Sacerdotes de Cádiz escriben al Papa y al Nuncio cartas de denuncia contra monseñor Zornoza

«Nos desprecia, gestiona la diócesis como una empresa y sólo se rodea de una camarilla». “El obispo señorito, que nos trata como indígenas”, denuncian los curas. El prelado suele decir públicamente que los curas de Cádiz son «poco espirituales, carentes de formación y de baja talla humana».

Le llaman ‘el jefe’ o ‘el urólogo’ en tono peyorativo. El obispo de Cádiz-Ceuta, Rafael Zornoza, dirige la diócesis andaluza como si de una empresa de amigotes se tratara. Rodeado de un pequeño grupo de incondicionales (algunos de los cuales se trajo de fuera), margina y «desprecia» al clero diocesano que, harto de tantos desprecios, se comienza a rebelar contra el prelado. Son ya varios los sacerdotes gaditanos que han escrito cartas al Papa y al nuncio Fratini, para quejarse de la actuación antievangélica de su obispo.

En las cartas a las que ha tenido acceso Religion Digital, los sacerdotes denuncian fundamentalmente la forma de ser, actuar y vivir del obispo, el trato a las personas asi como su gestión pastoral y económica de la diócesis.

En las misivas, enviadas al Papa y al Nuncio en Madrid, Renzo Fratini, se describe a un «obispo señorito», al que le «gusta comer y beber bien». Cuentan, por ejemplo, que, en una comida le invitaron a elegir vino y optó por una botella de un precio de casi 200 euros. Se reúne, a menudo, a comer con gente influyente y de dinero en sus casas o en algún reservado. Es asiduo del Restaurante El Faro. «Curiosamente, con los sacerdotes, cuando va a las parroquias, nunca quiere comer», apostillan los curas denunciantes.

Además del coche oficial con chófer del obispado, tiene otros coches de «camuflaje». Nada más llegar a la diócesis mandó arreglar el palacio episcopal y en él vive. Le encanta viajar y realiza constantes giras, casi siempre con jóvenes, a Fátima, Lourdes, Santiago, Roma o Jerusalén. Estos días, precisamente, se encuentra, de nuevo, en Tierra Santa, por segunda vez en tres meses, tras pasar por Fitur.

Cuando algún cura (de los pocos que se atreven a hacerlo) le reprocha algún dispendio de este tipo, siempre contesta diciendo: «Yo soy el obispo». Y es que, como dicen los denunciantes, «si le haces frente, se echa atrás, pero se ensaña con los débiles y hasta los desprecia».

Los curas «despreciados»

De hecho, la actitud de Zornoza hacia su clero es lo que más les duele a los sacerdotes que han escrito a Roma y a Madrid. En la diócesis hay 155 curas nativos y 20 «importados». Estos últimos suelen ser ultraconservadores, que el obispo trajo de diversas partes del mundo, especialmente de Colombia y de Polonia, junto a unas laicas consagradas, a las que confió la pastoral juvenil y la animación de las celebraciones episcopales. Y, por supuesto, también se trajo de fuera a la cúpula de su equipo económico, encabezado por el ecónomo Antonio Diufaín, «su mano de hierro».   Leer mas…

José Manuel Vidal en Religión Digital, 25 de enero de 2018