CURAS DONOSTIARRAS DENUNCIAN POR ENÉSIMA VEZ LOS «DESMANES PASTORALES» DE SU OBISPO

Religión Digital

(José Manuel Vidal).- Llegó, hace siete años a San Sebastián, donde fue recibido con la repulsa pública del 90% de su clero. Pero el obispo impuesto, José Ignacio Munilla, decidió responder a sus curas críticos con una política de «tierra pastoral quemada», en la que sólo tienen cabida los «suyos», curas y colaboradores en su mayoría «importados», que responden a su estilo de Iglesia piramidal.

Pero, a pesar del paso del tiempo y del poder ejercido sin miramientos por parte del prelado, los curas críticos no tiran la toalla y vuelven a denunciar, una vez más, los «desmanes pastorales» de monseñor Munilla. «Por si alguien en Roma nos escucha», dicen entre esperanzados y desconfiados.

La cuenta de agravios que nos desgranan es larga y penosa. Para no hacerla demasiado prolija se centran en cuatro temas: la reforma de la Curia diocesana, la reforma de los arciprestazgos, el seminario o el papel del hermano del obispo.

Los curas se quejan de «la prepotencia y de la falta de diálogo» de su obispo. Y para muestra, ponen el botón de la reforma de la Curia diocesana, puesta en marcha «por su cuenta y riesgo y sin consultar con nadie». Además del vicario general, la nueva Curia quedó estructurada en tres vicarías nuevas: Evangelización, Liturgia-espiritualidad-euskera, y Caridad.

Al frente de Evangelización colocó al joven sacerdote Mikel Aranguren, que acababa de cumplir un año de ordenación. Un sacerdote, pues, con escasa experiencia evangelizadora. En Liturgia, puso a Unai Manterola, uno de los curas que se manifestó contra el obispo en varias ocasiones y que no tiene preparación litúrgica, cuando la diócesis cuenta con un doctor y profesor de la materia. El vicario de ‘Caridad’ es Xabier Andonegui, que fue la cara pública de la protesta sacerdotal contra la llegada de monseñor Munilla.

Para los curas críticos, estos nombramientos demuestran que «aunque monseñor Munilla se considera a sí mismo muy ortodoxo, la verdad es que se salta el Derecho Canónico, cuando le conviene, pues la ley de la iglesia dice que un sacerdote con menos de cinco años de ejercicio pastoral no puede ser vicario (y Mikel sólo lleva uno) y que los vicarios tienen que ser licenciados (ni el vicario general, Olaetxea, ni Unai Manterola lo son)».

Además de reformar la Curia a su antojo, monseñor Munilla puso en marcha una reestructuración geográfica de los arciprestazgos. Según el obispo, «para ser más operativos». Según los curas denunciantes, «para ejercer un mayor control». De hecho, la inmensa mayoría del clero respondió negativamente a la reducción de arciprestazgos, pero el obispo no lo tuvo en cuenta en absoluto.

Para elegir arciprestes en los tres arciprestazgos que quedan en la diócesis, se procedió a una votación entre curas y laicos con responsabilidades pastorales. Con estos resultados. En el arciprestazgo de Tolosa-Hernani, con 70 sacerdotes, sólo fueron a votar cinco y, de ellos, tres votaron en blanco.

En el arciprestazgo de Urola (fusión de Ordizia y Zumárraga), los votantes fueron escasos y salió elegido un pasionista, que no aceptó el cargo, para protestar «por cómo estaba llevando la diócesis el obispo». Entonces, Munilla nombró a dedo a Pedro Laskurain, uno de sus hijos espirituales y párroco de Zumárraga, la parroquia donde el propio obispo estuvo de párroco hasta que fue nombrado obispo de Palencia.

En las votaciones del nuevo arciprestazgo de Rentería-Irún-Hondarria, el que salió elegido no aceptó y el obispo nombró, también a dedo, a Rafael Olaizola, como coordinador. Se trata de un diácono, que será ordenado el 8 de diciembre y que, sólo entonces, ejercerá plenamente su cargo de arcipreste.

Si con estos nombramientos de arciprestes Munilla pretende dominar la diócesis, la ciudad ya está en sus manos, con un párroco el Opus Dei; otro de la Sociedad sacerdotal e la Santa Cruz (diocesano pero de la Obra); su propio hermano; un sacerdote que tanto monseñor Setién como monseñor Uriarte no quisieron ordenar y se fue a Santo Domingo para hacerse sacerdote y regresó; varios sacerdotes de una congregación de Toledo; otro cura, procedente de Navarra, en la catedral; uno del Camino Neocatecumenal y el vicario Mikel, en una de las mejores parroquias de la capital. Es decir, «un plantel de sacerdotes, entre los que ninguno de ellos fue formado en San Sebastián».

Otro tema que denuncian los curas críticos a Munilla es la omnipresencia y el poder que ejerce el sacerdote Esteban Munilla, hermano del obispo, que no sólo es el encargado de medios de comunicación «sin cualificación para ello», sino que se dedica a grabar a todas horas al prelado, exponerlo públicamente y evitarle cualquier tipo de crítica.

Para poner coto a las críticas de los medios, el obispo y su hermano han tejido varias alianzas mediáticas. «La primera con el Diario Vasco, donde ya no hay noticias críticas contra el obispo y sólo publican lo que los hermanos Munilla les envían. Hasta quitaron el comentario dominical de José Antonio Pagola, amén de invertir fuertes sumas de dinero para que Teledonosti retransmita todos los domingos la misa desde la catedral», explican los sacerdotes.

Otro apartado de conflicto en la diócesis es la actual situación del seminario donostiarra. Los seminaristas viven en el seminario de Pamplona, com un rector que, desde Bergara, sólo va a comer con ellos y con dos formadores. Uno es un ex profesor del Opus, que nunca había estado en la diócesis ni la conoce, y el otro, un guipuzcoano, que se formó, ordenó y ejerció en Alcalá de Henares, sigue perteneciendo a esta diócesis y no conoce en absoluto San Sebastián. «Ninguno de los dos habla euskera y ninguno de los dos conocen la historia de nuestra diócesis», apostillan los curas críticos.

Según suele decir Munilla, estos seminaristas están llamados a «reconquistar Guipúzcoa de tanto error» y, por eso, a alguno le ha permitido hacer dos curso en uno por tutorías, no hacer exámenes finales y ordenarse rápidamente. Además se trata de seminaristas «de alba e incienso», a los que no se les forma en absoluto para el servicio a los pobres o para la misión.

A pesar de todo esto, monseñor Munilla ha hablado, en los medios, de «primavera vocacional en la diócesis, porque este año han entrado varios seminaristas nuevos». En efecto, «ha entrado un seminaristas ‘rebotado’ de Murcia, un italiano ‘errante’, un chico de Zaragoza que es seguidor del obispo, otro navarro expulsado del seminario de Pamplona y acogido por Munilla, y tan sólo una vocación donostiarra. ¿cómo se puede hablar de primavera vocacional con estos datos?», se preguntan los curas.

Por último, los curas críticos dicen «estar hartos de escuchar homilías del obispo sin preparación alguna, de corte piadoso, sin miga teológica y en las que habla sobre todo de moral, de derecho canónico, de política y, sobre todo, de sexualidad, una auténtica obsesión para él».

Aseguran, además, que «le encanta la polémica, salir en Facebook o tuitear lo mismo a Cristina Cifuentes que a Iker Jiménez, con la única intención de salir en los medios y conseguir fama»

Ante todo esto, la conclusión de los curas no puede ser más tajante y contundente:

«Nuestra diócesis esta siendo dinamitada y construida desde la irregularidad, la chapuza, el peloteo, la caza de herejes y brujas. Monseñor Munilla está intentando llevar la diócesis a los tiempos de la cristiandad. Es un obispo que no admite la pluralidad, juega a ‘colocar’ frases del Papa, pero vacías de contenido real, ha puesto a los políticos de la provincia en su contra y se está convirtiendo en una especie de obispo feudal. Por todo ello, nos atrevemos a pedir públicamente que alguien haga algo en Roma, para sacarlo de nuestra diócesis, antes de que sea demasiado tarde».