PASKOALDIKO III. IGANDEA: “HARRERA EGIN EBANJELIOAREN INDARRARI-ACOGER LA FUERZA DEL EVANGELIO”, José A. Pagola

HARRERA EGIN EBANJELIOAREN INDARRARI

Luk. 24, 13-35

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

ECLESALIA, 30/04/14 Jesusen ikasleetarik bi Jerusalemdik kanpora doaz. Triste eta lur jota. Bihotzean itzali egin zaie Jesusengan jarria zuten esperantza, gurutzean hiltzen ikusi baitute. Halaz guztiz, hartaz gogoeta egiten jarraitzen dute. Ezin ahaztu hartaz. Amets hutsa izan ote da guztia?

Bizi izan duten guztiaz hizketan eta eztabaidan ari direla, Jesus hurbildu zaie eta bidelagun dute. Alabaina, ikasleek ez diote antzeman. Halako konfiantza eskaini zioten eta hain sutsuki maite zuten Jesus hura, bidaiari arrotz bat dela uste dute.

Jesusek bat egin du haiekin solasean. Hasieran, harriturik entzun diote ikasleek; pixkana, ordea, zerbait ari zaie sortzen bihotzean. Ez dakite zehatz zer den. Geroago esango dute: «Ez ote genuen bihotza sutan, bidean mintzo zitzaigunean?»

Eta Jesusen hitzen erakarmena sentitu dute bidaiariek. Halako batean, haren lagunartea beharrezko sentitu dute. Ez diote utzi nahi alde egiten: «Geldi zaitez gurekin». Afarikoan, begiak irekiko zaizkie eta antzemango diote. Segidako hau da kontakizun honen lehen mezua: Jesus bidelagun onartzen dugunean, haren hitzek iratzar dezakete gugan galdua genuen esperantza.

Urte hauetan, jende askok du galdu Jesusekiko konfiantza. Apurka-apurka, pertsonaia arrotz eta antzeman ezineko bihurtu zaio Jesus. Hartaz dakiten guztia, predikariei eta katekistei entzun izan dieten hartatik, erdizka eta puskaka, berreraiki dezaketen apurra da.

Dudarik gabe, iganderoko homiliak zeregin ordezkaezina betetzen du; baina ez da aski, bistan da, gaur egungo jendea Ebanjelioarekin zuzeneko harreman biziak izatera iristeko. Homilia mutu egon behar izaten duen herriaren aurrean egiten da, bere kezkak, galderak eta problemak adierazko modurik ez duela; horrela, nekez iritsiko du koloka den fedea biziberritzea, batzuetan ezjakinean, Jesusen bila dabilen hainbat eta hainbat jenderengan.

Ez ote da iritsia momentua, Jesusen Ebanjelioa elkarrekin entzuteko, eremu berri eta desberdin bat sortzeko, igandeko liturgiaren testuingurutik aparte? Zergatik ez elkartu laiko eta apaiz, emakume eta gizonezko, kristau konbentzitu eta fedeaz kezka duen jende, Jesusen Ebanjelioa entzutera, partekatzera, hartaz elkarrekin hitz egin eta hari harrera egitera?

Ebanjelioari aukera eman beharrean gara, bere indar eraldatzaile guztiaz zuzeneko eta ondoz ondo harremanak izan ahal ditzan gaur egungo jendearen problema, krisi, beldur eta esperantzekin. Laster beranduegi izango da Ebanjelioaren jatorrizko freskotasuna berreskuratzeko.

3 Pascua (A) Lucas 24, 13-35

ACOGER LA FUERZA DEL EVANGELIO

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 30/04/14.- Dos discípulos de Jesús se van alejando de Jerusalén. Caminan tristes y desolados. En su corazón se ha apagado la esperanza que habían puesto en Jesús, cuando lo han visto morir en la cruz. Sin embargo, continúan pensando en él. No lo pueden olvidar. ¿Habrá sido todo una ilusión?

Mientras conversan y discuten de todo lo vivido, Jesús se acerca y se pone a caminar con ellos. Sin embargo, los discípulos no lo reconocen. Aquel Jesús en el que tanto habían confiado y al que habían amado tal vez con pasión, les parece ahora un caminante extraño.

Jesús se une a su conversación. Los caminantes lo escuchan primero sorprendidos, pero poco a poco algo se va despertando en su corazón. No saben exactamente qué. Más tarde dirán: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”

Los caminantes se sienten atraídos por las palabras de Jesús. Llega un momento en que necesitan su compañía. No quieren dejarlo marchar: “Quédate con nosotros”. Durante la cena, se les abrirán los ojos y lo reconocerán. Este es el primer mensaje del relato: Cuando acogemos a Jesús como compañero de camino, sus palabras pueden despertar en nosotros la esperanza perdida.

Durante estos años, muchas personas han perdido su confianza en Jesús. Poco a poco, se les ha convertido en un personaje extraño e irreconocible. Todo lo que saben de él es lo que pueden reconstruir, de manera parcial y fragmentaria, a partir de lo que han escuchado a predicadores y catequistas.

Sin duda, la homilía de los domingos cumple una tarea insustituible, pero resulta claramente insuficiente para que las personas de hoy puedan entrar en contacto directo y vivo con el Evangelio. Tal como se lleva a cabo, ante un pueblo que ha de permanecer mudo, sin exponer sus inquietudes, interrogantes y problemas, es difícil que logre regenerar la fe vacilante de tantas personas que buscan, a veces sin saberlo, encontrarse con Jesús.

¿No ha llegado el momento de instaurar, fuera del contexto de la liturgia dominical, un espacio nuevo y diferente para escuchar juntos el Evangelio de Jesús? ¿Por qué no reunirnos laicos y presbíteros, mujeres y hombres, cristianos convencidos y personas que se interesan por la fe, a escuchar, compartir, dialogar y acoger el Evangelio de Jesús?

Hemos de dar al Evangelio la oportunidad de entrar con toda su fuerza transformadora en contacto directo e inmediato con los problemas, crisis, miedos y esperanzas de la gente de hoy. Pronto será demasiado tarde para recuperar entre nosotros la frescura original del Evangelio. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

2º DOMINGO DE PASCUA: «PASCUA ES HACER NUESTRA SU MISMA VIDA», Fray Marcos

Escrito por  Fray Marcos
FE ADULTA

Jn 20, 19-31

Si superamos la interpretación de la resurrección como la reanimación de un cadáver, se complica mucho la comprensión de la Pascua. La experiencia pascual es una vivencia que afectó vitalmente a los seguidores de Jesús, y por tanto cambió su manera de ver a Jesús y a Dios.

Es una falta de perspectiva exegética el creer que la fe de los discípulos se basó en las apariciones o en el sepulcro vacío. Los evangelios nos dicen más bien, que para «ver» a Jesús después de su muerte, hay que tener fe. El sepulcro vacío, sin fe, solo lleva a la conclusión de que alguien se lo ha llevado y las apariciones, a pensar en un fantasma.

La resurrección es el concepto con el que los primeros cristianos quisieron trasmitir la manera de ver a Jesús después de su muerte. Esa experiencia de que seguía vivo, y además les estaba comunicando a ellos mismos Vida, no era fácil de comunicar.

Antes de hablar de resurrección, en las comunidades primitivas, se habló de exaltación y glorificación. Primero se interpretó a Jesús como el juez escatológico, que vendría al fin de los tiempos a salvar definitivamente sin hacer ninguna referencia a la resurrección.

Otra cristología que se puede percibir en algunas comunidades primitivas, es la de Jesús como taumaturgo que manifestó con su poder, que Dios estaba con él. Para ellos los milagros eran la clave de la comprensión de Jesús. Esta cristología es muy criticada ya en los mismos evangelios, lo cual quiere decir que se quería contrarrestar su influjo.

Otra manera de explicar la experiencia pascual, que no habla de resurrección, es la que considera a Jesús como la Sabiduría de Dios. Sería el Maestro que conectando con la Sabiduría preexistente del AT, nos enseña lo necesario para llegar a Dios.

Estas maneras de entender a Jesús después de su muerte, fueron condensándose en la cristología pascual, que encontró en la idea de resurrección el marco más adecuado para explicar la vivencia de los seguidores de Jesús.

En ninguna parte de los escritos canónicos del NT se narra el hecho de la resurrección. La resurrección no puede ser un fenómeno constatable empíricamente; no puede ser objeto de nuestra percepción sensorial. Todos los intentos por demostrar la resurrección como un fenómeno constatable por los sentidos, están de antemano abocados al fracaso.

La experiencia pascual sí fue un hecho histórico. En los relatos pascuales se manifiesta el intento de comunicar a los demás una vivencia íntima, que es intransferible. Desde su universo conceptual fueron elaborando unos relatos que intentan convencer a los demás de lo que ellos estaban viviendo. Desde el nuevo paradigma en el que nos encontramos hoy, no podemos entender el mensaje que quieren trasmitir. Al entenderlo literalmente, tomamos los relatos por crónicas de sucesos y perdemos el verdadero mensaje.

Cómo llegaron los discípulos a esta convicción, no lo sabemos. tenemos que descubrirlo a través de nuestra propia vivencia de resurrección. Es imposible conocer lo que pudo suceder en el interior de cada uno de ellos. Pero es muy importante que lo planteemos, porque ese mismo proceso tiene que realizarse en nosotros, para entender la resurrección.

El relato que hemos leído hoy, fue escrito hacia el año cien, es decir 70 años después de morir Jesús. Como todos los relatos de apariciones, se ajusta al esquema teológico que es común a todos: una situación dada; aparición repentina; saludo; reconocimiento después de dudar; la misión. El querer entenderlo literalmente, nos priva del verdadero contenido. Es curioso que el relato de hoy no tenga en cuenta para nada el inmediato anterior del evangelio que leímos el domingo pasado. (Magdalena, Pedro y Juan en el sepulcro)

Reunidos el primer día de la semana. La creación del mundo había durado seis días. El séptimo descansó Dios. Jesús comienza la nueva creación el primer día de una nueva semana, es decir, el tiempo de otra creación, esta vez definitiva. Esta interpretación teológica vino después de la práctica que muy pronto se hizo común entre los cristianos. Los que seguían a Jesús, todos judíos, empezaron a reunirse después de terminar la celebración del Sábado. Al reunirse en la noche, era ya para ellos el domingo. En el texto se ve que en las comunidades, estaba ya consolidado el ritmo de las reuniones litúrgicas.

Se hizo presente en medio sin recorrer ningún espacio. Jesús había dicho: «Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Él es para la comunicad fuente de vida, referencia y factor de unidad. La comunidad cristiana está centrada en Jesús y solamente en él. Jesús se manifiesta, se pone en medio y les saluda. No son ellos los que buscan la experiencia sino que se les impone.

Los signos de su amor (las manos y el costado) evidencian que es el mismo que murió en la cruz. No hay lugar para el miedo a la muerte. La verdadera vida nadie puede quitársela a Jesús ni se la quitará a ellos. La permanencia de las señales, indica la permanencia de su amor. La comunidad tiene la experiencia de que Jesús comunica vida.

«Sopló» es el verbo usado por los LXX en Gn 2,7. Con aquel soplo se convirtió el hombre barro en ser viviente. Ahora Jesús les comunica el Espíritu que da verdadera Vida. Termina así la creación del hombre. «Del Espíritu nace espíritu» (3,6). Esto significa nacer de Dios. Se ha hecho realidad la capacidad para ser hijos de Dios. La condición de hombre-carne queda transformada en hombre-espíritu.

La aclaración de que Tomás no estaba con ellos, prepara una lección para todos los cristianos. Separado de la comunidad no tiene la experiencia de Jesús vivo; está en peligro de perderse. Solo cuando se está unido a la comunidad se puede ver a Jesús.

Cuando los otros le decían que habían visto al Señor, le están comunicando la experiencia de la presencia de Jesús, que les ha trasformado. Les sigue comunicando la Vida, de la que tantas veces les ha hablado. Les ha comunicado el Espíritu y les ha colmado del amor que ahora brilla en la comunidad. Jesús no es un recuerdo del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. Tenemos aquí otra enseñanza clave. Los testimonios nunca son suficientes, no pueden suplir la experiencia personal de la nueva Vida.

A los ocho días, es decir, en la siguiente ocasión en que la comunidad se vuelve a reunir. Jesús se hace presente en cada celebración comunitaria. El día octavo es el día primero de la creación definitiva. La creación que Jesús ha realizado durante su vida, el día sexto, y que tiene su máxima expresión en la cruz, llega a su plenitud en la Pascua. Tomás se ha reintegrado a la comunidad, allí puede experimentar el Amor.

¡Señor mío y Dios mío! La respuesta de Tomás es tan extrema como su incredulidad. Se negó a creer si no tocaba sus manos traspasadas. Ahora renuncia a la certeza física y va mucho más allá de lo que ve. Al llamarle Señor y Dios, reconoce la grandeza, y al decir mío, el amor de Jesús y lo acepta dándole su adhesión.

Dichosos los que crean sin haber visto. Todos tienen que creer sin haber visto, porque lo que se ve, no se cree. El reproche de Jesús se refiere a la negativa a creer el testimonio de la comunidad. Tomás quería tener un contacto con Jesús como el que tenía antes de su muerte. Pero la adhesión no se da al Jesús del pasado, sino al presente. Solo el marco de la comunidad hace posible la experiencia de Jesús vivo, resucitado.

Meditación-contemplación

Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. (Pablo)

Métete esto bien en la cabeza:

sin experiencia pascual, no hay cristiano posible.

Es necesario un proceso de interiorización de lo aprendido sobre Jesús.

…………………….

El difícil paso que dieron los discípulos de Jesús,

del conocimiento externo y sensorial a la experiencia viva,

es el paso que tengo que dar yo, del conocimiento teórico de Jesús,

a la vivencia interna de que me está comunicando su misma VIDA.

……………….

El Espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada.

El mismo Espíritu que descendió sobre él,

me está invadiendo a mí en cada momento.

Si dejo que él tome las riendas de mi ser, me hará vivir su misma Vida.

…………………….

Fray Marcos

 

*ORAR CON EL EVANGELIO.(Jn. 20,19-31)

*DOMINGO 2º DE PASCUA –A– ABRIL 27

* “Paz a vosotros… Recibid el Espíritu Santo. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.”

* “Con las puertas cerradas por miedo a los judíos”. Así estaban los discípulos tras la muerte de Jesús. Se sentían amenazados por haber sido discípulos del Nazareno.

Jesús lo cambia todo. Apareció en medio de ellos con el saludo que tenía por costumbre:
*                                                         “¡PAZ A VOSOTROS!”
.
Nos dice el evangelio que los discípulos se llenaron de alegría y… no es de extrañar, porque si no hay Resurrección nuestra fe es hueca e inútil.
* Jesús vino de Misionero a la tierra y nos trajo la Buena Noticia de que Dios es Padre, es Amor, quiere que todas las personas se salven… Es entonces cuando Jesús dice a aquellos hombres atemorizados que “Como el Padre lo envió”, así los envía, como testigos de paz, y de perdón, y de alegría para todos los pueblos. Esta misión pasó de ellos a nosotros y tenemos que continuarla.

*  Ser testigos de la Paz pide oponerse a toda guerra aunque otros la defiendan. Ser testigos de perdón nos lleva a perdonarnos entre nosotros y a decirles a los demás que Dios perdona y ama siempre.

Somos comunidad cristiana; nos une y reúne la fe en Jesús Resucitado. Por eso los signos de paz, alegría y perdón tienen que marcar nuestras celebraciones y nuestras actividades cotidianas.
* Los que nos consideramos creyentes vivimos a menudo, como los discípulos del evangelio,

“Con las puertas bien cerradas”, llenos de “miedo”, parece que no hemos experimentado al Resucitado.

Nuestras comunidades, grupos están a veces replegadas, ocultas sin dar testimonio; es como si no tuvieran alegría, perdón y vida que transmitir.

* Podemos decir que para los primeros discípulos la Resurrección fue una experiencia que los llenó de paz. En todas las apariciones del resucitado así se presenta:
*”PAZ A VOSOTROS”, “NO TENGÁIS MIEDO”
Es el encuentro con el Resucitado lo que transforma a estas personas y nos transforma a nosotros, El es el que nos llena de paz y alegría y nos llenará de su Espíritu para, allí donde estemos, vivir y dar testimonio del Mensaje de Cristo muerto y Resucitado.

  • ORACIÓN
  • “Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, y se puso en medio…” *
    Sí Jesús resucitado, queremos orar, porque la oración es encuentro y necesitamos la experiencia de tu presencia que te adelantas y vienes a encontrarnos con tu «PAZ, ALEGRÍA, ESPERANZA».
    Lo vemos hoy en tu Evangelio que estando cerrados y con miedo, llegas y los llenas de la Fuerza de tu Espíritu y se sienten amados, perdonados y llamados a la misión. Todo eso lo realizas en nosotros para que abramos las puertas de nuestros corazones y sin miedo vayamos a proclamar tu Mensaje de vida.

Te damos gracias porque estás presente entre nosotros, aunque a veces nos domine el miedo, la duda.
Tu presencia siempre anima a vivir con aquella generosidad y entusiasmo de las primeras comunidades cristianas. Ayúdanos a sentir, aquella alegría profunda de los discípulos cuando decían.
“¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!”
Haznos Vivir la felicidad que Tú aseguras a cuantos se arriesgan a creer sin haberte visto.
Ayúdanos a reconocerte como Tomás y decirte cada día:
“¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!”
*ZURIÑE”

 

Paskoaldiko 2. Igandea, “JESUSEK DU ELIZA SALBATUKO-JESÚS SALVARÁ A LA IGLESIA”.

JESUSEK DU ELIZA SALBATUKO

Joan 20, 19-31

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Jesus indarrez hil izanaz izuturik, etxe ezagun batean babestu dira ikasleak. Berriro elkarrekin dira, baina Jesus ez dute berekin. Inork bete ezin duen hutsune bat da elkarte horretan. Jesus falta zaie. Nori jarraitu orain? Zer egin hura gabe? «Iluntzen ari du» Jerusalemen; baita ikasleen bihotzean ere.

Etxe barruan dira, «ateak itxirik». Jada ez misiorik ez jomugarik ez duen elkartea da, bere baitan itxia, ez da gai harrerarik egiteko. Inork ez du buruan bideetara irteteko asmorik, Jainkoaren erreinua hots egin eta bizitza sendatzeko. Ateak itxirik, ezin hurbil zintezke jendearen sufrimenera.

Ikasleak «juduekiko beldurrak» jota dira. Beldurrak zurrundu duen elkartea da, jarrera defentsiboan. Etsaitasuna eta ukapena ikusten dute soilik alde guztietan. Beldur zarelarik, ez maita dezakezu mundua Jesusek maite zuen bezala, ezta arnasarik eta esperantzarik eman ere.

Bat-batean, Jesus berpiztuak hartu du iniziatiba. Bere jarraitzaileak beren onera ekartzera dator. «Etxean sartu eta haien erdian jarri da». Gure elkarte koxkor hori eraldatzen hasi da. Beldur izatetik, Jesusek ematen dien bake-jarrerara igaro dira. Gau ilunetik, Jesus bizi-bizirik ikusteko pozera igaro dira. Ateak itxirik izatetik, laster igaroko dira bihotza misiorantz irekitzera.

Bere konfiantza osoa jende gizajo harengan ezarriz hitz egin die Jesusek: «Aitak ni bidali nauen bezala, hala bidaltzen zaituztet nik zuek». Ez die esaten norengana hurbildu behar duten, ez zer hots egin behar duten, ez nola jokatu behar duten. Ikasia dute hori guztia beragandik Galileako bideetan barna. Jesus zer izan den, horixe izango dira beraiek munduan.

Ondotxo ezagutzen du Jesusek ikasleen ahulezia. Askotan aurpegiratu izan die beren fede eskas eta gorabeheratsua. Beraren Espirituaren beharra dute beren misioa bete ahal izateko. Horregatik egin die keinu berezi bat. Ez dizkie ezarri bere eskuak, ez ditu bedeinkatu gaixoekin egin izan duen bezala. Bere hatsa arnastu eta esan die: «Hartzazue Espiritu Santua».

Soilik, Jesusek salbatuko du Eliza. Soilik, Jesusek askatuko gaitu zurruntzen gaituzten beldurretatik, hautsiko ditu Jesus hesitu nahiz erabiltzen ditugun eskema aspergarriak, irekiko ditu mendeen joan-etorrian itxi izan ditugun hainbat eta hainbat ate, zuzenduko ditu desbideratu izan gaituzten hainbat eta hainbat bide.

Hau da eskatzen zaiguna: biziberritu dezagula askoz gehiago Eliza osoan Jesus berpiztuarekiko konfiantza, ekin diezaiogula beldurrik gabe gure parrokietan eta elkarteetan Jesus erdi-erdian ipintzeari, eta bildu ditzagula geure indarrak gaur egun haren jarraitzaileoi haren Espiritua esaten ari zaiguna entzuteko.

2 Pascua (A) Juan 20, 19-31

JESÚS SALVARÁ A LA IGLESIA

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 23/04/14.- Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero no está con ellos Jesús. En al comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? “Está anocheciendo” en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos.

Dentro de la casa, están “con las puertas cerradas”. Es una comunidad sin misión y sin horizonte, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes.

Los discípulos están llenos de “miedo a los judíos”. Es una comunidad paralizada por el miedo, en actitud defensiva. Solo ven hostilidad y rechazo por todas partes. Con miedo no es posible amar el mundo como lo amaba Jesús, ni infundir en nadie aliento y esperanza.

De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. “Entra en la casa y se pone en medio de ellos”. La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a la apertura de la misión.

Jesús les habla poniendo en aquellos pobres hombres toda su confianza: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido él.

Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”.

Solo Jesús salvará a la Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él.

Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda la Iglesia la confianza en Jesús resucitado, movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus seguidores y seguidoras. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

 

 

 

* ORAR CON EL EVANGELIO.(Jn.20,1-9)

DOMINGO DE PASCUA. (Abril 20) (- A- (Jn.20,1-9 y Lc.24,13-35)
*ESTE ES EL DÍA QUE ACTUÓ EL SEÑOR, SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”
¡ALELUYA! ¡ALELUYA!
* ¡FELIZ Y SANTA PASCUA!
* HA RESUCITADO”. Jesús vencedor de la muerte, se manifiesta en toda su gloria divina a los primeros testigos privilegiados, las mujeres, los discípulos, los apóstoles, etc. Es el mismo Jesús de Nazaret, bien conocido de todos ellos, pero su nueva vida le ha divinizado y les cuesta reconocerlo.
De ahí la dificultad que tuvieron aquellos testigos para creer lo que veían sus ojos, esta nueva experiencia. Por eso dudan, tienen miedo. Callan y huyen; no entienden la novedad y tampoco quieren detenerse a pensar en ella, el susto se lo impide.

Mientras el testigo siga abierto, no huya de la novedad que tiene delante, o los signos le irán revelando toda su Luz. El recuerdo de la escritura que dice que tenía que resucitar (Jn. 20,8). El proceso de la fe en la Resurrección sigue en cada uno. Todo es gracia del Señor que ha hecho posible una nueva inteligencia.

* Estas etapas del proceso que siguieron los testigos de Jesús Resucitado son reflejo de nuestro proceso personal hacia la vida nueva. Jesús ha Resucitado, tiene el la iniciativa de nuestra salvación y quiere infundirnos la vida nueva.
* En la Iglesia y entre las gentes que nos rodean, abundan los “signos” de la vida nueva del Señor esparcidos por sus testigos… Tenemos que abrir para ello, los ojos de la fe. Los “signos” rompen esta fe muerta sólo en prácticas y despiertan la contemplación de la gloria de Jesús Resucitado.

* Despertemos y veamos tales signos de su presencia salvadora en nuestras vidas y entre la gente. En este mundo abunda el vacío de la postmodernidad, la angustia, la prisa inconsciente, la falta de valores humanos y espirituales mientras sobra lujo, egoísmo, mentira etc. A pesar de todo y por eso, Dios está empeñado en salvarnos y suscita “signos”
de esta Buena Noticia: JESÚS VIVE”
Busquemos estos signos entre los amigos de Jesús, entre los pobres, en nuestra historia personal, entre los misteriosos contrastes de nuestro mundo… que lo busca de verdad, así brotará una fuente de gracia que puede alimentar nuestro crecimiento en el conocimiento de Dios de JESÚS VIVO COMO NUESTRO CAMINO, VERDAD Y VIDA, en la fe, en el compromiso cristiano y en la ALEGRÍA.
* Nuestra oración consiste en contemplar, estos signos para luego actuar, y dejarnos irradiar por su LUZ y au belleza Salvadora. Vivir la Pascua, es comunicar, transmitir al mundo señales de esa Vida Nueva con el gozo que se siente de ser y estar SALVADOS.
Ser testigos de la Resurrección, ésta es nuestra honrosa tarea y nuestra elevada misión.

*ORACIÓN

Dejemos que cale en nosotros esta profunda palabra PASCUA.

Pascua, llegar hasta el prójimo y despojarse para compartir con él el pan.
Llegar hasta el evangelio y tomarlo como el pan de cada día, llevarlo luego al mundo, a los cercanos y lejanos como levadura, como fuerza, como fuego.

Llegar a Cristo Resucitado para prosternarse ante Él y ponerse con Él en camino hacia los que, desde hace tiempo esperan levantarse: todo esto es pasar a la vida.

¡”ES PASCUA”!
Ayúdanos, Jesús Resucitado a no callar la alegría que nos llena, a compartir con todos lo que somos y tenemos. A ser testimonio de tu muerte y Resurrección porque gastamos nuestra vida en la lucha por la vida, la justicia, la verdad, la libertad, la paz.

Así, podremos cantar con verdadera alegría:

“ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUO EL SEÑOR, SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”

¡FELIZ Y SANTA PASCUA! ¡ZORIONAK! ¡JESUS BERPIZTU DA!

ZURIÑE

PASKOALDIKO II. IGANDEA, “GALILEARA ITZULI-VOLVER A GALILEA”,José Antonio Pagola.

GALILEARA ITZULI

Mat. 28, 1- 10

José Antonio Pagola.
Itzultzailea: Dionisio Amundarain

ECLESALIA, .- Ebanjelioek hiru emakume miresgarriren oroitzapena gorde digute: Jesus hobiratua izan den hilobira hurbildu dira hirurak larunbat egunsentian. Ezin ahaztu dira Jesusez. Beste inor baino gehiago maite dute. Gizonezkoek, aldiz, ihes egin dute, eta ezkutatu egin dira, agian.

Hilobira iristean emakumeek entzun duten mezuak aparteko garrantzia du. Ebanjeliorik zaharrenak dio: «Nazareteko Jesusen bila zabiltzate, gurutziltzatua izan denaren bila? Ez da hemen. Piztu da». Oker handia izango litzateke Jesusen bila herioaren munduan ibiltzea. Bizi da betiko. Ezin aurkituko dugu Jesus, bizia hila den leku batean.

Ez dugu ahaztu behar. Kristo berpiztua aurkitu nahi badugu, biziaz eta indar kreatzaileaz betea den hura alegia, ez dugu bilatu behar hila den erlijio batean, ezta aginduak eta ohikeriazko errituak agerian betetzeari emandako erlijio batean, ezta itzalia den fede batean, sostengutzat topikoak eta formula xahutuak dituen eta Jesusekiko maitasun bizirik ez duen fede batean ere.

Beraz, nor aurki genezake? Mandatu hau jaso dute emakumeek: «Orain, zoazte esatera ikasleei eta Pedrori: Zuen aurretik doa Hura Galileara. Han ikusiko duzue». Zergatik itzuli behar dugu Galileara Berpiztua ikusteko? Zer esanahi sakon du bere baitan gonbit honek? Zer esan nahi digu gaur eguneko kristauei?

Galilean entzun zituzten, lehen aldiz eta beren garbitasun osoan, Jainkoaren Berri Ona eta Jainkoaren gizatasun-egitasmoa. Gaur egun bihotz xumez eta irekiz entzuten ez baditugu, irakaspen beneragarriz janarituko gara, baina ez dugu ezagutuko Jesusen Ebanjelioaren poza, gure fedea «berpizteko» gai den hura.

Galileako lakuaren ertzean hasi zen Jesus bere lehen jarraitzaileei dei egiten, bere biziera bera nola bizi haiei erakusteko, eta bere lankide nola izan, bizitza gizatasun handiagoko egiteko berak hartua zuen zereginean. Dei egiten jarraitzen digu Jesusek gaur egun ere. Haren deia entzuten ez badugu eta hura «gure aurretik ez badoa», noranzko bidea hartuko du kristautasunak?

Galileako bideetan hasi zen sortzen Jesusen lehen elkartea. Haren ondoan esperientzia berezi-berezia biziko dute haren jarraitzaileek. Haren presentziak betetzen du dena. Jesus dute erdigunea. Haren ondoan ikasi dute harrera egiten, barkatzen, bizitza sendatzen eta Jainkoaren maitasun hondorik gabean konfiantza ernetzen.Gure elkarteen erdi-erdian, ahalik lasterren, Jesus jartzen ez badugu, ez dugu esperimentatuko sekula haren presentzia geure artean.

Galileara itzultzen bagara, Jesus berpiztuaren «presentzia ikusezina» giza ezaugarriz janzten hasiko da ebanjelioko kontakizunak irakurtzean, eta haren «presentzia isilak» ahots zehatza berreskuratuko du haren arnasa-hitzak entzutean.

Pascua de Resurrección (A) Mateo 28, 1- 10

VOLVER A GALILEA

JOSÉ ANTONIO PAGOLA, lagogalilea@hotmail.com

ECLESALIA, 16/04/14.- Los evangelios han recogido el recuerdo de tres mujeres admirables que, al amanecer del sábado, se han acercado al sepulcro donde ha sido enterrado Jesús. No lo pueden olvidar. Lo siguen amando más que a nadie. Mientras tanto, los varones han huido y permanecen tal vez escondidos.

El mensaje, que escuchan al llegar, es de una importancia excepcional. El evangelio más antiguo dice así: “¿Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado”. Es un error buscar a Jesús en el mundo de la muerte. Está vivo para siempre. Nunca lo podremos encontrar donde la vida está muerta.

No lo hemos de olvidar. Si queremos encontrar a Cristo resucitado, lleno de vida y fuerza creadora, no lo hemos de buscar en una religión muerta, reducida al cumplimiento externo de preceptos y ritos rutinarios, o en una fe apagada, que se sostiene en tópicos y fórmulas gastadas, vacías de amor vivo a Jesús.

Entonces, ¿dónde lo podemos encontrar? Las mujeres reciben este encargo: “Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. ¿Por qué hay que volver a Galilea para ver al Resucitado? ¿Qué sentido profundo se encierra en esta invitación? ¿Qué se nos está diciendo a los cristianos de hoy?

En Galilea se escuchó, por vez primera y en toda su pureza, la Buena Noticia de Dios y el proyecto humanizador del Padre. Si no volvemos a escucharlos hoy con corazón sencillo y abierto, nos alimentaremos de doctrinas venerables, pero no conoceremos la alegría del Evangelio de Jesús, capaz de “resucitar” nuestra fe.

A orillas del lago de Galilea, empezó Jesús a llamar a sus primeros seguidores para enseñarles a vivir con su estilo de vida, y a colaborar con él en la gran tarea de hacer la vida más humana. Hoy Jesús sigue llamando. Si no escuchamos su llamada y él no “va delante de nosotros”, ¿hacia dónde se dirigirá el cristianismo?

Por los caminos de Galilea se fue gestando la primera comunidad de Jesús. Sus seguidores viven junto a él una experiencia única. Su presencia lo llena todo. Él es el centro. Con él aprenden a vivir acogiendo, perdonando, curando la vida y despertando la confianza en el amor insondable de Dios. Si no ponemos, cuanto antes, a Jesús en el centro de nuestras comunidades, nunca experimentaremos su presencia en medio de nosotros.

Si volvemos a Galilea, la “presencia invisible” de Jesús resucitado adquirirá rasgos humanos al leer los relatos evangélicos, y su “presencia silenciosa” recobrará voz concreta al escuchar sus palabras de aliento. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

 

* ORAR CON EL EVANGELIO-A-(Jn.13,1-15)

  • JUEVES Y VIERNES SANTO – 2014)

* El evangelio de hoy nos ayuda a entrar en la vivencia del triduo Pascual, haciendo memoria de la muerte y Resurrección de Jesús, su paso de este mundo al Padre.

La Eucaristía cuya institución recordamos es el sacramento de la vida de Jesús, hecha de entrega generosa y preocupación por el bien de los demás.

* Desde tiempos antiguos se ha puesto el lavatorio de los pies en estrecha conexión con la Eucaristía, así nos lo manifiesta Juan hoy en su Evangelio. Con semejante gesto, realizado en momento tan transcendente, se quiere expresar que la Eucaristía significa unión de Cristo con los suyos en el misterio pascual y, a la vez, entrega y servicio en grado sumo.
En el lavatorio Jesús concentra toda su vida, como lo hace también en la institución de la Eucaristía. Es una llamada tanto a la contemplación como a la acción. Toda la existencia de Jesús fue en realidad una vida desgastada por los demás. Para los cristianos de verdad el camino del amor pasa siempre por el servicio humilde sobre todo a los pequeños. Realizado con la misma naturalidad con que Jesús lavó los pies a sus discípulos.
* Toda la vida de Jesús es un camino hacia Dios, pero sin desprenderse del mundo. Por ello a nosotros como comunidad cristiana se nos pide que desde el mundo lleguemos a Dios. Y Jesús añade que al mundo se va “desnudándose” (Jesús se quitó el manto: se despojó de su rango), se ciñó la toalla y como un siervo, lavó los pies…

Este Jueves Santo, llegamos nosotros cubiertos de polvo… y Jesús se inclina a lavarnos los pies… ¿Qué sentimos?… Dejemos que nos hable el corazón… Luego nos sentamos con El en la mesa sencilla a la que todos estamos invitados, pero no podemos prepararla de cualquier manera. Preguntémosle al Señor en este Jueves Santo:
Señor; ¿Cómo se prepara esta mesa?…

*ORACIÓN
“Y habiendo amado los suyos los amó hasta el fin”

Jesús De Nazaret: en esta tarde del “Jueves 17 “nos has convocado…, para celebrar y hacer memoria de aquella misma Cena…, en la que, antes de entregarte a la muerte, confiaste a la Iglesia a tus seguidores el banquete de tu Amor, la Eucaristía”. Con este Sacramento nos alimentas para vivir como Tú la entrega que nos enseñas con el lavatorio de los pies y nos dices:
Lo que yo he hecho con vosotros hacerlo vosotros también”

(Pero quizá no tengamos tiempo para ir… es mala hora…)
Ayúdanos a reunirnos contigo alrededor de la mesa como aquel Jueves Santo. Te damos gracias por habernos invitado y por considerarnos tus amigos.

A nosotros como a Pedro y a sus compañeros, nos ocurre que no siempre te entendemos; o quizá te entendemos muy bien pero nos falta la valentía de vivir tus propuestas.

Ayúdanos a ser pan partido y repartido como tú y a que aprendamos a perder el miedo de entregarnos y ser generosos a fin de convertirnos en signo de tu presencia en el mundo. AMÉN-


*SEGUIMOS REFLEXIONANDO, CON PEDRO DESPUÉS DE LA CENA

* Estaba Agradecido, a tu mesa me habías invitado y buscaba sorprenderte:

Mentalmente preparaba yo un banquete para Ti.

Y de pronto tres gestos
(La túnica recogida, la toalla en tu cintura, tu cuerpo arqueado de rodillas ante mí…)
Deshicieron mis planes, rebelaron mi incrédula sorpresa
(Nunca acabo de entenderte amigo Jesús)
Y quedé derrotado en todos los terrenos.
Después oí tus palabras:
“Me llamáis Señor, Maestro; escoged mi gesto de amor y haced vosotros lo mismo con los que os rodean)

Aquí me tienes, Señor deseando cumplir tu imperativo que me deja torpemente perplejo y, a la vez, lleno de amor para la urgente tarea. Quiero decir de verdad. AMÉN

*VIERNES SANTO
Es día para contemplar, orar, y guardar silencio. Dejar que nos hable la CRUZ.

Pero me atrevo a deciros algo, amigos y amigas:

Aquel hombre, Jesús, nacido en Nazaret hoy va a morir.
Aquel hombre que predicaba el Amor, la esperanza para todos los que sufren,

Hoy va a morir.
Aquel hombre que nos enseñó con el ejemplo que el arma de la revolución es el amor,

Hoy va a morir.
Aquel que predicaba la igualdad, que sentía y actuaba como Dios Padre.
Aquel que se acercaba al desgraciado que convivía con la prostituta, con el pobre el explotado…
Hoy va a morir.
Perdonad, digo mal, no va a morir,
LO VAN A MATAR
Lo van a detener, humillar, torturar.
*Y hoy Jesús de Nazaret sigue muriendo entre nosotros,
sigue muriendo en el preso, en el torturado, en el amigo incomprendido, en el enfermo, en los olvidados, en la escoria de este mundo.
Jesús lucha y fracasa, lo matan pero no le quitan la vida
EL LA ENTREGA
Y porque El entregó su vida a raudales, hoy disfrutamos y tenemos vida a raudales.
¡Qué paradoja! Vidas que generan muerte y muertes que dan vida,
como la de Jesús.
Hoy muere Jesús pero es también una gran noticia:
Jesús da hasta la última gota de sangre, sangre que fertiliza y abona el mundo.

Y sigue dando VIDA

Y una mujer, MARÍA nos enseña el modo de adorar y venerar la cruz como signo de Salvación y de Vida: con su perseverancia, con su presencia, con su silencio, con su aprender los designios de Dios y aceptarlos en el interior de su corazón, con su esperanza firme en el triunfo del Amor sobre la muerte.

Contemplando la Cruz y con la esperanza puesta en el Resucitado, es ahora el momento de mirar nuestro interior acerca de nuestra fidelidad al Dios de la Vida, a Jesús de Nazaret.
Abrámonos, pues, a la VERDAD, que es JESÚS y reconozcamos cómo es nuestra fidelidad a su Persona y a su Mensaje, a la vez que le adoramos y le veneramos en la CRUZ, que representa el AMOR, siempre nuevo y fiel de Dios por todos nosotros.
NO ADOREIS A NADIE, A NADIE MAS QUE A EL”
ZURIÑE


 

VIGILIA PASCUAL Y DOMINGO DE PASCUA

VIGILIA PASCUAL
Mt 28, 1-10

Fray Marcos
Fe Adulta

Decíamos al principio de la cuaresma que no se podía entender ese tiempo litúrgico sin tener presente la Pascua. Hoy al celebrar la resurrección de Jesús, damos sentido a todo ese tiempo de preparación para este acontecimiento. Naturalmente, no se puede resucitar si antes no se ha muerto. Tal vez sea este aspecto el más complicado para nosotros hoy. Por eso nos conformamos con celebrar externamente lo que sucedió a otra persona en una fecha histórica ya muy lejana.

El centro de esta vigilia no es directamente Jesús, sino el fuego y el agua como principios imprescindibles para la vida. Ya tenemos la primera clave para entender lo que estamos celebrando en la liturgia más importante de todo el año. Del fuego surgen dos cualidades sin las cuales no puede haber vida: luz y calor. El agua es el elemento fundamental para formar un ser vivo. El 80% de cualquier ser vivo, incluido el hombre, es agua. Recordar y renovar nuestro bautismo, es pieza clave para descubrir de qué Vida estamos hablando. Hoy el fuego y el agua simbolizan a Jesús porque le recordamos como Vida.

La vida que esta noche nos interesa, no es la física (bios), ni la síquica (psiques), sino la espiritual y trascendente. Por no tener en cuenta la diferencia entre estas vidas, nos hemos armado un buen lío con la resurrección de Jesús. La vida biológica no tiene ninguna importancia en lo que estamos tratando. «El que cree en mí aunque haya muerto vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre». La biológica y la síquica tienen importancia, solo porque son la que nos capacitan para alcanzar la espiritual. Sólo el hombre que es capaz de conocer y de amar, puede acceder a la Vida divina. Nuestra conciencia individual tiene importancia solo como instrumento, como vehículo para alcanzar la Vida definitiva.

Lo que estamos celebrando esta noche, es la llegada de Jesús a esa plenitud de Vida. Jesús, como hombre, alcanzó la más alta cota de esa Vida. Posee la Vida definitiva que es la misma Vida de Dios. Esa Vida ya no puede perderse porque es eterna. Podemos seguir empleando el término «resurrección», pero debemos evitar el aplicarla inconscientemente a la vida biológica y sicológica, porque es lo que nosotros podemos sentir, es decir descubrir por los sentidos. Pero lo que hay de Dios en Jesús no se puede descubrir mirando, oyendo o palpando. Ni vivo ni muerto ni resucitado, puede nadie descubrir su divinidad.

Tampoco puede ser el resultado de alguna demostración lógica. Lo divino no cae dentro del objeto de nuestra razón. A la convicción de que Jesús está vivo, no se puede llegar por razonamientos. Lo divino que hay en Jesús, y por lo tanto su resurrección, sólo puede ser objeto de fe pascual. Para los apóstoles como para nosotros se trata de una experiencia interior. A través del convencimiento de que Jesús les está dando VIDA, descubren los seguidores de Jesús, que tiene que estar él VIVO. Solo a través de la vivencia personal podemos aceptar nosotros la resurrección.

Creer en la resurrección exige haber pasado de la muerte a la vida. Por eso tiene en esta vigilia tanta importancia el recuerdo de nuestro bautismo. Cristiano es el que está constantemente muriendo y resucitando. Muriendo a lo terreno y caduco, al egoísmo, y naciendo a la verdadera Vida, la divina. Tenemos del bautismo una concepción estática que nos impide vivirlo. En tal día a tal hora, han hecho el signo sobre mí, pero el alcanzar y vivir lo significado, es tarea de toda la vida. Todos los días tengo que estar haciendo mía esa Vida. Y el único camino para hacer mía la Vida de Dios que es AMOR, es superando el ego-ísmo, es decir, amando.

DOMINGO DE PASCUA
Jn 20,1-9

En este día de Pascua, debemos recordar aquellas palabras de Pablo: «Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe, somos los más desgraciados de todos los hombres.» Aunque hay que hacer una pequeña aclaración. La formulación condicional (si) nos puede despistar y entender que Jesús podía resucitar o no resucitar, lo cual no tiene sentido porque Jesús había alcanzado la VIDA antes de morir. Y él fue consciente de ello.

Él era el agua viva, dice a la Samaritana, Él había nacido del Espíritu, como pidió a Nicodemo; él vive por el Padre; él es la resurrección y la Vida. Ya en ese momento cuando habla con sus interlocutores, está en posesión de la verdadera Vida. Eso explica que le traiga sin cuidado lo que pueda pasar con su vida biológica. Lo que verdaderamente le interesa es esa VIDA con mayúscula que él alcanzó durante su vida con minúscula.

No debemos entender la resurrección como la reanimación de un cadáver. Un instante después de la muerte, el cuerpo no es más que estiércol. Los sentimientos que nos unen al ser querido muerto, por muy profundos y humanos que sean, no son más que una relación sicológica. Esos despojos no mantienen ninguna relación con el ser que estuvo vivo. La muerte devuelve al cuerpo al universo de la materia de una manera irreversible. La posibilidad de reanimación es la misma que existe de hacer un ser humano partiendo de un montón de basura. Eso no tiene sentido ni para los hombres ni para Dios.

Jesús sigue vivo, pero de otra manera. Debo descubrir que yo estoy llamado a esa misma Vida.

A la Samaritana le dice Jesús: El que beba de esta agua nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá en un surtidor que salta hasta la Vida eterna.

A Nicodemo le dice: Hay que nacer de nuevo; lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es Espíritu. El Padre vive y yo vivo por el Padre, del mismo modo el que me asimile, vivirá por mí. Yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mí aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre.

Jesús no habla para un más allá, sino en presente. Si creemos esto, ¿qué nos importa todo lo demás?

Jesús había conseguido, como hombre, la plenitud de Vida del mismo Dios. Porque había muerto a todo lo terreno, a su egoísmo, y se había entregado por entero a los demás, llega a la más alta cota de ser posible como hombre mortal. Este admirable logro fue posible, después de haber descubierto que esa era la meta de todo ser humano, que ese era el único camino para llegar a hacer presente lo divino. Esta toma de conciencia fue posible, porque había experimentado a Dios como Don. Una vez que se llega a la meta, es inútil seguir preocupándose del vehículo que hemos utilizado para alcanzarla.

La liturgia de Pascua no está diciéndonos algo sobre Jesús que tenemos que recordar y celebrar. Está diciéndonos algo muy importante sobre nosotros mismos. Nos está diciendo que en cada uno de nosotros, hay zonas muertas que tenemos que resucitar. Nos está diciendo que debemos preocuparnos por la vida biológica, pero no hasta tal punto que olvidemos la verdadera Vida y así arruinemos la misma vida natural. Nos está diciendo que tenemos que estar muriendo todos los días y al mismo tiempo resucitando, es decir pasando de la muerte a la Vida. Si al celebrar la resurrección de Jesús no experimentamos nosotros una nueva Vida, es que nuestra celebración ha sido simple folclore.

 

Meditación-contemplación

Yo soy la resurrección y la Vida.
Resurrección y Vida expresan la misma realidad,
no son cosas distintas.
No hay Vida sin resurrección y tampoco resurrección sin Vida.
En la medida que haga mía la Vida,
Estoy garantizando la resurrección.

………………

No te preocupes de lo que va a ser de ti en el más allá.
Además de ser inútil, te llevará a una total desazón.
Lo importante es vivir aquí y ahora esa nueva VIDA.
Todo lo demás ni está en tus manos ni debe importarte.

……………….

Deja que la VIDA que ya está en ti, se haga algo real en tu vida.
Deja que todo tu ser quede empapado de ella.
Deja que Dios Espíritu (fuerza) sea tu verdadero ser.
Entonces podrás decir como Jesús:
Yo y el Padre somos uno.

Fray Marcos

 

VIERNES SANTO: JESÚS NO NOS SALVÓ CON SU MUERTE SINO CON SU VIDA

Escrito por  Fray Marcos
Fe Adulta

Jn 18, 1-19, 42

La celebración ayer de la última cena, la celebración hoy de la muerte y la celebración mañana de la resurrección, son tres aspectos de una misma realidad: la plenitud de un ser humano que llegó a identificarse con Dios que es Amor. Este es el punto de partida para que cualquier ser humano pueda desarrollar su verdadera humanidad. Pero el amor es la meta a la que llegó Jesús y a la que tenemos que llegar nosotros. Ese amor es lo más dinámico que podemos imaginar, porque es el motor de toda acción humana.

El recuerdo puramente litúrgico de la muerte de Jesús sin un compromiso de mantener en nuestra vida las mismas actitudes que le llevaron a la muerte, es un folclore vacío de contenido. Otro peligro que nos acecha en esta celebración, es caer en la sensiblería. Tal vez no podamos sustraernos a los sentimientos ante la descripción de una muerte tan brutal. El peligro estaría en quedarnos ahí y no tratar de vivir lo que estamos celebrando. Nos importan los datos históricos, pero sólo como medio de descubrir la cristología que en ellos se encierra: Jesús es para nosotros el modelo de lo humano y de lo divino.

No podemos presentar la muerte de Jesús como el colmo del sufrimiento. La vida de Jesús se desarrolló con relativa normalidad y con una cierta comodidad. Los sufrimientos duraron solo unas horas. Millones de personas, antes y después de Jesús, han sufrido mucho más en cantidad y en intensidad. No podemos seguir hablando de sus sufrimientos como si fueran los únicos. Fue una muerte cruel, sin duda, pero no podemos presentarla como el paradigma del dolor humano. El valor de la muerte de Jesús no está en el dolor, sino en la motivación de esa muerte, en la actitud de Jesús y de los que lo mataron.

Tenemos que entender bien, la idea de que «murió por nuestros pecados». El autor de la carta a los hebreos, (que seguramente no es de Pablo) lo que intenta es hacer ver a los judíos, que ya no tenía sentido el repetir los sacrificios que habían sido la base del culto en el templo, porque ya estaba cumplida en Jesús toda la labor de mediación. Esta idea es posible, solo desde la perspectiva del Dios del AT que premia y castiga; y exige el pago por nuestros pecados. Este Dios no tiene nada que ver con el Dios de Jesús, que nos ama a todos siempre e infinitamente y que, si pudiera tener alguna preferencia, sería para con los débiles o los pecadores.

¿Por qué le mataron? ¿Por qué murió? Si no hacemos esta distinción, entraremos en un callejón sin salida. Le mataron porque la idea de Dios que él predicó no coincidía con la idea que los judíos tenían de su Dios. El Dios de Jesús, como veíamos ayer, no es el soberano que quiere ser servido, sino Amor absoluto que se pone al servicio del hombre. Esta idea de Dios es demoledora para todos aquellos que pretenden utilizarlo como instrumento de dominio y esclavitud de los demás. Ningún poder establecido puede aceptar ese Dios, porque no es manipulable ni se puede utilizar en provecho propio. Esta idea de Dios es la que no pudieron aceptar los jefes religiosos judíos. Este Dios nunca será aceptado por los jefes religiosos de ninguna época.

Jesús murió por ser fiel a sí mismo y a Dios. No se pueden separar las respuestas a las dos preguntas. Jesús como todo ser humano tenía que morir, pero resulta que no murió, sino que le mataron. Esto último, tampoco hace de su muerte un hecho singular. La singularidad de esa muerte hay que buscarla en otra parte. La muerte de Jesús no fue un accidente, sino consecuencia de su manera de ser y de actuar. Creo que en la aceptación de las consecuen¬cias de su actuación está la clave de toda la vida de Jesús.

El hecho de que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que tenía que hacer, aunque sabía que eso le costaría la vida, es la clave para comprender que la muerte no fue un accidente, sino un hecho fundamental en su vida. El hecho de que le mataran, podía no tener mayor importancia, pero el hecho de que le importara más la defensa de sus convicciones, que la vida, nos da la verdadera profundidad de su opción vital. Jesús fue mártir (testigo) en el sentido estricto de la palabra.

Las palabras y los gestos de Jesús en la última cena, sobre el servicio total a los demás, pueden significar la más elevada toma de conciencia de Jesús sobre el sentido de su vida. Tal vez en ese momento, cuando ya era inevitable su muerte, descubrió el verdadero sentido de una vida humana. Cuando un ser humano es capaz de consumirse por los demás, está alcanzando su plena consumación. En ese instante manifiesta un amor semejante al amor de Dios y puede decir: «Yo y el Padre somos uno». Dios está allí donde hay verdadero amor, aunque sea con sufrimiento y muerte. Si seguimos pensando en un dios de «gloria», será muy difícil comprender el sentido de la muerte de Jesús.

¿Qué tuvo que ver Dios en la muerte de Jesús? El gran interrogante que se plantea sobre esa muerte recae sobre Dios. No podemos pensar que planeó su muerte, ni que la exigió como pago de un recate por los pecados, ni que la permitió o la esperó. La paradoja está en que podemos decir que Dios no tuvo nada que ver en la muerte de Jesús, y podemos decir que fue precisamente Dios la causa de su muerte. Si pensamos que Dios era el motor de toda la vida de Jesús, de sus actitudes y de sus decisiones, entonces Él fue la causa de que Jesús fuera a la muerte.

La muerte de Jesús es una verdadero interrogante sobre Dios. Según todas las apariencias, Dios abandonó a Jesús a su suerte cuando le pedía a gritos que le ayudara. ¿Cómo podemos armonizar su silencio con la cercanía en el momento de morir? Aquí está la clave de comprensión del misterio Pascual. Dios no abandonó por un momento a Jesús para después reivindicarlo. Dios estuvo con Jesús en su muerte. Porque fue capaz de morir antes que fallarle, demuestra esa presencia de Dios como en ningún otro momento de su vida. En la entrega total se identificó totalmente con Dios y lo hizo presente. Cualquier otro intento de demostrar la presencia de Dios en Jesús (conocimientos, poder, milagros) es contrario a las enseñanzas más profundas de Jesús sobre Dios.

Creo que aún tenemos que reflexionar mucho sobre esa muerte para comprender el profundo significado que tuvo para él y para nosotros. Su muerte es el resumen de su actitud vital y por lo tanto, en ella podemos encontrar el verdadero sentido de su vida. Se trata de una muerte que manifiesta la verdadera Vida. Pero no se trata de la muerte física, sino de la muerte al «ego», y por lo tanto a todo egoísmo, que hizo posible una entrega a los demás hasta la muerte. Este es el mensaje que no queremos aceptar, por eso preferimos salir por peteneras y buscar soluciones que no nos exijan entrar en esa dinámica. Si nuestro «yo» sigue siendo el centro de nuestra existencia, no tiene sentido celebrar la muerte de Jesús; y tampoco celebrar su «resurrección».

Nosotros tenemos que separar la vida, la muerte y la resurrección de Jesús para intentar entenderlas, pero solamente las podremos entender si descubrimos la unidad de las tres realidades. La muerte fue consecuencia inevitable de su vida, pero en esa muerte ya estaba toda lo gloria que podía recibir Jesús. La trayectoria humana de Jesús terminó alcanzando la más alta meta: desplegar al máximo toda su humanidad, alcanzando y manifestando la plenitud de divinidad. Si no tenemos presente esto, podemos seguir echando balones fuera y sin descubrir lo que tiene de acicate para nosotros el darnos cuenta que un ser humano, en todo semejante a nosotros, pudo llegar a esa meta.

 

Fray Marcos

 

JUEVES SANTO: LA VIDA NO ES UNA CREENCIA

Escrito por  Enrique Martínez Lozano

FE ADULTA

Mt 28, 1-10

Las innegables «incoherencias» que aparecen en los llamados «relatos de apariciones» se explican por el hecho de que tales relatos no son «crónicas históricas» de lo ocurrido, sino textos que intentan balbucir lo que fue una experiencia que trascendió los límites espaciotemporales.

En el texto que nos ocupa, no deja de resultar extraña la duplicidad que supone la presencia de un «ángel» primero, y del propio Jesús a continuación. Sin duda, tanto el carácter simbólico del relato inicial, como el hecho de que luego siguiera circulando durante algunas décadas, explicarían ese tipo de «duplicados», contrastes o incoherencias que se manifiestan entre ellos, cuando los leemos cuidadosamente o comparamos las distintas versiones que ofrecen los diferentes evangelistas.

Sin embargo, hay un dato que se repite en todos y que presenta indicios de historicidad: el protagonismo de las mujeres, como las «primeras» testigos de la resurrección.

Si tenemos en cuenta que la palabra de la mujer, en aquella cultura, carecía de valor testifical, es fácil concluir que ese protagonismo no pudo ser «inventado» por los escritores; tuvo que haber ocurrido algo entre aquel grupo de discípulas para que fuera de ellas de donde naciera el «primer anuncio» del Resucitado. Sin embargo, históricamente, carecemos de datos que nos permitan decir algo más. Nos queda el carácter simbólico del relato, y los «ecos» que el mismo despierte en nosotros.

El encuentro con el resucitado ocurre «al alborear el primer día de la semana». Es aún de noche, las mujeres han madrugado. La prontitud de ellas no es la que provoca el acontecimiento; sin embargo, sí les permite ser testigos.

Nuestra búsqueda nunca podrá alcanzar resultados que trascienden el nivel de lo mental –la mente no puede conducir más allá de sí misma-, pero nos ayuda a «quitar velos», a «descorrer losas» que nos impiden ver.

El mensaje que resuena invita a quitar algunas de esas losas pesadas: la oscuridad, la tristeza y el temor. Todos los relatos de apariciones –también este- transmiten una palabra clara y contundente de luminosidad, de alegría y de confianza.

Ahora bien, esa palabra no la podemos «captar» desde la mente. Porque nuestra mente –en cuanto órgano de conocimiento- únicamente entiende de objetos (físicos o mentales) y se le escapa todo aquello que no es objetivable, aquello que trasciende el nivel de lo que puede ser medido.

La verdad del anuncio, por tanto, no puede ser pensada. Y si creemos en ella, simplemente porque alguien nos la ha transmitido, nos encontraremos apenas con una creencia; nada más.

La verdad del mismo únicamente nos llegará en la medida en que tengamos experiencia de ser la propia verdad que se anuncia. Lo cual requiere que estemos «situados» allí donde somos Vida.

Mientras permanecemos identificados con nuestra mente –creyendo que nuestra identidad es el «yo psicológico» o mental-, no podremos pasar de creencias. Solo en la medida en que acallamos la mente, y entramos en contacto con nuestra verdadera identidad, nos descubrimos ser Vida, Luz, Gozo, Confianza… Estamos situados en el mismo «lugar» en el que ocurre la experiencia que llamamos de «resurrección».

Lo que descubrimos no es que nuestro «yo» tenga la vida asegurada, sino que nuestra verdadera identidad es Vida, que se halla a salvo de cualquier contingencia.

Por eso, «alegraos…, no tengáis miedo».

Enrique Martínez Lozano

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