Programas de seguridad alimentaria: ¿alimentar o sangrar a África ?

No hay ninguna nación africana que no sea miembro de las Naciones Unidas; la pertenencia a ese órgano mundial significa, entre otros, un compromiso de los gobiernos a proteger los derechos humanos de sus ciudadanos. El derecho a una vida digna está intrínsecamente ligado al derecho a una alimentación de calidad y a la promoción de otros derechos que hagan posible una vida progresivamente más digna. En consecuencia, resulta profundamente preocupante que los gobiernos africanos suscriban cualquier programa internacional de desarrollo solo porque lleve la etiqueta de “seguridad alimentaria”, cuando, de hecho, esos programas están orientados al saqueo y pillaje  de sus recursos y violan arbitrariamente los derechos de los ciudadanos africanos. Resulta todavía más preocupante cuando los gobiernos africanos establecen legislaciones contra los derechos de sus ciudadanos y en favor de empresas transnacionales europeas o americanas porque desean mantener buenas relaciones con “los países poderosos del mundo”. Es un desafío al desarrollo humano real y al auténtico avance del pueblo.

AEFJN (Africa Europe Faith and Justice Network) sigue luchando en pro de políticas económicas más equitativas de la Unión Europea con relación a África y los gobiernos africanos deberían evitar dejarse seducir por la corrupción a costa de sus ciudadanos mostrando una fuerte capacidad de gobernanza justa, para que la comunidad internacional los tome en serio. Han sido elegidos para alimentar a sus gentes, no para extraerles la sangre. Por eso, tanto los gobiernos nacionales africanos como las sociedades transnacionales deben ser considerados como responsables de las sistemáticas violaciones de los derechos humanos en África.

Un ejemplo típico de la actitud de los gobiernos africanos ha sido la aprobación rápida y semi-clandestina de la Ley de biodiversidad en Nigeria por el presidente Goodluck Jonathan en las últimas semanas de su mandato. La ley permite la introducción de la agro-industria de monocultivos y los organismos genéticamente modificados (OGM) en la agricultura nigeriana. La razón esgrimida es que la agro-industria y los OGM poseen la mágica llave para garantizar la seguridad alimentaria de África, la lucha contra el paro etc… Este tipo de argumentaciones no se sostiene y las estadísticas han mostrado que justamente sucede lo contrario. Se trata de una estratagema del G8 para que el apoderamiento y el control de los sistemas alimentarios y de los cultivos de África por parte de las sociedades multinacionales progresen.

La preocupación respecto de los OGM en Europa y América se centra sobre todo en las garantías de seguridad para los consumidores. Pero, para los países africanos, se trata de una hidra de varias cabezas y una preocupación socio-económica que incluye la pérdida sistemática del derecho consuetudinario de los campesinos a las semillas en favor de patentes detentadas por sociedades transnacionales. ¿Qué forma más organizada de esclavitud que el control por parte de multinacionales de lo que los africanos comen en África?

Lo patético de la situación de Nigeria respecto de la ley de biodiversidad ni siquiera responde a una norma internacional. El nigeriano instruido no tiene ni idea de lo que significa; no digamos la población iletrada, numerosa. Sin embargo, la ley cambiará los cultivos y los sistemas alimenticios sin que se haya hecho esfuerzo alguno por informar a los ciudadanos.

Otro ejemplo sería el de la comunidad Lipokera, en Tanzania, que se ha visto obligada a desplazarse por el programa SAGCOT (Corredores agrícolas meridionales de crecimiento de Tanzania); programa que no contribuye en nada a la seguridad alimentaria de la comunidad ni aporta gran cosa a la economía tanzana. Los inversores producen café y el café no es un alimento ni los tanzanos tienen costumbre de tomarlo. Por otra parte se ha producido una tensión entre los inversores y la comunidad desplazada porque el agua, que la comunidad necesita para su subsistencia, es acaparada por los 5.000 acres de tierra.

Cabe preguntarse por qué los gobiernos nacionales africanos hipotecan sus países para ganancia de unas élites políticas. Lo que es evidente es que los diversos programas de desarrollo ofrecidos a África son programas de explotación disfrazados de desarrollo.

ECHOS d’AEFJN, nº 27, abril 2016

Chika Onyejiuwa, CSSp Executive Secretary (Traducción Ramón Arozarena)