEA UNA REALIDAD

Un saludo fraterno:

Somos un grupo de gente cristiana de diferentes sensibilidades que nos hemos reunido con la intención de reflexionar y actuar sobre la actual situación por la que atraviesa nuestra Diócesis de Iruñea-Pamplona y Tudela en la medida de nuestras posibilidades. Os adjuntamos un breve escrito, resumen de nuestras primeras reflexiones. No es un análisis minucioso, sino un texto que es reflejo de nuestras observaciones e inquietudes.

 

1.- La situación de nuestra Iglesia nos resulta muy preocupante. La Iglesia en Europa se encuentra en una recesión total y acaso irreversible. Nuestra diócesis, dentro de ella, participa de esa misma situación e incluye además unas características particulares, que queremos manifestar y compartir en este escrito, solo para buscar, si todavía es posible, una salida a esta situación, que todos vemos angustiosa.

2.- Nuestras asambleas y reuniones habituales son de gente mayor y así son percibidas desde fuera. Unos, cansados de tanto buscar más autenticidad, se han alejado al no encontrar eco ni respuesta a sus expectativas. Otros siguen con su participación de siempre, mucha o poca, como si nada ocurriera, esperando tan solo la vuelta a la verdad que ellos poseen, de los equivocados y discolos. Algunos se mueven tercamente, intentando imposibles, sintiéndose fieles al sueño del Concilio Vaticano II, contra corriente de todo y de todos y creyendo todavía que sirven de algo iniciativas como ésta. Los pocos grupos de jóvenes que encuentran acogida dentro de esta Iglesia, pertenecen a los nuevos movimientos restauracionistas y se sienten y actúan como militantes de la oficialidad neoconservadora. Sueños de unos, malhumor de casi todos, sin proyecto común que diga algo vivo y actual, en el escepticismo de que se puedan encontrar salidas reales, cada vez más alejadas y enfrentadas las posturas. Y los más pesimistas ni siquiera ven ya salida y piensan sólo en un nuevo comienzo desde cero, o mejor, desde el hálito del Espíritu y la sencillez e indefensión del Evangelio.

3.- Nos vamos a detener con más detalle en cómo vemos nuestra Diócesis. Su situación actual tiene mucho que ver con los años de obispado de D. Fernando Sebastián Aguilar. El ha conseguido, quizás sin proponérselo, el desánimo y la división de todos contra todos; la suspicacia y el recelo hacia todos los que por "no estar con él, están contra él".

3.1 .- Ha sido así, en primer lugar, por sus planteamientos teológicos y filosóficos. Presentados como de gran altura intelectual, resultan sencillamente neotomistas y esencialistas en el lenguaje, ajenos al pensamiento actual y enrocados ante cualquier crítica. Un pensamiento excluyente, seguro de su verdad intemporal y apoyado en una pretendida ley natural, que queda recogido por igual en homilías, cartas, escritos o conversaciones, casi siempre beligerantes contra alguien o contra algo. Ultimo intento de grandes certezas que presten seguridad, más que búsqueda común de la verdad que a todos nos supera.

3.2.- Este pensamiento se ha concretado habitualmente en unas tomas de postura política descaradamente conservadoras. Ha conseguido, por fin, con toda la Conferencia Episcopal Española, que sea incompatible ser aperturista o de izquierdas y cristiano: sólo los conservadores pueden serlo. Y esta incompatibilidad se presenta ya como absoluta, si se trata de unir nacionalista periférico vasco y cristiano. Desde el comienzo hizo saber su consigna de "militancia y beligerancia", pero seguramente ni él soñaba poderla llevar tan lejos. Sus propuestas morales y electorales terminan coincidiendo casi siempre con UPN-PP. En esta tierra de sensibilidades políticas tan dispares y viscerales, el pastor se ha posicionado en unas, concretas y discutibles, para alejarse y marcar distancias de otras, igualmente legítimas.

3.3.- Muchos en estos años (de invierno diría K. Rahner) se han sentido orillados y silenciados. La gente mayor y más creativa, la más cercana e identificada con el Concilio Vaticano II, ha estorbado. Ha sido objeto de vigilancia y sospecha permanente por parte de las instancias ofíciales y, a estas alturas, se siente marginada, desmotivada, poco valorada. Son los más jóvenes quienes han sido objeto de las preferencias del Obispo, como lo único salvable, frente al progresismo y rebeldía de tantos, como piezas disponibles para la generalizada marcha atrás de la Iglesia.

3.4.- Las comunidades cristianas de base, cualquier grupo de iglesia popular, la HOAC, las mujeres, los movimientos posicionados por cualquier liberación, ni han existido, frente a los nuevos movimientos restauracionistas. Ni el Consejo de Pastoral, ni el del Presbiterio han sido mejor tratados, salvo para avalar las propuestas oficiales. La pastoral vasca ha sido desmantelada y nunca se ha logrado un plan de pastoral diocesana, o una propuesta seria de espiritualidad actual para los creyentes.

3.5.- A todos ha pretendido enseñarnos muchas cosas, obediencia sobre todo, pero pocos se han podido sentir acompaiiados en sus avatares personales. La inquietante peripecia humana de todos y cada uno no ha llegado a las preocupaciones del Obispo y ha quedado anulada tras la pretendida eficacia pastoral, llegando a desplazar y decidir sobre personas sin contar con ellas. En estos años en que la autoestima de los curas anda por los suelos, la actitud de D. Fernando Sebastián no ha sido ni estimulante ni siquiera comprensiva. La distancia afectiva entre el Obispo y los curas, el ambiente de frialdad general y desafecto, se ha reflejado también en que han aumentado las distancias de los seglares y las instituciones eclesiales, las parroquias y el arzobispado. Las mujeres, sobre todo si tienen titulación teológica, no han encontrado sitio y posibilidad de servicio en este tipo de diócesis.

4.- Desde nuestro desánimo y preocupación todavía soñamos -y es la única y urgente salida que vemos- con una Diócesis, la nuestra, gestionada de verdad desde la pluralidad y complejidad, tanto política como religiosa, de la misma, sin marginaciones ni fuerzas perdidas en la obsesión de anular a los diferentes y forzar el pensamiento único y la uniformidad sin fisura. Urge un planteamiento teológico actual, profundo y hasta arriesgado, elaborado por creyentes, hombres y mujeres, que se apoyan en ideas sobre la persona y la sociedad actuales, no anticuadas y absolutistas.

En esta Diócesis soñada, las personas, su desarrollo y su valor, deberían ser centrales igual si se trata de clérigos que de laicos. Todos abiertos, sin huir ante nuevas situaciones -divorcios, eutanasia, vivienda, homosexualidades, celibato, migraciones,etc.. .- que demandan algo más que respuestas convencionales, más viejas que antiguas, y tan dificiles de relacionar de verdad con el Evangelio.

Nada de una Diócesis, gueto entre los guetos, de puros y auténticos. Una Diócesis que goce más que con pretendidos novedosos organigramas pastorales con propuestas de espiritualidad honda para creyentes de hoy que siguen buscando a Dios por Jesucristo