Un cuaderno de "Cristianisme i Justicia"que actualiza "Las cinco llagas de la Iglesia" que Rosmini publicó en 1832.
La Fundación "Cristianisme i Justicia ", Centro de Estudios promovido por la Compañía de Jesús de Catalunya, ha publicado su Cuaderno Nº 153 con el titulo "¿Qué pasa en la Iglesia?" (www.fespinal.com)
El trabajo conjunto de cuatro autores, entre ellos González Faus, hace un diagnóstico de algunos aspectos del funcionamiento actual de la institución eclesial poco acordes con el Vaticano II.
Este breve estudio retoma la estructura del libro de Rosmini, publicado en 1832 "Las cinco llagas de la Iglesia" y que Pio IX, a pesar de ser admirador de Rosmini lo puso en el Índice de los libros prohibidos.
Paradójicamente Antonio Rosmini fue beatificado en Novara el pasado 18 de Noviembre de 2007.
Las cinco llagas que Rosmini denunciaba en la iglesia del S. XIX eran:
– la separación que aleja a los clérigos del pueblo, sobre todo en la liturgia.
– la formación cultural y espiritual claramente insuficiente de los clérigos.
– la desunión entre los Obispos entre ellos, con el clero y con el Papa.
– la injerencia política en el nombramiento de los Obispos.
– los bienes de la iglesia que esclavizan a los eclesiásticos y la poca transparencia en su administración.
Esta obra se anticipó en más de un siglo al Concilio Vaticano II, influyó en las reformas del Concilio y consta que Juan XXIII meditó mucho en ella y la tenia como libro de cabecera.
Los autores del Cuaderno "¿ Qué pasa en la iglesia de hoy?" son: Xavier Alegre, Josep Giménez, José Ignacio González Faus y Josep M. Rambla.. En 30 páginas condensan su reflexión en lo que consideran : "Las nuevas cinco llagas de la iglesia de hoy" y que me limito a enumerar y resumir:
Primera llaga: olvido de la centralidad de los pobres.
La situación de injusticia de nuestro mundo con grandes masas viviendo en la miseria y de unas cuantas fortunas desorbitadas es contraria a la voluntad de Dios, tal como reconoce la enseñanza de la misma iglesia. La misma injusticia a nivel de pueblos desarrollados y empobrecidos.
Pero aunque la institución se reclama frecuentemente al Dios Bíblico liberador no es la iglesia de los pobres. Les ofrecemos una beneficencia paternalista pero no logramos expresar esa preferencia radical hacia ellos que sería sacramento del amor de Dios. Se da el contraste doloroso en nuestra iglesia que grupos o instituciones que optan decididamente por los pobres encuentran dificultades, rechazos y hasta persecución por parte de los responsables de la comunidad eclesial. Se puede admitir que en esta opción radical por los pobres haya algunos desequilibrios que haya que corregir fraternalmente. Pero es incomprensible que ante el escándalo de la pobreza , la iglesia no haya descubierto este signo de los tiempos que es la llamada a la justicia que la Biblia emplea tantas veces para definir a Dios. Así la iglesia de hoy pierde credibilidad y su anuncio carece de
transparencia evangélica.
Segunda llaga : el Jerarcocentrismo.
El Concilio Vaticano II definió a la Iglesia como Pueblo de Dios.
Antes había rechazado el texto de la curia romana en que en primer lugar se hablaba de la jerarquía como si el misterio constitutivo de la iglesia fuera el "poder sagrado" De esta manera como dice Congar se evitó que la eclesiología se convirtiera en jerarcología.
Pero poco a poco y desde altas instancias se ha pretendido desautorizar la definición de iglesia como Pueblo de Dios, tachándola de "reduccionismo teológico". Pero el que pueda hacerse un mal uso de esta definición, no constituye objeción contra ella; ese mal uso puede hacerse con otras definiciones.
Las consecuencias de esta vuelta a la eclesiología preconciliar están siendo graves como el excesivo poder de la Curia en detrimento de la colegialidad, el debilitamiento de la teología de comunión, la llamativa falta de atención a la mujer etc.
Tercera llaga: el Eclesiocentrismo
También la relación de la iglesia con el mundo se puede entender de dos maneras contrapuestas. Una concibe a la comunidad creyente de acuerdo con los lenguajes evangélicos de fermento, sal, levadura, semilla…La otra ve a la iglesia más bien como "zona residencial" en la que hay que refugiarse para no contagiarse del mal, como "fortaleza" que competirá con poder de los estados para imponer sus modos de ver.
En el primer modelo el valor fundamental que une a los creyentes y no creyentes es la fraternidad universal. El
cristianismo aportará a ese valor un fundamento y una plenitud: la filiación divina de todos los hombres.. En cambio para el modelo de la fortaleza, la filiación divina es nuestra más profunda verdad, y la fraternidad es una forma apendicular y una forma algo degradada del ser persona. El Vaticano II optó claramente por el primer modelo de modo que "la razón de ser de la iglesia es actuar como fermento y alma de la sociedad (GS 40) Pero aunque se admiren estas palabras del Concilio, muchos pastores a la hora de actuar dan una imagen distanciada del género humano al que considera enemigo y perdido. Un ejemplo práctico de esta
mentalidad es que la iglesia española no educa en el principio de que "aquello que es legal en una sociedad laica y democrática no tiene porqué coincidir con la moral cristiana".
Cuarta llaga: La división de los cristianos
El Concilio Vaticano II vivió con intensidad la división de las iglesias: como un pecado de todas ellas que contradice la voluntad expresa de Cristo. El concilio no temió llamar "iglesias" a las otras confesiones cristianas y se decidió a buscar la unidad junto con ellas en plan de igualdad y obediencia al Dios revelado
en Jesucristo. Últimamente hemos oído voces oficiales que insisten que la Iglesia sigue siendo una y su unidad no se ha roto, simplemente algunos se han separado de ella y lo que deben hacer para recuperar la unidad es ingresar en el seno de la iglesia una.
Con esto el camino del estudio y el diálogo está estancado.
Aunque es verdad que miembros particulares de las iglesias hayan trabajado juntos en busca de acuerdos (vg: en temas como el ministerio, la justificación), cuando estos acuerdos llegan a los niveles oficiales no generan iniciativas prácticas, se archivan y la sensación es que las iglesias no caminan hacia la unidad. Solo
desde el dolor de nuestra división nos pondremos en marcha confiadamente hacia la unidad en la pluralidad que Dios quiere de todos nosotros.
Quinta llaga La helenización del cristianismo.
La inculturación del cristianismo en el mundo grecolatino fue una gesta extraordinaria. Pero las categorías de la cultura actual ya no son las del mundo grecoromano. De ahí que las formulaciones de los dogmas, teniendo un valor innegable, resultan incomprensibles al hombre de hoy. Incluso muchos especialistas piensan que la helenización del cristianismo llevó a la pérdida de sus raíces bíblicas. Juan XXXIII en la apertura del Concilio
decía: "Una cosa es el depósito de la fe y otra la manera como se expresa, y de ello ha de tenerse gran cuenta… Si solo se tratase de repetir lo dicho…para eso no era necesario un concilio". Sin embargo sigue habiendo voces oficiales que pretenden que la vestimenta grecolatina del cristianismo es la mejor, si no la única posible, para el mundo futuro. Por eso nuestra iglesia da la impresión muchas veces de caer en lo que denunciaba Juan XXXIII: ocuparse solo de la antigüedad, y no facilitar una adhesión renovada, serena y tranquila a las enseñanzas de la iglesia.
A lo largo del s.XX ha habido dos ocasiones perdidas de salir de la matriz grecolatina: el problema del modernismo con su atención a la experiencia religiosa y y el de la teología de la liberación capaz de poner en práctica una praxis de seguimiento radical a Jesús de Nazaret. La iglesia oficial no supo discernir lo que en esos intentos imperfectos había de signos de los tiempos, lo que hubiese sido más fácil desde una mentalidad más semita y menos grecoromana. En nuestra iglesia de hoy nos parece que muchos obispos y monseñores no conocen el admirable esfuerzo de muchos cristianos para sostener o encontrar su fe. Y hay que decir que toda forma de inquisición resulta a largo plazo mucho más nociva que lo que puede tranquilizar corto plazo.
"Eclesiales ante todo"
Como conclusión los autores de la reflexión, manifiestan sus actitudes al hacerla:
– no pretendemos tener toda la verdad sino ser una palabra más en un diálogo más amplio.
– manifestamos nuestro amor a la iglesia de la que hemos recibido los Evangelios y la vida del Dios encarnado.
– queremos seguir el ejemplo de fidelidad auténtica de de tantos maestros de los que hoy nos sentimos orgullosos
– Rosmini hoy beatificado y otros más recientes como Blondel. Teilhard, Congar, Rahner, Arrupe…, que aunque fueron tachados como rebeldes , supieron mostrar con sus vidas y sus sufrimientos que amaban a la iglesia "hasta el final"
Una recomendación y una sugerencia
Resumir en dos páginas el denso contenido de las 30 que tiene el Cuaderno es arriesgado por la subjetividad de lo seleccionado. Por eso invito a leer el trabajo completo. Se puede acceder en la página www.fespinal.com (novedades)
También podría ser una oportunidad para una reflexión más cercana.
Con parecido esquema y parecidas actitudes podíamos ver las concreciones que pueden hacerse a nuestra iglesia diocesana.