María Magdalena, de prostituta a apóstol de los apóstoles


Juan G. Bedoya

Entre todos, han forzado al Vaticano a rectificar los infundios sobre la Magdalena, a remolque también de los movimientos feministas. La iglesia rescató desde 2016, por orden del papa Francisco, a la mujer que fue tachada durante siglos de poseída por siete demonios. 

Ni Cervantes, ni Erasmo, ni Teresa de Ávila, ni Nikos Kazantzakis, ni José Saramago, ni Pedro Miguel Lamet, por citar escritores serios, le faltaron al respeto a María, la de Magdala, un pueblecito junto al lago de Galilea, la Magdalena, cuando imaginaron a la mujer más citada en los Evangelios, por delante de la madre María. Es una gran figura bíblica que, sin embargo, la Iglesia católica tachó durante siglos, sin misericordia, de prostituta, adúltera, pecadora, poseída por siete demonios, llorona. Tampoco sale mal parada Magdalena en novelas extravagantes pero exitosas, como ‘El Código da Vinci, de Dan Brown, que la retrata como la esposa de Jesucristo, o en el cine menos riguroso.

Entre todos, han forzado al Vaticano a rectificar los infundios sobre la Magdalena, a remolque también de los movimientos feministas. Desde junio de 2016 es santa en el calendario romano con el nombre de Santa María Magdalena. Lo acordó la Pontificia Congregación para el Culto Divino por deseo del papa Francisco. Su fiesta litúrgica es el 22 de julio de cada año, para “ensalzar la importancia de esta mujer que mostró un gran amor a Cristo y que fue tan amada por Cristo, y para resaltar la especial misión de esta mujer, ejemplo y modelo para toda mujer en la Iglesia”. Así sentencio el Vaticano hace apenas dos años. La prostituta se alza desde entonces como apostola apostolurum, “la apóstol de los apóstoles”.

“Algunos dijeron que Jesús había expulsado siete demonios de mis entrañas, pero tampoco eso es verdad. Lo que Jesús hizo, sí, fue despertar los siete ángeles que dormían dentro de mi alma esperando a que él viniera a pedirme socorro: Ayúdame”, escribió Saramago como epílogo a una de sus grandes libros, El evangelio según Jesucristo, de 1991. El griego Kazantzakis había publicado muchos años antes, en 1953, una de esas novelas que merecen un Nobel. La titulóLa última tentación de Cristo. Cuando en 1988, Martin Scorsese la llevó al cine, con el mismo título, decenas de miles de católicos integristas intentaron boicotearla manifestándose con gran estruendo ante los locales donde se exhibía. Incluso acudieron a los tribunales acusando al director de “ultraje a la religión”. También expresaron su irritación incontables obispos, escandalizados por unas escenas en las que se veía a Jesús pasando la noche en la cama de Magdalena, siguiendo el bello relato de Kazantzakis. El papel de Jesús lo interpretaba Willem Dafoe, María Magdalena era Barbara Hershey.     Leer más…

Juan G. Bedoya en El País, 26 de marzo de 2018